Recomiendo:
0

En Colombia también las mascotas se parecen a sus dueños

Fuentes: Rebelión

Aquí en Europa, los vendedores de animales domésticos o mascotas (pets en inglés para que me entiendan en Colombia) cuando aconsejan a algún comprador que se acerca a su tienda, le indican con todo respeto (como manda el manual de derecho internacional humanitario de las mascotas (DIHM), que existe un viejo refrán de la sabiduría […]

Aquí en Europa, los vendedores de animales domésticos o mascotas (pets en inglés para que me entiendan en Colombia) cuando aconsejan a algún comprador que se acerca a su tienda, le indican con todo respeto (como manda el manual de derecho internacional humanitario de las mascotas (DIHM), que existe un viejo refrán de la sabiduría popular compartido por la mayoría de las lenguas indoeuropeas que sentencia así: «las mascotas se parecen a sus dueños». No solo en lo físico, sino en sus comportamientos. Y para confirmar el aserto del viejo refrán basta simplemente ver las fotos y leer la entrevista que el diario el Espectador (18.11.2.019) hace al consejero presidencial para la Seguridad Nacional (vaya con el término) Rafael Guarín, quien con un brinco de sapo, saltó de la inefable revista Semana, donde escribía las más extremistas y flamígeras diatribas uribistas sacadas de lo mejor de los manuales contrainsurgentes, al «Palacio de Nari» para cuchichearle al oído al presidente Duque sobre tan complicados asuntos. ( Ver https://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-problema-no-eran-las-farc-era-la-coca-consejero-presidencial-de-seguridad-articulo-891506

Varios son los profundos temas que aborda el señor consejero de la Seguridad Nacional Guarín, que se resumen en el titulo de la mencionada entrevista: «El problema no eran las Farc, era la coca». En adelante, toda su profunda argumentación se reduce a confirmar esta simpleza dictada desde las oficinas del norte continental y, a reducir una muy compleja, contradictoria, explosiva y mortífera situación social que se vive en el Departamento del Cauca con los más pedreros, simples y provocadores argumentos: «En el norte del Cauca, si uno saca la mano por la ventana del carro blindado con escoltas del ejercito que me trasportó, a lado y lado recoge hojas de coca y marihuana». Y como buen contrainsurgente a plantear una hipotética y extravagante relación matemática inversa entre hectáreas sembradas de coca con el número de hombres de la Task Force que las combaten. A menos hombres armados de la fuerza de tarea «Apolo», ampliación en 5 veces el número de hectáreas sembradas con coca, y desde luego, de estructuras armadas residuales y extranjeras (ojo, residuos de no se sabe qué, y más ojo con esta peligrosa afirmación: «hay una estructura armada bajo la dirección de un cartel extranjero» sic).

Contra las cuales, el gobierno dispone no solo de la Constitución (contrainsurgente) y las leyes (contrainsurgentes) sino en especial la ley (contrainsurgente) número 1908, (sic) que permite al gobierno a definir los «Grupos Armados Organizados» y el tratamiento que se les debe dar, sin importar si allí hay niños por rescatar. Ergo, el bombardeo que en lugar de rescatar niños los descuartizó, es, como lo afirmó el presidente, «legal y legítimo», y, en la eventualidad de que hubiese habido una presunta o posible violación al Derecho Internacional Humanitario, para eso están las autoridades (contrainsurgentes) encargadas de investigar y sancionar. Lo que con mucha seguridad no ocurrirá y así se evaporará la responsabilidad o mejor, se contribuirá a la cadena de impunidades oficiales. De ahí la importancia del debate político que se le hizo al ministro de defensa Botero por los bombardeos contra niños que se zanjó con su inocua renuncia, pero se subsanó de inmediato sentando en el sillón de defensa al «caleño» Holmes Trujillo, comisionado de Paz del gobierno Samper, acusado por las autoridades estadounidenses de recibir dineros del cartel de Cali para llegar a la presidencia de la república, y poniendo en su remplazo a la también «caleña» Claudia Blum en la cancillería para que termine el cerco contra Venezuela. Al parecer, o «presuntamente», todo parece indicar, o sugerir, apuntar hacia la posibilidad, o la eventualidad, etc, de que el cartel de Medellín haya absorbido al cartel de Cali, para mayor honor, prestigio y gloria del presidente.

Ahora bien, si se analizan las superficiales afirmaciones del consejero Guarín sobre el fracaso del acuerdo de paz en Colombia y el reciclamiento del conflicto social armado colombiano soportado sobre la base de la «lucha contra las economías ilícitas» en este momento geoestratégico en Nuestramérica, que al parecer ha vuelto a poner en la actualidad el importante libro del teórico leninista uruguayo Rodney Arizmendi. «problemas de la revolución continental» 1.962, con el que abrieron los ojos varias generaciones de latinoamericanos y caribeños en la década de los 60´s, es fundamental desentrañar la esencia contradictoria de la coyuntura que vivimos en el continente y tener en cuenta los siguientes aspectos:

1– La contradicción principal hoy en Nuestramerica (lo están demostrando los acontecimientos de masas que se están viviendo en todo el continente) es entre el Pueblo Trabajador de cada una de esas naciones enfrentado con una oligarquía cipaya y lacaya del Imperialismo y su sistema de explotación y depredación Neoliberal en crisis generalizada que se pretende conservar como sea, y, no entre minorías (elites) y las grandes mayorías. En Colombia la herramienta imperialista de dominación es la pretextada War on Drugs o guerra contra las drogas expresada de forma florida por el consejero Guarín.

2– En Colombia el fracaso del Acuerdo de Paz de la Habana tiene varias aristas estructurales que echan por tierra la retórica del consejero, similar a Duque:

a) La perfidia de la clase dominante de santistas y uribistas (ambos de derecha y cipayos) que unos de manera hipócrita simularon la paz para «conejiarla» o engañarla y otros, más abiertamente, volvieron trizas ese maldito papel, castrando lo que el académico Jairo Estrada llama ilusoriamente las «potencialidades de Acuerdo de paz» para habilitar, o crear, o desarrollar condiciones, que desatasen, o generasen, o desencadenasen mejores condiciones que hiciesen posible la superación de la violencia política. b) La caudalosa cascada de errores garrafales (nunca aceptados) de la dirigencia del partido político «la Rosa» surgido del Acuerdo de paz que desestructuró la fuerza político-militar de las Farc en varias otras estructuras y redujo su representación política a 5 mil votos; creando una obvia desproporción entre las curules que actualmente tiene en el parlamento colombiano con su miserable representación real en la sociedad.

c) la base económica con sus dos problemas fundamentales: Uno, la estructura de la tenencia y uso de la tierra consustancial a la naturaleza política del Poder dominante en Colombia que, según los estudiosos del problema agrario colombiano al comparar el censo agropecuario del 2.014 con la muestra agropecuaria de 1.954; muestran cómo de una población total de 13, 8 millones de colombianos se ha pasado a 45,5 millones de habitantes. Se ha aumentado la superficie ocupada de 27 millones de hectáreas a 68 mill/has. Se ha reducido la superficie cultivada de 6 mill/ has, a 5,7 mill/has. Se ha aumentado la superficie de pastos de 13 mill/has, a 34,4 mill/ has. El numero de cabezas de ganado ha pasado de 11 mill / cabezas de ganado a 26 mill/ cabezas ganado. De 8.093 explotaciones agrícolas de más de 500 hectáreas y que controlaban 11 mill / has, se ha pasado a 9.500 fincas que controlan 47, 2 mill/has. Y de 503.000 explotaciones de menos de 5 cinco /has, que controlaban 1´millon has, se ha disminuido a 368.000 minifundios con una superficie de 2,1 mill/has. Emanación del Poder que llevó a JM Santos a que en los diálogos de la Habana mientras se discutía el punto sobre la Reforma Rural, a expedir la ley 1776/2.016 que creaba las «zonas de interés del desarrollo rural económico y social (ZIDRES) para impedir el acceso de campesinos pobres y colonos a la tierra ociosa o baldía.

El otro asunto estructural y que JM Santos se negó a discutir desde el inicio de las conversaciones de paz fue el conocido concepto de «modelo económico» (sic) que mezcla en la práctica DOS modelos mediante un pacto mafioso-financiero-extractivista: i) de ganaderos, terratenientes, mafiosos y gamonales políticos que ven en el Acuerdo un obstáculo para mantener la captura de rentas obtenidas mediante el despojo hacho por los paramilitares oficiales, el narcotráfico y la ganadería extensiva como se demuestra en el párrafo anterior. ii) el gran capital financiero trasnacional interesado en orientar la lógica Neoliberal de la acumulación de capital por el despojo en los territorios en función del extractivismo, el mono cultivo y las economías de enclave, y el desarrollo de grandes proyectos minero-energéticos de acuerdo con la tendencia internacional de las «commodities».

Derivado de lo anterior, la implementación de las finanzas públicas en función del rentismo financiero-extractivista Neoliberal que llevó al gobierno de Duque a profundizar la desfinanciación del Acuerdo de paz de la Habana (vía disciplina fiscal y focalización del gasto público) heredadas de su antecesor JM Santos; como lo demuestran todos los estudios serios realizados sobre el Presupuesto General de la Nación 2.019 y los documentos de planeación nacional y que desfinancian el Acuerdo de paz.

c) Por último, la actitud refractaria de los sectores alternativos, en lucha contra este modelo neoliberal de explotación y acumulación de capital descrito, que no desean entender que se debe ir más allá de aceptar el hecho de que Colombia ha sido convertida por el imperialismo estadounidense en el Israel de Nuestramerica. Que se debe profundizar en el análisis sobre lo que la anterior frase significa en la geoestrategia actual del Imperialismo global. Que se debe ir a la naturaleza íntima y a las características específicas, incluida la historia política del Estado colombiano construido por el bloque de poder contrainsurgente (BPCi) a lo largo de más de 70 años de conflicto social armado, como un Estado contrainsurgente que incluso hoy día está desbordando sus propias fronteras para actuar, vía paramilitarismo oficial, o mediante agencias estadounidenses de mercenarios, o incluso directamente con misiones de la Fuerza Pública de Colombia en otros países hermanos como Venezuela, Centroamérica y ahora en Bolivia.

Entonces como se planteara por Arismendi en los 60´s la lucha de masas que se está librando en los más diversos escenarios de nuestro continente, con avances y retrocesos como son todas las luchas de clases, ha vuelto a poner tres problemas básicos al orden del día para la discusión: 1- El asunto del Estado (como lo define Gramsci: relación social de Hegemonía + Coerción) 2- La revolución continental y las vías de esta revolución 3- La lucha de masas (ojo siempre de masas) en todas sus expresiones creativas.

Con esto, terminar de una vez por todas con los análisis fáciles de responsabilizar de todos nuestros errores al adversario y no autocriticarse de los errores propios. Por ejemplo, sigo creyendo que conociendo la famosa sentencia del CHE Guevara en noviembre de 1.964 que nos dijo claramente que no se debía confiar en el Imperialismo ni tantito así, nada; fue un error político monumental (que no admite maquillaje) de la dirigencia de Bolivia haber llamado al OEA Almagro para que auditara las elecciones que acababan de suceder. Sabiendo además de sobra que en futbol los goles los mete el adversario cuando sabe aprovechar los errores del contrario. Pero bueno también se puede encontrar consuelo en las palabras de Lenin cuando dijo: «Una revolución merece llamarse revolución solo cuando muestra que es capaz de defenderse».

Así las cosas ¿logrará la movilización social colombiana convocada para este 21 de noviembre, insertarse en la rebelión de las masas que se está dando a nivel continental?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.