La teoría económica de Marx hace una crítica a las ideas referidas a las relaciones capitalistas de producción, y el alcance de estas llegan incluso la producción agrícola. De lo resultante se obtiene toda lógica, una teoría de la renta del suelo. Esta se encuentra desarrollada en el tomo tercero de El Capital. Fue desplegada […]
La teoría económica de Marx hace una crítica a las ideas referidas a las relaciones capitalistas de producción, y el alcance de estas llegan incluso la producción agrícola. De lo resultante se obtiene toda lógica, una teoría de la renta del suelo.
Esta se encuentra desarrollada en el tomo tercero de El Capital. Fue desplegada en realidad por Engels, y -como he expuesto anteriormente- existen numerosas diferencias metodológicas y teóricas entre el pensamiento de Marx y de Engels (1), y muchas de ellas, evidenciadas en el plano de la Economía Política Ver (2) (3). Es por eso, que -sin negar sus aportes-, mostraré algunos elementos de la teoría de la renta del suelo, buscando más que poner en cuestionamiento a Engels, esclarecer cuestiones de gran importancia para la práctica política en cuestiones de economía.
Hay que recordar que ya los clásicos (no marxistas) planteaban que las tierras, asumiéndolas en tres tipos: buenas, medias y peores, arrojan una ganancia (plusvalor, excedente), llamada renta del suelo. Según algunos de ellos, esta no se obtiene en las tierras de peores condiciones.
La tesis de Engels
Ocurre que la negación de la existencia de renta en las peores tierras, termina por aceptar que debe eliminarse las relaciones capitalistas sobre el suelo (4 pág. 759). Esto, porque como no arrojan renta, el propietario de estas no recibirá una ganancia, por lo que si es este un ser humano normal, terminará por no arrendar la tierra. Pueden darse combinaciones de que la trabaja el dueño propiamente u otras que Engels se encarga de exponer con lujo de detalles en El Capital, pero que todas terminan en que no hay relaciones capitalistas: un dueño de la tierra y un arrendatario o alguien que la explota. Así que negar esa renta, es negar al capitalismo.
Lo otro que resalta para refutar la tesis de que «no producen renta», es ¿y cuando haga falta poner a producir esas tierras? La población crece, y también-aunque esta no crezca- las necesidades y demandas de la población crecen, así que se cada vez necesitan más alimentos. Las tierras medias y mejores tienen un límite productivo. La única solución será siempre, poner a producir todas las tierras, por lo que se puede afirmar que para el capitalismo es indispensable poner a producir todas las tierras de manera capitalista (4 pág. 761).
Si es inevitable que las peores tierras produzcan y estas se mantienen produciendo en el tiempo, es innegable desde el punto de vista práctico que se está creando renta. ¿Cuál sería su origen? Se podría pensar por un momento que al hacer inversiones en esas tierras, pero cuando todas las demás hagan esas inversiones -producto de la socialización de la tecnología-, volverán a ser las peores y a quedar sin renta, por lo que se descarta que sea diferencial esa renta (producto de mejoras en la tierra) (4 pág. 761).
Para acercarse a una respuesta podría comenzar a analizarse desde el lugar donde se realizan las mercancías: el mercado. Desde la lógica del precio, se tiene de los productos de las tierras de peores condiciones,-al no tener renta-, que su precio es igual al precio del mercado agrícola, por lo que solo recupera la inversión en salario (v) y en medios de producción(c).
Enfocándolo desde ahí, queda claro que es el aumento del precio lo que ocasiona que se obtenga renta en el caso en cuestión-al menos en apariencia-. Sin embargo, es todo lo contrario: la necesidad de ese excedente provoca un alza de los precios en el sector agrícola (4 pág. 764). Por lo que, es una necesidad el hecho de que los precios de mercado se mantengan en niveles suficientes, que garanticen que las peores tierras puedan vender sus productos (recuperen c, v y obtengan plusvalor). De ahí deriva que para garantizar ganancia, el valor de los productos agrícolas,- ya que debe garantizar renta de las peores condiciones-, sea estas quienes determinen el valor. Es decir, la necesidad de que se vendan los productos de las peores tierras, hace que sean estos los que determinen el valor, lo cual representa una nueva forma de la teoría del valor.
Debe continuarse la búsqueda, porque queda claro que el plusvalor no es simplemente un alza de los precios. ¿Cuál es su origen? Para comprenderlo, debe abordarse todo el despliegue sobre la nueva teoría del valor para la renta del suelo que hace Engels.
Hay ciertos supuestos y elementos teóricos que él sigue: la libre movilidad de capitales y por tanto, y la cuota media de ganancia. Según él, todo esto tiene un mecanismo. Los valores que se crean en la producción (horas materializadas reconocidas socialmente, en su pensamiento), no son precisamente las magnitudes del cambio. Producto de una libre movilidad de capitales, los valores se redistribuyen por toda la economía y se forma otra norma de precios.
Sin embargo en la agricultura, lo cosa cambia mucho. Los limites espaciales y físicos de la tierra, hacen que sobre esta tiendan a generarse relaciones de monopolio. Esto hace que no pueda existir esa libre movilidad de capitales donde se pasa de una rama a otra, en pocas palabras: el capital agrícola, no suele ir a otras ramas. Así se generan condiciones muy particulares.
¿Qué implica esto? Lo primero, es que sin esa libre movilidad, el capital agrícola no participa en la formación de la cuota media de ganancia. ¿Cómo determinar entonces, el precio en la agricultura si es por lo anterior explicado, una rama fuera de la dinámica social de la repartición de valor?
Para ello, la respuesta que da Engels es muy sencilla: la agricultura, toma como referencia una rama de la industria con la misma composición orgánica (relación c y v), pero como hay que garantizar ganancia en todas las tierras, es la composición orgánica de las tierras de peores condiciones (las que determinan el valor). Con esto, se puede establecer una comparación entre el valor, el precio de mercado y el de producción, concluyéndose cómo este precio de mercado puede subir incluso por encima del precio de producción sin exceder el valor.
Hasta aquí, parece resolverse toda la contradicción con estos grandes mecanismos que explica Engels y se explica algo muy sencillo: todas las tierras arrojan plusvalor, y los precios de monopolios en esta, responden a reconocer el valor ahí creado.
Sin embargo, no todo es color rosa y como mencioné, esto puede traer contradicción con la propia teoría de Marx.
Rectificando a Engels y aclarando el error.
Sería muy duro comenzar a decir que esta tesis de Engels es un error y que alrededor de 200 páginas del Capital -donde se les da tratamiento al tema- están equivocadas, pero si se hace necesario: hay que hacerlo.
Como ya he explicado, hay diferencias entre las concepciones de valor del primer tomo (Marx) y el tercero (Engels) (1). No escapa a esto la teoría del suelo de Engels, donde hace ese recorrido de la categoría valor como si fuera una bola de hilo que se enrolla (5) ¿A que me refiero?
Primero, ¿se recuerdan las exposiciones de Marx en el tomo primero sobre el valor? Empezando desde ahí se podrán refrescar ciertas cosas. Lo primero, cuando Marx expone su teoría del valor, creo que está bien claro que no está haciendo distinción alguna de que si su teoría sirve para tal o mas cual rama de la industria. Es decir, él no dice -y tampoco da a entender- que eso que expone solo es para la industria, o para los marcos del capitalismo. De hecho, la producción mercantil pre-capitalistas no se hacía sobre la industria que conocemos hoy. Los primeros intercambios mercantiles eran sobre resultados del trabajo agrícola y ganadero.
Entonces, si hay una teoría del valor que sirve a todo intercambio mercantil en época histórica mercantil, y que no distingue de ramas, ¿por qué hacer otra forma particular de la teoría del valor, para los resultados del trabajo agrícola? Tal pareciera que Marx enuncia una teoría del valor para la industria capitalista, lo cual hace que Engels enuncie otra para la tierra.
Todo eso tiene su explicación: la forma en que Engels entiende el valor. Sin necesidad de volver a exponer, solo aclaro que en Marx, este no es más que el reconocimiento a los resultados de la actividad humana, figurado en lo que se ofrece por ella (dinero, etc.). Y que en Engels, el valor es una sustancia física: trabajo abstracto materializado. Esto generó toda una serie de contradicciones con ese famoso concepto de «tiempo de trabajo de las condiciones medias», que hicieron que Engels (con toda racionalidad) lo convirtiera en el de las peores condiciones para la agricultura.
¿Entonces como entender el valor de los productos provenientes de relaciones capitalistas de producción agrícolas? Lo primero que debe quedar claro, es qué es el valor y lo que Marx explica sobre su determinación: en un principio es algo fortuito, luego la costumbre (6 pág. 108), y para ser más exacto, es la lucha de clases lo que lo determina. Es decir, el trabajador y el capitalista en cualquiera de sus formas, lucharán por el reconocimiento de su actividad que les permita su reproducción; uno por su salario, y el otro por ese remanente por encima de sus costos.
Esto mismo se transporta a la agricultura: el valor de los productos agrícolas van a estar determinados por el reconocimiento que la sociedad les dé. Esto va a depender de mucho más que el factor de las peores tierras, ya que Engels cuando explica, se está refiriendo a un caso específico que funciona bajo el supuesto de que producen lo que consumen, es decir, habla de un mercado agrícola muy local o cerrado. Por lo que él explica, se refiera una generalidad que pierde en efectividad por lo abstracto de su contenido.
Lo de la repartición del plusvalor es otro de esos artilugios de Engels para dar respuesta a los errores que cometió con su propia interpretación del valor. Si bien aporta la idea de que-en determinadas condiciones- el valor saldrá de esas peores condiciones, retrasa la teoría con todo el instrumental matemático innecesario que cuantifica el valor y sus movimientos. Por otro lado continúa la idea del reconocimiento de la actividad productiva, pero piensa que es el reconocimiento de un valor intrínseco a la mercancía (horas materializadas), y no el hecho de recuperar sus gastos y obtener ganancia.
El valor de los productos de la tierra, resumiendo: son lo que la sociedad les reconoce, figurado en un precio. Este, debe entenderse en interacción con el resto de las ramas de la economía, y la subordinación o comparación con alguna de estas, pero es algo propio de cada sociedad. De ahí, que el tipo de condiciones que determinen el valor, varía, digamos por ejemplo: en una sociedad con las mejores tierras, puede bastar para el cultivo de un producto.
Tampoco existe una regla para ver si las peores producen renta o no, su plusvalor (renta), no es algo per se. Hay recordar que este como categoría históricamente y socialmente condicionada, dependerá de cada contexto. Así, si es necesario el uso de las peores tierras, su valor (el de su producto), será reconocido, si no, no existe tal renta en ellos. Donde, todo precio de esos productos sostenido en el tiempo, será expresión de su valor.
El valor de una mercancía,-tal y como explica Marx en la sección primera de El Capital-, tiene como único límite aquel que la propia sociedad racionalmente le impone, en correspondencia con el carácter social de su valor de uso y las limitaciones de las condiciones del reconocimiento. Eso es lo verdaderamente general, el resto, son particularidades que no deben generalizarse para evitar caer en axiomas y economicismos.
Bibliografía
1. Hayes Martínez, Miguel Alejandro. Rebelión. Rebelión. [En línea] http://www.rebelion.org/
2. -. La Trinchera. La Trinchera. [En línea] desdetutrinchera.com/2018/01/
3. -. La Trinchera. La Trinchera. [En línea] desdetutrinchera.com/2018/03/
4. Marx, Carlos. El Capital III. La Habana : Editorial Nacional de Cuba, 1963.
5. Hayes Martínez, Miguel Alejandro. Rebelión. Rebelión. [En línea] http://www.rebelion.org/
6. Marx, Carlos. El Capital I. México : Siglo XXI, 2002.
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