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En medio del conflicto: los indígenas del Cauca

Fuentes: Rebelión

Las imágenes dieron la vuelta al mundo y causaron un gran revuelo nacional. Los medios destacaron la imagen de un soldado que lloraba de impotencia. Sucedió en el cerro de El Berlín, en Toribio. Los indígenas del Cauca, hombres, mujeres, niños y ancianos subieron hasta el cerro; «vamos todos porque somos todos». Allí con sus […]


Las imágenes dieron la vuelta al mundo y causaron un gran revuelo nacional. Los medios destacaron la imagen de un soldado que lloraba de impotencia. Sucedió en el cerro de El Berlín, en Toribio. Los indígenas del Cauca, hombres, mujeres, niños y ancianos subieron hasta el cerro; «vamos todos porque somos todos». Allí con sus músicas, sus banderas y algún garrote intimidatorio, rodearon con un cordón humano a los soldados del ejército nacional de Colombia y los obligaron a abandonar el lugar, un lugar que es sagrado para ellos.

De nada sirvieron las metralletas ni las pistolas, la autoridad moral indígena fue la que se impuso en su territorio. Los soldados no pudieron resistir, no podían disparar contra los indígenas que son, aunque muchas veces la realidad lo contradiga, ciudadanos colombianos de pleno derecho. Con gran frustración el ejército abandonó su posición en el cerro. Los niños correteaban y cantaban alrededor de los últimos soldados que enfilaban la ladera camino abajo.

Pero quiénes son estos indígenas? Por qué desalojaron al ejército? Dónde queda el Cauca? Empecemos desde el principio y para ello nada mejor que contar con el testimonio de Zorany Zúñiga, politóloga colombiana oriunda de Timbio, que compartió estas y otras experiencias con las comunidades indígenas de su región en el verano de 2012.

«La ciudad principal del departamento del Cauca es Popayán, que fue en su día la capital de la Gran Colombia, un territorio que abarcaba los actuales países de Perú, Venezuela, Ecuador y Colombia.» Popayán es tradicionalmente residencia de las élites mestizas de la región. Lo fue en la época colonial y después de la independencia. Los indígenas siempre fueron explotados. «Trabajaban en los resguardos, tierras que eran de propiedad indígena pero donde los beneficios del trabajo y la producción correspondían a las élites gobernantes y demás aristocracia.» En los tiempos modernos las élites han tratado hacerse con la propiedad de las tierras, ahora que ya no pueden explotar a los indígenas como antaño. Y así estos se han visto obligados a retirarse hacia las montañas donde la tierra no es productiva y se hace muy difícil cultivar.

Los indígenas siguen reclamando la propiedad de las tierras que siempre fueron suyas, mientras subsisten con dificultad; los pequeños sufren la desnutrición infantil y los jóvenes tienen pocas alternativas de futuro. Una de ellas es migrar a las grandes ciudades. En realidad estas migraciones podrían considerarse como un desplazamiento indirecto consecuencia del conflicto armado que vive la región (Como vamos a ver luego, el Cauca es históricamente zona de guerrillas). Sin embargo el estado colombiano no reconoce esta situación de desplazados ni siquiera por motivos económicos y así miles de jóvenes indígenas llegan a las ciudades huyendo de la guerra sin ningún tipo de ayuda. «Las ciudades son racistas con ellos, muchas veces ni tan siquiera se les reconoce como ciudadanos y acaban asentando en periferias urbanas con problemas de salubridad.»

El caso de las mujeres y los niños la discriminación es muy evidente. Entran a trabajar como empleadas de hogar y se explota a las menores de edad que no cobran ningún sueldo y sólo reciben a cambio casa y comida. «Es la doble moral que se aplica sobre el indígena; el pobrecito al que hay que proteger pero al que exploto sin remordimiento alguno.»

La otra opción que les queda a los indígenas es la de unirse a la guerrilla. Por su geografía el Cauca ha sido, como ya hemos apuntado, cuna de guerrillas. Tres cordilleras atraviesan la zona por lo que la orografía es propicia para escondites y movimientos estratégicos. Además hay una salida al mar, lo que favorece rutas de tráfico y abastecimiento. Durante muchos años desde mediados de los 60, el ELN(Ejército Liberación Nacional) fue la autoridad en la zona ya que sencillamente llegaba donde no lo hacía el estado. «La guerrilla vivía en las montañas con los campesinos, existía una convivencia pacífica y en general eran bien aceptados, salvo en las capitales o cabeceras donde nunca tuvieron apoyo. Por entonces el contexto era favorable ya que había una gran ilusión con la revolución cubana y existía la esperanza de que las cosas podían cambiar en toda Sudamérica.» Paralelamente aparecieron también en las zonas dominadas por la guerrilla los movimientos sociales, con una gran organización e influencia.

De entre los movimientos guerrilleros que nacieron al amparo de este valle, tal vez el más conocido sea las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Las FARC nacen a finales de los 70, entre sus reivindicaciones además de la redistribución de la riqueza, destaca la reforma agraria. «En Colombia existe una brutal concentración de tierra productiva en manos de muy pocos propietarios y la reforma agraria es reivindicación histórica. Así el apoyo popular era masivo porque respondía a las necesidades del pueblo.» Pero esto cambió cuando las guerrillas comenzaron a enfrentarse entre sí; el conflicto entre el ELN y las FARC repercutió muy negativamente en la sociedad civil.

Fruto de esta circunstancia nació el Movimiento Indígena Quintinlamen. «Se trataba de un movimiento de autodefensa y de reivindicación frente al estado nacional. Duró poco tiempo pero fue la semilla de la que nació el CRIC, Consejo Regional Indígena del Cauca, que a día de hoy sigue luchando por el reconocimiento de los derechos de la comunidad indígena.» Por otro lado la prolongación de los 50 años de lucha de las FARC fue deteriorando las cosas y los campesinos fueron retirando su apoyo. Contribuyó a esto la eliminación de la mayor parte de sus ideólogos y la masacre que sufrió la UP(Unión Patriótica) que fue considerado como el brazo político de la guerrilla.

Otro factor de desgaste se da en los años 80 con la muerte de Pablo Escobar y la aparición en escena el negocio del narcotráfico que fragmenta definitivamente a la guerrilla. Escobar había monopolizado un negocio que ahora se diversificaba creando nuevas redes por todo el país. «Las FARC se vieron tentadas de utilizar el narcotráfico para autofinanciarse, hay mucho dinero en medio y los objetivos empiezan a dispersarse, las prioridades cambian, se llega incluso a forzar a los campesinos a cultivar coca, marihuana o amapola en lugar de yuca o plátano.»

En 2002 Álvaro Uribe llega a la presidencia. Su lógica es la de la guerra. Está decidido a acabar con la guerrilla y su base social por la vía militar. «Se crearon batallones de alta montaña y el ejército llegó por primera vez donde históricamente nunca había llegado. Fue una época muy violenta y fue sobre todo, la época de los Paramilitares.» Los Paras con los que se relaciona directamente a Uribe, surgen a partir de los 90. Son grupos armados al servicio de los grandes propietarios de la tierra. «La situación era realmente difícil, llegara quien llegara a tu casa en la montaña, fuera para o guerrillero, aunque fuera no más para pedir agua, eras acusado inmediatamente de colaborador por su oponente

Los paramilitares tenían un discurso contrainsurgente pero en realidad estaban decididos a acabar también con las bases sociales de la izquierda que luchaban contra la derecha del país. Se autoproclamaron garantes del orden; resueltos a eliminar indigentes, ladrones, putas… «limpieza social lo llamaban.» Tenían un proyecto político y contaban con el beneplácito del ejército que los dejaba actuar. Llegaron a colocar concejales, alcaldes, incluso congresistas y quién sabe si un presidente… (Uribe) «Todo esto en sólo 5 años, algo que jamás logró la guerrilla en décadas de lucha. Amenazaban a la gente en los pueblos y les indicaban a quién debían votar.» Se trataba de una extrema derecha que intentaba imponer su voluntad a todos los niveles. Para contribuir a este clima de tensión extrema, el presidente Uribe creó «la red de informantes», según la cual los ciudadanos tenían la responsabilidad de informar y denunciar a los insurgentes. Así consiguió meter a la población civil de lleno en el conflicto. Fue como decimos una época de terror. «Los paramilitares vivían en la región, vestidos de paisano, estaban a tu lado, no podías hablar ni decir nada, no sabías quién era quién.» Un miedo generalizado se apoderó de la vida cotidiana y se asesinó a muchos líderes y miembros de los movimientos sociales de izquierda. Puntos álgidos de esta situación fueron las masacres cometidas por los paras con el consentimiento del ejército, en Naya cerca del Pacífico y al Norte en Palo.

Cuando se desmovilizaron los paramilitares, los movimientos sociales comenzaron a denunciar muchas cosas. Como por ejemplo que las multinacionales y las redes del narcotráfico habían apoyado a los paras. «Denunciaron la existencia de una lógica perversa de desplazamiento de comunidades enteras de sus territorios, donde aparecían después las multinacionales. Había mapas que ilustraban claramente como concuerdan la estancia de los paramilitares en determinadas zonas, con la posterior llegada de multinacionales como la Coca-Cola en regiones ricas en agua, oro…»

La desmovilización de los paramilitares trajo también la movilización de los indígenas. Hartos de la presencia del conflicto en la región decidieron expulsar de su territorio tanto a la guerrilla como al ejército nacional.

Hay que recordar que la Guardia Indígena tiene autonomía en su territorio y no han dudado en enfrentarse a la guerrilla cuando esta ha querido tomar el control. «La mala sintonía entre indígenas y guerrilla se debe a actuaciones indiscriminadas de los guerrilleros que repercuten en la sociedad civil.» Pongamos como ejemplo un atentado que tuvo lugar cerca del municipio de Timbio. En pleno casco urbano el ejército colocó una comisaría, algo que no está nada claro, dado que está situando un posible objetivo militar en una zona civil. Y efectivamente las FARC colocó un camión bomba que destrozó el cuartel y toda la manzana resultando muertos tanto civiles y como militares. «Un panorama terrible, rematado con patrullas del ejército armadas hasta los dientes, patrullando durante días y noches

Otro caso de enfrentamiento entre la comunidad indígena y la guerrilla tuvo lugar cuando se incautó a dos guerrilleros una moto robada. «Se quemó la moto y se azotó con ortigas a los dos guerrilleros en un ritual público de purificación al que asistieron niños y ancianos.» Los medios de comunicación nacionales pusieron el grito en el cielo y no tardaron en crear un debate siempre tendencioso: «Tienen los indígenas derecho de juzgar a guerrilleros?» El comité nacional dictaminó que era lícito porque en este caso los guerrilleros eran indígenas. «Sucede a menudo que el ejército recluta indígenas para infiltrarlos en la guerrilla y en ocasiones también dentro del propio Movimiento Indígena, una vez más, lógicas perversas…»

Como ya hemos visto el Movimiento Indígena no se casa con nadie y hacen uso de su autoridad, de este modo, como pueblo, decidieron sacar de su territorio también al ejército. Los medios se alarmaron de nuevo: «Tiene la autonomía indígena capacidad para vetar la presencia del ejército nacional en sus territorios?» «Los medios de comunicación alimentan siempre la polarización de la sociedad enfrentando a la población mestiza, tanto de derechas como de izquierdas, en contra de los indígenas a los que califica constantemente como ignorantes y atrasados

«El ejército ocupa posiciones en las montañas donde algunas de esas zonas son sagradas para los indígenas, es allí donde se armonizan sus territorios espiritualmente. Además el derecho internacional humanitario ampara esta reivindicación ya que en definitiva están pidiendo que se retiren los puestos y las trincheras militares de los núcleos de población.»

Pero veamos un caso concreto sobre como afecto la convivencia con el ejército en estos territorios.

En Toribio un joven de 24 años, regresa a casa al anochecer escuchando música en sus cascos. Dos soldados de guardia le dan el alto desde lejos pero el chico no los oye. El soldado de menor rango, un chaval negro, analfabeto, que está haciendo la mili, recibe orden de disparar a matar. Acierta en la cabeza del chico al primer disparo. Al comprobar el error, los soldados cubren el cuerpo con una sábana y ante las primeras preguntas de los vecinos del municipio, responden que se trata de un caso de suicidio de un soldado. Nadie les cree. La Guaria Indígena se presenta en el lugar e impone su autoridad para destapar el cadáver. «El pueblo reunido reconoce al vecino, al primo, el hermano, el hijo que acaba de ser asesinado y se desata el drama. El ejército trató de excusarse, reconociendo el error al confundirlo con un posible guerrillero

Hechos como este fueron los que desataron la marcha al cerro de El Berlín para expulsar de allí a los militares como ya hemos contado al principio de nuestro relato. Este hecho volvió a alarmar a los medios siempre prestos para la descalificación del indígena y trataron de dar la imagen de que estos sacaban al ejército porque en realidad estaban apoyando a los insurgentes guerrilleros. Algo totalmente infundado. «La realidad es que la presencia del ejército disparó los índices de violencia en la región.» Además ya hemos visto como los indígenas también intentaban sacar a la guerrilla de sus territorios pero «a diferencia del ejército que tomo una posición y la defiende, la guerrilla es móvil, va y vuelve, entra y se repliega, lo que dificulta las cosas.»

Ante el revuelo que causó la toma indígena del cerro de El Berlín, el presidente Santos aseguró que no retiraría al ejército y viajó a Toribio sin comunicarlo a los indígenas que no fueron a recibirlo. «Para ellos es una persona más, si no les respeta, ellos nada le deben

Con todo, los indígenas siguieron movilizándose y así La Minga propuso una marcha común a otro de sus lugares sagrados, un lugar de especial simbolismo en María de Piendamó cerca de Cali. «Se escogió este lugar por considerarse como un territorio de paz, diálogo y convivencia que ya anteriormente fue utilizado para un intento de entendimiento con las FARC. Durante cuatro días de convivencia, de estar allí, se reunieron más de tres mil personas de las distintas comunidades indígenas del país, en toda una demostración de organización dando de comer y garantizando la seguridad de toda esta gente.» Se convocó al presidente Santos a que asistiera para dar la cara y responder sobre todos los sucesos violentos ocurridos.

Para la comunidad indígena se trataba de un desafío enorme entre otras cosas porque a este lugar sagrado no se puede llegar con armas. «La Guardia Indígena deben garantizar la seguridad y el presidente tener el valor de llegar a un territorio donde las FARC no andan lejos y donde hace dos días se ha volado un puente… Es un reto para todos

Así se establecieron largos cordones de seguridad y revisiones constantes. No hubo armas, el presidente sólo se le permitió colocar algunos controles en las carreteras de acceso y la seguridad privada que entró con él lo hizo desarmada. «De este modo estos indios analfabetos y sin estudios demostraron al país su capacidad organizativa y de compromiso

Santos llegó al anochecer del tercer día con la esperanza de encontrar cansados a los anfitriones pero hubo de escuchar uno por uno los discursos de todos los líderes indígenas. Se pidió al presidente de la República que reconociera que el Movimiento indígena no es guerrilla, que el ejército asumiera sus «errores», se demandó la salida de las multinacionales del Cauca y que el gobierno restablezca un punto de diálogo con las FARC para acabar con el conflicto. «El Cauca ya sirvió como punto de desmovilización para el Movimiento Quintinlamen y el M16 y ahora pretendía serlo con las FARC: Si por aquí pasa la guerra que por aquí empiece la paz». Santos anunció entonces el inicio de un proceso de diálogo; se había especulado con la existencia de un proceso de paz y el presidente lo confirma. A día de hoy el proceso sigue apoyado por Cuba, Venezuela y Noruega.

Pero la gente no ve claro que se hable de paz cuando todavía se sigue matando y pide que se escuche a quienes han sufrido el conflicto. Porque… «qué pasará con los indígenas que abandonen la guerrilla? Cómo los verán sus vecinos? Trabajarán para la comunidad? Cómo vemos a quienes han matado a nuestros hijos, hermanos, amigos? Debe haber un proceso de resocialización.» Otras desmovilizaciones como la de los Paras, sólo sirvieron para que estos se trasformaran en bandas criminales que sólo aprendieron a robar y matar y actúan ahora en Medellín y Cali.

También queda pendiente la reforma agraria, el derecho a la soberanía alimentaria, el reconocimiento de la autorganización, el fin de las políticas caritativas y asistencialista y frenar el éxodo de la juventud a las ciudades. «La esperanza está, lo demás lo iremos viendo…«

Para terminar nuestra compañera Zorany quiere destacar el valor de la cultura indígena. «Su cultura encierra toda su esencia, desde sus formas de vestir, su música, su forma de relacionarse con los otros, su vida en comunidad, su capacidad de luchar por lo que creen. No sólo han luchado por sus derechos sino por los de todos. Fueron los primeros en salir a protestar contra el tratado de libre comercio firmado con los EEUU.» Habrá quien afirme que esta gente no entiende de políticas y acuerdos internacionales. A ellos no les importa, saben lo suficiente y seguirán resistiendo para conservar la armonía con su entorno y con ellos mismos.