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Empédocles, Eróstrato y James Petras: ¿y si planteáramos el debate de otro modo?

Fuentes: wordpress.com

Traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco

Suelo confundir a Empédocles con Eróstrato. Se preguntarán cuál es el problema. Hoy en día el pequeño círculo de los que saben quiénes fueron estos individuos es cada vez más reducido. Para quienes no lo saben, Eróstrato era vecino de Éfeso, un inepto que quiso pasar a la posteridad. Para ello incendió una de las maravillas del mundo, el templo de Artemisa, la noche en que, según dicen, nació Alejandro (21 de julio de 356 a.C.). Fue sometido a suplicio y se prohibió pronunciar su nombre, pero de hecho pasó a una posteridad que hoy es muy relativa.

Empédocles es una personalidad muy distinta. Prácticamente contemporáneo de Eróstrato, pues nació en 490 a.C. en el seno de una familia aristocrática siciliana, tenía grandes dotes de legislador, profeta, poeta, filósofo, médico y atleta olímpico. Le admiraban como a un dios. No voy a hablarles de sus teorías, pero lo que nos ha llegado de ellas corrobora su gran inteligencia. Se trata de fragmentos, algunos de los cuales cuentan su asombrosa muerte. Quiso crearse una leyenda divina y se arrojó al Etna para hacer creer que los dioses se lo habían llevado, pero el volcán escupió una de sus sandalias y la superchería quedó desenmascarada. Supongo que ya habrán empezado a atar cabos: lo que tienen en común el oscuro Eróstrato y el glorioso Empédocles es que, como dicen en mi Provenza natal, ambos eran «del tipo de personas que, cuando ven pasar un pomposo entierro, les encantaría ser el muerto». Desde hace algún tiempo me pregunto si James Petras no pertenecerá también a ese tipo, lo cual, pese a su inteligencia y sus dotes, le nubla el juicio.

Darse tono oponiéndose

Eróstrato es el que se asoma en la tele para que le vean siquiera un momento con su cara de pánfilo que no ha roto un plato. Empédocles puede ser un gran intelectual con un afán desmedido de notoriedad.

Hay una técnica muy eficaz para estar en el candelero: se escoge como adversarios a personas de mayor talla y se les provoca gratuitamente. James Petras ya ha recurrido a esta técnica con Chomsky. Le ha acusado de apoyar el sionismo, seguramente porque «algunos sectores de los medios de comunicación le consideran el mayor intelectual de Estados Unidos. Chomsky goza de gran audiencia en todo el mundo, en particular en los círculos académicos» [1].

La técnica es siempre la misma, se escoge a alguien respetado por todos e incluso, en este caso particular, que «ha sido vilipendiado», nos dice Petras, «por todas las principales organizaciones y medios de comunicación judíos y pro israelíes por sus críticas de las políticas israelíes hacia los palestinos».

Petras se propone demostrar la impostura de este hombre respetado por todos y crítico con Israel. Nótese que, para él, Chomsky no es estadounidense sino israelí, por judío. «A pesar de su bien ganada reputación de documentación, disección y exposición de la hipocresía de los gobiernos de Estados Unidos y de Europa, y de sus agudos análisis de los engaños intelectuales de los apologistas imperiales, dichas virtudes analíticas están lamentablemente ausentes en relación con el debate sobre la formulación de la política exterior de Estados Unidos en Oriente Próximo, en particular el papel de su propio grupo étnico: el lobby judío pro israelí y sus defensores sionistas en el gobierno. Esta ceguera política no es desconocida ni poco corriente. La historia está llena de intelectuales críticos con cualquier imperialismo, salvo con el propio, y con los abusos de poder que otros cometen pero no de los que cometen los de su grupo».

Es de destacar que Petras, en su afán por buscar grupos de afinidad, lo que hace es ocultar la responsabilidad del imperialismo estadounidense, que sería una criatura del lobby sionista, manipulada por él. Si Estados Unidos ha intervenido en Iraq no es porque haya olido petróleo, sino porque los judíos necesitaban que los defendieran. Y son ellos quienes manejan los hilos. En una palabra, Chomsky es culpable de la invasión de Iraq. Como se quería demostrar.

Fidel Castro también es sospechoso de apoyar al infame Uribe porque denuncia el imperialismo usamericano.

En cuanto a Evo Morales y su vicepresidente García Linera, nos hallamos ante la misma impostura. A despecho de intelectuales como Chomsky (otra vez él), Ignacio Ramonet, Emir Sader, Heinz Dieterich o Immanuel Wallerstein, que le consideran uno de los elementos del vendaval izquierdista que barre América, Morales, según James Petras, es el hombre de las multinacionales y la oligarquía.

No insistamos más. Lo que trato de poner en evidencia es un método. Petras toma a alguien respetado en todo el mundo y lo acusa de impostura a partir de un análisis psicologista de los presuntos vínculos de este individuo con sus orígenes. El procedimiento se ve muy claro en su arenga contra Fidel Castro. También éste goza de un respeto general. Sin embargo, según Petras, traiciona a las FARC sobre todo por motivos de clase, porque Fidel desprecia al campesino inculto desde su pedestal de abogado e hijo de terrateniente.

Lo que se elude es el análisis político, el desacuerdo fundamental: Chomsky es partidario de la supervivencia del Estado de Israel y de un Estado palestino. Fidel Castro no es partidario de una guerrilla que se eterniza, toma rehenes y por ello va perdiendo poco a poco el norte, con las consiguientes divisiones y traiciones. Pero no se discute sobre esto, el método se desvía del análisis político para atacar al individuo, haciéndolo sospechoso de las peores intenciones. Chomsky forma parte del lobby judío y Fidel Castro no denuncia a Uribe y sacrifica a las FARC por espíritu de clase, al que se suma un cierto chovinismo cubano.

Estoy convencida de que estos desatinos menoscaban la aportación real de Petras, que no es poca. A menudo escribe textos muy meritorios, e incluso en los más discutibles, como el que trata de Evo Morales [2], la crítica que hace del concepto que tiene el vicepresidente García Linera del movimiento social es apasionante, lástima que también en este caso vaya acompañada de una denuncia extremista de Evo Morales, sin tener en cuenta las dificultades, por decirlo suavemente, a las que se enfrenta.

Lógica académica o formal, lógica política o dialéctica

Creo que James Petras tiende a confundir los debates universitarios con la política. El modo de pensar no es necesariamente el mismo. En el modo de pensar intelectual prevalece la lógica formal, la que va sumando aspectos de la realidad y a veces confecciona con ellos un catálogo, incluso un decálogo a la manera de las tablas de la ley, exposición a la que Petras es aficionado. En el pensamiento político lo que debe prevalecer es la lógica dialéctica, el ver todos los aspectos de la realidad para comprender sus evoluciones, aquello sobre lo que voy a poder incidir, y cuando lo he descubierto tengo que convencer, congregar.

La responsabilidad es distinta. Por ejemplo, ¿qué efecto objetivo puede tener su denuncia de la manera en que Fidel presuntamente condena a las FARC? (Lo cual es totalmente inexacto: basta con releer la reflexión de Fidel titulada «La paz romana» para darse cuenta de que, pese a la divergencia estratégica, hay un respeto, una voluntad de ayudar, y no una condena.) Lo mismo en el caso de Chávez, quien les ha pedido que renuncien a la lucha armada, algo que Fidel no les pide porque considera que significa la muerte para los combatientes. Su preocupación es acabar con el absceso colombiano y promover la paz, encontrando una fórmula que dé garantías a las FARC. ¿A qué viene desnaturalizar así las posiciones de Chávez y Fidel y qué consecuencias tiene? Eso introduce un falso debate en el campo de quienes deberían estar unidos, divide, pero sobre todo aísla a las FARC, en cuya defensa pretende salir Petras.

En realidad, al demostrar con argumentos engañosos que Chávez y Fidel están contra las FARC, lo que hace es agravar un poco más el aislamiento de éstas, que se quedan con Petras como único defensor; lo cual, como él mismo se encarga de explicar detenidamente, dada la influencia de Fidel en Cuba, en toda Latinoamérica y en los países del Tercer Mundo, es muy mal asunto para las FARC.

Si de lo que se trata es de demostrar que James Petras está en posesión de la verdad, puede ser un proyecto defendible en el ámbito académico, pero si su proyecto consiste en dar un apoyo real a las FARC, o a los palestinos, o a los revolucionarios bolivianos, va descaminado. Porque en política no sirve de nada tener razón uno solo, ni ser clarividente o hacer demostraciones retóricas, lo importante es unir, convencer y arrastrar, no aislar la causa que se defiende, ahogándola.

Querido James Petras, te has arrojado al volcán de la política, pero el volcán ha escupido tu sandalia y, como semidiós revolucionario, parece que has manejado mal tu transmutación. Si te parece, volvamos al debate de fondo: ¿qué podemos hacer para lograr la paz en Colombia, una paz con justicia que impida a Estados Unidos y su lacayo Uribe seguir dividiendo y martirizando a ese pueblo?

Notas

[1] Noam Chomsky y el lobby pro israelí: catorce tesis erróneas: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=29512

[2] Entre la insurrección y la reacción: la búsqueda del ‘capitalismo normal’ por parte de Evo Morale: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51356

Fuente: Changement de société. 

Juan Vivanco es miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala. Esta traducción puede reproducirse libremente, a condición de respetar su integridad y de mencionar a la autora, al traductor y la fuente.