El general Odlanier Mena, entonces jefe de la Central Nacional de Información (CNI), y su subalterno Miguel Krasnoff, comandaron los esbirros que hace 36 años dieron muerte por la espalda al periodista Augusto Carmona Acevedo, ultimado el 7 de diciembre de 1977. El ministro Leopoldo Llanos, de la Corte de Apelaciones de Santiago, procesó el […]
El general Odlanier Mena, entonces jefe de la Central Nacional de Información (CNI), y su subalterno Miguel Krasnoff, comandaron los esbirros que hace 36 años dieron muerte por la espalda al periodista Augusto Carmona Acevedo, ultimado el 7 de diciembre de 1977.
El ministro Leopoldo Llanos, de la Corte de Apelaciones de Santiago, procesó el 4 de abril 2013 a Mena entre los autores de este crimen de lesa humanidad. La abogada Alejandra Arriaza representa a la parte acusadora, la periodista Lucía Sepúlveda y las hijas de la víctima Alejandra Carmona Cannobbio y Eva María Carmona Sepúlveda. Alejandra es cinematografista y Eva María, antropóloga.
Cuando la Dirección Nacional de Información (DINA) cambió su nombre a Central Nacional de Información (CNI), la principal «innovación» que introdujo su primer jefe, el suicida Odlanier (Reinaldo, al revés) Mena, consistió en no desaparecer los cuerpos de sus víctimas, como lo hizo el general Manuel Contreras desde la DINA.
Otro cambio de Mena fue encubrir los crímenes con un libreto de falso «enfrentamiento», «intento de fuga» o cualquier otro encuentro con las fuerzas represivas de la dictadura, consideradas entonces muy «legítimas» y calificadas hoy por los jueces como «organización ilegal». Hoy constituye delito la pertenencia a la CNI/DINA.
La CNI incluso llevó al sur a periodistas y camarógrafos de TVN para la «cobertura en vivo» de supuestos enfrentamientos, que más bien fueron matanzas en cadena fríamente planificadas en Santiago y luego presentadas como falsos encuentros a balazos o fugas de detenidos inventadas. Así ocurrió con la Operación Alfa Carbón, que en agosto de 1984 llevó en sus operaciones entre Concepción y Valdivia al periodista TVN Esteban Montero, quien despachaba «flashs» con noticias inventadas en el mismo lugar de los supuestos hechos.
El asesinato de Augusto Carmona fue presentado como un falso «enfrentamiento» a tiros en que el periodista -y paciente cardíaco- defendió su libertad y su vida. Esta historia falsa circuló hasta que hubo un juicio donde se aclaró que Odlanier Mena comando a los efectivos que antes encerraron a los vecinos en sus viviendas y esperaron la llegada de Carmona a su domicilio, no para detenerlo, sino para matarlo por la espalda y también desde adentro de su propia vivienda.
Carmona fue acribillado cuando intentaba abrir la puerta de su domicilio en Barcelona 2524, San Miguel, Santiago, pero los medios y ciertos periodistas difundieron la falsa versión CNI de un «enfrentamiento» que jamás ocurrió.
Por eso llaman la atención los elogios recibidos por el difunto Mena por una supuesta rivalidad suya con Manuel Contreras, incluso de parte de periodistas con currículo de defensores de derechos humanos.
El asesinato de Carmona
Lucía Sepúlveda dijo que «hubo periodistas que fueron cómplices más allá de lo que fuera posible imaginar», en el encubrimiento del asesinato de Carmona y en otros casos. Tras aclarar que ella vivía en otro lugar por razones de seguridad, relató que se enteró del crimen por un informe de Pablo Honorato, en el noticiario de Canal 13 de la Universidad Católica. El tribunal citó a declarar a este reportero policial y judicial, quien «reconoció que Carmona era periodista y que lo conocía», pero por la televisión «dijo que era un terrorista y dijo que no se sabía quién era», explicó Lucía, refiriéndose «a lo que informó por la televisora el 8 de diciembre de 1977, al día siguiente del crimen. Entonces, hubo complicidad», precisó.
La abogada Arriaza dijo que el ministro Llanos encargó reos como autores del delito de lesa humanidad al ex general del ejército Odlanier Mena Salinas, director de la CNI, junto a los ex brigadieres del ejército Miguel Krassnoff y Manuel Provis Carrasco; al ex mayor del ejército Enrique Sandoval Arancibia y al ex coronel del ejército Luis Torres Méndez. También fueron encausados como autores José Fuentes Torres, ex suboficial del ejército, Teresa Osorio Navarro, empleada civil de la Marina, y el suboficial del ejército Basclay Zapata. Otros agentes involucrados en el asesinato ya fallecieron. Algunos de los procesados están en prisión por crímenes similares, varios disfrutan de beneficios carcelarios como salidas de fin de semana o «cumplimiento de penas en libertad», y otros han recibido penas tan bajas que circulan libremente por las calles, dijo Lucía Sepúlveda.
Falso «enfrentamiento»
La versión oficial hizo aparecer este asesinato como «muerte en enfrentamiento», mentira ampliamente acogida por los medios de información de la época. Esa falsa noticia se mantuvo en el inconsciente colectivo hasta que en 1991 impuso la verdad el llamado Informe Rettig, de la Comisión de Verdad y Reconciliación. Incluso, muchos amigos y colegas fuimos engañados por este fraude informativo, creyendo durante años que Augusto había defendido valientemente su derecho a la vida y a la libertad. En 1991 se supo que lo asesinaron por sorpresa mientras manipulaba llaves para abrir la puerta de su casa.
Carmona estudió bibliotecología y periodismo en la Universidad de Chile, donde fue presidente del centro de alumnos. Entre sus tareas relevantes como periodista, en agosto de 1967 cubrió el juicio militar de Camiri, en Bolivia, donde fueron procesados Regis Debray y otros personajes que estuvieron con el Che Guevara. Regresó a Bolivia en octubre de ese año, después de la muerte del líder rebelde.
En 1971 entrevistó a Fidel Castro en La Habana. Sus fuentes preferidas fueron las luchas obreras y campesinas en Chile, además de cubrir las noticias del Congreso. En 1973 fue jefe de prensa de Radio Nacional, emisora del MIR. Perteneció a una generación de notables periodistas comprometidos con su pueblo, como Augusto Olivares, José Carrasco Tapia y muchos otros, con quienes tuvo gran cercanía. Tambié fue presidente del sindicato de trabajadores del Canal 9, redactor político del tele- noticiero «NueveDiario» durante 10 años y redactor de la revista Punto Final desde su fundación en 1965.
En 1970, Augusto Carmona fue elegido jefe de prensa del Canal 9, «el canal del pueblo», cuando la estación pertenecía a la Universidad de Chile -hoy es el Canal 11, Chilevisión y pertenece al grupo Time Warner-CNN- y estaba ocupada por sus trabajadores.
En 1972, Augusto escribió en Punto Final: «La derecha odia al Canal 9 porque damos preferencia a las noticias y posiciones de los diversos sectores del pueblo, porque atacamos sin clemencia al imperialismo y no titubeamos en usar un lenguaje duro contra la reacción; porque preferimos darle tribuna a la señora de la junta de vecinos antes que reproducir una declaración de un personero de la derecha…»
Tras el golpe militar, dejó atrás el periodismo tradicional para abrazar los riesgos de la lucha de resistencia y la prensa clandestina. Su salud tampoco era óptima, tras sobrevivir a una compleja y delicada operación a la válvula mitral. Cuando lo mataron pertenecía a la dirección máxima del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Por sus amplios contactos, y su carácter amistoso y nada sectario, fue encargado de explorar la creación de un frente de resistencia antidictatorial en conversaciones con dirigentes de la izquierda y la democracia cristiana.
.Gotas de justicia
El ministro Leopoldo Llanos calificó el asesinato como delito de lesa humanidad porque según el derecho penal internacional fue «un ataque sistemático o generalizado en contra de bienes jurídicos como la vida a una parte de la población civil, con determinada opción ideológica, con la participación del poder político y la intervención de agentes del Estado.» Tras la investigación, concluyó que hay presunciones fundadas para encargar reos a los imputados y ordenar su detención por constituir un peligro para la sociedad.
El asesinato de Carmona generó un procedimiento de rutina, y simbólico, de la fiscalía militar, que en 1993 sobreseyó la causa aplicando la ley de amnistía dictada por la propia dictadura. Una nueva querella contra «Augusto Pinochet y quienes resultaran responsables», entablada por la familia en 2003, activó una investigación seria del ministro de fuero Alejandro Solís, recientemente jubilado. La causa fue proseguida por el ministro Leopoldo Llanos.
«La encargatoria de reo es apenas el primer paso hacia una sentencia que marque el fin de la impunidad», dijo Lucía Sepúlveda. Ante la demora en la adopción de resoluciones judiciales la familia exigió que «en esta fase la justicia no dé lugar a artilugios legales de los reos».
«Valoramos que la investigación califique el crimen como de lesa humanidad e incluya al máximo responsable de la CNI, Odlanier MENA, como autor del delito, junto a los miembros de la Brigada Azul, encargada de la represión al MIR», manifestó la abogada Alejandra Arriaza.
Los agentes que declararon en el proceso aseguran que desde el reemplazo de la DINA por la CNI, a mediados de 1977, luego que Odlanier Mena asumiera como director (hasta 1980), todos los operativos de exterminio debían tener su autorización previa.
Mena constituyó equipos operativos de su plena confianza y cambió el nombre y reformó los antiguos grupos Halcón. La Brigada Azul, una de las nuevas pandillas reestructuradas pero casi con los mismos esbirros, llevó a cabo la ejecución de Augusto Carmona, supervisada por Krassnoff y bajo el probable mando operativo de Provis.
Mediante la detención y tortura de tres militantes del MIR, dos de ellos también periodistas, en el campo de tortura de Villa Grimaldi la CNI obtuvo la información que les permitió ubicar el domicilio de Carmona, cuyo asesinato fue el macabro debut de la jefatura del general Mena, ex embajador de la dictadura en Uruguay. También fue el último operativo contra el MIR de Krassnoff, trasladado después a la Academia de Guerra.
El asesinato, ocurrido bajo estado de sitio y dibujado por los medios con la versión oficial de «muerte en enfrentamiento», fue acogido por el Informe Rettig -de la Comisión de Verdad y Reconciliación, 1991- ante la fuerza y coherencia de los testimonios presentados. El relato de los vecinos que presenciaron el crimen se convirtió en «verdad jurídica».
Los testigos del vecindario reiteraron ante el tribunal que una veintena de vehículos rodeó la manzana. Los agentes de la policía secreta allanaron el domicilio de la víctima y la casa contigua, aproximadamente a las 20:30 horas, haciendo disparos desde el interior de la vivienda. Luego ordenaron a los vecinos irse a sus casas y permanecieron esperando al interior del inmueble y en los vehículos estacionados en las inmediaciones. Cerca de medianoche dispararon una ráfaga de metralleta en el preciso instante en que Carmona intentaba abrir la puerta de su casa.
Los agentes lo ingresaron al interior de la casa arrastrándolo desde la acera. Compareció el fiscal militar de turno, quien ordenó un informe a los peritos de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones presentes en la escena del crimen. El informe estableció que el cuerpo fue arrastrado y que la pistola portada por Carmona estaba con seguro, por tanto era evidente que no hubo «enfrentamiento». Al sitio llegó más tarde el propio director de la CNI, general Mena, en un automóvil Volvo del año, según declaró Juan Arancibia López, uno de sus choferes.
–Odlanier Mena Salinas fue condenado en 2008 a 6 años por los secuestros de Óscar Ripoll Codoceo, Manuel Donoso y Julio Valenzuela (Caso Caravana de la Muerte, episodio Arica, 1973) y obtuvo salida de fin de semana de viernes a domingo.
–Miguel Krassnoff cumple condenas efectivas de cárcel por 103 años, sin beneficios hasta ahora. Al igual que Mena, permanece en el penal Cordillera, denominado «siete estrellas» por las comodidades que ofrece. Encabezó la represión al MIR, utilizando tortura, desaparición forzada y técnicas de guerra sicológica.
–Enrique Sandoval Arancibia fue condenado a 10 años y 1 día como autor de la muerte de Luis Pantaleón Pincheira Llanos, Jaime Alfonso Cuevas Cuevas, Luis Nelson Araneda Loayza, todos ellos militantes del MIR, y Juan Ramón Soto Cerda, socialista, en Las Vizcachas (1981), y hasta entonces cumplía en libertad la pena de 5 años por el crimen del niño Carlos Fariña Oyarce, de 13 años.
–Manuel Provis Carrasco fue condenado a 5 años y un día por los delitos de asociación ilícita, secuestro y posterior homicidio en Uruguay (1995) del químico Eugenio Berríos, ex agente de la DINA. También tiene dos condenas a firme que suman 8 años por el asesinato del mayor Gerardo Huber (1992), sin embargo, hasta el mes pasado permanecía en libertad. Fue jefe del disuelto Batallón de Inteligencia del Ejército.
–José Fuentes Torres, «El cara de santo» o «Marco Cruzat» cumplía en libertad condena a tres años como autor del secuestro de Mireya Pérez Vargas y está procesado por su participación en la Operación Colombo (caso de Los 119 desaparecidos).
–Luis René Torres Méndez alias «Negro Mario», estaba en libertad condicional, procesado por su participación en secuestros en la Operación Colombo, Operación Cóndor y las detenciones de dirigentes comunistas en calle Conferencia.
–Teresa Osorio Navarro, «Chica Tere», está procesada por Operación Colombo y por calle Conferencia. Libre al momento del procesamiento.
–Basclay Zapata Reyes, «El Troglo», cumple condena en Punta Peuco por once secuestros y el homicidio de Lumi Videla. Procesado por Operación Colombo.
*) Ernesto Carmona, escritor y periodista chileno, presidente de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (Ciap) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap).