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El trabajo de Marx, un arma en la lucha de ideas

Fuentes: Rebelión

Con el nombre mundo nombramos un conjunto muy extenso de objetos, y objetos muy extensos. Objetos tan extensos que se nos escapan a nuestra posibilidad de transformarlos, aunque estemos en ellos. Hay mucha gente que tiene el deseo de transformar el mundo. Pero éste es tan grande y tan diverso, que se hace muy difícil […]

Con el nombre mundo nombramos un conjunto muy extenso de objetos, y objetos muy extensos. Objetos tan extensos que se nos escapan a nuestra posibilidad de transformarlos, aunque estemos en ellos. Hay mucha gente que tiene el deseo de transformar el mundo. Pero éste es tan grande y tan diverso, que se hace muy difícil saber lo que podemos y lo que tenemos que transformar. Yo también tengo el deseo de cambiar el mundo.

Para poder cambiar algo tengo que estar vivo. Y para estar vivo necesito satisfacer mis necesidades más elementales, como comer, vestirme, cobijarme de las inclemencias del tiempo. Como a mí, esto le ocurre a todo el mundo, para estar vivo tiene que satisfacer sus necesidades más básicas. Y solo las personas que tienen estas necesidades cubiertas pueden ocuparse de cambiar su mundo. Los trabajadores y la clase dirigente de los trabajadores de los países que se alimentan bien no tienen derecho a pedirles a los pueblos mal alimentados la tarea histórica de transformar el mundo capitalista en el mundo socialista.

Cambiar la conciencia: los trabajadores y las clases medias de las sociedades capitalistas desarrolladas viven alegres embebidos en su abundancia. Comen más de lo suficiente. Y a los dirigentes de los pueblos ricos les ocurre algo parecido. Y tienen un andar pesado. Y tienen la conciencia de los que tienen mucho. Quieren más, siempre quieren más. El egoísmo y el individualismo son dos arraigados valores. Y en un mundo de abundancia poca gente quiere cambiar su mundo. Tampoco quieren cambiar el mundo de su conciencia del mundo. Pero nuestra conciencia es lo que tenemos más cerca, y por lo tanto es posible cambiarla. Y en la lucha de ideas, por el momento, la izquierda que quiere transformar el capitalismo en socialismo perdemos la batalla.

Está planteado el debate si retomar a Karl Marx. Entre los intelectuales que defienden el marxismo se pueden distinguir aquellos que solamente lo reivindican de aquellos otros que lo estudian y ponen en circulación sus representaciones y concepciones del modo de producción capitalista. Entre las personas que por su trayectoria se sienten cerca del marxismo están los que no lo estudian porque piensan que es una teoría económica y filosófica de imposible acceso intelectual. Pienso en mi camarada de militancia hace ya 30 años como representante de millones de personas de izquierda. Me encuentro entre los que piensan que El Capital de K. Marx es la obra más importante para el rearme ideológico de la izquierda que quiere el socialismo. Escuchemos al propio K. Marx en algunas reflexiones al respecto (citas del prologo a la primera edición alemana, El Capital, Akal):

«En cualquier ciencia el comienzo es siempre arduo. De ahí que lo más difícil resulte la comprensión del primer capitulo, es decir, la sección que contiene el análisis de la mercancía. No he regateado esfuerzos en exponer de un modo más claro y accesible a las masas populares lo que concierne a la sustancia y la magnitud del valor»

«Salvo la sección dedicada a la forma del valor, nadie podrá acusar a este libro de ser difícil de entender. Me imagino, naturalmente, a lectores que quieren aprender algo nuevo, esto es, que también desean pensar por sí mismos».

«Lo que pretendo indagar en esta obra es el modo de producción capitalista y sus correspondientes relaciones de producción y circulación»

En el epilogo a la segunda edición alemana, K. Marx dice: «La comprensión que halló rápidamente el Capital en amplios círculos de la clase obrera alemana constituye la mejor recompensa a mi trabajo».

Siguiendo a Marx, los marxistas deberían emprender la tarea de exponer de un modo claro y accesible a los trabajadores lo que concierne a la sustancia, la magnitud y las formas del valor; para de este modo acceder a conocer en profundidad el modo de producción capitalista.

En el estudio de la forma de equivalente del valor, Marx escribe:

«Las dos últimas particularidades de la forma de equivalente son aún mas comprensibles si volvemos al gran investigador que analizó por primera vez la forma del valor, igual que tantas formas del pensamiento, sociales y naturales. Se trata de Aristóteles.

En primer lugar, Aristóteles dice claramente que la forma de dinero de la mercancía no es mas que la figura mas desarrollada de la forma simple del valor, o sea, de la expresión de valor de una mercancía en otra mercancía cualquiera, pues escribe: 5 camas igual a una casa, no se distingue de 5 camas igual a tanto dinero. Percibe, además, que la relación de valor que contiene esta expresión de valor supone, por su parte, que la cama se equipara cualitativamente a la cama, y que estas cosas, sensiblemente distintas, no pueden compararse entre sí como magnitudes conmensurables sin esa igualdad de esencia. El cambio, dice, no puede suceder sin la igualdad, ni la igualdad puede realizarse sin la conmensurabilidad. Más es en verdad imposible que objetos tan diversos sean en verdad conmensurables.

Así, pues Aristóteles nos dice por qué fracasa en su análisis, a saber, por la falta del concepto de valor. ¿Qué es lo igual, o sea, cuál es la sustancia común que representa la casa para la cama en la expresión de valor de esta última? La casa representa una cosa igual para la cama, en la medida en que representa lo que hay de realmente igual en ambas, en la cama y en la casa. Y eso es: el trabajo humano.

Pero Aristóteles no podía deducir de la misma forma del valor el hecho de que en la forma del los valores de las mercancías todos los trabajos se expresan como trabajo humano igual, y, por tanto, como igualmente válidos, porque la sociedad griega se apoyaba en el trabajo esclavista, de ahí que tuviese por base natural la desigualdad de los hombres y de sus fuerzas de trabajo. El secreto de la expresión de valor, la igualdad e idéntica validez de todos los trabajos, porque y en tanto son trabajo humano en general, sólo puede descifrarse cuando el concepto de igualdad humana ha adquirido ya la firmeza de un prejuicio popular. Pero esto solo es posible en una sociedad en donde la forma de mercancía es la forma general del producto del trabajo, o sea, donde también la relación de los hombres entre sí, en su calidad de propietarios de mercancías, es la relación social dominante. El genio de Aristóteles brilla precisamente en el hecho de haber descubierto una relación de igualdad en la expresión de valor de las mercancías. Tan sólo la limitación histórica de la sociedad en que vivía le impidió descubrir en qué consistía esta relación de igualdad».

Pero hoy en día, cuando la igualdad humana ha adquirido la firmeza de un prejuicio popular, la mayoría de los trabajadores no ven en las formas del valor la sustancia que contiene, trabajo humano, porque el concepto de valor de Marx no circula. Y no circula porque las personas que queremos transformar el mundo capitalista en mundo socialista no lo hacemos circular. Mientras escribo este trabajo leo al gran pensador y escritor José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, una primera conclusión salta a la vista. La ceguera se contagia. Y el Capital de K. Marx es un buen remedio para quitarnos la venda que nos impide ver por que los ricos son tan ricos. Un marxista cuando ve a una persona que tiene una inmensa cantidad de riquezas, ve a una persona que ha acumulado una gran cantidad de trabajo ajeno. En Raul, Zidane o Fernando Alonso, que ganan más de seis o nueve millones de euros anuales, no solo ven deportistas de elite , sino que ven a representantes de la clase de los capitalistas, personas que se han apropiado una gran cantidad de riquezas, de productos del trabajo social, que no se puede explicar por su propio trabajo. Parte de este trabajo social lo utiliza en funciones de capital, valor que utilizan para explotar a parte de sus apasionados seguidores.