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El sargento «pancho» Vidal

Fuentes: Crónica Digital

Una de las grandes paradojas de la democracia chilena radica en que los civiles luchamos por años para apartar a los militares de la política. Y casi lo logramos. Sin embargo, hoy los militares están de vuelta, pero militarizando a los civiles. El caso más emblemático es el de Francisco Vidal Salinas, el «Sargento Vidal», […]

Una de las grandes paradojas de la democracia chilena radica en que los civiles luchamos por años para apartar a los militares de la política. Y casi lo logramos. Sin embargo, hoy los militares están de vuelta, pero militarizando a los civiles.

El caso más emblemático es el de Francisco Vidal Salinas, el «Sargento Vidal», lugarteniente del Capitán Planeta, y encargado de «sargentearnos» día a día sobre lo que debemos hacer o decir.

Tiene alma y estampa de soldado. Y aunque la vida le ha llevado por los senderos oblicuos de la política, su pasión militar ha aflorado cada vez con mayor soltura. Cuando se decidió su regreso a La Moneda no dudó en anunciar por el mercurial diario Las Ultimas Noticias que «me voy a traer los mil 600 soldados de plomo que tengo en canal siete». Una verdadera obsesión, que adquiere coherencia si se sabe que en su juventud estuvo en la Escuela Militar por dos años, tiempo en que obtuvo el grado de sargento segundo.

Por esto no fue sorpresa que la Secretaría General de Gobierno anunciara el 11 de diciembre pasado que Vidal había completado, «junto con 16 reconocidos ejecutivos y empresarios» el primer Curso de Aspirantes a Oficiales en Retiro, impartido por el Ejército.

En este curso de tres meses y medio Vidal compartió con los «reclutas» Andrónico Luksic y Pablo Granifo, Presidente del directorio y Gerente General del Banco de Chile; Pablo Yrarrázabal, Presidente de la Bolsa de Comercio y Enersis; Alfredo Moreno, Vicepresidente de Dersa; Jorge Bunster, Gerente General de Copec; y Enrique Cibié, Gerente General Corporativo de MASISA.

Se trató de la experiencia soñada para los amantes de las armas y los uniformes: «Se dividió al grupo en distintas especialidades: tiradores escogidos -o francotiradores-, unidades blindadas -tanques-, unidades de artillería e infantería mecanizada, que incluye el armamento que debe ser trasladado en vehículos. Se les adiestró en esas materias para luego insertarlos en las unidades en las cuales cada uno recibió instrucción» comentaba un oficial a Que Pasa.

El entrenamiento parece haber reforzado las «cualidades» del sargento, que en lo que va de su nueva etapa como vocero de gobierno nos ha dejado muy en claro cual será su estilo.

Tan claro como las palabras con las que definió la posición del gobierno ante la huelga de hambre de Patricia Troncoso: «Una vez capturados y procesados, como corresponde en un estado de derecho, después no me vengan con huelgas de hambre». Afirmaciones que no es dificil asociar a otras, que parecen brotar de la ultratumba: «No se mueve ninguna hoja en este país si yo no la estoy moviendo. ¡Quiero que quede claro!».

Nuestro Sargento nos devuelve a aquellos años en que los voceros de gobierno lucían jinetas y anunciaban bandos numerados. Pero ahora los uniformes están de más. Basta con los entramados silenciosos entre empresarios, políticos y militares para garantizar que todas las hojas sigan en su sitio.

El autor es Teólogo chileno. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.