El activista colombiano por los Derechos Humanos, Julián Gil, ha participado en sendas charlas en Boltanya y Zaragoza para explicar ¿qué está pasando en Colombia? ¿Por qué llevan más de dos meses movilizados en marchas y protestas? En este artículo hace un breve resumen de sus charradas por territorio aragonés.
Desde muchos lugares del mundo nos preguntamos ¿qué está pasando en Colombia? ¿Por qué llevan más de dos meses movilizados en marchas y protestas? Es que muchos de los que habitamos estos lugares tuvimos que salir de Colombia hace varios años en busca de trabajo, mejores condiciones de vida y algunos también huyendo de la guerra, pero también teníamos una idea de que la guerra había terminado después de la firma del acuerdo de paz con la insurgencia de las FARC y que a partir de este momento, en el reino de la paz todo estaría en favor del progreso y la mejoría de las condiciones de vida para los que no conocían un trabajo digno, o un techo propio.
Contrario a este anhelo compartido con muchas personas y organizaciones solidarias que desde hace años acompañan los procesos sociales en Colombia, nos despertamos cada día con noticias que desconciertan nuestro imaginario de la paz, para enterarnos que todos los días están asesinando a líderes y lideresas sociales sumando al día de hoy más de 1215 desde la firma del acuerdo de paz; y parece una cuenta de terror pero es preciso decirla, escribirla contarla a todas las personas que seguimos despertando.
El día de ayer fue cometida la masacre número 58 del año 2021, y de la “democracia más sólida y antigua del continente” parece que se le estuviera develando su verdadera esencia públicamente, y que las voces de miles de jóvenes, campesinas, indígenas y gente de barrio tuvieran eco en las montañas del pre pirineo aragonés en Boltanya y en el centro Cultural Luis Buñuel de Zaragoza, donde los días 23 y 25 de julio nos dimos cita el Comité internacionalista de Zaragoza, la plataforma SOS Colombia de Zaragoza y de Boltanya, y muchas personas solidarias, para analizar críticamente lo que sucede en nuestra Colombia y también lo qué podemos hacer para visibilizar y construir desde cada territorio en donde nos encontremos.
Vamos con este dolor de comprender que lo que pasa estos días en medio del paro nacional, es el resultado de unas profundas asimetrías sociales, políticas y económicas que con los años se han agudizado y aumentado la brecha entre los pocos que poseen todo y las mayorías que no poseen más que deudas y un miedo impuesto que impide hablar o decir lo que se piensa. En esta situación se ha pretendido callar el hambre con garrote, y garantizar los derechos a la vivienda, al trabajo, a la educación y al territorio dando rienda suelta a la violencia de Estado impartida por la policía nacional, el ESMAD- Escuadro Móvil Antidisturbios, el ejército nacional y los grupos paramilitares, que golpean amenazan, desaparecen y asesinan.
Ya no es un secreto que estas prácticas genocidas son las que medían las relaciones de poder en Colombia y que así se negocian las exigencias que millones de personas han expresado en los últimos meses en las calles. Con el pasar de los días y de espacios como estos, donde podemos conversar y escuchar nuestras angustias y deseos de poner también nuestro aporte, vamos aclarando mucho más nuestra visión de lo que pasa en Colombia.
También vamos descubriendo que desde estas latitudes es nuestro deber no callar y mantener la voz en alto en las plazas públicas, en los colegios, universidades, lugares de trabajo, para dar a conocer lo que pasa en Colombia; es, quizás, el inicio de lo que puede seguir sucediendo en otros pueblos del mundo, donde la injusticia y el silencio de los Estados se hacen cómplices de la muerte y la negación de derechos de la gente.
Siguiendo el mejor ejemplo de la minga indígena y la asamblea nacional popular vamos a seguir forjando espacios de dialogo, movilización y unidad con todas las organizaciones y personas que queremos defender y cuidar la vida.