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En la muerte del gran galileano Antoni Beltrán Marí

Fuentes: Rebelión

Habrá otras ocasiones en las que podamos volver con más calma y espacio sobre la obra y vida del historiador de la ciencia y filósofo Antoni Beltrán Marí, autor de los mejores libros de historia, filosofía y política de la ciencia que se han escrito en nuestro país: Talento y poder: historia de las relaciones […]

Habrá otras ocasiones en las que podamos volver con más calma y espacio sobre la obra y vida del historiador de la ciencia y filósofo Antoni Beltrán Marí, autor de los mejores libros de historia, filosofía y política de la ciencia que se han escrito en nuestro país: Talento y poder: historia de las relaciones entre Galileo y la Iglesia católica, un texto imprescindible, uno de los mejores estudios que se han publicado internacionalmente sobre un punto esencial de la obra y vida de Galileo Galilei. No es éste el momento para hacer un balance exhaustivo de su obra.

Tras una larga enfermedad -que algunos de sus antiguos alumnos desconocíamos- ha fallecido Antonio Beltrán Marí.

Profesor titular del Departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, maestro y amigo de muchos filósofos e historiadores de la ciencia, profesor de muchos de nosotros, persona entrañable, Antonio Beltrán fue uno de los más grandes especialistas mundiales en la obra de Galileo.

Además de su traducción del Diálogo sobre los máximos sistemas del mundo, sus ensayos y artículos sobre la obra del gran científico pisano son numerosísimos. Cabe citar aquí Galileo, el autor y su obra (Barcanova, 1983), Revolución científica, Renacimiento e historia de la ciencia (Siglo XXI, 1995) y Galileo, ciencia y religión (Piados, 2001).

Su gran obra, a la que hemos referencia anteriormente, fue publicada en 2007, en la editorial Laetoli. Eulalia Pérez Sedeño ha escrito una breve sinopsis: mostraba en ella, según palabras del propio Antoni Beltrán, «que la condena del copernicanismo y de Galileo no fueron fruto de ninguna sesuda reflexión filosófica, científica o metodológica, sino que fue decidida por las autoridades eclesiásticas ignorantes en el tema y que los intelectuales más competentes de la Iglesia, en especial los matemáticos jesuitas, simplemente fueron fieles a su voto de ‘obediencia ciega'».

Tras la publicación de Talento y poder, fue entrevistado para sin permiso. La conversación era presentada por los editores de la publicación -probablemente por Toni Doménech- con las siguientes palabras: «El historiador barcelonés de la ciencia Antonio Beltrán acaba de publicar el resultado de 25 años de investigación sobre el «caso Galileo» y sus secuelas: Talento y poder. Historia de las relaciones entre Galileo y la Iglesia Católica (Editorial Laetoli, Pamplona, 2007). Un libro raro, por lo pronto, en un mundo hispano demasiado acostumbrado a obras, cuando mucho, de erudición vergonzantemente mendigada. Y un libro fascinante, que aúna insólitamente genuina erudición humanista, acribia histórica, rigor filosófico y convincente prosa castellana. No faltan, además, perspicacia y coraje políticos: porque Talento y poder es también una devastadora crítica de la reciente historiografía revisionista que, en clave apologética, ha pretendido en las últimas décadas minimizar o falsear la persecución de que fue objeto Galileo por parte de la Iglesia católica y aun la permanente hostilidad de ésta a la cultura científica moderna» [la cursiva es mía] [1]

Preguntado en esta entrevista por la actualidad del caso Galileo -«¿Por qué crees que al cabo de tanto tiempo «el caso Galileo» sigue siendo de tan rabiosa actualidad? ¿Por qué crees que sigue interesando vivamente, como decías, no sólo a historiadores, científicos o filósofos sino a personas cultas no especialistas o incluso a la ciudadanía en general?», respondía el gran historiador fallecido: «En primer lugar porque tuvo un papel muy relevante y simbólico en el nacimiento de la cultura moderna occidental. Ilustra que fue un parto con dolor que no ha cesado. En segundo lugar, es obvio que el problema que se planteó no está resuelto en la práctica. Ni en el siglo XVII ni hoy, el mero hecho de ser un jerarca de la Iglesia proporciona ninguna competencia particular en las ideas científicas. Pero hoy [2007], como entonces, la Iglesia sigue dando por sentado que tiene una especial autoridad cognitiva para decir cosas relevantes tanto sobre las ideas científicas y metodológicas de Galileo, como sobre las teorías cosmologías actuales. Pero ahora, en este país, no es necesario explicarle a nadie el denodado y pertinaz esfuerzo de control cultural que sigue intentando ejercer la Iglesia. Lo que sí puedo decir, es que el conocimiento del caso Galileo puede resultar muy útil y pertinente para entender este hecho».

En el «Galileo Galilei» brechtiano, una obra muy de su agrado, Bertolt Brecht apuntaba una hermosa reflexión que alguna vez nos comentó en sus clases: «Cuando Sagredo le dice a Galileo: «¿Cómo puedes confundir la lastimosa astucia [de los hombres] con la razón», éste contesta: «No hablo de su astucia. Sé que llaman al asno caballo cuando lo venden y al caballo asno cuando lo quieren comprar. Esa es su astucia. La vieja, que la noche antes del viaje, le da con su mano seca un haz de heno más al mulo, el navegante que, al comprar provisiones, piensa en la tormenta y en la calma chicha, el niño, que se pone la gorra cuando se le demuestra que puede llover, todos ellos son mi esperanza, todos atienden a razones. Sí, tengo fe en la suave violencia de la razón sobre los hombres. A la larga no pueden resistírsele. La seducción que se desprende de una prueba es demasiado grande. La mayoría se rinde a ella, y a la larga todos. Pensar es uno de los mayores placeres del ser humano».

También Antoni Beltrán tenía fe en los beneficiosos efectos de la racionalidad temperada sobre las creencias y los comportamientos de los seres humanos, y, como el autor de Loa a la dialéctica, también él creía que pensar era uno de nuestros mayores placeres. Y deberes.

Hasta siempre, maestro.

Nota:

[1] http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=1416

Salvador López Arnal ha sido alumno de Antoni Beltrán.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.