La candidatura presidencial del empresario Sebastián Piñera, con un patrimonio personal superior a los mil 200 millones de dólares, pone de relieve hoy en Chile uno de los lados más oscuros de su democracia: el poder del dinero.En un mundo político en que los grandes grupos económicos ponen las reglas del juego y determinan el […]
La candidatura presidencial del empresario Sebastián Piñera, con un patrimonio personal superior a los mil 200 millones de dólares, pone de relieve hoy en Chile uno de los lados más oscuros de su democracia: el poder del dinero.En un mundo político en que los grandes grupos económicos ponen las reglas del juego y determinan el precio a pagar por La Moneda, la disyuntiva es cómo hacer transparente la gestión pública. En un país con más de 600 mil desempleados, casi medio millón de estudiantes sin acceso a las universidades y los hospitales públicos desbordados por falta de recursos, los candidatos invertirán este año más de 60 millones de dólares para acceder al sillón presidencial. Según estudios de las empresas Participa y Tiempo 2000 citados por medios de prensa, el gasto de la campaña presidencial de 1999 tuvo un techo cercano a los 27 millones, pero esa cifra podría este año ser sólo el piso mínimo para la arrancada de un aspirante. Y es «mínimo» porque, en rigor, la cifra no tiene límites, debido a los vacíos de la ley de donaciones políticas, según opinión de Claudio Fuentes, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Chile). La irrupción del multimillonario Piñera en la carrera ha encendido el bombillo rojo de la alarma, no sólo dentro de las filas del gobierno, sino también entre otros aspirantes de la extrema derecha opositora.
Sobre el controvertido empresario y político de la opositora Renovación Nacional (RN) llueven ahora las críticas, que van desde la oficialista democracia cristiana (DC), hasta sus propios «socios» de la Alianza por Chile. La mayor preocupación radica en que si el ex senador derechista decidiera ocupar sólo el dos por ciento de su abultado patrimonio para la campaña, podría disponer de 24 millones, sólo tres menos que el total gastado en 1999. «Piñera tiene ahorrado el tiempo y el esfuerzo que deberán invertir los otros candidatos en conseguir recursos», sostiene el diputado Guido Giraldi, del Partido por la Democracia (PPD), al destacar su ventaja comparativa, especialmente sobre los de los partidos de izquierda. Según el diario La Nación, los tres grupos económicos más grandes de Chile -Matte, Luksic y Angelini-, con patrimonios superiores a los seis mil millone de dólares, definen con anticipación cuanto dinero van a entregar a los candidatos. Una vez que las cifras están detalladas, a cada uno de los aspirantes (menos a los de la izquierda) le entregan el 40 por ciento del total que tienen contemplado «donar» mientras no estén inscritos como candidatos en los registros electorales. Del 60 por ciento restante -afirma- sólo se enteran los que logran llegar al final de la carrera.
El director de FLACSO-Chile estima que la peligrosa influencia que adquiere el empresariado a través de los políticos se podría evitar si existieran reglas más claras y un grado de financiamiento mayor por el Estado, que ahora sólo llega al 20 por ciento del total. Dirigentes de la coalición oficialista creen, sin embargo, que es «muy poco probable» que un Gobierno de la Concertación se atreva a propiciar una ley que implique un mayor gasto por el Estado para ese fin «porque el rechazo popular sería demasiado fuerte». El punto -advierten- es que este temor «termina por entregarle el poder al empresariado, que determina, mediante sus recursos, quiénes serán los candidatos con mayor o menor visibilidad en período de campaña». Y eso, unido a un sistema electoral excluyente, que impide el acceso al Parlamento de representantes de la denominada izquierda extraparlamentaria, «hace poco probable el triunfo de una candidatura joven o distinta».
* El autor es periodista y corresponsal de Prensa Latina.