La Mesa de La Habana y el proceso de paz Llega a su fin el año en que Colombia avanzó como nunca antes en la construcción de un camino cierto a la paz, lo cual nos deja el compromiso ineludible de alcanzar el anhelado Acuerdo Final en 2016. Se trata de un reto enorme y […]
La Mesa de La Habana y el proceso de paz
Llega a su fin el año en que Colombia avanzó como nunca antes en la construcción de un camino cierto a la paz, lo cual nos deja el compromiso ineludible de alcanzar el anhelado Acuerdo Final en 2016. Se trata de un reto enorme y trascendental, lo asumimos con la confianza plena en el pueblo colombiano, principal artífice de cuanto se ha conseguido hasta hoy en la lucha por la democratización y la justicia social en nuestra patria.
Al firmar y hacer público el pasado 15 de diciembre el Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto, conseguimos poner fin a un extenso y complejo debate, mediante la creación del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, en el que fue incluida la Jurisdicción Especial para la Paz, a la vez que establecimos el Compromiso con la promoción, el respeto y la garantía de los derechos humanos.
Resultan por consiguiente fuera de lugar las voces que insisten en negar nuestra voluntad y gestos de paz, así como los esfuerzos de quienes apuestan al fracaso de las conversaciones e insisten en la profundización de la confrontación militar abierta.
El trabajo en la Mesa de Conversaciones de La Habana ha sido exigente e ininterrumpido, ha completado 45 ciclos, aproximadamente 500 días, de intensos debates a lo largo de un poco más de tres años. No es fácil llegar a acuerdos entre adversarios que tienen una visión de país completamente distinta. Reconocemos el trabajo y la seriedad de la delegación que representa al gobierno y al Estado colombiano en la Mesa de La Habana.
Consideramos importante advertir algo sobre los dos puntos pendientes de la Agenda. En el 3, Fin del Conflicto, ya quedaron expuestas con precisión en la Mesa, y son de público conocimiento, nuestras propuestas. El 6, referido a la Implementación, verificación y refrendación del Acuerdo Final falta por discutir y consensuar, en él se yergue la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente, como garantía cierta de cierre y seguridad de los acuerdos.
Cabe señalar que la discusión que se abrirá a partir del mes de enero no parte de cero, puesto que ya se ha trabajado en seis de los siete temas que integran el punto 3 y que deben ser abordados en forma integral y simultánea.
La subcomisión técnica en la que se sientan oficiales de las Fuerzas Armadas y comandantes guerrilleros, a partir del mes de marzo de 2015, trabaja en la redacción del acuerdo del Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y Definitivo y la Dejación de las Armas, con avances en 5 de los 7 capítulos.
La comisión que adelanta el estudio de formulas para el desmonte del paramilitarismo y brindar amplias y efectivas garantías de seguridad para el nuevo movimiento político resultado del tránsito de las FARC-EP a la política abierta y legal.
Además la Subcomisión de Género trabaja en el análisis de los textos y los temas en debate, proveyendo insumos que abran paso a la plena reivindicación del ser humano, de manera que en los acuerdos no se deje espacios para discriminaciones sexistas, sobre todo machistas y patriarcales, para en su lugar reivindicar a plenitud el papel de los derechos de la mujer y de la población LGTBI.
Las materias objeto de discusión y consenso que se hallan aún pendientes, son extensas, complejas y delicadas, razón por la cual no debieran ser objeto de presiones y plazos fatales. Nadie en Colombia o el mundo pone en duda la real posibilidad de concretar el Acuerdo Final y lo verdaderamente importante radica en proceder de manera expedita, sin dilaciones de ningún orden y dejando por fuera cualquier asomo de imposición unilateral.
Sucede en el país, ante la vista general de todos, que el gobierno nacional adopta conductas que contradicen en los hechos, la intención de paz expresada públicamente y en los acuerdos parciales alcanzados en La Habana.
Son los casos del proyecto en curso sobre las Zonas de Interés de Desarrollo Económico y Social (ZIDRES), la precipitada reforma a la institucionalidad agraria, las políticas de fumigación de cultivos ilícitos, erradicación forzada y represión desbocada contra las comunidades, leyes represivas como la de seguridad ciudadana y proyectos como el de militarizar las ciudades, el tratamiento brutal e indigno contra las y los prisioneros políticos y de guerra.
En el 2015 las organizaciones sociales han puesto muertos, heridos y centenares de encarcelados por parte de un gobierno que habla de paz, democracia y justicia social no sólo en La Habana, sino en las Naciones Unidas y diversos foros internacionales. Vimos levantarse entre otros al sector transportador, a las comunidades organizadas en la Cumbre Agraria, Étnica y Popular, a los pequeños mineros, a los educadores del país, a las prisioneras y prisioneros políticos, a pobladores rurales, a las comunidades afectadas por el tratamiento militar a causa de los cultivos de uso ilícito, a los sectores urbanos víctimas del cobro de impuesto por parte de las bandas paramilitares que pululan y crecen a la vista de las autoridades y a los trabajadores de la salud. A estas luchas se suman las acciones legales de los desplazados por la restitución de sus tierras,
Son muchas y diversas las voces que claman y trabajan por una acuerdo de paz en Colombia. A todas ellas queremos extender nuestro saludo de reconocimiento y agradecimiento. Empezando por la República de Cuba, que a puertas de cumplir los 57 años de su gloriosa revolución socialista, ha puesto su territorio, sus autoridades y su pueblo al servicio incondicional de las conversaciones de paz. Al Reino de Noruega, colaborador de la causa de la paz, que ha pasado a convertirse en ángel guardián de la reconciliación de los colombianos. Al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, sin cuyo aporte efectivo hubiera sido imposible sacar esta Mesa adelante. Al gobierno de la República de Chile, acompañante permanente e imparcial en los diálogos de La Habana.
A las Naciones Unidas, la Unión Europea, a los gobiernos de Alemania y de los Estados Unidos, al Vaticano y su santidad Francisco, a la CELAC, a UNASUR y a todos los gobiernos del continente que de una u otra manera han contribuido con su aliento a la construcción de la paz en nuestro país.
Al pueblo colombiano, a los millones y millones de hombres y mujeres que desde la vereda, el caserío, el poblado y la ciudad expresan a diario su interés por la paz y por una patria soberana, democrática y justa. A las organizaciones de mujeres, de LGTBI, de obreros, campesinos, informales, a las comunidades indígenas, negras y étnicas, al estudiantado y la juventud rebelde, a las distintas vertientes de la izquierda y la lucha popular, a todos los que soñando en un país mejor se suman a la causa de un país en paz, sin miseria y sin violencia.
A todos y todas les expresamos que en el año que comienza, seguiremos luchando para que el 2016 pase a la historia como el año en que se firmará y comenzará a cumplir el Acuerdo Final de Paz. Las voluntades y energías del conjunto del Movimiento Fariano se mueven hacia ese único objetivo y nos sentimos seguros de que las grandes mayorías colombianas nos acompañarán a materializarlo y defenderlo, con la esperanza cierta de construir en conjunto un poderoso movimiento político y social, capaz de alcanzar por las vías civilizadas las grandes transformaciones que requiere nuestro país. Colombia merece la paz.
Desde La Habana y las montañas de Colombia les extendemos nuestro abrazo fraternal.
En 2016 abriremos la puerta a la Nueva Colombia.
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP