El país vive bajo la dominación política y la dependencia económica del imperio norteamericano, situación indigna que la afianza el Presidente Uribe y convierte a Colombia en un instrumento de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en Suramérica; al tiempo que la oligarquía lacaya aplaude y respalda esta entrega antipatriótica, comparte los recursos naturales […]
El país vive bajo la dominación política y la dependencia económica del imperio norteamericano, situación indigna que la afianza el Presidente Uribe y convierte a Colombia en un instrumento de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en Suramérica; al tiempo que la oligarquía lacaya aplaude y respalda esta entrega antipatriótica, comparte los recursos naturales y la riqueza producida por el trabajo del pueblo, con las corporaciones extranjeras que se llevan la mayor tajada.
Después de 200 años de la independencia del imperio español, continuamos bajo un régimen con las características coloniales, que se hacen más evidentes con la ocupación militar de nuestro territorio por fuerzas gringas distribuidas estratégicamente en nueve bases, que apuntan amenazantes contra los países de la región que marchan distanciándose de la égida imperial y, complejizando con esta intromisión la solución al conflicto interno de carácter social y armado, que lo debemos resolver soberanamente los colombianos.
La autorización de las bases militares es una decisión anticonstitucional, humillante e indigna que el gobierno de Uribe camufla bajo la figura de «cooperación» en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Una mentira más entre las tantas con que suele engañar al pueblo colombiano y la comunidad internacional. Pues la guerrillas no somos organizaciones terroristas y el narcotráfico se creció al amparo de la estrategia contrainsurgente del Estado financiada en parte con el negocio de las drogas.
Este modelo de dominación que nos ha impuesto históricamente la oligarquía y sus gobiernos a fuerza de mentiras y represión es la causa de los grandes males que afectan al país, de la generación y reproducción de distintas formas de violencia y corrupción, del incremento de la miseria y la degradación ética y moral del régimen; así como de la pérdida de la autoestima, es el obstáculo que impidió se constituyera la identidad de nación libre y soberana y últimamente tiene aislada a Colombia de la corriente progresista y democrática de la región.
Ahí radica la causa que cerca del 70 por ciento de la población esté sumida en la pobreza y doce millones en la miseria; que cerca de cinco millones de campesinos pobres fueran desplazados y les robaran cerca de seis millones de hectáreas violentamente, y hoy deambulen por las ciudades en la miseria y sin futuro cierto; que se hayan producido en los últimos treinta años más de medio millón de asesinatos y treinta mil desaparecidos por el terrorismo de Estado y su fuerza narcoparamilitar.
En los últimos cincuenta años la situación del país no ha cambiado y por el contrario continúa profundizándose el modelo anti popular y anti soberano de dominación político, de injerencia imperial, dependencia económica e injusta distribución del ingreso nacional; que es la que genera la pobreza, las insatisfacciones sociales y por tanto la lucha revolucionaria.
La resistencia armada del pueblo y las actuales guerrillas revolucionarias surgidas en la década del sesenta, del siglo anterior, son respuesta y a la vez producto de dicho modelo; luchan contra el régimen, por la construcción de una sociedad más justa, democrática y por la dignidad nacional; es una lucha del pueblo y a favor del pueblo, es una lucha política y no terrorismo, como lo señala con fines perversos el aparato mediático del imperialismo y la oligarquía lacaya.
Por lo anterior hoy más que nunca sigue teniendo vigencia la lucha por la liberación nacional porque estamos ocupados militar y políticamente por una potencia extranjera; y por la liberación social porque una reducida élite en el poder y junto con las grandes corporaciones extranjeras, a quienes sirve de rodillas, se apropian de la riqueza proveniente de los abundantes recursos naturales que tiene el país y de la plusvalía que genera el trabajo del pueblo colombiano.
Hagamos causa común y unámonos todos para expulsar las tropas extrajeras de nuestro territorio; unámonos todos para enfrentar la élite lacaya y arrebatarle el poder para que el poder pase a manos del pueblo y éste sea dueño de su destino.
«El ELN, ha construido una estructurapolítico-militar que irradia todo el país con capacidad operativa, acompañando las expresiones de las luchas sociales, con un mandocentralizado, elegido democráticamente, con fundamento ideológico dedignificar la vida y la humanidad y con propuestas de transformacionesen favor de las mayorías.
(…) El ELN es una Fuerza Beligerante que acoge el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho de La Haya; que ha planteando concertar una Solución política de paz y justiciasocial para superar el conflicto colombiano y desde la década delochenta del siglo pasado, ha insistido en llegar a acuerdos sobre lahumanización de la guerra para evitar la barbarie que adelanta elEstado colombiano y como insurgentes corregir errores cometidos.»
Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN)
¡De la Resistencia al Poder Popular!
¡Siempre junto al Pueblo!
¡Ni un paso Atrás…Liberación o Muerte!
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