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ELN, el camino hacia la paz

Fuentes: Rebelión

En contravía a la paz del Estado Colombiano, las mayorías populares asisten a la construcción de los diferentes caminos y rutas para construir una paz, que camine más lejos que el sometimiento de un pueblo digno a las decisiones de una paz neoliberal. Si persiste la feroz arremetida del capital contra los trabajadores, la guerra […]

En contravía a la paz del Estado Colombiano, las mayorías populares asisten a la construcción de los diferentes caminos y rutas para construir una paz, que camine más lejos que el sometimiento de un pueblo digno a las decisiones de una paz neoliberal.

Si persiste la feroz arremetida del capital contra los trabajadores, la guerra contra el pueblo y la injerencia descarada del imperialismo norteamericano, ¿entonces qué paz espera el sistema?

No bastan entonces la voluntad y la determinación de las insurgencias populares para dialogar, se requiere, sí, de una importante y decidida movilización social nacional e internacional de los pueblos, para evidenciar la gran responsabilidad con la que el pueblo Colombiano se ha manifestado para construir un nuevo país, que tiene en la soberanía, la dignidad y la emancipación los instrumentos para edificar la nueva Colombia, y en la cual el pueblo continúa actuando y pronunciándose, pero sobre los asuntos de fondo, además de preparar sus fuerzas y resistencias organizadas para lograr – claro-, un gobierno de mayorías, soberano, democrático y popular.

Los corazones y las mentes de las mayorías populares hoy exigen mayor unidad en la construcción de la paz, y mientras más manos se unan más corto será el camino, hay mucho trabajo por delante, hay que fortalecerse en todos los aspectos, y la paz será el fruto de la vinculación y la movilización activa de las mayorías, efectivamente hay que transitar a la paz, y de la resistencia al poder popular.

Será entonces el protagonismo popular, el real artífice de la consecución de paz, y de la transformación social, su participación y liderazgo aunque ha crecido, debe llegar con mayor unidad, capacidad y empuje práctico.

Está claro entonces, que nuestro pueblo está acosado por la pobreza, por la negación de sus más elementales derechos, por el paramilitarismo, la represión, la corrupción y la dominación yanqui.

El gobierno de Santos dice trabajar para la paz, pero sin embargo el pueblo aún no puede expresar su verdadera voluntad política, o su convicción de paz, de nuevo se mueven las cartas más nefastas para la paz de nuestro país, alentadas desde la derecha más cavernaria de Uribe Vélez y Estados Unidos, lo cual significaría la imposición de una noche aún más oscura para nuestro pueblo.

El único camino que nos queda a los pueblos para derribar este orden explotador y opresor, es luchar por derribarlo, por lo que hay que sentirse muy orgullosos de «ser con otros», y avanzar con otras fuerzas, para avanzar incesantemente por los caminos de la unidad del pueblo Colombiano, que debe sortear diariamente la ofensiva del régimen, su naturaleza criminal, su descomposición y las contradicciones en su interior inspiradas en la extrema derecha guerrerista, – siempre enemiga de la paz -, de las mayorías en lucha contra el saqueo,y el despojo de nuestras riquezas, contra el neoliberalismo, y por una paz que reclama bienestar laboral, y mejores condiciones de vida, que rechazan la corrupción , y levantan la defensa de la soberanía nacional, exigen respeto a la vida y a los derechos humanos, y en síntesis una paz digna, con espacios reales para el diálogo con todo el movimiento guerrillero y con el protagonismo de la clase popular.

Efectivamente, hay que hacer crecer la lucha, movilizar al pueblo, pero no para perpetuar la inequidad o la opresión, sino para conquistar la paz, y abrir caminos de bienestar, soberanía y democracia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.