Se destinaron 21 mil policías al operativo policial, se decretó la «ley seca». Álvaro Uribe, paralizó a un sector de Colombia para garantizar la seguridad de George W. Bush, quien estará en el país durante sólo ocho horas. Tal como si fuera la época de la Gran Depresión, cuando Al Capone le hacía la vida […]
Se destinaron 21 mil policías al operativo policial, se decretó la «ley seca». Álvaro Uribe, paralizó a un sector de Colombia para garantizar la seguridad de George W. Bush, quien estará en el país durante sólo ocho horas.
Tal como si fuera la época de la Gran Depresión, cuando Al Capone le hacía la vida imposible a Eliot Ness, a partir de las seis de la mañana del próximo domingo en Colombia va a regir la «Ley Seca». El motivo de tan drástica medida es que justo ese día por sólo unas horas visitará el país latinoamericano el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Parece que el gobierno de Álvaro Uribe tiene miedo que una persona «pasada de copas» pueda llegar a hacer peligrar la vida del primer mandatario, por eso decidió sancionar un conjunto de normas que tienen como objetivo militarizar la ciudad de Bogota, y prevenir así «posibles atentados».
Desde hace varios días en las salidas y entradas principales de la ciudad colombiana se instalaron retenes militares, que detienen a las personas en búsqueda de posibles sospechosos. Asimismo se prohibió la circulación de motos con pasajeros y la portación de armas. Y, como si esto fuera poco, también se decidió la suspensión de la tradicional «ciclovía» -carreras de bicicletas- para así facilitar los desplazamientos de la caravana presidencial.
No obstante, y a pesar de todas las medidas de seguridad enunciadas, en Colombia ya se comenzaron a realizar manifestaciones para así repudiar la visita George Bush. Por ejemplo el miércoles pasado cientos de estudiantes de la Universidad Nacional fueron reprimidos por la policía mientras intentaban cortar varias calles del centro de Bogota.
Por su parte también protestaron integrantes del partido opositor Polo Democrático y de la Central Unitaria de trabajadores (CUT). Según el presidente de este organismo, Carlos Rodríguez, las marchas tienen como objetivo protestar por el Tratado de Libre Comercio (TLC) que el gobierno colombiano acordó con Estados Unidos.
Asimismo el dirigente consideró que la política militarista llevada adelante en la actualidad por Álvaro Uribe: «es la punta de lanza para que Washington siga entrometiéndose en la región». Por último hay que mencionar que las organizaciones sociales colombianas ya anunciaron una masiva concentración para el domingo, en la cual según los organizadores se esperan alrededor de 50 mil personas.
El presidente norteamericano llega a Colombia en el marco de una gira latinoamericana que también lo va llevar a Brasil, Uruguay, Guatemala y México. Conciente del repudio que genera su presencia en la región, en los últimos días ha utilizado un lenguaje conciliador- es más hasta se autodenomino como bolivariano- con el que pretende hacer creer que el gobierno estadounidense es: «Un socio constructivo para América Latina».
La llegada de Bush se realiza en el marco de desestabilizar el proceso de integración sociopolítica que se ha dado en la región en los últimos tiempos. Para esto Estados Unidos recurre a través de distintos mecanismos: uno de ellos va a ser «seducir» a Uruguay para que este se sume a la cruzada en pos del libre comercio que lleva adelante la Clase Blanca. Esta medida busca crear un cisma dentro del Mercado Común del Sur (Mercosur), un bloque que ha ganado mucho poder en el último tiempo luego de la incorporación de Venezuela.
A su vez Bush va utilizar la gira para darle su respaldo a su principal aliado en Latinoamérica, Álvaro Uribe, quien en la actualidad esta jaqueado por los presuntos vínculos de su gobierno con la organización paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En el marco de la reunión que los dos Jefes de Estado van a llevar a cabo el domingo, van a anunciar el lanzamiento de la segunda parte del Plan Colombia: un programa que presuntamente está abocado a lucha contra el narcotráfico, pero que en realidad sirve para subvencionar la política militarista del gobierno colombiano.
Esta segunda parte costará alrededor de 50.000 millones de dólares, los cuales en su gran mayoría van a ser solventados por la administración colombiana. Según la opinión de Francisco Leal, profesor honorario de las Universidades Nacional y Los Andes, está iniciativa: «Ha sido un fracaso». Ya que a pesar de la fumigación de miles de hectáreas, las áreas de cultivo de cocaína todavía se mantienen intactas.
El catedrático remarcó que, al mismo tiempo que las fumigaciones producen graves daños ecológicos, forman parte de un: «reciclaje que sirve para alimentar la economía de Estados Unidos».
Este plan de militarización firmado en el año 2000 por el presidente Bill Clinton y su par colombiano Andrés Pastrana, también sirvió para amedrentar por la fuerza a todos aquellos gobiernos que resulten incómodos de acuerdo a los parámetros de la Casa Blanca.
Un ejemplo de esto es lo que pasó con Ecuador, un país que debió sufrir las fumigaciones con glisofato -con todos los daños que esto produce en la población- de parte del gobierno uribista, bajo el pretexto de que en esa región existían cultivos ilícitos de cocaína.
Para intentar contrarrestar esta situación, el presidente Rafael Correa pretende presentar en el próximo mes una iniciativa que busca contrarrestar los nefastos efectos del Plan Colombia. El cual, tomando las palabras del Ministro Coordinador del Gabinete Sectorial de Seguridad-Fernando Bustamante- lo único que ha «dejado es una secuela de pobladores afectados por las fumigaciones, desplazados, refugiados y un incremento de la delincuencia».