El autor recuerda al militante anticapitalista y director de la revista ‘Viento Sur’
«¿Qué pasa chaval?». Creo que Moro siempre nos saludó así. Fue a partir de 1989 que lo conocí, y han sido estos últimos (veinte) años en los que más lo he disfrutado. Miguel Romero era un sujeto político en sí mismo, no como referencia altiva, sino como ejemplo de seducción humana, en el mejor sentido del término. Hace unas semanas me lo encontré en la Plaza de Lavapiés. Los dolores era un tema de conversación que irremediablemente llevaba a otros: los libros, el Barça, su última visita a Roma, los cansancios, las ilusiones. Lo que no faltaba en la conversación era un recorrido por las conspiraciones políticas, en el sentido que propagó Radio Alicia es el Diablo a finales de la década de los setenta, como forma de «respirar colectivamente». Así era siempre con Moro, también cuando le iba faltando el aire: Su reflexión inclusiva era el motivo de su discurso, de su gesto, de su saludo.
Un argumento válido al hablar de los compañeros de viajes que se marchan o se tienen que marchar es señalar su «generosidad». El concepto es complejo, toda vez que a veces se relaciona únicamente con los grados de implicación, discutibles en cuento al motivo y las percepciones. No es el caso. La «generosidad» de Moro era en buena parte por la pedagogía que transmitía su forma de ser y estar. También de replantearnos nuestro hacer, empezando por él mismo. «Si esto lo hubiéramos pensando hace… no sé… 35 años… nos habría ido mejor», me comentó hace relativamente poco. No era un lamento, era una voluntad por saber mirar atrás sin mayor angustia que la de seguir avanzando, al fin y al cabo, el camino de la Revolución nadie dijo que fuese fácil. Mucho menos si se decide transitar, para suerte de los que le acompañan, despacito y con minúscula. La única forma, coincidíamos, de caminar seguros y con buen pie.
Hoy por la noche hay convocada una serenata imaginaria, con sentido internacionalista. Estará regada de buen vino, literaturas, músicas y cine. Se celebrará entre Lisboa, Chiapas, Roma, Managua y Argel, entre otros muchos lugares. Será ceremonia de bailes y luces cálidas a la luz del fuego. De sonrisas a media asta y de proyecciones continuadas del combate permanente por la transformación del estado presente de las cosas. Acudirán compañeros y compañeras, amantes de películas de ficción, conversadores apasionados de fútbol y jóvenes que no dejan de serlo, gracias en buena parte a su permanente ilusión por no darnos nunca por vencidos. Una versión interplanetaria del campamento de la cuarta con adoquines y con playa. Cuando asomen las primeras luces y refresque el viento del sur, Karl -el filósofo, el político, el economista- se mesará la barba, mirará a Moro, y con guiño cómplice susurrará a su oído: «¿Qué pasa chaval?». Entonces él seguirá sonriendo con nosotros, con su exquisita elegancia, sin sentirse nadie, pero siendo todos. Como siempre hizo.
Miguel Romero Baeza, militante anticapitalista (Liga Comunista Revolucionaria-Espacio Alternativo-Izquierda Anticapitalista), director de la revista Viento Sur, miembro de Acsur-Las Segovias, ha muerto el 26 de enero en Madrid.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/movimientos/21529-moro.html