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Los años 50 y los más recientes

En contexto dos momentos en las luchas campesinas colombianas

Fuentes: Rebelión

I En una concurrida avenida de un sector plutocrático del norte de Bogotá, en un parquecito una cabeza gigantesca de color sepia mira hacia los automovilistas, con una mezcla contradictoria de indiferencia y crueldad. Allí en la inscripción del pedestal se lee: «Laureano Gómez Castro «1889-1965«, aludiendo a quien fuera jefe de estado de facto […]

I

En una concurrida avenida de un sector plutocrático del norte de Bogotá, en un parquecito una cabeza gigantesca de color sepia mira hacia los automovilistas, con una mezcla contradictoria de indiferencia y crueldad. Allí en la inscripción del pedestal se lee: «Laureano Gómez Castro «1889-1965«, aludiendo a quien fuera jefe de estado de facto en Colombia entre 1950 y 1953.

En términos históricos y legales este presidente colombiano fue sencillamente un oprobioso dictador que gobernó por la fuerza en nombre del partido Conservador, con un programa fascista bastante cercano a la ideología de la falange española por entonces sustento del estado de Francisco Franco [1] .

En el pensamiento político de Laureano (como se le conoce en Colombia), hasta 1943 se presenta una abierta posición internacional pro potencias del eje en plena Segunda Guerra Mundial; en lo local un acentuado rechazo al sufragio universal, ideas racistas, una irresistible fascinación por la utilización de la fuerza, en el marco de la exaltación de un catolicismo reaccionario [2] .

Sin embargo, el juicio de un extranjero contemporáneo que le conoció por sus funciones diplomáticas, es aún más drástico en el aspecto de sus reales ideas y propósitos: «Laureano es un oportunista [3] «. El gobierno de Washington nunca ha sido rencoroso, el pragmatismo es su lema, y luego de enero de 1943 (coincide con la derrota nazi en la Batalla de Stalingrado), Gómez Castro en el campo de las relaciones exteriores se torna pro estadounidense [4] , aunque el ideario falangista permanece; una no tan incongruente mezcla si vemos la historia del continente.

Laureano fue desde bien temprano un activo conspirador contra el moderado gobierno reformista del partido liberal de Alfonso López Pumarejo, en 1936 [5] , cuando el problema de la reforma agraria empieza a ser tomado como parte indispensable del bienestar general (Reforma Constitucional de 1936 y Ley 200). El embajador de la Casa Blanca en Bogotá Spruille Bradem, corroboró el tema de la conjura directamente en 1941 [6].

Al año siguiente del asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán y del Bogotazo subsiguiente (9 de abril de 1948), nuestro personaje, se convierte en candidato a la presidencia de la república por su partido falangizado.

Laureano Gómez Castro fue presidente mediante una elección sin competidor, en un estado de guerra civil con miles de muertos en las zonas rurales; su antecesor (Mariano Ospina Pérez también conservador), había a su vez ejecutado un golpe de estado contra el Congreso donde el partido Liberal es el mayoritario, clausurándolo literalmente a golpes de culata de fusil (9 de noviembre de 1949). Ya en el poder se hizo ostensible su talante político pues quienes eran fascistas reconocidos en los años 30, ocupan puestos claves del gobierno a partir de 1950 [7] .

El proyecto político laureanista y Conservador «era profundamente antinacional« [8] , algo muy característico de esta especie tercermundista de dictadura en favor del capital transnacional. En consecuencia por entonces ocurre la agonía del movimiento sindical colombiano impulsado desde finales de los años 20, estableciendo una contrarrevolución en la cual se instaura «el mayor poder con la menor libertad, la menor responsabilidad de estado con la mayor fuerza. [9] » En los campos de reforma agraria ni hablar.

Durante el gobierno de este autoritario líder se registran en Colombia las mayores muertes, destrucción y terror de toda la luctuosa era reaccionaria denominada ‘Violencia’, al tiempo que se intenta derogar la constitución vigente e estatuir una de rancio sabor corporativista. Todo ello alentado a través del medio de comunicación más pro fascista de toda América Latina [10] , algo de pleno conocimiento por ejemplo del periódico The New York Times, el cual no se llamaba a engaño con el inicio del gobierno de Gómez Castro, al cual adjetivaba sin eufemismos de fascista [11] .

Gómez Castro ya había advertido de sus intenciones, aliados y pretextos: «¡Guerra civil! Habrá guerra civil, y esperamos que ustedes (Estados Unidos) nos apoyen en ella para impedir que el comunismo se apodere de Colombia». [12]

Naturalmente de esto el gobierno de Washington obtiene gran provecho, como en el caso de la Guerra de Corea, donde el dictador a fin de acreditar su nueva fidelidad impone la participación colombiana con un batallón destinado de acuerdo con su visión del mundo, a fin de luchar ‘contra el comunismo’, ‘por la civilización occidental y cristiana’, toda una paradoja, cuando en Colombia las masacres y desplazamientos en las zonas rurales son cotidianas. Es en esta primera contienda de la Guerra Fría, y en ella el ejército colombiano es inicialmente incorporado dentro de los esquemas bélicos estadounidenses en su papel subalterno.

Las normas dictadas bajo esta dictadura no dejaban ninguna duda de su carácter brutal y de su intención de atacar poblaciones campesinas indefensas con fuerzas gubernamentales bajo un ilusorio ropaje de legalidad. Un despiadado decreto destinado a mantener ‘el orden público’ por esos días reza: «Se consideran bandoleros y contra ellos se emplearán las armas del ejército sin contemplación, los individuos mayores de 16 años que se escondan o huyan ante la presencia de las fuerzas militares, en cualquier lugar… [13] « Un decreto de pena de muerte.

Las movilizaciones sociales por estos años, están absolutamente prohibidas bajo la legislación del marcial ‘Estado de sitio’, con su consecuencial militarización de toda la vida cotidiana. Las más elementales libertades civiles se encuentran restringidas igualándolas a actos de subversión; las mayorías del partido liberal son sospechosas crónicas en este luctuoso periodo. Los campesinos son el objetivo especialmente en departamentos como Caldas, Tolima y Santander; los llanos orientales se sublevan ante la persecución.

Sin embargo, las relaciones con el gobierno de EE.UU. en esos años son excelentes en el plano económico, y el gobierno dictatorial prohíja un nuevo tratado llamado de ‘Amistad y Comercio‘ entre los dos países en 1951, en el cual los norteamericanos obtienen concesiones a través de cláusulas de protección a sus multinacionales por un supuesto peligro de expropiación y de facilidades a la remisión de sus utilidades a la casa matriz con la ayuda de la Oficina de Control de Cambios en Bogotá [14] ; en otras palabras, Laureano suscribe un acuerdo de protección de las inversiones gringas.

El fin del gobierno del camaleónico Laureano fue determinado por su precario estado de salud y un golpe de estado de tipo bonapartista el 13 de junio de 1953, cuando el general Gustavo Rojas Pinilla le depone en un cuartelazo incruento de esos de república bananera tan en boga por entonces; las oligarquías colombianas se habían puesto de acuerdo en que Gómez iba por el camino hacer que los desposeídos se levantaran en contra del sistema.

Sus actos en el plano constitucional fueron expresamente declarados inválidos mediante referéndum en 1957. La contienda interna por casi una década (1948-1958) deja el saldo de unos dos cientos mil muertos y el desplazamiento interno de campesinos a las ciudades, más grande de América Latina por entonces [15] ; en consecuencia grandes masas son arrojadas a la ciudades atiborrando las ciudades colombianas en cinturones de miseria y como mano de obra barata en la industrialización incipiente.

Los planteamientos reaccionarios de Gómez se preservan sin variación notable de los años sesenta en adelante en uno de sus hijos, Álvaro Gómez Hurtado [16] , en ejecución de una notable tradición de la oligarquía colombiana que ha instituido una especie de delfinato en materia de altos cargos públicos [17] .

Aproximadamente medio siglo después nuevos desplazamientos forzados con una guerra interna asimilable en algunos aspectos a la de la era de la ‘violencia’, producen en Colombia una nueva organización poblacional establecida por medio del terror y la fuerza, esta vez partiendo de la aplicación de políticas de entes internacionales controlados funcionalmente por la banca mundial como el FMI y el Banco Mundial, los cuales imponen la ejecución de planes que convierten a Colombia, un país ancestralmente agrícola, en una gran mina a cielo abierto, importadora de alimentos transgénicos de poderosas multinacionales imponiendo sus tóxicos productos.

Precisando en la materia, Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer, y BASF dominan el 75% de toda la investigación privada en agricultura, el 60% de la comercialización de semillas, todo el mercado de semillas transgénicas y el 76% de las ventas mundiales de agroquímicos [18] . Como es ostensible, gobiernos como el de Bogotá defienden estos intereses y no los de campesinos de su propia tierra.

En estas circunstancias, una seguidilla de gobernantes derechistas van aplicando tales directivas, yendo del superficial Andrés Pastrana Arango y el Plan Colombia ordenado desde el Capitolio de Washington, pasando por el tosco represor Álvaro Uribe Vélez asegurando el castigo a la oposición de tales procesos de desposesión campesina, para llegar a Juan Manuel Santos en el papel de pausado y elegante oligarca continuador y profundizador de los mismos; los tres resultan de hecho aplicantes de políticas cruentas de dictadura de capitales fundamentalmente extranjeros, en medio de una especie de incesante nostalgia armada, que hace de la sociedad colombiana tal vez la más militarizada del hemisferio. El saldo luctuoso no ha podido ser más catastrófico para la nación colombiana: otros doscientos veinte mil muertos [19] , en esta parte de su historia.

Concretamente en el presente siglo, el estado comunitario de Álvaro Uribe posee una concepción «donde los ciudadanos se involucran en la consecución de los fines sociales, reina el asistencialismo empresarial y el estado social de derecho es sustituido por agentes privados y se implanta un sistema neocorporativista que descarga el peso de la educación en ONG, cooperativas o padres de familia. [20] «. En otras palabras, nulo estado salvo para la represión y licencia para el desfogue de los capitales más especulativos y variadas empresas destructoras del ambiente en las zonas rurales: agroindustria de plantación y monocultivo, y minería a gran escala e inexistentes controles.

La legislación punitiva y las prácticas de castigo son tan crueles como aquellas de los años 50 del siglo XX. Una directiva del ministerio de Defensa colombiano establece el pago de ‘recompensas’ por el ‘abatimiento’ de ‘cabecillas y miembros de las guerrillas’, con una tabla con valores monetarios por el homicidio de los mismos [21] ; este documento oficial da lugar a que por todo el país ocurran homicidios de personas a las cuales se les coloca en estado de indefensión y se les mata haciéndoles pasar por insurgentes muertos en combate a fin de cobrar tales recompensas. Son los eufemísticamente llamados ‘Falsos positivos’, un crimen de lesa humanidad, del cual el estado colombiano y sus gobernantes son responsables de acuerdo al orden jurídico interno e internacional, qué decir del tribunal de la historia.

En el mismo sentido, los sindicalistas entregados a sus tareas no la pasan bien por estos tiempos en Colombia. Son asesinados, desaparecidos, torturados y hostigados a un nivel inigualado en el mundo [22] , con unos momentos de auge de esas abominables acciones coincidiendo con periodos de álgidas luchas sociales [23] . Lo incongruente es que estas afrentas ocurren en un país que los medios occidentales tienen contra toda evidencia como una democracia ‘modelo’.

Las propuestas electorales de los gobernantes en lo que va de la centuria ni siquiera centralizan en el estado las medidas represivas; allí se erigen ‘redes civiles de informantes’, ‘grupos de vigilancia comunitaria’, empresas de vigilancia para el espacio público adyacente a edificaciones particulares [24] . Como es sabido por los colombianos, se realiza una paramilitarización en manos privadas a manera de ley de oro incontrovertible; zonas rurales estratégicas son tomadas por destacamentos armados respaldado por la fuerza y el terror.      

(II)

En Colombia las elecciones presidenciales y de cuerpos colegiados de 2002 y de 2006 son tan distorsionadas por el terror desplegado por los cuerpos paramilitares controlando vastas zonas en el campo, que sencillamente no se puede hablar sino de la existencia de grandes fraudes electorales a la voluntad popular [25] , y sobornos a congresistas por parte de por lo menos ministros de Uribe Vélez con el propósito de aprobar la reforma constitucional permisiva de su reelección, lo cual es de dominio público.

La creación de una estructura de gobierno autoritaria y manipuladora de masas ab nausean, toma forma continuando el control social: «El estado comunitario fundaba un partido único: el partido del presidente y los consejos comunitarios como medios de masas. [26] »

Políticamente hablando ello se sustenta en el peso de un estado específicamente dirigido a salvaguardar por los medios a disposición un statu quo extremadamente injusto al servicio primordialmente de extranjeros. El poder dispuesto así intenta erigir una artificial simbiosis comunidad-gobernante; en circunstancias así los partidos políticos están demás, el estado raquítico en sus funciones sociales, empero hipertrofiado en fuerza, se personaliza [27] en un líder histérico e histriónico sostenido por intensivas operaciones psicológicas de manipulación.

Prueba de esto último son los resultados exhibidos por el aparato técnico-burocrático uribista, tan exagerados para tan sólo los primeros tres años que resultan abiertamente sospechosos de ser una treta contable más de tecnócratas neoliberales [28] , falseantes vergonzosos de la realidad.

Allí en el doble periodo de Uribe el sentido paternalista chabacano y populachero es impregnado en el discurso rutinario del jefe de estado como melosa demagogia [29] , atenuadora de los suplicios causados; la brutalidad y la fuerza junto con el terror generalizado en particulares áreas con tierras ambicionadas por los grandes capitales se institucionalizan y siendo amañadamente racionalizadas, no por algún reato de conciencia, sino para no desmotivar a inversionistas extranjeros: estos es la Ley de Justicia y Paz y en general la desmovilización de los destacamentos paramilitares. De hecho y en derecho se presente una gigantesca contrarreforma agraria por vía armada.

Lo anterior hace tener presente como el fascismo en su modalidad contemporánea, es justamente definido por que el terrorismo desempeña un papel importante, en más amplitud que en el fascismo digámoslo, histórico [30] , y no obstante, contiene ayer como hoy una ideología férreamente contraria a la igualdad social, directamente reaccionaria sin reparar en métodos.

Estos principios de dictadura del capital, adquieren forma en la denominada ‘Seguridad Democrática’ del periodo Uribe, equivalente a mediano plazo no sólo una verdadera militarización de la sociedad colombiana en específicos lugares donde las luchas campesinas, indígenas y afros pueden resultar efectivas, sino también a un alistamiento para una guerra más allá de la contrainsurgencia interna, con un avituallamiento de tropas y artilugios de guerra [31] (fundamentalmente de EE.UU.), como para un conflicto internacional, no demasiado remoto dada la situación latinoamericana respecto a las naciones vecinas y hermanas como Ecuador (atacado en abril del 2008 por el ejército colombiano) y Venezuela, independizadas de las directrices de Washington, o Nicaragua puesta absurdamente como nación ‘expansionista’ en el mar Caribe [32] . Toda una política exterior antinacionalista y antilatinoamericanista de los gobiernos de la Casa de Nariño en más de tres décadas, con vergonzantes antecedentes en el robo de Panamá de 1903 a manos de EE.UU. y las actuales múltiples bases y tropas gringas en territorio colombiano.

Ya en el caso del actual presidente colombiano, Juan Manuel Santos de entrada en su discurso de posesión no da lugar a ninguna esperanza a los desposeídos de ciudades y campos, a pesar de frases como «A los pobres no les fallaré [33] «, una oda al cinismo; el mandatario invoca justamente al asesinado Álvaro Gómez [34] , a la vez que declara su empuje a los planes de explotación minera por el capital fundamentalmente foráneo, y de agroindustria impuestos por los entes transnacionales ya citados. Sin lugar a dudas, Santos posee el papel de garante de la aplicación de Tratados de Libre Comercio (TLC); sabemos de su carácter de tratados de protección de inversiones extranjeras contrarios a los intereses nacionales en especial de los campesinos, pequeños mineros, pequeña industria nacional (prácticamente extinta) etc. También son muy visibles sus endebles argumentos de ‘millonarios mercados de consumidores’ [35] , desgastados por las experiencias vecinas y mundiales.

Naturalmente, el plano internacional de las relaciones con la Casa Blanca son determinantes para los gobiernos de Bogotá, y en un contexto así el actual presidente no evita, o tal vez no lo puede hacer, afirmar públicamente algo que sería desastroso para cualquier otro jefe de estado del hemisferio: «soy pro estadounidense. Me eduqué en Estados Unidos [36] . ¿Y quién no lo sabía?

La pauperización de los campesinos en una nación plenamente autosuficiente en materia alimentaria, ya desde mucho antes de la invasión europea a Nuestramérica, es inconcebible para pueblos realmente soberanos y libres habitando fértiles suelos.

Un extranjero viajando por Colombia en el siglo XIX expresaba al respecto un cuadro que hoy parece de ciencia ficción dada la postración del agro: «El mercado de Bogotá… es seguramente único en el mundo por la variedad de sus productos que allí se encuentran todo el año. Figuran, al lado de las frutas de las zonas templadas, la naranja, el melocotón, la manzana, la pera uvas, melones, sandías, albericoques, toda la infinita variedad de frutas tropicales, la guanábana, el mango, el aguacate, la chirimoya, la granadilla, el plátano… y doscientos más cuyo nombre no me es posible recordar…Así todas frescas deliciosas y casi sin valor venal. ¿No es un fenómeno único en el mundo? Un indio de la sabana puede darse en su comida el lujo a que sólo alcanzan los más poderosos magnates rusos a costa de sumas inmensas y más completo aún…« [37]

Los violentos gobiernos neoliberales colombianos ha convertido al país en un importador de costosos alimentos de dudosos efectos en la salud, en beneficio exclusivo de multinacionales de lo transgénico y unos cuantos comerciantes; el perjuicio es generalizado y va en detrimento de la subsistencia, cultura, la soberanía de 50 millones de personas. El TLC con EE.UU. permisivo de la invasión de alimentos subsidiados y manipulados genéticamente desde la potencia en este orden de ideas, desde el punto de vista político es una claudicación de la soberanía y un intento de destrucción de fuerzas sociales resistentes al orden injusto, impuesto en primera línea desde la oligarquía nativa.

No está de más tener a la vista el compromiso indisoluble de Santos con los TLC ya firmados, especialmente el suscrito con Washington y su embeleso con otros por firmar, bajo los argumentos comprobadamente falaces de crear empleo en Colombia [38] .

Las consecuencias de abyecciones como las descritas conducen inevitablemente a protestas en todo el país en los últimos meses encabezadas por quienes ven extinguidas por la fuerza y triquiñuelas actividades indispensables para la subsistencia humana. El Paro Nacional Agrario resulta ser inicio de una resistencia organizada al despojo rural, poniendo en movimiento bastas capas sociales, incluso de las ciudades pequeñas e intermedias.

En los últimos meses y días el rechazo a tales extracciones y colonialismo ha sido como era de esperarse, en situaciones de peligro de sociedades lo percibido aún a pesar del periodismo paniaguado. El Paro Cafetero, Minero, del Catatumbo, y otros en varios departamentos han precedido al Paro Nacional Agrario; los indígenas del Cauca movilizados, los estudiantes en Bogotá, etc., muestran un ambiente colectivo de certeza en muchas regiones de imposibilidad de continuar tolerando estas extracciones.

La respuesta gubernamental de viva voz de Juan Manuel Santos ha sido la negación de la misma existencia de movilizaciones sociales por el amplio malestar social, junto con la militarizada represión con muertos, heridos y detenidos de por medio, obviamente en el campesinado en las regiones de cortes de carreteras y el estudiantado de Bogotá. A la razón se le opone la fuerza bruta y esta es establecida como eje a partir del cual el estado funda los motivos de su existencia cuando se militariza; así quien reclama es un insurgente.

A partir de allí deviene la contrainsurgencia, es decir el terrorismo de estado como respuesta al rechazo a políticas estatales; constado en actuaciones policiales encubiertas de francotiradores, agentes provocadores en marchas, instigaciones y saqueos clandestinos, omisiones sospechosas, propaganda en medios de comunicación y demás argucias como en cortes de carreteras y en las marchas del 29 de agosto pasado en Bogotá [39] , procurando la deslegitimación de los resistentes activos y con ello su castigo, operando desde lo ilegal.

Concretamente lo pretendido por las tácticas descritas es en este evento procurar por todos los medios a disposición la generación de respuestas violentas de los movilizados y en caso de no conseguirse ello, fabricar pérfidamente tales réplicas exponiéndolas mediáticamente de manera sistemática, con el objetivo de hacer aceptable cualquier abuso presente o futuro.

En lo resaltado es apreciable la instauración de un ambiente de terror y a la vez de uso preponderante de la fuerza, como política de estado. No de otra forma pueden explicarse los homicidios, golpizas, abusos, amedrentamientos, expuestos en redes sociales, esencialmente dirigidos a quienes más tienen por perder en una desposesión de las características enunciadas: los campesinos de todas las etnias, y los estudiantes concientizados que les respaldan e impulsan una reforma educativa salida de sus entrañas. A la estructuración de las presentes luchas sociales pacíficas y razonables, se le opone un clima ideológico de respuesta del gobierno de la Casa de Nariño, desde hace poco más de veinte años simple y llanamente fascistoide.

Este es el sentido de poner de presente aquella cabeza de Laureano Gómez, remembranza para muchos ya mayores de crímenes y oprobios. El monumento público en memoria de este caudillo de la historia colombiana permanece ha sido erigido sin que nadie se dé por enterado del significado de su presencia, inequívocamente exaltación a una época nefasta en la vida de los colombianos, en la cual ocurrieron actos de desprecio por la vida, crueldad y desposesión, sólo superados unos cuarenta años después por otra era de brutalidad y usurpación, lamentablemente aún en curso.

La influencia del pensamiento de este gobernante retardatario y falangista es notable aún en la política colombiana, aunque no es propiamente mentor o ideólogo preponderante de los más recientes gobernantes criollos. Empero, la acentuada perspectiva de ver las desigualdades como parte inamovible de la realidad nacional, a su vez reforzada por la anulación de facto de la soberanía, con tropas extranjeras ocupantes, construye la reluciente imagen de una ideología tardofascista de dependencia en Colombia a nivel de gobernantes.

Mirando el contexto geopolítico de lo relatado a los pacientes lectores, hemos de ver el papel del gobierno de los Estados Unidos tutor del colombiano en todos los aspectos; el escritor Arthur Miller expresaba en este sentido: «Me parece que la contribución más importante que puede hacerse al mundo no fascista (el gobierno de la Casa Blanca) es una nueva política exterior estadounidense comprometida, por lo menos a mantener sus manos fuera de las luchas civiles en otros países». [40]

Los numerosos movilizados reclamando derechos fundamentales en Colombia como en cualesquiera otros pueblos de nuestro continente y el mundo, saben bien de las experiencias triunfantes de sus luchas; basta con recordar el pasado, esto es, volver a pasarlo por el corazón, esto último otorga razón y fuerza.

La indiferencia y crueldad transmitida por aquella desmesurada cabeza de Laureano, es equivalente a la actitud de quienes en el sentido más amplio gobiernan Colombia; el monumento nos lo trae a la mente.



NOTAS:

[1] En 1937 Laureano Gómez rindió un homenaje a Franco y a sus emisarios falangistas en plena Guerra Civil Española en un acto en que señaló que «España, marchando hacia adelante, como defensor solitario de la cultura cristiana, ha asumido la vanguardia de las naciones de occidente en la reconstrucción del imperio de la hispanidad, y en sus falanges inscribimos nuestros nombres con gozo indescriptible… Bendecimos a Dios porque nos ha permitido vivir en esta época de imprevistas transformaciones y porque podemos exclamar con un grito que sale de lo más profundo de nuestro sentimiento: ¡arriba España, Católica e Imperial!». Germán Arciniegas. Entre el miedo y la Libertad. Cuadernos Americanos. México 1952. Pag.153

[2] Daniel Pecaut. Orden y Violencia: Colombia 1930-1953. Siglo XXI Editores. Bogotá. Pag.526, 527. Estudios Constitucionales. Ministerio de Gobierno. Imprenta Nacional. Bogotá 1953. Pag.12

[3] Spruille Braden embajador de los EE.UU. a SE. marzo 16 de 1941, 82100/1319. RG 59. NA. Silvia Galvis, Alberto Donadio. Colombia Nazi. Planeta Colombiana Editorial. Bogotá 1986. Pag 303.

[4] Bradem. Pag.59

[5] De acuerdo al mismo presidente López. Carlos Lleras Restrepo. Obras Selectas. Tomo V. ESAP.Bogotá 2008. Pag.586

[6] El representante del gobierno de EE.UU. le espetó a Laureano su conocimiento de que «los alemanes (nazis) le han prometido ayuda en caso de que usted pretenda dar un golpe de estado.» Bradem Ibídem.

[7] Arciniegas. Pag.153.

[8] Castellanos, Cordi. Pag.371

[9] Antonio García. Citado por Vernon Lee Fluharhty. La Danza de los Millones; Régimen Militar y Revolución Social en Colombia. (1930-1956). El Ancora Editores. Bogotá 1981. Pag. 150, 155

[10] El diario El Siglo de propiedad de Laureano. Arciniegas. 152.

[11] «No matamos al fascismo, y es evidente que de ello tenemos ahora prueba palmaria en lo que ha pasado en Colombia«. Editorial. Citado por Arciniegas. Pag. 164

[12] Bradem. Ibídem.

[13] Arciniegas. Pag.167

[14] Eduardo Saenz Rovner. Industriales, Proteccionismo y Política en Colombia. Intereses, Conflictos y Violencia. Historia Crítica Número 03. Universidad de los Andes. Bogotá enero-junio 1990. http://historiacritica.uniandes.edu.co/view.php/59/index.php?id=59

[15] En 1950 el 39% de los habitantes de Colombia vivían en ciudades, en 1960 este porcentaje ya asciende al 53. Stadistical Bulletin of Latin America Vol 8 No 1. Marzo 20 de 1971.

[16] Quien fue asesinado en plenas calles de Bogotá en noviembre de 1995, en un crimen, como es otra costumbre colombiana, sin esclarecer luego de 18 años de perpetrado y por tanto de impunidad; eran los tiempos del descubrimiento de la amplia financiación de parte de los traficantes ilegales hermanos Rodríguez Orejuela de la campaña del que sería presidente Ernesto Samper Pizano (1994-1998). Álvaro también posee un busto en la ciudad capital.

[17] Sin duda estos llegan a cargos de poder por el apellido y padrinazgo de sus padres: el nieto de Laureano es actualmente un reconocido senador derechista, Simón Gaviria hijo del ex presidente César Gaviria (1990.1994), a los 31 años resulta jefe del antiguo partido liberal y su maquinaria clientelista. María Jimena Dusán. La Renovación de los Delfines.http://www.semana.com/opinion/articulo/la-renovacion-delfines/251001-3 Y ejemplos así son muchos. El delfinato es toda una institución demostrativa de lo precaria que es la democracia colombiana controlada por un tráfico de influencias descarado.

[18] ETC Group. Informe sobre la concentración del poder corporativo. El carro delante del caballo: los cárteles de la agricultura trastornan el mundo. http://www.etcgroup.org/es/content/el-carro-delante-del-caballo-los-c%C3%A1rteles-de-la-agricultura-trastornan-el-mundo En Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=173830

[19] Gonzalo Sánchez (Coord.) ¡Basta Ya! Colombia Memorias de Guerra y Dignidad. Centro Nacional de Memoria Histórica. Bogotá 2013. Pag.20

[20] Fernán E. González. Adolfo Atehortúa Crus. Las Banderas del Presidente Uribe: Estado Comunitario, Seguridad Democrática, Revolución Educativa. La Carreta Editores. E.U. Bogotá 2007. 19

[21] Directiva ministerial permanente (secreta) Número 29 de 17 de noviembre de 2005. Pag.3, 4.

[22] Entre 1999 y 2009 en Colombia fueron asesinados las dos terceras partes de los sindicalistas en el mundo. Entre 1977 y 2011 allí fueron muertos 2.870 sindicalistas, se registraron 5.873 amenazas, hubo 283 atentados con o sin lesiones, se perpetraron 210 desapariciones, sufrieron 658 detenciones arbitrarias, fueron víctimas de 169 secuestros y se denunciaron 89 casos de tortura, para un total de 9.652 agresiones. León Valencia. Sindicalismo Asesinado. Random House Mondadori. Bogotá 2012. Pag. 25

[23] Valencia. Pag.99 ss.

[24] Atehortúa. Pag. 29

[25] » Una tercera parte de los enemigos de la democracia está adentro. Hace más daño una tercera parte agazapada dentro del Estado que un Estado abiertamente tomado por una dictadura, por lo menos en términos de vidas. Ciento sesenta y cinco mil colombianos pagaron con su vida este chistecito». Claudia López. Juanita León. Por fin entendí el Iceberg de la Parapolítica. La Sillavacía. Agosto 19 de 2010. http://www.lasillavacia.com/historia/17477

[26] Atehortúa. Pag.33

[27] Atehortúa. Pag.33

[28] Ver el Plan Nacional de Desarrollo. Hacia un Estado Comunitario. Balance de Resultados 2005. Departamento Nacional de Planeación- Sinergia. Bogotá 2006.

[29] ‘El puestecito’, el ‘acueductico’, la ‘carreterita’, la ‘platica’, etc.

[30] Stanley G. Payne. Editorial Planeta. Barcelona 1995. Pag.568

[31] En el primer gobierno Uribe se creó una división del ejército, 4 brigadas, 9 móviles, 6 batallones, de alta montaña, 31 escuadrones móviles de carabineros, 3 nuevos grupos de fuerzas especiales antisecuestro, 10 compañías meteoro (fuerzas especializadas del ejército), y 13 fuerzas especiales antiterroristas urbanas; fueron adquiridos 25 aviones Supertucano, 12 helicópteros Bell, 8 Blackhawck, 5 buques de apoyo, en el campo del espionaje plataformas cibernéticas, etc. Atehortúa. Pag.53

[32] «… porque difícilmente se puede permitir este grave expansionismo en el que está Nicaragua «, señaló la Canciller colombiana María Holguín. El Colombiano. Agosto 26 de 2013. http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/G/gobierno_se_solidariza_con_costa_rica_para_evitar_expansionismo_de_nicaragua/gobierno_se_solidariza_con_costa_rica_para_evitar_expansionismo_de_nicaragua.asp Con tan descabellados argumentos se da impulso a hostilidades a raíz de un fallo de la Corte Internacional de la Haya sobre aguas en el mar Caribe, en el cual la oligarquía criolla actuó en ejercicio de su tradicional negligencia y anti nacionalismo. Ver Inveterado anti nacionalismo de la oligarquía colombiana. Caso diferendo Colombia-Nicaragua. Rebelión Diciembre 8 de 2012. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=160383

[33] ¡Le Llegó la hora a Colombia! Discurso de Posesión del Presidente Juan Manuel Santos. Imprenta Nacional. Bogotá 2010. Pag.12

[34] Santos. Discurso de Posesión, Pag. 10

[35] Juan Manuel Santos. Estamos Cumpliendo. Discurso de Instalación de la Sesiones Ordinarias del Congreso 20 de Julio de 2012. Presidencia de la República. Imprenta Nacional. Bogotá 2012. Pag.8

[36] Semana. Febrero 12 de 2011. Entrevista al presidente Santos http://www.semana.com/nacion/articulo/preferiria-no-reelegirme/235459-3

[37] Miguel Cané, diplomático argentino 1882. Mario Germán Romero. Bogotá en los Viajeros Extranjeros del Siglo XIX. Villegas Editores. Bogotá 1990. Pag. 178

[38] Santos. Estamos Cumpliendo. Pag. 10

[39] Ver videos https://www.youtube.com/watch?v=xniwPu2Su44 https://www.youtube.com/watch?v=rt8ksDYwryk https://www.youtube.com/watch?v=m8Hz-FCujpE https://www.youtube.com/watch?v=HJwBDg9oiCw

[40] Fascismo en América. Nueva Política. No 1 Fondo de Cultura Económica 1976. Pag.12.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.