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En homenaje al 50 Aniversario de la Revolución Cubana

Fuentes:

Yo no se lo que es el destino, caminando fui lo que fui. Allá Dios, que será divino yo me muero como viví, yo me muero como viví, yo me muero como viví. Silvio Rodríguez Introducción El próximo 1 de enero de 2009 se cumple el 50 Aniversario del triunfo de la Revolución Cubana. La […]

Yo no se lo que es el destino,

caminando fui lo que fui.

Allá Dios, que será divino

yo me muero como viví,

yo me muero como viví,

yo me muero como viví.

Silvio Rodríguez

Introducción

El próximo 1 de enero de 2009 se cumple el 50 Aniversario del triunfo de la Revolución Cubana. La importancia y trascendencia en el desarrollo de los acontecimientos de América Latina, el Caribe y el mundo que este proceso ha impactado, imponen la necesidad de una reflexión pormenorizada de este acontecimiento en sus cincuenta años de desarrollo y como parte del mismo, sus referentes históricos con la lucha de pueblo puertorriqueño por su libre determinación e independencia.

Algunos referentes históricos

Cuba, al igual que Puerto Rico fue «descubierta» por Cristóbal Colón en su segundo viaje. Sus primeros años de desarrollo bajo el mandato español transcurrieron de manera análoga a como fueron los primeros años en la colonización de Puerto Rico. A diferencia de Puerto Rico sin embargo, cuya extensión territorial y ubicación geográfica favorecía más el desarrollo de una plaza militar que resguardara las rutas de navegación a través del Caribe hacia el Sur y Centro América, las características de Cuba, rica en extensión geográfica y en tierras llanas y fértiles, contribuyeron al desarrollo de grandes latifundios. Cuba a su vez, constituyó una importante plaza política para España desde el punto de vista de sus políticas coloniales de dominación sobre sus colonias en el Caribe. La ubicación geográfica de Cuba proveía un importante acceso a España en las rutas marítimas desde México y el sur del continente Norteamericano hacia el resto de América Central y América del Sur.

Ya desde el 2 de diciembre de 1823 Estados Unidos había promulgado por conducto de su Presidente la Doctrina Monroe creando así un marco teórico justificativo de sus teorías expansionistas. Dentro de esta nueva doctrina imperial, cualquier esfuerzo de un estado europeo por extender sus dominios en el Hemisferio, o cualquier acto que atentara contra la independencia de cualquiera de las repúblicas recién fundadas que antes habían sido colonias españolas en América, constituía una amenaza a su seguridad nacional. Esta tendencia, que toma mayor auge a partir de 1945 cuando Estados Unidos adopta la teoría del «Destino Manifiesto»según la cual la «providencia divina» había delegado en Estados Unidos la conducción del destino de los pueblos del Continente Americano.

Hacia 1891 James Blaine, Secretario de Estado de Estados Unidos proclamó que su país debería anexarse las islas de Cuba y Puerto Rico en el Caribe y Hawai en el Océano Pacífico. Estos tambores de guerra expansionista en contrarían eco en personas como Teodoro Roosevelt, entonces Sub Secretario de la Marina; en el Capitán Alfred T. Mahan, Presidente del «Naval War College»y de heny cabos Lodge, Senador por Massachussetts.

El desarrollo en Cuba de una burguesía agraria y sus contradicciones con la dominación colonial española crearon las condiciones para que un sector de ésta clamara eventualmente su independencia con relación a España. Su poder económico, unido a unas condiciones geográficas favorables al desarrollo de la lucha armada, junto con otros factores sociales y económicos posibilitarán que el Grito de Yara iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, a diferencia del resultado del Grito de Lares en nuestra historia patria, pudiera eventualmente transformarse en una Guerra que duraría 10 años en la que se estima fallecieron 200 mil españoles y 50 mil cubanos. Luego de otra guerra durante la década de 1880 que duraría tres años conocida como la Guerra Chiquita, se libraría en el último lustro del siglo la llamada «guerra necesaria», concebida por José Martí y dirigida por el Partido Revolucionario Cubano para llevar a Cuba a su independencia.

El Partido fundado por Martí en 1892 incorporó como parte de su programa llevar a cabo «la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico. En sus estatutos se plantea como objetivo inmediato, además, ordenar dentro de una guerra generosa y breve, encaminada a asegurar en la paz y el trabajo la felicidad de los habitantes de la isla; unir los elementos de revolución existentes; allegar los fondos necesarios para la guerra sin compromiso moral ni con hombres ni con entidad alguna; y cumplir en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica señalan…fundar un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer los peligros de una sociedad compuesta por la esclavitud, restaurar la hacienda pública y salvar al país de los peligros internos o externos que lo amenacen.» La guerra iniciada en 1895 se verá interrumpida el 25 de abril de 1898, estando ya en su etapa final, por la invasión estadounidense.

Los años iniciales

Estando el país bajo ocupación militar, en septiembre de 1900 se eligió en Cuba una Asamblea Constituyente encaminada a dotar a Cuba de una Constitución y definir en adelante el marco de su relación con Estados Unidos. La Constitución aprobada por la Asamblea cubana fue objeto de revisión por el Comité de Asuntos Cubanos del Senado de Estados Unidos. Allí se introdujo una enmienda, promovida por el Senador Platt, mediante la cual Estados Unidos se reservaba el derecho de intervención en Cuba cuando a su juicio la vida, las libertades individuales o propiedades estadounidenses estuvieran en riesgo. Aprobada por el Senado de Estados Unidos la Enmienda, la Constitución fue finalmente sancionada el 2 de marzo de 1901. La elaboración de una Ley Electoral daría paso eventual al fin del Gobierno Militar sobre la Isla la organización de un gobierno civil.

Las primera décadas del presente siglo, como ocurrió en Puerto Rico, fueron años de gran expansión del capital estadounidense en todos los ámbitos de la economía. La sucesión de gobiernos de turno, ejercidos por cubanos contra cubanos, generaron innumerables luchas y enfrentamientos en los cuales, a las tradiciones de lucha del siglo anterior, se añaden las luchas políticas clandestinas y conspirativas de los trabajadores urbanos. Así, la lucha por la democracia representativa en Cuba tomó forma de verdadera lucha política, enfrentándose las dictaduras respaldadas por Estados Unidos con los sectores populares, trabajadores, profesionales, campesinos, estudiantes e intelectuales.

Durante esas primeras décadas se fundaron organizaciones como la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la cual habrá de jugar un importante papel no solo en la lucha contra la Dictadura de Machado durante la década del treinta, sino más adelante, en la lucha contra la Tiranía de Batista; se creó la primera central unitaria de trabajadores, la Confederación Nacional Obrera de Cuba, destacándose en las luchas socialistas del sector cañero; se logra la recuperación de la soberanía sobre la Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud; y sobre todo, se rescató como valor histórico para las nuevas generaciones de jóvenes cubanos en formación, la figura de José Martí como principal ideólogo de la lucha independentista y anti imperialista.

Mientras al inicio de la década de 1950 Puerto Rico avanza hacia la reformulación del modelo de dominación colonial imperante desde 1898, en Cuba una nueva generación de jóvenes se organiza para el derrocamiento de la Dictadura. El 26 de julio de 1953 un grupo de estos jóvenes, encabezados por Fidel Castro Ruz efectúan un ataque armado contra la segunda fortaleza militar localizada en la región oriental del país, el Cuartel Moncada. Si bien el ataque fracasó en términos militares trayendo tras de si una ola de violenta represión por parte del Gobierno; el ataque sin embargo, se inscribe en la historia del pueblo cubano como un paso significativo en la toma de conciencia del pueblo sobre la necesidad de la vía revolucionaria armada hacia la toma del poder político y el derrocamiento de la Dictadura.

En Cuba de mediados de 1950 prevalecían las mismas condiciones objetivas susceptibles de desencadenar un proceso de lucha revolucionaria que impugnara las clases dominantes y las relaciones de producción existentes en cualquiera de los países de América Latina: en primer lugar, la presencia de grandes intereses económicos del imperialismo estadounidense en todos los renglones de la economía y la utilización del ejército nacional de la Dictadura en la defensa de tales intereses; en segundo lugar, la influencia y los programas de los partidos políticos estaban desacreditados frente al pueblo como opciones reales a su situación; en tercer lugar, la idea de la lucha armada no era extraña a la experiencia histórica del pueblo cubano en sus luchas. Sin embargo, a diferencia de otros países latinoamericanos, en Cuba existía un amplio sentimiento nacional forjado en dicho pueblo durante largos años de lucha y resistencia, que les había permitido desde muy temprano cuajar una conciencia colectiva nacionalista y anti imperialista. Este factor subjetivo, junto con un programa revolucionario como el impulsado por el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), lo suficientemente amplio como para lograr aglutinar en su apoyo a diferentes clases sociales y sectores de clase inconformes, no solo con la Dictadura, sino con las condiciones políticas, económicas y sociales prevalecientes, hicieron la gran diferencia.

Las primeras transformaciones revolucionarias

No es de extrañar entonces que desde una etapa temprana la Revolución triunfante abordara, dentro de sus primera medidas aspectos tales como la legalidad revolucionaria; la reforma agraria; la nacionalización de los grandes capitales extranjeros y cubanos; la reforma urbana; la reforma educativa; la reestructuración de las Fuerzas Armadas; la cultura y la salud.

El 7 de febrero de 1959 se adoptó la Ley Fundamental de la República, la cual hará las veces de Carta Magna hasta que se adopta la Constitución de 1976. En ella el estado cubano reafirma la condición de Cuba como nación independiente y soberana. El 27 de febrero de ese año se procede mediante ley a la confiscación y consecuente adjudicación al Estado de todos los bienes de la familia Batista, de sus colaboradores y funcionarios; el 2 de marzo se procede a la nacionalización de la Compañía de Teléfonos; el 6 de marzo a la rebaja de los alquileres urbanos en un 50% y el 21 de abril con la declaración de bienes de uso público de todas las playas del país y sus costas.

El 17 de mayo de 1959 de aprueba la primera Ley de Reforma Agraria fijándose un límite en la tenencia de tierras a 402 hectáreas, procediendo con la distribución del excedente entre campesinos y jornaleros sin tierra. En un país donde los latifundistas estadounidenses poseían 1,209,015 hectáreas de tierra y otros nueve latifundistas cubanos eran dueños de 620,000 hectáreas, esta medida vino a ser un rudo golpe al latifundio y la burguesía agraria. La siguiente Ley de Reforma Agraria, aprobada el 3 de octubre de 1963, redujo la propiedad privada sobre la tierra a 67 hectáreas pasando el Estado al control del 70% de la tierra cultivable y los pequeños productores privados a un 30%.

Cuando se inicia la lucha guerrillera por parte del «Movimiento 26 de julio», las empresas estadounidenses eran dueñas del 70% del suelo cultivable, del 90% de los servicios públicos y la minería y la producción del petróleo y sus derivados. También eran dueñas del 40% de la producción azucarera, a la vez que vendían a Cuba el 80% de las mercancías consumidas; controlaban los hoteles, casinos y el turismo; tenían una inversión económica que en esa época ascendía a $800 millones; eran dueños de una gran cantidad de playas; controlaban la banca y el sector financiero y eran los principales suplidores de vehículos, repuestos industriales, etc.

Mediante una Ley 851 de 6 de julio de 1960 el Gobierno revolucionario procedió con la expropiación de estos capitales. Para viabilizar el pago de las propiedades confiscadas se utilizó el precio de tasación y se dispuso el pago sujeto a una emisión de bonos de la República pagaderos a 30 años fijando como tasa de interés el 6%. Para viabilizar el pago se dispuso la amortización de la deuda mediante la utilización del 25% de los ingresos derivados de divisas correspondientes a las compras anuales de Estados Unidos de azúcar en exceso de 3 millones de toneladas largas españolas para consumo interno a un precio no menor de 5.75 centavos de dólar la libra inglesa, precio preferencial que entonces pagaba Estados Unidos por el azúcar cubano.

El 26 de enero de 1959 fueron prohibidos por ley los desahucios; el 10 de marzo de 1959 de redujeron los alquileres en un 50% y el 14 de octubre de 1960 se aprobó la Ley de Reforma Urbana donde además, se le conceden a los arrendatarios de propiedades por más de cinco años el título de éstas, estableciendo en adelante, un máximo de hasta 10% del ingreso familiar lo que se pagaría en arrendamiento de hogares.

El legado de la Dictadura en materia de educación fue de 600 mil niños sin escuelas, 10 mil maestros sin trabajo, 23% de la población adulta sin saber leer ni escribir. En el primer año de la Revolución se habían alfabetizado 100 mil adultos y creado 10 mil aulas, mientras que en 1960, proclamado como «Año de la educación», fueron alfabetizados 702,212 adultos, reduciendo así el analfabetismo a un 3.1%. El 6 de junio de 1961 se promulgó la Ley de Nacionalización de la Enseñanza donde todos los centros de educación privados, incluyendo 324 escuelas primarias y secundarias en poder de la Iglesia Católica, pasaron al Estado estableciendose la educación gratuita en todo el país.

En el terreno militar, las Fuerzas Armadas de la Dictadura fueron desmanteladas formándose el Ejército Rebelde. Es este nuevo ejército en ciernes el que derrota en Playa Girón la invasión planeada y ejecutada por Estados Unidos contra Cuba el 17 de abril de 1961. Es importante destacar que de los 1,197 prisioneros capturados por Cuba tras el fracaso de la invasión, 100 eran propietarios de haciendas nacionalizadas, 24 eran terratenientes, 112 eran magnates comerciales, 194 eran antiguos soldados de la Dictadura, 179 eran ricos ociosos y 35 eran magnates industriales.

Al triunfo de la Revolución la expectativa de vida era de 54 años, habiendo 70 fallecidos por cada mil nacimientos. Mediante la Ley 723 de 23 de enero de 1960 se crea el servicio médico rural. En ese momento de los 6 mil médicos y 4 mil dentistas en el país, la mitad se había marchado hacia Estados Unidos en los primeros años. Sin embargo, ya en 1975 el país contaba con 10 mil médicos, en 1989 con 17 mil llegando a más de 65 mil a partir de 2000.

Finalmente, en el plano de la cultura, la Revolución trastocó el sentido de pertenencia social del pueblo cubano desde sus diferentes elementos históricos, costumbres y realidad. Partiendo ya no desde el prisma del cual se proyectaban las clases dominantes y explotadoras, sino desde un prisma popular en el sentido más amplio del término, por primera vez ganaban un espacio real y no necesariamente mercantil, las expresiones de los campesinos y de los trabajadores; de los jóvenes; así como también de los diferentes componentes étnicos del pueblo cubano: negros, blancos y mulatos.

La política de la Revolución Cubana, una vez derrotada la Tiranía, fue dirigida a aliviar y resolver la condición de opresión y pobreza por la que atravesaba la inmensa mayoría del pueblo. En función de ese objetivo se propusieron las leyes iniciales del nuevo Gobierno Revolucionario. Una mirada en retrospectiva de esta revolución nos permite identificar en los cambios revolucionarios introducidos por la Revolución Cubana en sus primeros años pilares análogos desde los cuales hoy se proclama en América Latina los principios de lo que ha venido a llamarse el Socialismo del Siglo XXI. En ese sentido, la Revolución Cubana se adelantó en medio siglo a los procesos que desde el propio Continente Americano se desarrollan hoy en la construcción de un sistema de mayor justicia social y equidad para nuestros pueblos.

Las primeras medidas contra revolucionarias

En respuesta a las transformaciones impulsadas por la Revolución Cubana comenzaron a orientarse las medidas de Estados Unidos y aquellos sectores afectados en Cuba por los cambios sociales. Así, en el plano internacional, el Gobierno de Estados Unidos promovió entre los países latinoamericanos la Declaración de Cancilleres hecha en San José expulsando a Cuba de la OEA como parte de la agenda aún vigente de bloqueo económico e internacional sobre Cuba. En respuesta, el pueblo de Cuba aprobó en asamblea pública el 2 de septiembre de 1960 la Primera Declaración de la Habana, la cual se verá más adelante reforzada tras la invasión armada organizada por Estados Unidos en Playa Girón con la Segunda Declaración de La Habana el 4 de febrero de 1962. En esta última será que se define el carácter socialista de la Revolución Cubana.

El concepto «revolución» acuñado desde muy temprano por la Revolución Cubana que para algunos en un principio significó el derrocamiento de la Tiranía y el regreso a la democracia representativa al país, en manos del pueblo en lucha adquirió un nuevo significado: las transformaciones sociales necesarias solo serían posibles desde la dimensión de la lucha anti imperialista y socialista. De ahí que se define, a partir de ese momento, que el deber supremo del revolucionario es hacer la revolución. Hacer la revolución implicó a su vez, desarrollar la lucha frontal no solo contra el imperialismo sino contra el sistema económico que lo engendra, el capitalismo. En este nuevo proyecto de lucha el socialismo se levanta como aspiración del pueblo cubano en el proceso de construcción de una nueva sociedad.

La lucha ideológica en el proceso de la construcción del socialismo en Cuba

A diferencias de las revoluciones burguesas, donde la transformación de los medios de producción y las relaciones de producción constituyen un evento histórico que antecede a la transformación política y jurídica de la sociedad, las revoluciones socialistas parten de un marco de referencia distinto. En estas, a partir de la toma del poder político, es que se inicia el proceso de transformación económica en las relaciones de producción. Estos cambios se producen dentro de la lucha entre las ideas viejas y las nuevas; entre las viejas actitudes que todavía persisten entre un sistema que comienza a dejar de ser lo que antes era y las nuevas actitudes que se en el proceso de construir un nuevo tipo de sociedad con un nuevo tipo se ser humano.

Muy temprano en el proceso de orientar la Revolución Cubana por la vía de la construcción del socialismo, el Ché, en sus nuevas responsabilidades como Director del Banco Nacional y luego, como Ministro de Industrias, visualizó el desarrollo de ése socialismo a partir de la construcción de un modelo de desarrollo planificado de la economía que a la par que fuera creando unas bases de desarrollo material en el país, fuera desarrollando en el ser humano un nuevo tipo de relaciones, una nueva cultura productiva y una nueva cultura social que produjera eventualmente una nueva conciencia socialista en la población.

El Ché proclamaba que el socialismo económico sin moral socialista no le interesaba. Por esto se preocupó por el desarrolló una propuesta de construcción del socialismo sostenida en tres pilares fundamentales: (a) sistema salarial: donde el pago se hacía con arreglo a las cantidad y calidad del trabajo, donde se desatacaran los valores comunistas de la producción; (b) desarrollo de estímulos: donde los estímulos morales fueran empleados cada vez con mayor certeza y regularidad, frente a los estímulos materiales; (c ) la emulación: donde a la competencia capitalista, se antepusiera la competencia fraternal de los trabajadores(as) por alcanzar metas colectivas de beneficio social.

Dentro de su concepción económica, la planificación rigurosa de la economía era un aspecto que definía la orientación socialista del proceso revolucionario en tanto en cuanto, permitía dirigir el esfuerzo productivo en función del objetivo común de la sociedad socialista y la construcción del comunismo. En este esfuerzo, el control; la supervisión; la formación de cuadros económicos; la optimización de los recursos y el trabajo voluntario, unido a la transformación de la conciencia humana, eran piezas funcionales integradas y necesarias para que fuera posible la edificación del socialismo.

La salida del Ché de Cuba, esencialmente como resultado de sus proyectos para internacionalizar la lucha contra el imperialismo, por la soberanía de los pueblos y el socialismo, primero hacia África y luego hacia Bolivia, le alejará del proceso de desarrollo económico en Cuba. Esta salida se produce dentro del contexto de un mayor acercamiento de Cuba en sus relaciones económicas, políticas y militares con la Unión Soviética. El envío hacia dicho país de decenas de miles de jóvenes cubanos a formarse como técnicos, profesionales, militares en distintos ramos; así como la llegada al país de cientos de asesores económicos provenientes del Campo Socialista, a nuestro juicio, contribuirá a orientar el desarrollo del proceso de construcción del socialismo en Cuba- más allá de claras diferencias que exhibió durante estos años el modelo cubano- a aquel seguido en la URSS y el llamado «campo socialista». Se tratará de un largo periodo en el cual si bien se producirán en el pueblo cubano importantes avances y conquistas, que incluyen el proceso de institucionalización de su Revolución, sobre todo a partir del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, también grandes reveses.

Esta situación fue anticipada en alguna manera por el Ché en su obra El Socialismo y el Hombre en Cuba cuando señalaba:

«En estos países no se ha producido todavía una educación completa para el trabajo social y la riqueza dista de estar al alcance de las masas mediante el simple proceso de apropiación. El subdesarrollo por un lado y la habitual fuga de capitales hacia países ‘civilizados’ por otro, hacen imposible un cambio rápido y sin sacrificios. Resta un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica y la tentación de seguir caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande.

Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etc.) se puede llegar a un callejón sin salida. Y arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta. Entre tanto, la base económica aceptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.»

La institucionalización de la Revolución

En lo que corresponde al proceso de institucionalización de la Revolución Cubana, a raíz del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, es importante destacar que a partir de su celebración se aprobaron varias leyes de importancia, a saber: La Ley de Organización del Sistema Judicial, la Ley de Procedimiento Penal, la Ley de Procedimiento Civil y Administrativo y el Código de Familia. La Constitución aprobada por el pueblo cubano en 1976 significó un extraordinario proceso educativo del cual participaron 6.2 millones de personas y en el curso del cual 16 mil de ellas formularon enmiendas o modificaciones. La Constitución de 1976 donde se define el Estado cubano como socialista, incorpora derechos ciudadanos y obligaciones que nunca antes se habían consignado en un documento similar en la historia del país.

Concibiendo al Partido Comunista de Cuba como «el alma de la Revolución», se estableció que la estructura básica del poder político descansaba en el Poder Popular. En este, desde los niveles básicos de la comunidad se escogen delegados que representan las distintas instancias en que se organiza este poder a nivel local, municipal, provincial y nacional.

Las transformaciones en la Fuerzas Armadas a partir de lo que en su origen fue el núcleo guerrillero original, pasó a la etapa de formación del Ejército Rebelde. Este último se transformará finalmente en las Fuerzas Armadas Revolucionarias las cuales, a las obligaciones relacionadas con la defensa del país, se sumaron las importantes aportaciones de carácter internacionalistas en países de África, Asia y América Latina, las cuales impactaron diversos procesos revolucionarios de estos países. También es necesario destacar las aportaciones de las FAR en los terrenos de la producción económica. Al componente militar de las FAR se suma también las Milicias de Tropas Territoriales y el Ejército Juvenil del Trabajo donde destaca la participación de las mujeres.

En el periodo posterior al triunfo de la Revolución jugará un papel importante en la construcción del socialismo las aportaciones de la Central de Trabajadores de Cuba, fundada inicialmente en el año 1939. A partir de su Congreso de noviembre de 1961, la CTC define un nuevo rol para los sindicatos en el proceso de construcción del socialismo en Cuba. En su Congreso de 1966, los sindicatos cubanos pasaron a formar parte del Estado estableciéndose que su función era la de ayudar al cumplimiento de las tareas de la Revolución, fortalecer la ideología marxista-leninista de los trabajadores, el fortalecimiento de la disciplina laboral y el mejoramiento de la capacidad productiva social. Más adelante, en 1973 se definiría el papel de los sindicatos en conjunto con la administración de la empresa y el Partido. En éste se plantea que los sindicatos deben asumir labores conjuntas con el Estado, las cuales son de naturaleza no antagónicas, con el propósito de lograr el incremento de la producción, el mejoramiento de los servicios estatales, el mejoramiento de la disciplina y el servicio de los trabajadores, elevar su conciencia política y formular políticas en la esfera de la economía.

En el proceso de la construcción del socialismo en Cuba han jugado también un importante papel las organizaciones juveniles, principalmente la Unión de Jóvenes Comunistas; la Federación de Mujeres de Cuba; los Comités de Defensa de la Revolución; así como otras organizaciones de masas, la cuales desde la cultura, el deporte, y otros sectores como es la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y las cooperativas de producción, representan un importante muro en la defensa del proceso revolucionario.

Durante el curso de la Revolución, y principalmente a partir de 1960, además de las medidas militares tomadas por Estados Unidos contra Cuba, que incluyeron la invasión de Playa Girón, también ha estado presente el desarrollo y sostenimiento de la lucha contra revolucionaria armada en el interior del país; la planificación y ejecución de actos de sabotaje contra objetivos económicos y la infraestructura básica del país. Estados Unidos también estableció contra Cuba una política de embargo económico, la cual vino a sumarse al bloqueo político internacional. Esta política violenta flagrantemente la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, particularmente en su Artículo 2.4 y la Carta de la Organización de Estados Americanos en su Artículo 6, violenta además la Declaración Sobre la Inadmisibilidad de Intervención en los Asuntos Internos de los Estados, adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1965; la Carta de los Derechos Económicos de Deberes de los Estados, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1974; la Declaración Sobre Relaciones Amistosas de la Organización de las Naciones Unidas y el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT) de 1947 en sus Artículos IX y XIII. El bloqueo imperialista ha costado al pueblo cubano cientos de miles de millones de dólares que pudieron ser utilizados atendiendo las necesidades básicas del pueblo cubano.

El proceso de rectificación y el surgimiento del «Periodo Especial»

Durante el segundo Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en 1981, se hizo evidente la urgencia atender los efectos de algunas de las desviaciones económicas en el proceso de construcción del socialismo en Cuba. El propio Fidel Castro en una de sus intervenciones indicó que algunos pensaban que con la institucionalización del país y la legalidad socialista, el sistema de dirección y planificación económica y el Poder Popular «automáticamente las cosas debían marchar mejor sin el esfuerzo imprescindible y fundamental del hombre.» En ese momento se recurre una vez más al legado del Ché, iniciándose así lo que se llamó «proceso de rectificación».

Es importante desatacar que el inicio de tal proceso en Cuba se produce cuando ya en la Unión Soviética se había comenzado a hablar de «la perestroika». El proceso de rectificación iniciado en el Segundo Congreso se acentuó aún más dentro del contexto del Tercer Congreso efectuado en 1986 en momentos en que ya, en la antigua URSS, se iniciaba el desmantelamiento de su sistema económico abriendo paso a la restauración del capitalismo en su modalidad occidental.

El 26 de julio de 1989, antes de que colapsara la Europa del Este y antes de la desintegración de la Unión Soviética, en un acto de masas efectuado en Cuba, Fidel Castro indicaba:

«…con relación a la idea de que nuestra Revolución no pudiera existir si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos no ocurra jamás,¡aún en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirán luchando y seguirán resistiendo.»

La eventual caída del Campo Socialista y con él de la URSS, representó para Cuba un rudo golpe. A manera de ejemplo, en momentos en que estos sucesos ocurren Cuba tenía estructurado su comercio exterior con estos países en un 85%. El Plan quinquenal en curso estaba pautado para concluir en 1990. Durante su último trimestre, las importaciones provenientes de estos países se redujeron en un 50% en gran medida producto de dos factores: la inestabilidad política surgida como resultado del desmoronamiento de sus propios modelos económicos y como consecuencia de un inserción en una economía de mercado en la cual unas relaciones anteriores con Cuba, basadas en intercambio y tomando en consideración los planes quinquenales y las necesidades de cada país, pasaron a desarrollarse sobre la base del pago en divisas fuertes.

Siendo en ese momento el dólar, la moneda fuerte por excelencia y estando precisamente Cuba aislada por Estados Unidos como resultado del bloqueo impuesto, junto con las altas tasas de interés y la disminución en más de un 50% de las entregas de petróleo, la economía cubana quedó colocada al borde del precipicio. La respuesta cubana fue decretar el inicio del llamado «periodo especial»que no es otra cosa que asumir como escenario económico el de una guerra total a partir del cual la nación tendría que iniciar la búsqueda de su sobrevivencia.

El inicio del «período especial» conllevó impuso a la Revolución Cubana y a su pueblo la necesidad de hacer importantes ajustes en todos los órdenes de la vida. A los fines de adoptar aquellas medidas inmediatas, de mediano y largo plazo para mantener viva la llama revolucionaria, aún dentro de tan limitadas condiciones, se convocó el Cuarto Congreso del Partido Comunista de Cuba . En él se adoptaron importantes resoluciones en lo relacionado con el Programa del Partido Comunista de Cuba; sobre el perfeccionamiento de la organización y funcionamiento de los órganos del Poder Popular y sobre el desarrollo económico del país. El Congreso concluyó sus trabajos confiriéndole al Comité Central del Partido Comunista de Cuba, «en correspondencia con las situaciones que pueda enfrentar el país, adopte, las decisiones políticas y económicas que correspondan, en unos casos, y promueva en otro las legislaciones y acciones estatales que sean necesarias, a fin de salvar la patria, la Revolución y el socialismo.»

En Estados Unidos, mientras tanto, en una mesa redonda realizada por el Instituto de Estudios Estratégicos del «U.S. Army War College» el 16 de enero de 1992 en «Carlisle Barracks» en Pennsylvania, se discutió el futuro de una Cuba ya sumida de lleno en las limitaciones creadas durante el «periodo especial». En el evento participaron representantes de las comunidades de inteligencia, defensa, política exterior y academia de Estados Unidos. Allí, entre las conclusiones del evento se planteaba: (a) El gobierno revolucionario sobrevivirá a corto plazo y en los años que se avecinan. Las condiciones económicas adversas no so suficientes para producir una situación «revolucionaria» por lo que un levantamiento popular es muy remoto; (b) De surgir alguna amenaza seria, la misma llevaría a una sangrienta guerra civil, dado el amplio apoyo que tiene la Revolución en el pueblo, donde además, el 60% de la población es negra o mulata, los cuales no estarán dispuestos a tolerar el regreso al poder de un exilio de Miami fundamentalmente blanco; (c )La política que ha mantenido el gobierno de Estados Unidos en contra de Cuba le es contraproducente, en tanto en cuanto, permite la movilización del pueblo en contra de la amenaza yanki.

Bajo la anterior óptica, las recomendaciones de esa mesa redonda fueron dirigidas recomendar el cese de las medidas asociadas al bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba, el ces de las maniobras militares y el inicio de la prestación de ayuda humanitaria al país.

El periodo transcurrido entre 1992 a 1997 fueron los años más difíciles del «periodo especial». Con un heroísmo solo comparable con aquel desplegado por el pueblo cubano durante el pasado siglo durante los años 1896-97 en el contexto de su Guerra de Independencia y la famosa reconcentración ordenada por el Gobernador y Capitán General Valeriano Wyler, los cubanos resistieron y avanzaron en la defensa de sus conquistas revolucionarias. En el cierre ya del segundo milenio de nuestra historia, Cuba comenzó nuevamente a despegar en sus objetivos económicos, logrando en los pasados años uno de los mayores crecimientos económicos de América Latina.

Durante el periodo especial, además, el imperialismo estadounidense intensificó desde su territorio, las transmisiones de Radio TV Martí dirigidas a organizar y estimular la contra revolución interna; se intensificarán las medidas adoptadas por Estados Unidos para promover las salidas ilegales de ciudadanos cubanos del país; se fortalecerán las salidas de vuelos desde Miami para violar la soberanía del espacio aéreo cubano y se ampliará la influencia de organizaciones como la Fundación Cubano-americana y sus actividades anti cubanas. Entre los incidentes mayores entre Estados Unidos y Cuba se encuentran la llamada «Crisis de los Balseros»y las acciones terroristas contra instalaciones hoteleras en Cuba; el derribamiento de dos avionetas provenientes de Estados Unidos que invadían el espacio aéreo cubano y la captura de cinco jóvenes cubanos que desde los propios Estados Unidos operaban para prevenir precisamente actos de terrorismo que desde Estados Unidos se planificaban y ejecutaban contra Cuba, los cuales al presente siguen prisioneros en cárceles estadounidenses.

Nuevos avances y transformaciones

Aún dentro de tan difíciles condiciones, la Revolución Cubana ha continuado su curso siendo hoy ejemplo de firmeza revolucionaria para cientos de millones de personas en el mundo. Sosteniendo la bandera de la soberanía, la independencia y la justicia social, el socialismo en Cuba continúa siendo el referente común de su pueblo. Hoy día decenas de miles de cubanos, como antes lo hicieron militarmente decenas de miles de cubanos en Asia, África y América Latina que prestaron servicios militares en las luchas de liberación de sus pueblos, hoy continúan desarrollando su labor internacionalista en los campos de la medicina, la educación, el deporte así como en otros importantes órdenes de la lucha por preservar la independencia y la soberanía de los pueblos frente a la voracidad imperialista.

Aquellas condiciones bajo las cuales Estados Unidos propugnó el aislamiento total de Cuba con relación a su entorno caribeño y latinoamericano han comenzado a cambiar en nuestro Continente. Hoy los gobiernos de Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Venezuela, Brasil, Panamá, Nicaragua, Honduras, Guatemala y República Dominicana extienden sus relaciones bilaterales con Cuba. En algunos de estos países se vienen desarrollando desde la toma del poder político electoral importantes transformaciones sociales, económicas y políticas de las cuales Cuba, a través de miles de maestros, asesores técnicos, deportistas, y especialistas en distintas ramas comparten el esfuerzo transformador de esta América Latina nuestra.

Por lo anterior, quienes en el pasado apostaron a aislar a Cuba, hoy se enfrentan a la realidad de un país que sostiene relaciones diplomáticas con más de 180 países en el mundo. De hecho en la última votación impulsada en el seno de la Organización de las Naciones Unidas, 185 países votaron en contra del bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba contra dos votos en contra y tres abstenciones. Mientras las políticas estadounidenses hacia Cuba cada día se desprestigian ante los ojos de los pueblos del mundo, la solidaridad hacia Cuba crece y se multiplica. Por eso el reclamo de su pueblo demandando de Estados Unidos la extradición hacia Venezuela de Luis Posada Carriles, uno de los principales responsables del atentado terrorista contra el avión de Cubana de Aviación volado en ruta hacia Barbados, donde perecieron decenas de ciudadanos cubanos, incluyendo un equipo juvenil de esgrima que regresaba a Cuba con la satisfacción del deber cumplido representado su pueblo, es un reclamo mundial. Por eso el mundo señala con dedo acusador la hipócrita política estadounidense en contra del terrorismo internacional mientras en Estados Unidos extinguen por espacio de una década cinco héroes cubanos condenados por el delito de proteger a su país de actos terroristas planificados y ejecutados desde Estados Unidos contra el pueblo cubano.

En la reciente Cumbre de América Latina y el Caribe efectuada recientemente en el mes de diciembre en Brasil, el Presidente de este país Ignacio Lula da Silva sentó la nueva pauta en estos nuevos tiempos. En referencia al bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos y la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, indicó que este país «no tiene que hacer gesto ninguno, quien tiene que hacer un gesto es Estados Unidos, que hizo el gesto de bloquear» la Isla.

Como cambian los tiempos, también se transforman las ideas. Mientras en la ex Unión Soviética, hoy República Rusa y en el antiguo «Campo Socialista» se vuelve al capitalismo salvaje y se destruyen las conquistas socialistas alcanzadas por sus trabajadores y campesinos, en el caso de Cuba, aún dentro de los ajustes hechos en su economía, ni las políticas neo liberales, ni el abandono de los principios revolucionarios, mucho menos, aquellas conquistas fundamentales del socialismo se han echado al olvido. Su pueblo, aún dentro de su realidad de país pequeño, subdesarrollado, rodeado y agredido por una potencia como Estados Unidos, no ha doblegado su espíritu.

A nosotros, los independentistas y socialistas puertorriqueños, con quienes nos hermana también esa historia común entre nuestros pueblos, la conmemoración del Cincuenta Aniversario del triunfo de la Revolución Cubana es, sin lugar a dudas, un hecho de especial relevancia y pertinencia. Desde la cercanía que nos produce el mismo entorno geográfico, desde las raíces comunes que anudan las esperanzas de nuestros forjadores de patrias; desde la aspiración común que nos hermana en la búsqueda de la independencia, la soberanía y la justicia social; pero también, desde la responsabilidad compartida que nos enseñara el Ché de luchar contra el imperialismo y la injusticia todos los días de nuestras vidas, saludamos este Aniversario con el compromiso de perseverar en la defensa de los valores de esta Revolución victoriosa.

¡Viva el Cincuenta Aniversario de la Revolución Cubana!