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El triunfo de Simón Trinidad

Fuentes: Rebelión

Ricardo Ovidio Palmera, (Simón Trinidad), miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue secuestrado el 2 de enero de 2004, en Quito, Ecuador. El operativo fue montado por agentes de la CIA, la Inteligencia colombiana y ecuatoriana; al día siguiente fue repatriado a Colombia sin que los dos gobiernos hubieran cumplido requisito jurídico […]

Ricardo Ovidio Palmera, (Simón Trinidad), miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue secuestrado el 2 de enero de 2004, en Quito, Ecuador. El operativo fue montado por agentes de la CIA, la Inteligencia colombiana y ecuatoriana; al día siguiente fue repatriado a Colombia sin que los dos gobiernos hubieran cumplido requisito jurídico alguno para su repatriación.

Simón se encontraba tramitando una entrevista de un alto funcionario de la ONU, con el comandante Raúl Reyes, para tratar temas relacionados con el Intercambio Humanitario y el proceso de paz en Colombia.

En ese momento la justicia colombiana no lo pedía en extradición, ni había orden de captura internacional en su contra. Inmediatamente la Fiscalía colombiana, procedió a elaborarle un montaje jurídico por narcotráfico y terrorismo. En los Estados Unidos tampoco existía proceso alguno contra Ricardo Ovidio Palmera, pero el Embajador de ese país en Colombia rápidamente hizo una solicitud verbal de extradición, que fue ejecutada por el Presidente Álvaro Uribe.

Este cipayo acudió al chantaje, quiso condicionar la no extradición de Simón a que se convirtiera en un delator, traicionando a la organización y a sus compañeros de lucha. Pero como Simón Trinidad, revolucionario a toda prueba, no accedió entonces, fue extraditado.

La fiscalía de los EEUU, procedió a fabricarle un montaje por terrorismo y narcotráfico. Primero lo procesaron por el derribamiento de una avioneta y el secuestro de tres oficiales estadounidenses que se encuentran en poder de las FARC. Estos señores fueron capturados en un avión derribado por las FARC, cuando se dedicaban a hacer espionaje en territorio de la insurgencia, en el año de 2003.

Llevaron testigos falsos: campesinos engañados, desertores de las FARC, agentes de la policía colombiana y agentes de la Oficina Federal de Investigación (FBI). Pero ninguno pudo demostrar al jurado la culpabilidad de Simón, y por tal motivo el jurado no pudo ponerse de acuerdo en el veredicto y el juicio fue anulado.

Se convocó otro juicio, pero el Juez que lo estaba juzgando, Tom Hogan, tuvo que renunciar, porque fue descubierto haciendo componendas con el fiscal Ken Kohl para condenar a Simón. Tom Hogan fue reemplazado por el Juez Lamberth, quien traía instrucciones para condenarlo. No permitió a la defensa presentar testigos; pero a su vez autorizó a la fiscalía llevar testigos falsos, informantes pagos, traficantes de droga, oficiales corruptos de la policía y el ejército. Finalmente Simón fue condenado a 60 años de prisión por el «delito» de conspiración para secuestrar a tres norteamericanos…

Luego fue convocado a un nuevo juicio por narcotráfico. Utilizaron la misma práctica. Compra de testigos. Desfilaron: campesinos colombianos, que no sabían qué tenían que decir, policías corruptos y agentes del gobierno colombiano, expertos en la lucha antidrogas de Colombia y los EUA y agentes del FBI, pero igual que en el juicio anterior, el jurado no se pudo poner de acuerdo y el juicio fue anulado. Otra vez, se cambió de Juez, Lamberth, fue sustituido por John Bates, quien convocó a otro juicio por narcotráfico, que tuvo de nuevo el célebre final, pues el jurado no encontró elementos probatorios para declarar culpable a Simón.

Por primera vez en la historia de los EUA se convoca a un acusado a cuatro juicios y tres tienen que ser anulados por falta de pruebas, el cuarto que condenó a Simón fue producto de un vulgar montaje el cual seguramente será derogado en un futuro no lejano.

Es el triunfo de Simón, sólo, con un abogado de oficio, sin recursos, privado de toda comunicación con sus familiares y el mundo exterior, derrotó a la «justicia» estadounidense, demostró su inocencia.

Igual triunfaron las FARC, la potencia más grande del mundo invirtió 2 millones de dólares en pasajes, testigos falsos, montajes vergonzosos y no pudo condenar a SIMON ni la organización insurgente por tráfico de drogas. No la pudo condenar sencillamente porque las FARC no tienen nada que ver con el cultivo, la producción, comercialización interna y externa ni el consumo de alucinógenos.

Las FARC este mes cumplen 44 años de lucha sin tregua por los intereses más sentidos del pueblo colombiano, entendidos como La Paz con Justicia Social. Esa es su razón de existir, no otras cosas ni intereses propios de un régimen injusto y corrupto.

Junto a Simón se encuentran Sonia e Iván Vargas, pedimos a los revolucionarios, a los amigos, a todo aquel que sienta un mínimo de repudio por la injusticia a solidarizarse con los prisioneros insurgentes que se encuentran en poder del imperio.