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Emmanuel Cimeus, inmigrante haitiano

«En Chile el dinero te hace blanco»

Fuentes: Punto Final

Para los migrantes haitianos, Chile es un país que les brinda oportunidades de trabajo y posee una institucionalidad estable. Tras las crisis económicas y políticas de Argentina y Brasil, los dos principales países de destino de los haitianos en Sudamérica, nuestro país se ha posicionado como una alternativa. Según el Departamento de Extranjería y Migración […]

Para los migrantes haitianos, Chile es un país que les brinda oportunidades de trabajo y posee una institucionalidad estable. Tras las crisis económicas y políticas de Argentina y Brasil, los dos principales países de destino de los haitianos en Sudamérica, nuestro país se ha posicionado como una alternativa. Según el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), «la cantidad de visas otorgadas a haitianos ha crecido sustancialmente, produciéndose el mayor aumento en el año 2015, con 5.244 visas otorgadas».

Para Emmanuel Cimeus, secretario ejecutivo de la Organización Socio Cultural de los Haitianos en Chile (Oschec), «las visas no controlan la migración, y si continúan las trabas los migrantes se dirigirán a traficantes de personas para ingresar. Lo que Chile necesita es una verdadera ley de migración», dice a Punto Final. «Hace cinco años que vivo en Chile. Mi primo estaba haciendo aquí su magister en salud pública, me invitó, para trabajar y estudiar, y en eso estoy», añade Cimeus, quien cursa la carrera de trabajo social en la Universidad Miguel de Cervantes.

¿Los afrodescendientes en Chile viven discriminación, violencia xenófoba, malos tratos…?

«En mi caso no, pero sé que es la realidad de muchos compatriotas haitianos, afrodescendientes sí, por la piel. La discriminación es muy presente en Chile, y sobre todo para nosotros. No para los europeos o quienes tienen dinero, aunque sean negros. El dinero te hace blanco. El problema es la pobreza. Si un extranjero es de un país pobre, hay discriminación y racismo. Hay muchos haitianos en Chile, el flujo migratorio en estos últimos años ha aumentado. Pero también muchos se han regresado. Adaptarse a una cultura ajena es difícil. Han llegado pensando que acá la vida es mejor, pero la realidad es distinta».

 

VULNERACION DE DERECHOS

¿Los migrantes haitianos son personas con recursos económicos? No cualquiera puede pagar pasajes, arriendos y estadía hasta encontrar trabajo, lo que puede demorar meses…

«Igual viene cualquiera, no solo con recursos. Un porcentaje importante son profesionales. Muchos se sienten indignados con la política y los políticos corruptos en Haití. Están hastiados de eso. Un joven profesional no se siente identificado con ese sistema. Para él es mejor otro país, aunque sea difícil, tal cual la realidad que estamos viviendo en Chile».

¿En qué trabajan los haitianos en Chile?

«En ferias libres, de ambulante, jardineros, construcción, agricultura… Pero quienes venden en la calle no significa que no sean profesionales… Muchos lo son. Hay una gran barrera idiomática. En mi caso: como periodista cuando llegué a Chile trabajé en cualquier cosa, en el campo, en las cosechas. Para un periodista su arma es el lenguaje, la comunicación, la capacidad de expresar lo que piensa. Pero, ¿si no hablas el idioma, cómo vas a trabajar? Hay muchos haitianos profesionales en Chile que se dedican a barrer basura y otros trabajos precarios. Chile no reconoce a los profesionales extranjeros, no valida sus títulos. Eso sería un punto base provechoso para la sociedad: validar los estudios para facilitar a estos profesionales aportar lo que saben».

Políticos y parlamentarios señalan que ‘hay demasiados haitianos en Chile’, que ‘se debiera implementar una visa, ponerles trabas’…

«Sí, eso dicen, y hasta Relaciones Exteriores ha pedido a la Comisión de la Cámara de Diputados que implemente una visa consular para Haití. Esto es una política mal pensada. Es lo mismo que pasó con los dominicanos 2012, y no impidió que los dominicanos siguieran llegando a Chile. Hoy los haitianos a pesar de las trabas ciertamente están llegando, y de manera clandestina. Lamentablemente, con los decretos que rigen la migración, se vulnera los derechos de los migrantes. Si un migrante ingresa de manera clandestina por un paso fronterizo no habilitado, de inmediato queda en situación irregular, no tiene ningún derecho, ni acceso a nada: ni salud, educación o trabajo decente, y si quiere volver a su país, no puede. Eso lo convierte en prisionero, hasta esclavo. Hay que repensar una nueva ley de migración y la visa para haitianos».

¿Los haitianos sufren abusos laborales? No les pagan o les pagan menos, incluso los golpean por exigir derechos…

«Lamentablemente, hay quienes no entienden qué es el ser humano. Creo que una persona abusadora, que hace esto, es alguien sin corazón, porque los haitianos vienen solo a trabajar, y a veces tienen una familia que sostener: hijos, padres, abuelos, etc. Uno deja su país en búsqueda de una vida mejor. El ser humano definitivamente, es un ciudadano global. La justicia chilena debiera ser drástica y hacerse responsable en estos delitos que no pueden seguir sucediendo. No puede ser que a los haitianos se les pague con golpes o puñaladas. Oschec recibe diariamente denuncias de casos de violencia en el trabajo, de abusos, racismo, golpizas, agresiones. Con mucho esfuerzo hemos logrado que en Los Nogales haya haitianos trabajando en la atención de público en los consultorios, también en la Posta Central. Pero en Chile existe una crisis de información muy grave. En la prensa hay más programas de farándula que de educación de la población. Casi no existen. Creo que la discriminación ocurre por esto, porque la gente no entiende. Chile aún está bajo la ley dictatorial, la Constitución de Pinochet. ¿Si hay vigentes decretos de migración de 1975, dónde está la democracia? ¿Por qué no hay cambios?

Como Oschec tenemos seis años trabajando con la comunidad haitiana. Nuestra sede está en el Hogar de Cristo, en Estación Central, que es una de las comunas con mayor migración haitiana. Nos ocupamos desde la orientación hasta la inserción, cómo buscar trabajo, acompañamos en educación y salud, porque cuando uno está enfermo necesita a alguien que pueda comunicarse con los profesionales de la salud. Tenemos convenios con instituciones para estudios y cursos de oficios gratuitos, y con el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) damos clases de español para los recién llegados, porque el idioma es una barrera. Si un haitiano quiere instalarse aquí tiene que hablar español».

 

PROBLEMAS POR RESOLVER

¿Qué opina de lo que se publicó en los medios sobre un caso de lepra?

«Fue un show gigantesco, y algunos empezaron a hablar contra los haitianos. Pero, primero que nada, es una discriminación institucional, el Ministerio de Salud debe responder por qué violó la privacidad del afectado, tiene que ver directamente con la discriminación, con la xenofobia. Ha pasado antes con los peruanos y la tuberculosis o el cólera, y también pasó en Estados Unidos con los haitianos y el VIH-sida. Si el gobierno chileno no hace nada, nosotros tendremos que hacerlo. No somos portadores de la lepra, en Haití la lepra no existe. La lepra es curable, pero la xenofobia no.

Yo puedo decir que conozco la realidad de los trabajadores en Chile. Empecé a trabajar con la clase más baja… En Chile dicen que hay varias clases: baja-baja, baja-media, media-alta, alta-alta, en fin. Yo empecé en la ‘baja-baja’, de temporero, cosechando, con gente como yo que lamentablemente no tiene acceso casi a nada, porque el capitalismo, hace del ser humano un medio y no lo considera un fin. El ser humano es sólo un número, un medio para que otros se enriquezcan. Trabajé haciendo de todo, y pienso que no solo hay que luchar por los migrantes sino también por los chilenos pobres. Mi primer amigo chileno sigue trabajando en el campo, lleva 19 años en muy malas condiciones, explotado, y no tiene nada, ni siquiera una pieza donde vivir. No tuvo acceso a educación o a postular por una vivienda. Chile tiene muchos problemas por resolver, antes de hablar de racismo o considerar a otros inferiores. Hay problemas que el Estado aún no resuelve».

 

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RECUADRO

Español para haitianos

 

E l Centro Cultural Grandes Alamedas imparte un taller de español para migrantes. Cuentan con el apoyo de un profesor de lenguaje: «Muchos migrantes han llegado a vivir en Cerro Navia, y consideramos que, como hijos de la clase trabajadora, es una oportunidad para salir del discurso y hacer realidad conceptos como solidaridad e internacionalismo. Surgió la idea de entregarles algo que les es prioritario: aprender español, lo cual también colabora en evitar que sean engañados, estafados o pasados a llevar en sus derechos humanos», dice Armando González. «Uno de los factores que conspiran contra la asistencia a clases es el cansancio con que los haitianos terminan el día. Quienes asisten tienen una excelente disposición para aprender, son muy corteses y manifiestan su agradecimiento», agrega.

Al taller de español asiste Kendy (32 años): «Trabajo como maestro mueblista, mi sueldo base es de 280 mil pesos, recibo colación y locomoción. Nunca pido anticipo. No estoy descontento con el trato en mi trabajo, pero sí con el salario, pues me doy cuenta que un maestro chileno recibe casi el doble. Eso no es justo. Llevo en Chile casi un año». Por su parte, Fenelon (31), arribó hace un par de meses: «Aún no he podido encontrar trabajo, aunque poseo un título técnico de nivel superior: soy mecánico automotriz». Ambos señalan como un grave problema el costo de las piezas que arriendan: «Cobran 120 mil pesos y no están en buenas condiciones».

Otro taller para haitianos lo dicta Braulio Olavarría, en la junta de vecinos de Villa Francia: «Veíamos la difícil experiencia que estaban viviendo en Chile. La idea de una escuela fue la más lógica. Hicimos difusión en la calle, el Metro, negocios de barrio, a partir de algunos rudimentarios mensajes en créole , la lengua de los haitianos. Contamos con veinte estudiantes. Las clases son gratuitas. Muchos hablan créole y francés. La mitad no tiene conocimientos de español, menos de la mitad puede sostener breves intercambios en un registro coloquial. Sólo dos han vivido en República Dominicana y pueden desenvolverse bien. En clases opinan sobre temas que les comprometen: necesidad de encontrar arriendos, trabajo, discriminación, etc. Enfrentan las dificultades de un pueblo que ha sufrido una profunda crisis social. Acá encuentran diferentes barreras legales y culturales, entre ellas la burocracia y lo poco amistoso del entramado administrativo».

A.P.G.

Revista Punto Final – Chile