Ya casi se completa un mes de la Minga indígena en el Cauca y otros departamentos del sur de Colombia como Nariño, Putumayo y Huila. La Minga es una formidable movilización social, étnica y popular localizada en un contexto histórico de «oleadas rebeldes» que en las últimas décadas cuestionan con mucha contundencia el régimen oligárquico […]
Ya casi se completa un mes de la Minga indígena en el Cauca y otros departamentos del sur de Colombia como Nariño, Putumayo y Huila.
La Minga es una formidable movilización social, étnica y popular localizada en un contexto histórico de «oleadas rebeldes» que en las últimas décadas cuestionan con mucha contundencia el régimen oligárquico de dominación, desplazando otras formas de encuadramiento social y político utilizados por las elites para subordinar a las clases populares. Me refiero a los partidos políticos y a las diversas iglesias cristianas y católicas.
La actual Minga esta encadenada a las otras del 2008, a las movilizaciones estudiantiles del 2011, a las huelgas agrarias del 2013 y a las acciones de masas del 2014, 2015 y 2016.
Sin embargo, la Minga caucana de hoy ofrece un giro cualitativo que conviene resaltar. Me refiero al vigor y cohesión de la acción popular evidente en las votaciones presidenciales del 2018 que por primera vez canalizaron una amplia votación por las propuestas de izquierda y democráticas.
Es la misma fuerza que registro la votación en la consulta anticorrupción que jalono casi 13 millones de votos.
Y el mismo vigor presente en la prolongada huelga universitaria del segundo semestre del 2018 que obligo al gobierno de Duque a reconocer las peticiones de los estudiantes.
La Minga indígena, afro y campesina exige el cumplimiento de acuerdos anteriores y el cumplimiento del Decreto 1811 del 2017 que involucra entrega de tierras, protección de los lideres y comunidades en riesgo, garantía de los derechos de la educación y la salud.
Duque, como en el caso de la protesta universitaria, evade y se niega a la negociación directa con los indígenas en el Norte del Cauca.
Sin embargo, la rebelión persiste y a estas alturas sus dimensiones trascienden lo puramente corporativo para colocarse en un plano político que convoca otros sectores del movimiento social colombiano cuando plantea la defensa de los Acuerdos de paz, la integridad de la Justicia Especial de Paz, la creación del Fondo de tierras para la Reforma Rural Integral, el respeto por la soberanía del Estado venezolano y la no estigmatización y asesinato de los líderes.
La Minga es hoy un «momento constituyente» que precipita la crisis del régimen oligárquico colombiano agravando su crisis de gobernabilidad y gobernanza.
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