Ha cerrado uno de los procesos electorales previstos para este año en Colombia. Se trata de la escogencia de los nuevos integrantes del poder legislativo en sus dos cámaras (Senado y Cámara baja) y de la selección de los candidatos presidenciales de las tres coaliciones que se conformaron para definir el nombre que las representara en las votaciones para definir el jefe de la Casa de Nariño para el cuatrienio que se extienden entre el 2022 y el 2026.
Los siguientes son los hechos más significativos de esta histórica jornada que ha sintetizado una de las etapas más intensas de la historia política nacional en que el movimiento social ha protagonizado descomunales acciones contra el neoliberalismo y el régimen político oligárquico.
Primero. La consulta interna del Pacto histórico se acercó a los 6 millones de votos, y en la misma triunfo el Senador Gustavo Petro con 4 millones 500 mil sufragios, seguido por Francia Márquez, una líder afro del cauca que recibió el respaldo de 800 mil electores. El multitudinario respaldo a Petro implica un profundo viraje en el campo político nacional que se inclina hacia una izquierda transformadora en la perspectiva de los derechos fundamentales de millones de colombianos, de repudio a la corrupción y a la violencia del régimen uribista neonazi.
Segundo. La lista al Senado del Pacto Histórico se ubicó en primer lugar con cerca de 17 senadores, lo que refleja el repudio de las mayorías ciudadanas del clientelismo y de la aberrante corrupción de la casta política representada por Uribe Vélez, Ivan Duque, Andrés Pastrana y otros personajes retardatarios de la política regional.
Tercero. La elección de una robusta delegación de Representantes en la Cámara baja, con 25 legisladores que reflejan y representan las provincias y regiones de la nación, incluidas sus organizaciones populares, agrarias y sindicales.
Cuarto. El desplome electoral de las dos estructuras más retardatarias del país como el Centro Democrático de Uribe Vélez y Cambio Radical del ex Vicepresidente German Vargas Lleras.
Quinto. La caída y debilitamiento de poderosas mafias regionales como la de los Char en Barranquilla y la de Dilian Toro en Cali.
Sexto. La mengua del poder y la hegemonía de la ultraderecha uribista y de sus aliados, aunque el ex alcalde de Medellín Federico Gutiérrez fue el señalado para representar el denominado Equipo Colombia en la disputa por la presidencia que será competido por otros derechistas como Rodolfo Hernández, Vargas Lleras y los voceros religiosos de ocasión.
Séptimo. La oxigenación del potente movimiento social y popular que gana espacios para retomar sus banderas por una Renta básica para 5 millones de familias pobres, por la eliminación del Esmad, por la paz, por la reforma agraria, por una Asamblea Constituyente soberana y por la depuración/disolucion de los aparatos armados del Estado infiltrados por las mafias y las redes de corrupción.
Lo previsible es que en los próximos meses regresen las acciones de masas, las huelgas, paros cívicos y marchas populares para desalojar de las instituciones públicas locales los grupos criminales que han secuestrado alcaldías como la de Armenia, la gobernación del Meta, la de la Guajira, la del Valle y Cauca. Para demandar la suspensión del Plan Artemisa del Ejercito que destruye los Parques Naturales de Tinigua, Macarena y Chiribiquete en el Meta; y para exigir la disolución de estructuras militares criminales como la Fudra y la Fuerza Omega en los departamentos del Meta, Guaviare y Caquetá, en donde el Comando sur y el generalato neonazi colombiano desangran a los campesinos con masacres, asesinatos y falsos positivos como los que se han dado recientemente en la parte media del Rio Guayabero a la altura de Puerto Cachicamo, Puerto Nuevo y Nueva Colombia, donde los comandos contraguerrilleros han asesinado, en condiciones de indefensión, a reconocidos líderes agrarios y de los cocaleros, incluyendo sus familias, esposas e hijos.
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