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Entrevista al director del Departamento de Derechos Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT):

«En Colombia el proceso de solución política también depende de la unidad de la insurgencia»

Fuentes: Rebelión

Oriundo de Sucre, departamento al noreste de Colombia en la costa Atlántica, Domingo Tovar se destaca por ser una de las voces respetables en la izquierda colombiana. Se vinculó a las luchas populares y sindicales durante la agitada década de los ochenta, inicialmente como maestro en una pequeña escuela rural. Desde entonces, milita en las […]

Oriundo de Sucre, departamento al noreste de Colombia en la costa Atlántica, Domingo Tovar se destaca por ser una de las voces respetables en la izquierda colombiana. Se vinculó a las luchas populares y sindicales durante la agitada década de los ochenta, inicialmente como maestro en una pequeña escuela rural. Desde entonces, milita en las corrientes anticapitalistas enfrentando los graves riesgos que implica ser sindicalista y opositor político en Colombia, un país donde el terrorismo de Estado y la impunidad alcanzan niveles verdaderamente impresionantes. Sólo durante el gobierno de Alvaro Uribe Vélez, han sido asesinados más de 150 líderes sindicales.

Defensor de derechos humanos con posiciones firmes y comprometidas en favor de la justicia social, Domingo no duda en afirmar que: «El gobierno de Uribe es autoritario y empieza a escalar los primeros peldaños en la aplicación del fascismo». Como líder de izquierda defiende la unidad revolucionaria en favor de la paz, llamado que extiende a la insurgencia, según asegura, porque de la unidad integral de la izquierda y los sectores de avanzada, depende buena parte del éxito en este anhelo de los colombianos. Se opone radicalmente a la reelección de Uribe, por considerarla inmoral y desafortunada para su pueblo. «Uribe Vélez ha legalizado el paramilitarismo en Colombia, como soporte de su campaña hacia la reelección de la presidencial».

El 31 de Agosto de 1999 sobrevivió en Bogotá a un grave atentado contra su vida, cometido a escasas horas de haberse iniciado un paro nacional, del que era vocero como coordinador del Departamento Nacional de Organización de la CUT y miembro de la Federación Nacional de Educadores – FECODE. Desde entonces, no cesan las amenazas de muerte, incluyendo tentativas criminales contra sus seres queridos. Domingo se mantiene firme y actualmente hace parte de la gran coalición democrática, un esfuerzo silenciado por la prensa oficial dada su oposición a Uribe. Domingo es director del Departamento de Derechos Humanos, de la más importante central de trabajadores de Colombia, la CUT.

A finales de Octubre del presente año, invitado por Colombia Action Solidarity Alliance, realizó una importante gira por Canadá, país donde sostuvo reuniones con diversos sectores del sindicalismo Canadiense, incluyendo la región de Quebec, así mismo con parlamentarios, organizaciones sociales, periodistas, profesores y estudiantes en 7 universidades, y con el Americas Policy Group en Ottawa, que aglutina a las principales organizaciones de defensa de derechos humanos con asiento en ese país. El principal objetivo fue denunciar al gobierno de Uribe y el afianzamiento del paramilitarismo narcotraficante en Colombia. Domingo promovió una iniciativa que viene tomando fuerza en algunas regiones de Canadá, consistente en lanzar una campaña permanente de solidaridad con el pueblo de Colombia y contra la impunidad. Igualmente, manifestó preocupación por el aparente giro de la Unión Europea, que pretende apoyar al gobierno de Uribe, pese a que bate marcas de corrupción y violencia en
América Latina.

omingo, en un momento crucial para la historia de Colombia, ¿qué análisis hace y como define las luchas sindicales en nuestro país? ¿Cuales son las perspectivas?

El movimiento sindical, así como el resto de movimientos sociales de oposición en Colombia, son antes que todo, procesos de resistencia contra la imposición de las reglas injustas del capitalismo salvaje. El sindicalismo en Colombia hoy juega un proceso de organización jalonando las luchas, y desde luego, los fenómenos políticos internacionales no pasan por encima del sindicalismo colombiano, por lo cual inciden en su desarrollo. Actualmente estamos en la discusión, de si tiene vigencia o no el sindicalismo que defendemos los sectores alternativos en Colombia, me refiero al sindicalismo de clase, o si prevalece el sindicalismo corporativo impulsado desde la socialdemocracia.

¿Y cual es el panorama real del sindicalismo de clase?

Reconocemos que hoy día el movimiento sindical en el mundo anda en un proceso de crisis, principalmente por la pérdida de las ideas revolucionarias y de la ideología de la emancipación, y también a causa de la falta de politización. La gente empieza a desconocerse como clase obrera, aclarando que entendemos como clase obrera, al trabajador que como sujeto social pasa por un proceso de educación y de organización, adquiriendo la responsabilidad de sujeto político, que asume vida política y orgánica, y además militancia, en procura de desarrollar e impulsar la organización y la lucha de los demás sectores sociales. Hoy varios teóricos discuten, que si en el mundo existe la clase obrera o no existe la clase obrera, desde mi punto de vista, tratando de invalidar el sindicalismo de clase, y lo fundamental en el sindicalismo de clase es la clase obrera. No olvidemos también, que la clase obrera existe en el mundo porque existe la izquierda, y ahí nos encontramos quienes están convencidos que la lucha de clases es vigente, y que el proceso capital trabajo es irreconciliable.

Cuales son las posibilidades de la izquierda revolucionaria, en un país atrapado en la voracidad económica y militar de EE.UU., una Colombia gobernada por el sector más corrompido y violento de la oligarquía, comprometido con la ultraderecha Estadounidense en la derrota del movimiento social, en la exterminación de los pueblos indígenas, en la expropiación de tierras de los pueblos afro-colombianos, en el favorecimiento del latifundio narcotraficante y sus fortunas, y especialmente en doblegar a la insurgencia.?

Lo más importante en una coyuntura así, es el proyecto de unidad del movimiento revolucionario, y dentro del mismo, la unidad del movimiento sindical en favor de la paz con justicia social. El movimiento revolucionario tiene que partir de reconocerse a sí mismo, en todas sus expresiones, y empezar a sentir que tiene vigencia, discutir un proceso organizativo, y ese proceso organizativo definitivamente va de la mano con la unidad. En Colombia igual que en América Latina hay vientos que soplan hacia la construcción de escenarios democráticos, y desde luego los sectores revolucionarios mantienen su lucha por tomar y transformar el poder. En América Latina es latente el auge de los movimientos sociales, hoy nos damos cuenta de como en Venezuela se construye un proceso democrático, que tiene un importante líder como es el presidente Chavez.

En Brasil las organizaciones de izquierda y sociales, también avanzan en ese proceso de construcción. Los levantamientos en Argentina contra el Fondo Monetario Internacional, el proceso de Tabaré en Uruguay, y los levantamientos en Bolivia por la defensa de la soberanía nacional. También, en los países del cono sur donde hay posibilidades de un proceso de integración para contrarrestar las pretensiones de EE.UU. en la imposición del ALCA.

En Colombia hay que jugarle a un proceso de unidad, ese proceso de unidad parte de lo siguiente. Primero, la guerrilla no va a ser derrotada militarmente por el gobierno, luego la guerrilla debe jugar un proceso fundamental en el escenario político y social. Uno diría, que bueno si en Colombia se volvieran a vivir los vientos de la Coordinadora Guerrillera. Segundo, las centrales sindicales deben trabajar hacia una central única de trabajadores y trabajadoras en Colombia. El movimiento social, las organizaciones campesinas, las organizaciones estudiantiles, todos insistir en avanzar hacia la unidad, pero lo más importante, ayudar a organizar los sectores populares de las grandes ciudades, porque Colombia es un país urbano a raíz de que el terrorismo de Estado arrasó y acabó la población rural. Lo fundamental en Colombia, insisto, es la unidad, y lograr concretar un gran bloque nacional de oposición, donde quepamos todos los que estamos en contra del gobierno de Alvaro Uribe Vélez, en contra de las políticas del presidente Bush, en contra de las políticas del Fondo Monetario, y desde ahí levantar un programa mínimo hacia la construcción de un gobierno democrático, que abra espacios y valide caminos hacia la construcción del socialismo.

Conforme a los procesos que mencionas de América Latina, cual es la situación concreta de Colombia en relación con estas luchas sociales, que posibilidades reales de acercamiento y coordinación existen, y háblanos también de la huelga nacional convocada el 12 de Octubre de 2005.

Lo primero es la recuperación de las ideas revolucionarias y de la política de oposición que viene consolidándose, y que viene impulsando formas importantes de la lucha social. Podemos destacar en este año el proceso de las mingas realizadas por los indígenas y los campesinos, especialmente en el Cauca y el Tolima, en el proceso de lucha contra el ALCA. La lucha por unos servicios públicos domiciliarios eficientes y contra las tarifas que imponen las multinacionales, también contra la privatización que vienen haciendo, no solo en el actual periodo, también en los pasados gobiernos. Ahí están los puntos de acercamiento. Todo lo anterior ha conllevado a que entendamos la necesidad de crear un espacio que se llama la Gran Coalición Democrática. Gracias a la Gran Coalición, mediante la cual hemos empujado con bastante éxito la jornada nacional de protesta del 12 de octubre, básicamente contra la firma del ALCA y contra la reelección de Uribe.

Que hay de cierto en la publicitada popularidad del presidente Uribe, de la que hacen eco CNN y otros medios internacionales ¿En qué consiste dicha popularidad?

Es cierto que Uribe Vélez, a raíz de la parafernalia organizada mediante una millonaria campaña mediática, mantiene una supuesta popularidad, muy bien prefabricada, pero que no es la que dicen las encuestas. Bajo el sofisma de distracción de que está combatiendo el terrorismo y la corrupción, gente de las altas esferas e inclusive gente de clase media, mantiene expectativas en Uribe. También en sectores empobrecidos se confunde la autoridad con el autoritarismo, pero a la hora de la verdad hay un proceso regresivo y violento, que va a ser la más grande frustración que sufrirá el pueblo colombiano. Las encuestas no consultan la opinión de los desplazados que son más de tres millones, tampoco a los campesinos o indígenas, a los sindicatos y a millones de desempleados.

El gobierno de Uribe es autoritario y empieza a escalar los primeros peldaños en la aplicación del fascismo. Es un gobierno fundamentado en dos pilares esenciales. Uno es el de la seguridad democrática, que tiene dentro de sus ejes, meter a la población civil en el conflicto armado, para jalonar y materializar el Plan Patriota. Este plan es una estrategia político-militar del gobierno norteamericano para acabar con la insurgencia, para acabar con el movimiento social que lucha contra sus políticas. En ese marco Uribe Vélez ha legalizado el paramilitarismo en Colombia, como soporte de su campaña hacia la reelección de la presidencial.

¿En que consiste esa legalización del paramilitarismo?

La legalización del paramilitarismo consiste en darles reconocimiento político, luego del movimiento táctico que hicieron las AUC, después de que han acabado con el 70% de la población rural. Hoy la oligarquía ha entendido que Colombia es un país urbano, y entonces traen los paramilitares a las ciudades para ejercer un mayor control de persona a persona, haciendo política armada, política de la amenaza y del constreñimiento. Uribe aprueba con las mayorías del Congreso de la República, que son los grandes oligarcas y representantes de los grupos económicos, y los representantes del paramilitarismo, la Ley 975, bajo tres principios universales que son: la verdad, la justicia y la reparación, pero que en esa ley no se consagran, porque se está dando es un proceso de legalización, un proceso de perdón y olvido de los crímenes del paramilitarismo.

Organismos internacionales de derechos humanos, entre ellos Amnistía Internacional, han declarado su frustración luego de que la Unión Europea, parece va a respaldar el proceso político que adelanta Uribe con los grupos narcotraficantes disfrazados de paramilitares. ¿Que opinión tiene al respecto?

Eso de la Unión Europea no es nuevo. Hace mucho rato los cambios políticos de Europa están tendiendo hacia un proceso de derechización. Fue así como Aznar se convirtió en punta de lanza del proceso del parlamento europeo y quien ganó mayoritariamente en ese parlamento fue la derecha. La Unión Europea ha venido haciendo donaciones al gobierno de Uribe, en el sentido de la cooperación internacional, pero esos dineros vienen siendo invertidos en la guerra y en la aplicación del terrorismo de Estado.

Casi 38 millones de euros aportó la Unión Europea para contribuir al proceso de los, entre comillas, famosos laboratorios de paz, en el Magdalena Medio, en el Cauca y diferentes regiones, pero eso lo que busca en realidad es el sometimiento de la insurgencia, y con el asistencialismo y proteccionismo generado con estos recursos económicos, convertir a la población civil en informantes, desarrollar la política del zapeo jalonada por Uribe Vélez, y parece que se va a seguir presentando.

Las visitas de Uribe a Europa y EE.UU. y otros países, y el papel que están jugando las embajadas y los consulados colombianos en todo el mundo, es para afianzar el programa de derecha en cabeza de Uribe Vélez, desde luego, que es muy preocupante el comportamiento de la Unión Europea últimamente, porque cuando más se profundiza la violación a los derechos humanos en Colombia, cuando se está legalizando el paramilitarismo, entonces la Unión Europea que había sido celosa con eso, hoy día está tendiendo hacia el favorecimiento del gobierno de Alvaro Uribe Vélez.

¿Podríamos decir entonces que el proceso que adelanta el gobierno colombiano con los grupos paramilitares, en cambio de bajar la intensidad del conflicto, probablemente lo va a intensificar?

Va a profundizar el conflicto, y la prueba es que en los años que lleva Uribe de gobierno, y desde que empezó las conversaciones con los paramilitares, son más de 2600 los muertos a manos del paramilitarismo, y aún hoy, bloques y comisiones que supuestamente están desmovilizadas siguen asesinando. El caso de los paramilitares que están desmovilizados en Bogotá, en ciudad Bolívar, donde han asesinado a más de cien jóvenes que tenían algún proceso organizativo hacia el desarrollo de la sociedad.

Hoy vemos como poblaciones completas están sometidas al papel del paramilitarismo, y siguen cobrando cuotas, siguen amenazando, siguen implementando la violencia sexual y siguen implementando el problema del narcotráfico, que de paso se está legalizando con la figura de los paramilitares. Otro fenómeno es que está aumentando la delincuencia común en los cinturones de miseria en las grandes ciudades.

¿Qué tan cerca o lejos está la posibilidad de un proceso de paz con la insurgencia, con el ELN por ejemplo, grupo al que Uribe le ha insistido ofreciéndole anzuelos, y con las FARC-EP el acuerdo humanitario de intercambio o canje de prisioneros de guerra?

Siempre estamos convencidos que en Colombia hay buscarle una salida al conflicto mediante una solución política, pero una solución que brinde caminos de solución a la problemática social en Colombia. No es la paz de los sepulcros, no es la paz de la rendición de la insurgencia, no es la paz de la desmovilización, es la paz que garantice una vida digna a través de un bienestar y a través de un modelo de desarrollo democrático, diferente al que se implementa hoy. Hombre, hay que agotar todos los recursos, hay que insistir en que las organizaciones, siempre y cuando el gobierno garantice los espacios y escenarios, vuelvan a dialogar, y por ahí es posible el acuerdo humanitario.

En Colombia yo tengo la percepción, de que nunca se ha dado un proceso de negociación entre el gobierno y la insurgencia, hablo de las últimas décadas en el caso de FARC y ELN, porque sí hubo un proceso de negociación pasado entre el gobierno con el M-19, el PRT, el EPL y otros, pero hoy las condiciones son totalmente diferentes y el diálogo tendrá que ser mas serio y profundo. Ahí están vigentes los puntos planteados en la agenda de las FARC, ahí están vigentes los puntos planteados y la propuesta de convención nacional del ELN.

El ELN por ahora está buscando un escenario, mediante la casa de paz en Sabaneta Antioquia, punto donde el ELN a través de Francisco Galán quiere discutir con la sociedad civil, con las organizaciones sociales, con los movimientos políticos alternativos, cómo sería el enfoque de una solución política en Colombia. En ningún momento eso va más allá de los compromisos de ubicación de esa casa por un periodo de tres meses. Algunos abrigamos la esperanza de que se cumplan las agendas y que esos tres meses se sigan prorrogando y se siga dando la discusión. Se equivoca cualquiera que en estos momentos esté pensando que el ELN esté pensando en un proceso de negociación, porque las diferentes entrevistas que yo he leído, sobre el proceso de sistematización de los comandantes del ELN, deja claro que están explorando caminos, pero que en Colombia el proceso de solución política también depende de la unidad de la insurgencia.

No puede el ELN negociar una solución política y las FARC aceptar ese proceso de negociación como la solución política, e igual cosa sucedería si fuera con las FARC, entonces, como está la situación ahora, cada cual debe explorar por su lado al máximo, con el apoyo de las organizaciones sociales y de la sociedad civil y luego hay que mirar, porque la solución política en Colombia deberá terminar en una mesa que tenga tres lados: en un lado el gobierno con todas sus instituciones, ahí incluido el proceso con los paramilitares, dado que el paramilitarismo es responsabilidad del Estado y del gobierno; en el otro costado, debe estar la insurgencia, desde un proceso de coordinación y unificación, y en tercer lado las organizaciones sociales representativas de lo que está organizado en el pueblo colombiano.

¿Tiene futuro un proyecto democrático de la izquierda colombiana, mientras no haya una solución política del conflicto armado?

Hombre, va de la mano lo uno con o otro, en la medida que se vaya logrando la construcción de un gobierno democrático, a través del desarrollo del poder popular, porque el poder popular sencillamente es el proceso de organización y educación del pueblo, entonces ese pueblo va desarrollando unos procesos en la comunidad, no para solucionar la responsabilidad del Estado, sino para ir construyendo espacios democráticos, y desde luego, en esa misma medida va avanzando la discusión de la solución política del conflicto armado interno.

Un gobierno democrático de verdad, abre las puertas hacia la construcción del socialismo, y la construcción del socialismo es lograr una vida digna, mejores condiciones y bienestar, y en la medida que haya una situación social resuelta, entonces las banderas de la insurgencia van dejando de tener sentido, y en ese caso yo no sé que hará la insurgencia, si entregará las armas, hará un monumento con ellas, o como han dicho que esas armas son del pueblo se quedarán en el pueblo. La insurgencia en este proceso no tiene la disponibilidad para contarse, es un proceso diferente, y la gente que está alzada en armas, quedará inserta en los procesos sociales y de desarrollo.

A finales de Noviembre de 2005 se llevará a cabo el V Congreso de la CUT, un evento que atañe a la sociedad colombiana y particularmente al movimiento popular. No solo se abordarán temas de la agenda nacional e internacional, también y según la convocatoria, sobre la situación orgánica de la central, su posición contra el ALCA y la reelección de Uribe. ¿Que esperas del Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores?

El congreso de la CUT es el evento más político de los que se desarrollan este año en Colombia. Han habido otros congresos, como el del Partido Liberal, el del Polo Democrático Independiente, de Alternativa Democrática, pero este Noviembre realizaremos el congreso nacional de la principal central clasista de Colombia. La CUT es el reflejo del genoma político que se vive en el país, y todas sus organizaciones afiliadas tienen vida política a través de procesos organizativos de los trabajadores.

Nuestro congreso, entre otros temas, tiene que discutir caracterización y ubicación del momento político y los grandes conflictos sociales que vive Colombia, los problemas relacionados con la impunidad, la falta de garantías sociales, el menoscabo de los derechos civiles y políticos por parte del gobierno de Alvaro Uribe Vélez, y dentro de la caracterización del gobierno Uribe, la legalización del paramilitarismo. También tendremos que ver las tendencias de la coyuntura, y en esa dirección reflexionar sobre las respuestas y el comportamiento táctico en la lucha de los trabajadores colombianos.

¿Que connotación tiene la visita de la Organización Internacional del Trabajo – OIT a Colombia?

Tiene un significado político, porque en realidad lo que deja son recomendaciones, las cuales, es posible que Uribe no cumpla, así como no ha cumplido con las recomendaciones de Naciones Unidas en materia de derechos humanos. Pero de todas maneras, es una sanción política para el gobierno de Uribe Vélez. Se trata de una comisión tripartita, compuesta por empresarios, gobierno y trabajadores, que visita países y gobiernos donde más se violan los derechos humanos, los derechos fundamentales, especialmente los derechos sindicales. Los trabajadores colombianos, y el mismo movimiento sindical a escala mundial, tienen muchas expectativas en la OIT. Es un proceso que aspiramos conlleve finalmente a la comisión de encuesta, porque nosotros vamos a seguir luchando por la comisión de encuesta, dado que esa si es una sanción concreta para el gobierno de Uribe Vélez.

¿En que consiste la Campaña Internacional de solidaridad con el pueblo colombiano que se está gestando desde Canadá?

Bueno, es una campaña que va más allá de reclamar solidaridad con el movimiento sindical, porque es en general con el pueblo colombiano, porque el movimiento sindical, pese a su crisis, está mínimamente organizado y de cualquier manera denunciamos los muertos y los atropellos, y tenemos relaciones sindicales en el mundo. Pero hay unos sectores sociales todavía más sometidos por el terrorismo de Estado, como por ejemplo del campesinado y los indígenas, entonces la campaña hay que proyectarla con el pueblo colombiano a través de todas sus expresiones organizativas, incluyendo a los estudiantes.

La campaña internacional lo que buscaría es generar un proceso de sensibilización y denuncia, y estimular a que los organismos internacionales se vinculen a la campaña, igual que otros gobiernos en el mundo. Que se proyecte la solidaridad, no solo en recursos económicos, que haya hermanamiento de las organizaciones sociales de países, que haya acompañamiento permanente en Colombia de organizaciones internacionales, y que los países puedan colaborar sacando en pasantías a dirigentes sociales y políticos que estén en peligro. Es una campaña internacional, que las mismas organizaciones que hemos visitado en Toronto, Montreal, Quebec y Ottawa están organizando, hay también gente interesada en Vancouver, y se busca proyectarla hacia otros países, trabajo que se ha venido haciendo en Europa y ahora en Norteamérica.

También servirá para rechazar las atrocidades que vienen cometiendo las multinacionales en la violación a los derechos fundamentales en diferentes países, no solo en Colombia. Esas multinacionales violan los derechos en cada uno de loa países donde llegan, violan la legislación laboral, violan los convenios, y están acabando con la economía nacional. Si bien los países tercermundistas necesitan de la inversión del capital extranjero para continuar su proceso de desarrollo, hay que establecer unas reglas claras, de como es el proceso de la inversión extranjera en los países subdesarrollados. Las transnacionales solo les interesa la ganancia, sin tener en cuenta a los trabajadores y aún desplazando poblaciones, perjudicando el ecosistema y el medio ambiente y a la población en general, entonces hoy, la lucha contra las multinacionales es una lucha a escala mundial, es una lucha contra la globalización, es una lucha contra la aplicación del modelo neoliberal.

Domingo, ya casi son tres décadas de firme compromiso con las luchas sindicales y revolucionarias en Colombia. ¿Que sueñas y esperas de tu lucha?

La mayor riqueza y el mayor tesoro a que puede aspirar un luchador social, un activista político y un revolucionario, son que su lucha contribuya a los cambios y transformaciones, mejorando en un sentido progresista y equilibrado al ser humano, que recuperen al ser humano, cambios con los que seamos capaces de construir una sociedad justa, donde seamos capaces de construir un mundo diferente al que impone el capitalismo salvaje, y donde seamos capaces de construir un país o una nación que tenga como base una forma auténtica de democracia, otro concepto de desarrollo comprometido con la justicia social.