Colombia ha sido gobernada históricamente por unas castas cuyo interés principal ha sido utilizar el poder del Estado para lavar sus capitales, favorecer a sus amigos y familiares y garantizar sus negocios y ganancias legales e ilegales.
Al mismo tiempo se han esforzado por impedir que el pueblo colombiano tenga derechos, ciudadanía o poder. Esas castas se han mantenido cohesionadas alrededor de personajes nefastos que organizan empresas electorales mafiosas con nombres de partidos políticos; esos personajes y partidos, protegidos por profesionales de la violencia (generales del ejército y la policía y jefes paramilitares) se asocian con empresarios y propagandizan su poder con medios de comunicación amplificadores de sus intereses.
Esos partidos, empresarios, políticos y periodistas en la Colombia contemporánea se agrupan alrededor de mafias narcotraficantes, lavadores de dólares y paramilitares que son el sustento económico y militar (ilegal) del poder de esos sectores que han gobernado tradicionalmente y que les han garantizado ganancias por el despojo y el control social ejercido en regiones, periferias urbanas y crecientemente en ciudades capitales. Esa agrupación se constituye en un Bloque de Poder Contrainsurgente, precisamente porque gobierna con el método de la contrainsurgencia, es decir, gobiernan para impedir cualquier cambio que beneficie al pueblo, evitar cualquier transformación social, política o económica que ponga en riesgo sus privilegios, su impunidad y su riqueza.
Ante la ilegitimidad de la dictadura mafiosa colombiana y su malgobierno que sumió a la nación en una guerra más desordenada; una violencia social desatada; en hambre para el pueblo; en más miseria y en una represión generalizada para evitar que cualquier manifestación rebelde o revolucionaria tenga eco en la sociedad colombiana. Ese bloque de poder contrainsurgente tiene la necesidad de reacomodarse, pues no puede seguir gobernando como lo venía haciendo y el pueblo no quiere seguir siendo gobernado como lo venia siendo, adicionalmente ante la ausencia de cuadros políticos que tengan la mínima capacidad intelectual para gestionar esa reconfiguración o ese reacomodamiento del fascismo criollo, acuden a acuerdos con sectores que no dejan de representar ni al neoliberalismo ni a la contrainsurgencia, pero que aparecen como “originales” y sirven para bajar tensión a las contradicciones sociales. Basta analizar el recorrido político de Rodolfo Hernández para ver como ha estado vinculado a mafias regionales y a escándalos de corrupción. es un sector que ahora da el salto a las mafias nacionales y la corrupción de alto nivel.
Es por eso que las empresas electorales mafiosas los partidos del continuismo, los uribistas, los empresarios mas reaccionarios de Colombia, los mas ricos de este país y los medios de comunicación cierran filas en apoyo a Rodolfo Hernández para ganar las elecciones, pero en un eventual gobierno de este mini-Sarmiento Angulo, solo tendrían unidad en torno a la guerra en contra del pueblo colombiano. Y es tan profunda la crisis de ideas políticas en el país que sectores de la derecha más retrógrada -como Maria Fernanda Cabal- terminan afirmando a una sola voz con sectores del progresismo más cándido (Gustavo Bolivar y otros) que “se acabo el uribismo y llego el cambio”, por el solo hecho que Rodolfo Hernández paso a segunda vuelta y el títere del uribismo fue traicionado por el mismo bloque de poder contrainsurgente ya que un eventual gobierno de la oficina de envigado es insostenible. Pero la realidad es tozuda y este pueblo hambreado, afectado por el alto costo de la vida y por su condición de marginalidad volverá a las calles y sería ahí donde la verdad de represión que puede ejercer un empresario neoliberal aliado con las castas tradicionales podría expresarse.
El establecimiento había logrado éxitos en copar el ámbito de lo político, en el que el pueblo colombiano, era un estorbo acallado y ninguneado, pero el estallido social, las protestas del pueblo colombiano por sus derechos, dañaron el esquema del bloque de poder contrainsurgente en el que ellos eran gobierno, oposición y alternativa. Surgió entonces una alternativa real de democratización de la sociedad colombiana, que ante el fracaso del proceso de paz con las FARC, se constituye en una posibilidad cierta, de mínimas reformas políticas y económicas.
Todas las maquinarias, todas las mafias, la ultraderecha y todos los sectores “tibios” de la política colombiana van a rodear al señor Hernández, imposibilitando con ese sólo hecho, cualquier atisbo de democratización, de anti-corrupción o de derechos para el pueblo colombiano. El candidato Rodolfo Hernández tiene como centro de su discurso “apoyar a los más necesitados” cuando los necesitados en Colombia requieren ciudadanía real: Salud, educación, vivienda , trabajo, pan, paz; es decir, derechos y poder político. No requieren la filantropía ni el “apoyo” de un rico anticuado y reaccionario.
Colombia requiere democracia y esa democracia es más profunda que votar siguiendo lemas de campaña política, esa democracia es el ejercicio del poder del pueblo como sujeto político, esa democracia esta en las calles, en los campos y puede manifestarse en las urnas, pero es la movilización, politización y la organización de la pobresia colombiana, la que en realidad va a generar transformaciones políticas que beneficien al pueblo colombiano. Un pueblo heróico pero ingenuo, pues estamos en riesgo de ser engañados una vez más y enfrentarnos a otra frustración histórica que va a profundizar los problemas de la nación.
Por su parte, Petro se enfrenta a un dilema cuya salida va a definir el futuro de Colombia entre la guerra y la paz, entre la soberanía y la subordinación, entre la democracia y el autoritarismo tradicional. Ese dilema es: se alía con sectores de las elites tradicionales o representa más claramente los sueños, los anhelos de una vida digna del pueblo trabajador, las desempleadas, los campesinos, las jóvenes, las negritudes, los indígenas, las mujeres del pueblo y asume esos intereses. Es un momento histórico en el que esta en juego la esperanza de una nación y un pueblo que luchan por su identidad, su orgullo, su confianza y su futuro.
¡Paz es democracia para el pueblo!
¡Abajo la dictadura mafiosa!
¡Por un gobierno democrático que le sirva al pueblo!
¡La paz de los ricos no es la paz del pueblo!
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