Quieren destruir los emblemas patrios, nos expropiaran los fondos de pensiones, ya no seremos propietarios de nuestras casas, los indígenas tendrán otro sistema de justicia o destruirán la institución de carabineros, son solo algunas de las informaciones que circulan en redes sociales y que muchos panelistas defienden en programas abiertos de televisión.
Estas son una serie de afirmaciones que son falsas al hablar sobre la propuesta de nueva constitución a plebiscitarse el próximo 4 de septiembre. Muchas de ellas clasificadas de ““Fake News””, o sea noticias falsas, elaboradas para generar un círculo de desinformación y creencias equivocas sobre un hecho determinado o un escrito, como es el caso del documento constitucional.
Si bien los “Fake News” no es un tema nuevo, existiendo desde principios de la historia de las comunicaciones y el periodismo, son principalmente las redes sociales las que han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado; toda vez que permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez. Es a través de las redes sociales que se genera un circuito vicioso, replicando miles de veces un discurso de desinformación en cuestión de minutos; situándonos en un contexto de posverdad, en donde los hechos objetivos son menos importantes a la hora de modelar la opinión pública, que las apelaciones a la emoción o a las creencias personales, instalando los temores y miedos enfrentados al voto informado.
Sobre lo mismo, días atrás un panelista de televisión advertía sobre los peligros que traía la nueva constitución, al contra preguntarle donde estaba escrito lo que afirmaba, decía abiertamente que no estaba, pero lo que ellos tenían era miedo. Cabe preguntarse entonces, si ¿es en realidad el miedo que puede tener a sus supuestos, o es el miedo que quieren imponer en la población votante?.
La articulación de falsedades para que sean percibidas como una verdad, llevan consigo una colusión de intencionalidades que pretenden instaurar ideas erróneas en los elementos de base con las que se toman decisiones; teniendo una claridad que muchas veces tomamos decisiones sobre los temores que pesan sobre nuestras necesidades más básicas, pero también sobre la seguridad que tenemos sobre ellas. Es así como el foco de la desinformación nos guía directamente a nuestros miedos y temores, a la inseguridad de perder lo poco y nada que hemos obtenido, por ello al terror que significaría esa nueva constitución, basada en falsedades, que nos quieren instaurar. No es más que un ataque mediático terrorista de las “Fake News”.
No enfrentamos a un pauteo de elementos discursivos, que son repetidos constantemente por diferentes personeros y figuras de connotación publica, que dejan instaladas las dudas una y otra vez. Se permiten realizarnos una interpretación de lo que muchas veces no esta escrito, sino en las intencionalidades supuestas y de los puntos en los que le interesa dejar para sembrar esas dudas y temores; enfocados directamente en la sensación de seguridad, pero también en la pertenencia e identidad.
El terrorismo mediático de las “Fake News”, se ha instalado en la discusión cotidiana, en el seno de nuestras familias y en los círculos de amistades. Las argumentaciones basadas en lo que escuche, lo que dice la tele o el twitter de alguien desconocido, son más fuertes que lo que dice el documento mismo que se somete a votación. El terror impuesto en la discusión lleva a mayores divisiones dentro de la sociedad, que aquellas que dicen que traerá la propuesta constitucional. Se infunde el terror con la plurinacionalidad, con el reconocimiento de los pueblos originarios, así como con las diversidades y disidencias, que siempre han estado relegadas y invisibilizadas dentro de nuestra sociedad. El verdadero temor que imponen es que aquellos que siempre han sido relegados por la sociedad, ahora sean reconocidos e incluidos dentro de la misma y sean participes de las diferentes instancias del Estado. El temor es a la construcción de nuevas vías de democracia representativa, que rompan con la dicotomía de los partidos políticos elitistas y dominantes en los últimos años. Es un terror impuesto a que se contemplen y resguarden los derechos sociales, acabando con el paradigma de un estado subsidiario, que privilegia a algunos cuantos.
El llamado al voto informado causa temor en los voceros de los discursos mediáticos falsos, ya que busca a que la gente se haga su propio criterio sobre el documento constitucional y no dejarse llevar por lo que dicen simplemente los medios. La toma de decisiones y el voto, debe de ser informado, sin darle tregua a los ataques terroristas de los “Fake News”.
*Francisco Ramírez Varela es Trabajador Social, Dr. en Cultura y Educación en América Latina. Académico Universidad de las Américas.
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