Con la inscripción de las listas, se dio inicio formal al largo ciclo electoral de dos años que tendrá un primer evento con las elecciones municipales de octubre del 2008, y las parlamentarias y presidenciales del 2009. Se presentaron cinco pactos: la derecha de RN y la UDI; el Juntos Podemos Mas del PC y […]
Con la inscripción de las listas, se dio inicio formal al largo ciclo electoral de dos años que tendrá un primer evento con las elecciones municipales de octubre del 2008, y las parlamentarias y presidenciales del 2009. Se presentaron cinco pactos: la derecha de RN y la UDI; el Juntos Podemos Mas del PC y el PH; las dos listas de la Concertación: Concertación Democrática del PS y la DC, y la Concertación Progresista del PPD y el PRSD; Por un Chile Limpio, del PRI (donde están ahora los colorines que rompieron con la DC) y el Partido Ecologista, con quienes presentará candidatos también los ex PPD de Chile Primero. Como veremos más abajo, el escenario en manos de la Concertación y la derecha está, por un lado, inclinado a derecha, es decir, es desfavorable para el pueblo trabajador. Pero, por otro lado, esto irá profundizando su distancia con los partidos patronales, manteniendo condiciones objetivas más favorables para que la clase trabajadora tenga que avanzar en el camino que ha iniciado de comenzar a hacer pesar con su voz y con sus métodos una política propia en la política nacional
Un escenario muy diferente
Evidentemente, serán elecciones en un escenario muy distinto al de años anteriores. ¿Significarán el comienzo del fin de la Concertación? Esto está planteado por muchas razones que la misma inscripción de listas mostró, veamos algunas: 1) por estas rupturas y fragmentaciones en la Concertación; 2) por el pacto por omisión del PC con la Concertación; 3) la falta de consenso dentro de la Concertación para un candidato que la aglutine cuando se está fragmentando; 4) la posibilidad de repetir lo de las dos listas para las parlamentarias y presidenciales; 5) algo muy importante, los ex concertacionistas colorines en el PRI, ex PPD en Chile Primero, vienen trabajando -y no sólo de hecho- para la derecha, pues se han pronunciado a favor de la derecha legislativamente: Pfeiffer, Transantiago, etc; así que, de ser votados, sacarán votos a la Concertación. Pero hay otras razones que hacen que esta pregunta sea más importante: 1) que se da en medio de una suba sostenida de la inflación, que afecta más al pueblo trabajador; 2) que probablemente el descontento contra el Transantiago se refleje en las elecciones en Santiago. La derecha no está muy favorecida: 1) por las llamadas «irregularidades» de los hasta ayer paladines de la lucha contra la corrupción de la derecha, hoy obligados a cerrar la boca porque estaban envueltos en lo mismo que denunciaban; 2) se disgregan las fuerzas internas: la UDI tiene que llamar al orden a sus parlamentarios y alcaldes que dan y quieren recibir el apoyo de Piñera; 3) Piñera no consigue el apoyo de la UDI como partido; 4) Longueira, aunque juró y rejuró que no sería candidato después del rechazo de su propio partido, ahora buscaría salir a terreno para posicionarse como posible candidato de la UDI; 5) no logran tener dirigentes reconocidos para presentar como candidatos, debiendo recurrir a figuras del espectáculo, o presentar candidatos perdedores. A la Concertación, lo único que la favorece es que el sello de la derecha -su marca de origen: que es empresarial y pinochetista- sí le importa a la clase trabajadora y sectores del pueblo pobre. Pero esto es cada vez más endeble. Ya veremos por qué. A la derecha, lo único que la favorece, es el propio desgaste de la Concertación. Y algo más: quieren ganar. Pero a como de lugar. Ya veremos esto también. En este escenario, es difícil saber cuáles serán los resultados electorales finales. Pero hay algo que políticamente se ha roto.
Un ciclo electoral a la derecha
La derecha había hecho de las denuncias de corrupción (después se comenzaron a llamar «irregularidades») su bandera, así es que destituyeron a una Ministra (de Educación, Provoste). Aunque nunca abrieron la boca sobre el escándalo del uso de información privilegiada por parte de los empresarios, sus jefes, amigos y socios (por ejemplo Piñera, por ejemplo D&S- Falabella). Y por lo mismo se niegan a que en el Parlamento se discuta una ley que haga transparente los aportes de las empresas a los candidatos. Pero pronto todo se daría vuelta. Y las denuncias de irregularidades, llovieron sobre la derecha. Varios son los motivos, pero la mayoría se trata de la mezcla de negocios y su administración de los municipios: se favorecían a empresas que pertenecen a ellos mismos, o a parientes o a militantes de la derecha, con contratos de las Municipalidades que administran. Repasemos algunos casos: 1) la UDI Carolina Plaza en Huechuraba; 2) La UDI Virginia Reginatto en Viña del Mar; 3) el UDI Mario Olavaria en Colina; 3) el UDI Cornejo en Recoleta; 4) la UDI Vicky Barahona en Renca; 5) el RN Sabat en Ñuñoa; 6) la RN Rosa Oyarzún en Padre de las Casas. Todos, en el clima de impunidad que les permite la debilidad en que tienen a la clase obrera, que ni siquiera tiene derecho efectivo a huelga por ejemplo, o el mismo sistema binominal, están sumergidos en las irregularidades. Pero lo principal, es que están todos de acuerdo en una misma política general de defensa de los intereses de la clase patronal. ¿Y cuáles fueron las grandes discusiones de las listas al inscribirse? Quién se quedará con las ciudades emblemáticas. No se ha oído nada que interese a los trabajadores y sus derechos. Y hay mucho de que hablar, incluso a nivel municipal: el Transantiago y todo el sistema de transporte público, la salud municipal, la educación municipal, la vivienda con municipalidades transformadas en ghettos discriminados. Todo en crisis. Todo esto herencia de la dictadura de Pinochet de la que fue parte activa la derecha de la UDI y RN, y que conservó la Concertación. La campaña, entre preocupaciones por quién se queda con las alcaldías emblemáticas, y palabrería sobre transparencia, está a la derecha, lejos de los trabajadores y el pueblo pobre. Y está tan a la derecha, que Piñera lanza una de sus tantas ideas que ofenden el buen sentido de quienes han luchado bajo la dictadura: es así que decidió impulsar una «red nacional por las elecciones libres», presentándolo como lo que se tuvo que hacer en dictadura, cuando la CNI andaba suelta y con luz verde, excusándose en la intervención electoral de los gobiernos de la Concertación. Una ofensa gratuita más. O así como compara los problemas de seguridad en Chile y Colombia, lo que hace pensar que sueñe con bandas de paramilitares sueltos haciendo lo que él quisiera pero el Estado legalmente no puede hacer. Pero no todo termina aquí, tan a la derecha está, que se ha dado algo inédito en las elecciones: la derecha de la pinochetista UDI, recurre a métodos de matonaje y amedrentamiento, como los que se conocen en Viña del Mar, que han salido a apalear a concejales del PS y el PC de la zona que estaban realizando denuncias sobre las presuntas irregularidades. Y no fue sólo en Viña del Mar: «El timonel socialista denunció que los concejales del PS en Renca, Huechuraba, Recoleta o Ñuñoa han recibido intimidaciones para que dejen de fiscalizar. De ahí que señalara que ‘la UDI pretende dirigir los municipios como en los años ’80. Le quisiera decir a Juan Antonio Coloma y a Víctor Pérez que la CNI ya se terminó. Las redes de soplonaje ya no deben existir en nuestro país’.» (La Nación, 30/7) Aunque podrían darse resultados imprevistos: la campaña de la derecha de decir que votar por la Concertación, es votar por el PC, como en la UP, puede izquierdizar, y hasta elevar un poco el ánimo alicaído de muchos trabajadores. ¿Pero es así, se acerca la Concertación a la izquierda, o es difícil distinguirla de la derecha?
«vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos»
Aunque sí, también se discute lo que de verdad les importa, la política nacional que está en juego: quién llegará a la presidencia el 2009. Pero para seguir gobernando para sus jefes los patrones, como lo vimos en estos días: la derecha quiso posar de amigos de los trabajadores impulsando la igualación del salario base al salario mínimo, y ahora están todos arrepentidos y están pensando como vuelven todo a como estaba antes. La represión aumenta, y como han denunciado los integrantes del comité ejecutivo de la Comisión Etica contra la Tortura, en Chile se ha desatado una lógica de una guerra preventiva configurándose un estado policial. Aumentan los pedidos de la clase patronal por más flexibilidad laboral. Se les da más poder a los empresarios: la nueva reforma al mercado de capitales, transformará la Superintendencia de Valores y Seguros, que regula por el Estado las operaciones financieras, en una Comisión de Valores, integrada por… ¡consejeros que podrán venir de la derecha o consultores empresariales!, es decir: se pasa de la regulación a la autorregulación. Y ya conocemos los casos de usos de información privilegiada por parte de los empresarios, o las altísimas tasas de interés para los créditos de consumo, así que esta autorregulación, sólo beneficiará a los empresarios aún más. Así que como en el tango cambalache, Concertación y derecha, han iniciado un ciclo electoral bien a la derecha, lejos de los intereses y los derechos de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Aunque en los últimos dos años ha comenzando a emerger, lo que desde estas páginas hemos llamado una nueva cuestión obrera. Entonces, más allá de los resultados electorales inmediatos, lo que políticamente ya cambió, es que la Concertación -tan a la derecha- no puede seguir jugando su rol de falsos amigos del pueblo, y la derecha, como vemos, tiene un imborrable sello pinochetista y empresarial. ¿Es que no hay alternativa, no lo es el PC y el Juntos Podemos?
El Pacto por omisión del PC y el PH del Juntos Podemos con la Concertación, sólo favorece a la Concertación. Primero, políticamente: los revitaliza en su rol de falsos amigos del pueblo. Después electoralmente: serán apoyados en 17 comunas, contra 8 en que la Concertación apoyaría al PC, además de no haber logrado la emblemática y solicitada Estación Central. Además, es cierto que las elecciones municipales no se rigen por el binominal, sino que tienen un carácter más proporcional… ¿Entonces? Nuevamente, es el argumento de «frenar a la derecha»… votando por la Concertación. Pero la Concertación… ¡co-gobierna con la derecha!. Además, quieren castigarla por su incumplimiento de reformar el binominal. El PC, en vez de autocriticarse por confiar en la derecha, en sus falsas promesas de reforma al binominal, dándole así credenciales democráticas que no merecía, profundiza en el mismo camino. Por último, es probable que sea un ensayo para un intento de reformular las alianzas en la política chilena, e ir haciendo camino al andar, de un nuevo pacto del PC con sectores progresistas de la Concertación, profundizando esta política de colaboración de clases, con partidos patronales progresistas, y sectores empresariales pequeños y medianos (lo que los hermana estratégicamente, más allá de diferencias tácticas, con otros grupos de izquierda que quedaron desplazados del Juntos Podemos como el PC-AP, el MIR, y otros grupos como el FPMR, etc). Lejos, bien lejos de la necesidad de una política de los trabajadores independiente de toda variante patronal, no sólo de los reaccionarios, sino también de los progresistas, que también defienden sus intereses contra los de los trabajadores y el pueblo pobre. Antes las elecciones municipales, y el año que viene parlamentarias y presidenciales, hace falta una política alternativa, a la de la izquierda de la colaboración de clases, para enfrentar tanto a los partidos patronales reaccionarios de la derecha, como progresistas de la Concertación. Una política de los trabajadores, independiente de toda variante patronal. Por eso ante la falta de una alternativa como la que aquí planteamos (y lejos de rechazar todas las elecciones en general, como lo hace el cretinismo antiparlamentario), es que en estas elecciones municipales, llamamos a no votar por ninguna lista, anulando el voto o no votando. Para eso, hace falta un partido de trabajadores revolucionario, como el que construye Clase contra Clase. Y que ante las elecciones municipales, tiene una concepción totalmente diferente, tanto a la del Juntos Podemos, el pactista del PC y el PH, y el desplazado del PC-AP, el MIR, y los grupos como el FPMR, etc.
Los revolucionarios y las elecciones municipales
El PC se presenta a las elecciones municipales para profundizar la democracia. No lo dice sólo su presidente, Teillier, sino también sus cuadros más jóvenes, combativos y obreros, como Cristian Cuevas, que se presenta a las elecciones de la CUT junto con Gajardo: Ante la pregunta de un periodista de por qué votar por un candidato del PC, Cuevas responde: «Los candidatos a alcaldes del PC representan una posibilidad de profundizar y ampliar la democracia a nivel local» (La Nación, 10/8). Más allá de pactar o no con la Concertación, los otros desplazados del Juntos Podemos, el PC-AP, el MIR, grupos como el FPMR, etc, también se querían presentar a las elecciones, aunque no pudieron por haber sido desplazados, piensan lo mismo. Los revolucionarios, los militantes de Clase contra Clase, por el contrario, seguimos las enseñanzas de León Trotsky, el compañero de Lenin: «La participación de los sindicatos en la administración de la industria nacionalizada puede compararse con la de los socialistas en los gobiernos municipales, donde ganan a veces la mayoría y están obligados a dirigir una importante economía, mientras la burguesía continúa dominando el estado y siguen vigentes las leyes burguesas de propiedad. En la municipalidad, los reformistas se adaptan pasivamente al régimen burgués. En el mismo terreno, los revolucionarios hacen todo lo que pueden en interés de los trabajadores y, al mismo tiempo, les enseñan a cada paso que, sin la conquista del poder del estado, la política municipal es impotente». (cita del artículo: «La industria nacionalizada y la administración obrera»). Ante estas diferentes concepciones de cómo intervenir en las elecciones municipales y para qué, llamamos a los trabajadores a discutir qué tipo de partido hace falta, y a construir un partido de trabajadores revolucionario, como el que construye Clase contra Clase.