EE.UU. carece de iniciativas, repite el mismo guion contra Cuba, desconociendo que si primeras partes no consiguieron sus objetivos, las segundas, terceras y otras futuras serán siempre nuevos fracasos.
Lejos de buscar un dialogo respetuoso que termine con la confrontación entre dos naciones muy cercanas, Washington persiste en su arreciado bloqueo y continuas agresiones dirigidas a destronar a la Revolución en la isla caribeña.
La rabia y prepotencia de las sucesivas administraciones de la Casa Blanca ante la defensa de los cubanos de su soberanía e independencia les han impedido adoptar una postura de paz y buena vecindad.
Ejemplo de ello es la conducta del actual encargado de negocios del país norteamericano en La Habana, Mike Hammer, a quien ya lo ridiculizan en la mayor de las Antillas, llamándolo “sargento”, por su actitud injerencista y arrogante, contraria a las normas internacionales de la diplomacia.
Los bromistas señalan que Hammer fue ascendido a ese bajo grado castrense por el conocido anticubano secretario de estado de EE.UU., Marco Rubio, y que es un clon del “Cabo” Cason.
Y quién no recuerda a James Cason, otro funcionario jefe de la entonces oficina de intereses de Washington en La Habana, entre 2003 y 2005, que se dedicaba a subvertir el orden en el decano archipiélago del Caribe.
A ese “diplomático” provocador lo caricaturizaron en la nación antillana en simpáticos animados que, menos a él, hicieron sonreír a adultos, jóvenes y niños.
El ahora encargado de negocios estadounidense parece aspirar a ser otro protagonista de nuevos animados, a juzgar por su actuar irrespetuoso al alentar y financiar revueltas en Cuba.
El “sargento” pretende ganar galones prometidos por Rubio, quien por cierto lleva muchos años haciendo el papelón con su guerra sucia contra la isla, sin conseguir el maligno propósito de Washington de doblegarla.
A lo que más pueden aspirar los representantes de la Casa Blanca obsesionados con apoderarse Cuba es a un puesto en la Florida, pero nunca a nada en la digna y soberana mayor de las Antillas.
Quizás Hammer pueda hacerse con una alcaldía, como lo logró Cason hace varios años en una ciudad floridana, en pago a sus payasadas injerencistas en La Habana.
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