«De ahora en adelante, cuando muera alguien de nuestras filas que haya realizado un trabajo útil, sea cocinero o soldado, efectuaremos sus funerales y una reunión para honrar su memoria. Esto debe convertirse en norma. También hay que introducirlo entre el pueblo. Cuando muera alguien en una aldea, hay que realizar una reunión en su memoria. De esta manera expresaremos nuestro pesar y contribuiremos a la unidad de todo el pueblo.» Mao Tse Tung.
El día de ayer hubo un levantamiento general de los presos políticos y sociales en Colombia. Quienes han acompañado la causa del Movimiento Nacional Carcelario y han sufrido la tragedia de la cárcel saben que desde hace décadas los presos de nuestro país han alzado las banderas de la dignidad: la dignidad de no tener que dormir en el suelo por no tener los dos millones que cuesta el hueco mas barato que llaman celda, de poder comer alimentos que no estén podridos, de acceder a la salud, al empleo dentro de la cárcel. De no tener que pagar impuestos usureros que cobran unos cuantos presos al servicio de los guardianes, esos guardianes que torturan dentro de los establecimientos y sacan cantidades abismales de dinero todos los días a una de las poblaciones más empobrecidas de Colombia. La lucha también se ha dado contra ese privilegio mafioso que llaman sistema judicial: se sabe que conseguir un abogado decente es un lujo y que los abogados de oficio son en su mayoría aliados de los fiscales, amantes de la teoría fascista de encarcelar pobres para entregar cifras en los informes de «seguridad» ciudadana.
Sabemos que hay miles de inocentes presos, también hay muchos culpables y la gran mayoría por delitos que en una sociedad sana: una sociedad que no condenara a sus hijos a la violencia, el despojo y la ignorancia no deberían presentarse. El argumento de muchos es que aquel que roba un celular, vende droga o ha matado debe quedarse encerrado toda la vida, cuando lo triste es que hay generaciones enteras condenadas a vivir de ello antes siquiera de nacer, y pasan su vida condenadas a la carencia de todo. Habría que preguntarse porque Andrés Felipe Arias o Samuel Moreno no se levantaron desde sus cómodas casas fiscales a intentar escapar de su encierro, porque los asesinados son los de siempre.
Sin embargo eso hoy no importa, ninguna de esas discusiones en el plano del derecho que asiste a cualquier ser humano a desarrollarse libre y dignamente importa. Hoy lo que importa es mantener a esos tipos peligrosos, mugrosos e indeseables muertos y encerrados. Como se atreven a reclamar su libertad y unas condiciones mínimas de vida! eso es para los que tienen el dinero «honrado» con que comprarlas. Y no importa porque hay más de 23 muertos y esos muertos no importan, como no importan a los indolentes las muertes de los lideres sociales, de los excombatientes o de los rebeldes que son asesinados por bombas teledirigidas mientras duermen, como no importan las muertes del hambre, de la inasistencia médica y de la guerra.
Hace 70 años morían en las cámaras de gas millones de los mismos mugrosos y peligrosos e indeseables: judíos, comunistas, homosexuales y gitanos, pobres todos. El más servil de los esclavos es el primero en clavar el puñal en el pecho de uno de sus hermanos por no cortar la mano de su carcelero, y cuando alguien decide levantarse resulta que era el peor de los criminales: resulta que aquellos que dispararon hace tan solo unas horas son víctimas de quienes violentaron y explotaron incesantemente por años enteros. Se preguntarán entonces porqué se siguen levantando esos indeseables: ¿porqué todos los días corre la sangre de un colombiano que reclama sus derechos?cuando entiendan eso probablemente una Colombia donde todos apreciemos el valor de la libertad esté más cercana.
Por la libertad y dignidad de los injustamente encarcelados, excarcelación humanitaria!
Compañeros caídos en la lucha por sus derechos, presentes!