La clase dominante colombiana con sus riquezas inconfesables y su economía de la narco-dependencia, aspira de nuevo a ganar las elecciones como en una licitación de las que tienen por costumbre «negociar». En esta licitación mafiosa los elegidos son los prestanombres de las multinacionales y la gran oligarquía, que ya operan un nuevo «affaire». En […]
La clase dominante colombiana con sus riquezas inconfesables y su economía de la narco-dependencia, aspira de nuevo a ganar las elecciones como en una licitación de las que tienen por costumbre «negociar».
En esta licitación mafiosa los elegidos son los prestanombres de las multinacionales y la gran oligarquía, que ya operan un nuevo «affaire».
En un país narco-dependiente como Colombia, las elecciones son mediadas por el imperialismo y «socios pantallas», que hoy en manos de Uribe-Zuluaga, Santos o la «goda», -tod@s responsables de chanchullos-, pretenden disputarse el poder, para continuar con la transferencia de la inmensa riqueza nacional a su clase, sus socios paramilitares, los bancos imperiales -con su dinero sucio-, y desde luego a las grandes empresas multinacionales, «dueñas» de la tierra, la minería, el agua, como de las demás áreas estratégicas de la economía nacional.
Estos políticos de «narcobusiness» y de lavado de dinero, quienes se «culpan mutuamente», son solapados por su «inteligencia militar», que siempre les ha permitido a cambio de generalatos; gozar de impunidad, senadurías, gobernaciones, ministerios, embajadas y/o procuradurías, convirtiéndolos regularmente en candidatos legales, con una economía legalizada, pero que pese a llevar décadas «en el negocio del narcoterrorismo», – en el caso de Uribe -, siguen legitimando sus políticas , sus ingresos mafiosos, los de sus poderosas familias, y desde luego los de sus aliados de turno, paramilitares, ganaderos o grandes «empresarios», cuyo dinero ha penetrado los circuitos financieros con grandes negociados, como DMG, Inter-bolsa, Agro-ingreso seguro, el cartel de la contratación, – entre otros-, hoy dizque sujetos a indagatoria por la procuraduría, y/o por las grandes agencias antidrogas de este planeta».
Es indudable que el centro de gravedad del poder no son las chuzadas (inteceptaciones), o los ciber-espías de Uribe-Zuluaga, lo es una clase política, y un Estado con una estructura operativa y de seguridad, «hecha» para «gobernar», asesinar, desaparecer, espiar, lavar dinero; o para el tráfico de influencias ,- mermelada electoral-, todo alrededor del narco-poder que hoy continúa encabezado por Álvaro Uribe Vélez, quien ya no puede «compartimentar» su responsabilidad directa en la «edificación» del narco-estado, que hoy exige la mayor impunidad para imponer a su «ventrílocuo» Zuluaga, cada vez más «envainado» con los «haker´s», y las andanzas de su patrón con el terrorismo de estado, sus «falsos positivos», las fosas comunes, y/o la guerra sucia electoral.
Sin embargo, -por otro lado-, lo que el pueblo continua exigiendo con fuerza y dignidad, es el compromiso con la paz , un nuevo gobierno, democrático-popular, de unidad revolucionaria, así como el juicio de la Nación y la humanidad a los responsables de esta barbarie capitalista.
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