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En las elecciones del 30 de mayo hay un seguro perdedor: el pueblo colombiano

Fuentes: Agencia Bolivariana de Prensa

Todos los ciudadanos del mundo  vemos con amargura y dolor, todo lo que viene sucediendo en Colombia desde hace varias décadas, como consecuencia de una cruenta guerra no declarada entre las oligarquías  y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Conflicto que ya lleva más de 50 años sin que haya visos de acabar con el […]

Todos los ciudadanos del mundo  vemos con amargura y dolor, todo lo que viene sucediendo en Colombia desde hace varias décadas, como consecuencia de una cruenta guerra no declarada entre las oligarquías  y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Conflicto que ya lleva más de 50 años sin que haya visos de acabar con el mismo, por conveniencias de una burguesía, que es parte y representante de intereses del capitalismo internacional a la cabeza de los EE.UU. 

Conocedores hasta la saciedad de todos los tipos de atropellos y abusos en contra de los más elementales derechos del ser humano, por parte de toda  la serie de gobiernos sirvientes de la oligarquía y la burguesía Colombiana que se han venido perpetuando en el poder  hasta el presente, donde cada días salen a flote con más evidencia las denuncias de masacres y genocidios en masas, desaparecidos, y enterrados en fosas comunes, que pretextando la guerra en contra del «terrorismo» y el narcotráfico  y con  su alcahuete de marco legal, «la  seguridad democrática» de Uribe, imponen su política de terrorismo de estado sin contemplación alguna, en  contra de todo aquel que se atreve a denunciar, rechazar  o resistir, las políticas entreguistas de los gobiernos de turno.

En las próximas elecciones para Presidente y vicepresidente de la República de Colombia que se llevaran a cabo este 30 de mayo, están lidiando más de media docena de candidatos, por  lo que trasciende fuera de sus fronteras, ninguno de los presidenciables ha prometido ni siquiera ha mencionado revisar o acabar con el convenio fraudulento que firmara Uribe sobre la instalación de siete bases  militares norteamericanas en suelo colombiano, mellando  así la soberanía  y dignidad de Colombia. Tampoco ninguno de ellos se pronuncia que revisará la política de la llamada «seguridad democrática», del narco estado paramilitar de Uribe que le sirve y la usa para implementar los «falsos positivos» en contra de cualquier opositor a su política de entreguismo de los recursos naturales y la dignidad de su pueblo.

No dicen nada sobre la necesidad de respetar la soberanía de otras naciones, especialmente las limítrofes, y más bien algunos de ellos se vanaglorian del acto criminal de haber invadido a Ecuador asesinando a colombianos, violentado todo principio de respeto a la soberanía de otros países, sin  importarles lo que reza el derecho internacional sobre la materia, por que contaron para esa masacre con el apoyo material de los EE.UU. 

Y los más grave aún es que ninguno, incluidos los que el Presidente Chávez los llamó  «la izquierda cobardona», calificativo con el que me solidarizo plenamente, no solamente no prometen nada sobre los puntos anteriores, sino que no hablan de hacer lo imposible por acabar mediante el diálogo y acuerdos políticos con la guerra que desangra a Colombia menos con el narcotráfico, todos o casi todos prefieren mantener el statu quo, obedeciendo los intereses norteamericanos y de las capas dominantes de Colombia que ven en la guerra y el narcotráfico, un buen negocio y así mismo la continuidad del  fallido «Plan Colombia» ahora llamado «Plan Patriota», que le sirve a la política imperial de expansión de EE.UU.  como su pista de aterrizaje para sus incursiones punitivas a este y más allá del continente.

No tengo dudas que el Presidente que salga electo de esta contienda electoral será más de lo mismo, no se puede esperar otra cosa en un país donde reina la falta de garantías políticas y se campea el chantaje, el  soborno como el pan de cada día.

Seguro será un gobierno de minorías, nada indica que haya cambiado algo a favor de mejores condiciones para que el pueblo colombiano pueda tener  opciones para elegir a verdaderos representantes de mayorías. Para muestra basta un botón, el año 2006, cuando fue «electo», Uribe  conforme se demostró después en forma ilegal y fraudulenta, según el Registro Nacional del Estado Civil, los  registrados para esa elección fueron 26.731.700 de ciudadanos y sólo votaron 12.041.737, ciudadanos, cifra de votantes que corresponde al 45.05% de los registrados, o sea que una minoría «eligió» a Uribe, ya que entre otros 4 candidatos que obtuvieron votación Uribe saco el 62 por ciento de esa minoría, o sea algo más de 7.000.000  de votos. Esto  lo sabe el pueblo colombiano y no confía en que este tipo de elecciones vaya a solucionar los álgidos problemas de Colombia.

Los colombianos son conscientes que sólo con su lucha y resistencia y la solidaridad internacional y sin desechar ningún método de lucha, podrán cambiar las condiciones, para  hacer de Colombia una nación que vuelva por la dignidad, el progreso y desarrollo de todos sus ciudadanos, en paz y en consonancia con los tiempos que corren en América latina de cambios profundos, hacia una nueva sociedad.

Por ahora, nuevamente el pueblo colombiano será el principal perdedor en estas elecciones presidenciales en que todos los candidatos hacen lo imposible por demostrar su servilismo a los EE.UU. 

Los hermanos colombianos saben que esta historia no termina aquí, continuara y siempre con la solidaridad internacional, que sigue con mucho celo todos y cada uno de los acontecimientos que suceden en Colombia y que la prensa oficial ya no los puede ocultar. 


(*) José Justiniano Lijerón es ex-dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB)