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El triunfo del rechazo y las clases sociales

Fuentes: Rebelion

Cuando ya ha finalizado el plebiscito, convocado por las autoridades del país para resolver si aprobar o rechazar el proyecto de constitución elaborado por la Convención Constitucional, parece conveniente intentar explicarnos su resultado.

Pues, de un total de 15.076.623 electores, votaron 13.021.063, de los cuales 4.860.093 fueron para el Apruebo (38,14%) y 7.882.958 para el Rechazo (61,86%), repartiéndose 200.722 para los nulos y 77.290 para los blancos.

Para quienes optamos por el Apruebo —y creíamos en un eventual triunfo de nuestra preferencia—, la derrota no fue solamente una sorpresa sino algo casi imposible de creer. Corresponde, por ende, hacer una reflexión acerca de lo sucedido. Corresponde encontrar las razones que condujeron a tan aplastante derrota.

CAUSAS DE LA DERROTA

Como lo señaláramos en uno de nuestros trabajos, constituye una liviandad sin precedentes aseverar que un suceso es provocado por ‘una’ causa[1].

No es una; tampoco dos. Menos, aún, tres. La ocurrencia de los hechos obedece, más bien, a la concurrencia de un conjunto de fenómenos que se desencadenan en una alucinante sucesión para hacerlo posible. Un verdadero concierto de acontecimientos que se dan cita en un lugar y momento determinados para resolver una bifurcación o hacer posible una catástrofe[2]. O, como lo indica Alberoni:

“En este tipo de fenómenos es impropio hablar de causas. Se trata más bien de determinar las condiciones del sistema social que hacen más probable su manifestación, las pre-condiciones de su aparición”[3].

No debería sorprendernos si, para adentrarnos en el mundo de las pre condiciones que dieron como resultado el triunfo del Rechazo en el plebiscito recién pasado, nos adentráramos en el mundo de las clases sociales, más exactamente en lo que Nicos Poulantzas denomina ‘estatuto teórico de las clases sociales’. Acción que debimos realizar en su debida oportunidad y no lo hicimos. Y, sin embargo, hoy puede ayudarnos a entender este verdadero aparente contrasentido.

EL ESTATUTO TEÓRICO DE LAS CLASES SOCIALES

Las clases sociales no fueron estudiadas con suficiente acuciosidad en la literatura social antes que Karl Marx comenzara a destacar su extraordinaria importancia. A sus escritos debemos la conceptualización de esas construcciones teóricas. En ellos se encuentra tratada esa problemática, aunque no con la acuciosidad debida pues el filósofo no pretendía realizar un estudio específico al respecto, sino esbozar algo que le parecía obvio.

De acuerdo a esas ideas, el modo de producción capitalista se organiza en torno a dos clases fundamentales que son los compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo. Pero eso es en el aspecto teórico porque no todos quienes son vendedores de esa mercancía han de ser considerados en el carácter de ‘clase’. Y ello sucede, como lo señala en una de sus obras más conocidas, porque la gran masa de una nación se organiza

“[…] por la simple suma de unidades del mismo nombre, al modo como, por ejemplo, las patatas de un saco forman un saco de patatas”[4].

Esa es la sociedad en su conjunto. La comunidad. Por el contrario, una clase social existe en tanto

“[…] millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, por sus intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a éstas de un modo hostil”[5].

Las clases sociales, por ende, se caracterizan por una suerte de mutua oposición, una separación que las contrapone agresivamente, de modo ‘hostil’. La existencia de tal antagonismo es el rasgo de una comunidad en donde hay clases sociales.

En efecto, porque, en palabras de Marx, cuando hay numerosos individuos y

“[…] existe una articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase”[6].

Esto es importante: explica aspectos cruciales en el comportamiento de quienes conforman el colectivo social. Marx señala, respecto a ellos, que

“Son, por tanto, incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio nombre, ya sea por medio de un parlamento o por medio de una Convención. No pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad por encima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las demás clases y les envíe desde lo alto la lluvia y el sol”[7].

Para Nicos Poulantzas, esta precisión es crucial. La relaciona con otros pasajes en la obra de Marx en donde la distinción de ‘clase en sí’ y ‘clase para sí’ vuelve a ponernos en alerta. Así lo expresa:

“En lo que concierne a la lucha económica de los agentes de la producción, entre capitalistas y obreros, Marx nos dice que no se trata en ese caso de lucha de clases; en lo que concierne a la lucha económica sindical hablará de ‘clase en sí’; parece reservar la situación de clase para sí, de clase ‘en cuanto tal’ sólo a la lucha política”[8].

La ‘clase en sí’, en consecuencia, al no enfrentar la lucha política —que, de por sí, es colectiva—tiende a resolver sus problemas de modo personal. Son individuos, son sujetos aislados aunque viven en comunidad; tienden, por lo mismo, a concebir a la sociedad como emanación de su propia personalidad. No debe sorprender, así, que voten por la opción que les representa con mayor propiedad la realidad en que viven.

De esta manera, la conceptualización de lo que ha de entenderse por ‘clase’ permite adentrarnos un tanto en los sucesos que derivaron en la gran derrota del Apruebo al llevarse a efecto el plebiscito de 04 de septiembre de 2022.

UNA DISCUSIÓN ANTIGUA

Las clases dominantes lo son porque dominan, porque ejercen su poder material sobre la sociedad y, consecuentemente, su poder espiritual. Por lo mismo, sus ideas son las ideas que imperan dentro de una sociedad. Sus ideas constituyen la cultura que impera en esa comunidad. Marx lo señala con acierto en no pocas de sus obras[9]. Pero, cuidado. Las clases dominantes no necesitan ‘saber’ cómo han de comportarse: lo hacen mecánicamente, proceden de la manera debida; sin pensar, siquiera. Cuando algo anda mal, reaccionan y actúan como deben hacerlo. No debe sorprender, por ende, que, desde 2010, y a propósito de la desafección de la población nacional en cuanto a participar en las periódicas elecciones a que convocaban las autoridades de turno, los estamentos gobernantes del país, sin analizar en profundidad lo que sucedía, comenzasen, de inmediato, a suponer que solamente bajo la amenaza de la obligación podrían revertir ese desinterés[10]. Y era que se sabía, de antemano, que los sectores reacios a participar en las elecciones —por entero despolitizados—, si se les obligaba a hacerlo, lo harían, en gran medida, para favorecer a los sectores dominantes. No se trataba, en consecuencia, de sectores ‘fascistas’ o ‘vendidos’, a los que debería representárseles su presunta ‘derechización’. No. Simplemente, se trataba de personas a quienes poco o nada les interesaba los conciliábulos de la ‘escena política’ nacional.

LA OBLIGATORIEDAD DEL VOTO

Esta tendencia, que ya se advertía en los sectores sociales, era ya tan evidente que el propio diario de Agustin Edwards noticiaba al respecto en los primeros días de agosto recién pasado:

 “[…] expertos políticos y electorales aseguran que las personas que van a definir la elección del 4 de septiembre, en su calidad de obligatoria, serán las menos políticas, aquellas menos sintonizadas con los cambios institucionales, y por tanto, podrían ser más proclives a apoyar el Rechazo. Sin embargo, recuerdan que es un votante volátil, impulsado por distintos factores externos que pueden mover su opción fácilmente”[11].

Los sectores dominantes siempre han sabido que, si el voto es voluntario, son los electores las personas más interesadas en el devenir político de la nación. De ahí que la imposición del voto obligatorio haya sido fuertemente impulsada por la ‘élite política’ de la nación al dictarse la Ley 21.200, que dio el marco jurídico al ‘Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución’ de fecha 15 de noviembre de 2019. Era la trampa originaria que esa ‘élite’ preparaba para desnaturalizar el trabajo de la Convención Constitucional. Bien lo entendió Gonzalo Valdés, subdirector del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello:

«Hay que partir de la base que son las personas más políticas las que siempre van a votar. O de otra forma, las personas que van a decidir la elección, son las menos políticas, porque el nivel de personas no políticas que va a votar, va a ser mucho mayor que en las elecciones pasadas»[12].

Y, también, Octavio Avendaño, Doctor en Ciencia Política y académico del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile:

«[…] mientras más alta sea la participación, más tenderá a favorecer a la opción Rechazo, porque se va a integrar una cohorte de electores que no ha participado en los últimos eventos electorales, considerando incluso que hay personas que no vienen participando desde que existía la inscripción voluntaria y el voto obligatorio»[13].

Esta visión desde el punto de vista de las clases sociales ha sido compartida igualmente por Pierina Ferretti, directora ejecutiva de la organización NODO XXI, quien, al reflexionar sobre los casos de Petorca y Quintero, señaló que

“[…] se trata de una parte de la población que anteriormente no se había manifestado electoralmente. A su juicio, tienen una ‘profunda desafección política’ y entre ellos ‘prima una actitud y un sentimiento anti establishment’”[14].

La misma idea es compartida, en cierta manera, por Cristián Zamorano cuando señala, en su análisis:

“En primer lugar, se debe subrayar que los ‘obligados’ a ir a votar dejaron ver que eran antioficialismo –o lo que podría confundirse con la sensación de ser antipolíticos– y ‘anti-Convención’”[15].

Cristián Valdivieso, director de Criteria, no se ha quedado atrás al decir:

«La dificultad está acá en entender al resto de esos grupos que hizo la diferencia, y de ahí es donde está lo que puede determinarse la ‘mayoría silenciosa’, los grupos marginados o los que se vieron obligados con el voto obligatorio»[16].

COMUNAS DÍSCOLAS Y SECTORES IDEOLOGIZADOS

Podemos así entender no solamente los casos de simples equivocaciones, que salen hoy a la luz pública, de quienes adolecieron de falta de información (como el de aquel que protagonizara un usuario de Tik Tok[17]) o de engaños, sino de casos que pueden considerarse emblemáticos como lo son el de Petorca y el de las comunas ambientalistas. La comuna de Petorca no solamente es una de las localidades ‘azotadas por la crisis hídrica’; tal situación es provocada por la acción consciente y deliberada de la apropiación del agua por las empresas productoras de paltas y de hortalizas que la destinan a su uso particular en desmedro de la población.

Podría creerse que esa comuna votaría en favor del Apruebo por su condición de víctima; sin embargo, no fue así. La opción del Rechazo alcanzó un 56,73% (3.746 sufragios) en tanto el Apruebo logró tan sólo 43,27% (2.827 sufragios), algo que hizo exclamar al gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca:

“[…] siento la incertidumbre de no reconocer el lugar que habito, porque estamos hablando de cuestiones que son de sentido común”[18].

El apoyo al Rechazo en el resto de las llamadas ‘comunas ambientalistas’ puede, también, encontrar una explicación semejante: La Ligua (58,93%), Quintero (58,11%), Los Vilos (56,93%), Puchuncaví (56,11%), Villa Alemana (proyecto Los Rulos, 57,82%) y Freirina (55,54%).La tarea que implica separar la solución personal de los problemas— que se presenta como una realidad— de la solución colectiva de los mismos —que se presenta como una aspiración y, en consecuencia, al prolongarse en el tiempo, como algo irreal—, no es fácil. Más, aún, cuando se depende del trabajo que ofrecen las empresas agrícolas que son, precisamente, las que se apropian del agua.

No puede, por ello, condenarse a quienes, sin quererlo o por urgencia vital, votaron por el Rechazo, o a los que, por vivir sojuzgados, fueron privados al acceso de ciertos y determinados conocimientos. No olvidemos que tanto la dictadura como los gobiernos que la sucedieron, modificaron la enseñanza pública excluyendo, de las aulas escolares, a la filosofía y educación cívica, pilares para el establecimiento de una sociedad más humana, fraterna y solidaria. No es posible, en consecuencia, atribuir responsabilidad por no entender ciertos conceptos a quienes se vieron privados de conocerlos porque no se puede reprochar ignorancia a quien ha sido privado de la sapiencia. Las unidades dentro de una comunidad son unidades, patatas como las que existen dentro de un saco de patatas, expresión de Karl Marx que no puede considerarse hoy injuriosa, del mismo modo que no puede serlo la frase de Cristo al momento de ser crucificado: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’. Insistimos: las clases que dominan no necesitan de multitudes ilustradas sino de masas sometidas culturalmente.

Así, pues, la existencia de un vasto contingente de asalariados, detentador de la cultura que impone el sistema, poco interesado en los acontecimientos que afectan a la sociedad en su conjunto —que no constituye en estricto sentido una clase pero que puede considerarse clase ‘en sí’—, constituye un destacamento electoral poderoso para los sectores dominantes y puede ser empleado permanentemente en los actos eleccionarios como un eficaz instrumento para derrotar al proletariado organizado. Reflexión que parece haber comenzado a tomar cuerpo en los sectores opositores que comienzan a apurar la ley destinada a consagrar el voto obligatorio.

Santiago, septiembre de 2022


[1] Acuña Asenjo, Manuel: “La revolución (chilena) de octubre”, documento de octubre de 2019, publicado en varios medios digitales.

[2] Véase René Thom (entrevista) en el libro ‘Parábolas y catástrofes’. Esta teoría fue ideada por matemáticos rusos.

[3] Alberoni, Francesco: “Genesi”, Garzanti Editore S.P.A., Milano, 1989, pág. 59. La cita textual es:

“In questo tipo di fenomeni é improprio parlare di cause. Si trata piu tosto di determinare le condizione del sistema sociale che rendeno piú probabile la sua comparsa, le pre-condizione del suo aparire”.

[4] Marx, Karl: “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, Edición de la Universidad ARCIS, Santiago,s/f, pág. 80.

[5] Marx, Karl: “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, Edición de la Universidad ARCIS, Santiago,s/f, pág. 81.

[6] Marx, Karl: “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, Edición de la Universidad ARCIS, Santiago,s/f, pág. 81.

[7] Marx, Karl: “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, Edición de la Universidad ARCIS, Santiago,s/f, pág. 81.

[8] Poulantzas, Nicos: “Poder politico y clases sociales en el estado capitalista”, Editorial Siglo XXI Editores, SS.A. de C.V., M{exico, 2007, pág.83.

[9] Véase de Marx, Karl su obra ‘La Ideología Alemana’, orientada a tratar este tema.

[10] Véase, entre otros, de Daniel Hojman “La voluntad de votar”, en CIPER, 03 de noviembre de 2010 y de Joaquín Rodrigo Fernàndez “La obligatoriedad del voto”, ‘El Mostrador’, 18 de noviembre de 2010.

[11] “¿Al Apruebo o Rechazo?: Los efectos del voto obligatorio en el Plebiscito ante la volatilidad del elector «menos político”: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/08/01/1068422/voto-obligatorio-plebiscito-apruebo-rechazo.html

[12] “¿Al Apruebo o Rechazo?: Los efectos del voto obligatorio en el Plebiscito ante la volatilidad del elector «menos político”: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/08/01/1068422/voto-obligatorio-plebiscito-apruebo-rechazo.html

[13] “¿Al Apruebo o Rechazo?: Los efectos del voto obligatorio en el Plebiscito ante la volatilidad del elector «menos político”: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/08/01/1068422/voto-obligatorio-plebiscito-apruebo-rechazo.html

[14] Neira, Cristián: “’Fue un golpe fuerte de realidad’: Modelo matemático explica holgado triunfo del Rechazo”, ‘El Desconcierto’, 05 de septiembre de 2022. La negrita es del original.

[15] Zamorano Guzmán, Cristián: “4S o el veredicto popular”, ‘El Mostrador’, 06 de septiembre de 2022.

[16] Mesa de Noticias: “Cristián Valdivieso y la ‘mayoría silenciosa’: ‘La diferencia (a favor del Rechazo) estuvo en los marginados o los que se vieron obligados con el voto obligatorio”, ‘El Mostrador’, 07 de septiembre de 2022.  

[17] Bajo el título “Efecto desinformación: Votante del Rechazo exige que ahora haya gratuidad en Salud y cambios en Isapres’, el periódico digital ‘La voz de los que sobran’, 06 de septiembre de 2022, narró el caso del usuario de Tik Tok Valentino Isay quien señaló, al respecto:

“Ahora que ganamos los del Rechazo, sería bueno que si la derecha o la izquierda tienen sentido común con la gente, se pongan las pilas con el dinero de las Isapres. No es justo que a uno le descuenten (…) 80 lucas, o a veces más, y cuando vayas a una consulta tengas que pagar la consulta, el bono, el medicamento, el examen; uno paga por todo, nada es gratis en este país. Ahora, si la izquierda y la derecha tienen sentido común, mínimo que hagan una devolución de este dinero. Porque, ¿para dónde se va toda esa plata? (…) Por último, cuando tú vayas a atenderte, que la atención sea gratis y los medicamentos tengan gratuidad también”.

[18] Valenzuela, Paola: “’No reconozco el lugar que habito’: Gobernador Mundaca tras el triunfo del Rechazo en Petorca”, Radio Biobío, 05 de septiembre de 2022. La negrita es del original.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.