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Ellas quieren más feminismo en la Universidad

Fuentes: SEMlac

Mientras comparten sus experiencias de acoso callejero y debaten sobre prejuicios machistas en el hogar y en el aula, un grupo de jóvenes llegan a una apuesta común: quieren más feminismo en la Universidad de La Habana.

«Aunque del feminismo se habla mucho más en el mundo entero y en Cuba todavía sufrimos violencia de género y vivimos el machismo en nuestras propias aulas. Hay simplemente una necesidad de construir un colectivo feminista en la Universidad», afirma sin titubeos Paula Ríos, estudiante de primer año de Sociología.

Paula forma parte de una veintena de muchachas que se reunieron el pasado 7 de noviembre en la Universidad de La Habana para conversar sobre violencias de género y desmontar varios mitos machistas.

El taller contó con el apoyo de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la Universidad de La Habana y es la primera de varias actividades que se realizarán con motivo de la Jornada por la No violencia contra las mujeres y las niñas, organizada cada año del 25 de noviembre al 10 de diciembre.

Las impulsoras de este espacio son Anabel Antuña y Anaclara León, estudiantes de tercer año de Sociología. Ambas comparten el sueño de unir a muchachas, profesoras e investigadoras de varias facultades en una red feminista que sensibilice, haga conciencia sobre las violencias machistas que persisten en los centros universitarios y responda a las necesidades sentidas de esa comunidad.

«Lo primero que nos motivó a pensar en esto fue el desconocimiento que existe en la Universidad sobre feminismo y violencia de género por parte de los estudiantes, fundamentalmente. Luego, la idea de crear una red feminista responde a la necesidad de estar organizadas, de reconocernos, conocernos y apoyarnos. Aun cuando Anaclara y yo no conocíamos a otras muchachas feministas, sabíamos que no éramos las únicas y nos dimos a la tarea de buscarlas y encontrarnos», cuenta a SEMlac Anabel Antuña.

Pese a que la tradición feminista en el país caribeño supera el siglo y cuenta con reconocidas intelectuales, investigadoras y docentes que han sostenido los estudios y activismos feministas, la mayoría reconoce que ha sido a prueba de empeño y no pocas afirman que se les ve como «intrusas» dentro de la academia.

La teoría de género lleva más de dos décadas en los predios universitarios, ya sea como parte del programa lectivo -solo se ha logrado en la carrera de Sociología-, como asignatura opcional o perspectiva en las investigaciones, pero persiste el sentimiento de subvaloración y sospecha sobre proyectos y activismos.

En este escenario, principalmente en la última década, han florecido iniciativas diversas, voces, redes y colectivos. El interés y el liderazgo de las más jóvenes se han corporizado también en talleres de formación y espacios de debate, al tiempo que ellas se mantienen activas denunciando el acoso callejero y las violencias en línea.

Con solo regar la voz sobre el primer encuentro, insistir en los apoyos y lograr los permisos necesarios, Anabel y Anaclara reunieron a una veintena de jóvenes que quieren hacer más.

«En la Universidad, la mayoría somos mujeres y en ocasiones nos sentimos incómodas y fuera de lugar, algo que no debería ser. Falta una conciencia y que sepamos la importancia de estar unidas entre nosotras», dijo a SEMlac la estudiante Camila Azoy, otra de las participantes en el encuentro.

Agendas de ayer y hoy, soñando el mañana

Aunque las jóvenes de hoy viven en una sociedad que ha alcanzado la igualdad de género en lo formal y disfrutan derechos sexuales y reproductivos que aún son motivo de lucha en otros países de la región, la sociedad patriarcal sigue encontrando modos de oprimir a las mujeres.

«La Universidad no está separada de la sociedad, por tanto, se reproducen a su interior, consciente o inconscientemente, muchas prácticas machistas. Pueden ir desde comentarios hasta situaciones de violencia más crudas, como la agresión sexual, el compañero que te toca el cuerpo sin tu consentimiento, burlas y chistes de profesores o violencia entre los mismos muchachos por no cumplir con los mandatos patriarcales», dice Anaclara a SEMlac.

A partir de estas experiencias, las jóvenes han puesto en el centro de su agenda el feminismo en Cuba y las violencias machistas, coincidiendo con otras propuestas recientes.

«Lo fundamental es conocer sobre feminismo, desmontar los mitos y estereotipos que desde chiquitas nos han enseñado sobre ser mujer y ser hombre. Y considero muy importante todo lo relacionado con la violencia de género», insiste Anabel.

Otras necesidades y temas para la agenda emergieron en el encuentro: las relaciones de pareja y la violencia, el amor romántico, la educación sexual, la salud sexual y reproductiva y las brechas e interseccionalidad en la educación superior.

«Queremos que sea un espacio de construcción colectiva; que a raíz de dudas, inquietudes y experiencias vayamos creando los temas de estudio e interés», apunta Anabel.

Para lograr este empeño, las jóvenes cubanas identifican algunas fortalezas relacionadas con el contexto nacional y con la consolidación del activismo y de voces feministas en la nación del Caribe.

Consideran vital la apuesta y el apoyo por parte de la FEU de la Universidad, el interés de jóvenes de diferentes facultades y la voluntad gubernamental que, en los últimos años, ha impulsado cambios legislativos como la reciente aprobación del Código de las Familias.

«Una oportunidad que nos ha demostrado este primer taller es que hay muchas personas de diferentes carreras a las que les interesa el tema. Esto es buenísimo porque enriquecería la red con distintos puntos de vista y nos pone al tanto de las necesidades que existen», reconoce Anaclara.

Pero los desafíos no faltan. Las jóvenes identifican resistencias que aún genera la palabra feminismo, las sospechas que se esparcen cuando se asume como postura política y ética y el pavor que genera en determinados espacios de decisión cuando se quiere concretar en acciones y una agenda de trabajo.

«Hay una gran resistencia a todo lo relacionado con el feminismo, tanto por parte de estudiantes como de la institución. Aquí es mejor hablar de género y no de feminismo. Esto no quiere decir tampoco que cuando hablamos de género todos nos apoyen, pero el feminismo es la palabra maldita. La burocracia es otro mal que en la Universidad hace fiesta. Las actividades feministas son vistas con prejuicios, con dudas», reflexiona Anabel.

Para ella, entre los retos está no recluirse en los muros universitarios, no convertirse en un espacio sin impacto en las personas. Por eso aspira a concretar diversos modos en los que puedan tener mayor presencia social.
«Las tesis de licenciatura pueden ser otro aporte positivo. Muchas personas escogen el tema de género para hacer sus tesis y obtienen resultados interesantes; pero, ¿qué pasa con esos trabajos?, ¿qué cambian?, ¿qué transforman?

«No podemos seguir así, tenemos que hacer eficientes esas tesis, tenemos que conseguir y buscar cambios reales o que por lo menos sirvan de denuncia a los problemas que existen en la Universidad», ejemplifica Anabel.

Un resultado inmediato del primer encuentro y que muestra el interés y las posibilidades de continuar el trabajo es la participación de las asistentes al taller en un grupo de WhatsApp nombrado «Vivir sin violencia». Allí comparten experiencias e ideas para las próximas actividades. Ellas quieren más feminismo en la Universidad y lo quieren juntas.