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En memoria del militante revolucionario René Orellana Saravia a un año de su fallecimiento

En torno al programa de transición

Fuentes: Rebelión

Artículo escrito en 1985

 

Presentación

 

Al cumplirse el primer aniversario de la muerte de nuestro amigo, compañero y camarada René Orellana S. (Enero 13, 1926-2007), los militantes del Núcleo Socialista Ernest Mandel, rendimos homenaje a su memoria.

 

Fue un activo militante del Partido Socialista de Chile y dirigente de la FENATS. Fue uno de los numerosos militantes de la IV Internacional que practicaron la política del «entrismo»» para defender las posiciones revolucionarias que permanentemente enarbolaron la consigna de la independencia política del proletariado en la perspectiva de generar una dirección clasista que se perfilara hacia la construcción del partido de la revolución en el PS; en esta tarea se destacó en la lucha por el derrocamiento de la dictadura burguesa y por el socialismo en nuestro país.

 

Al momento del golpe contrarrevolucionario de 1973, se encontraba en los EEUU, realizando tareas políticas orientadas a clarificar a la opinión publica sobre la legitimidad del proceso que llevaba adelante la Unidad Popular, en especial, sus esfuerzos estaban dirigidos a ampliar la adhesión de los sectores juveniles estadounidenses a los proyectos democratizadores en América Latina y en especial en nuestro país. Una juventud movilizada en defensa de los procesos de emancipación, podría, en parte, inhibir la intromisión que auspiciaban las transnacionales y el gobierno imperialista. Posterior al golpe militar se compromete en la tarea de reconstruir al Partido Socialista, que ya antes de la derrota se encontraba profundamente dividido, integrándose en la Coordinadora Nacional de Regionales (CNS) y posteriormente al CUIRCH.

 

El CUIRCH fue una organización que coordinó a exiliados chilenos en los Estados Unidos de América. Surge a mediados de 1984 al impulso de las protestas y movilizaciones que se habían iniciados en Mayo de 1983.

 

Entre sus objetivos estaba el apoyar a los grupos de la izquierda revolucionaria del interior que luchaban en contra la dictadura y que se caracterizaban por una critica radical al papel jugado por el reformismo en la derrota histórica sufrida por la clase obrera chilena el año 1973.

 

Desde 1987 hasta el año 1990, el CUIRCH editó el periódico CHILE VENCERA. Año en que pone fin a sus actividades. CHILE VENCERÁ publicó aportes de destacados militantes de la izquierda revolucionaria chilena, entre ellos, Luis Vitale, Samuel Rojas, Víctor Toro, Cheo Morales y, por supuesto nuestro camarada René Orellana, bajo la rubrica de A. Pino.

 

Los militantes del Núcleo Ernest Mandel, al rendir homenaje al camarada René Orellana, resaltamos su permanente disposición a educar, enfrentando los temas controversiales -en diferentes instancias en que participó- con profundidad y firmeza, pero siempre, partiendo desde lo simple a lo complejo, de lo básico a lo compuesto, orientado sus esfuerzos a la educación y a la formación más que a la imposición

 

Acercar el momento histórico del cambio por el socialismo, es una tarea que no se agota, en el tiempo de una generación de militantes, a veces pasan varias generaciones sin que se logre ver la dinámica que genera dicho momento, de ahí que quienes somos parte del movimiento socialista hoy valoramos especialmente a los formadores, pues en ellos descansa la continuidad de un ideario emancipador que, a pesar de los esfuerzos por erradicarlo, en cada etapa en que las contradicciones sociales se exacerban, logra emerger e influir positivamente en la capacidad de explicar y orientar las demandas más sensibles para las mayorías y colocarlas en una senda que augura una mejor posición de inclusión, aún cuando no posea la capacidad de generar las condiciones para alcanzar una transformación radical de la sociedad. La vigencia del socialismo es una garantía de progreso de la sociedad, su fortaleza es la que va minando el dominio absoluto en el que pretende mantenerse la burguesía.

 

Reconocemos en el compañero René Orellana a uno de los imprescindibles al dedicar toda su vida a la tarea de formar militantes para una dirección revolucionaria del proletariado chileno, contribuyendo a que las nuevas generaciones podamos mantener la vigencia del pensamiento y la acción marxista revolucionaria. En homenaje a su memoria publicamos uno de sus interesantes trabajos que presentará en un congreso partidario en 1985, para explicar a los militantes del CUIRCH la necesidad y el deber que tiene una organización política de definir una línea de desarrollo estratégico y el dotarse de un programa que ayude a clarificar y definir los objetivos.

 

Núcleo Socialista Ernest Mandel

Santiago, Enero 2008

DOCUMENTACIÓN TEÓRICA DEL CUIRCH Abril, 1985

COMITÉ POR LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA CHILENA

 

MATERIALES SOBRE EL PROGRAMA DEL PARTIDO SOCIALISTA REVOLUCIONARIO

 

 

Borrador de Informe «EN TORNO AL PROGRAMA DE TRANSICIÓN'»

 

 

 

 

Antonio Pino, 1985

 

INDICE

I. Introducción

II. Los objetivos del CUIRCH

III. Las bases históricas del programa

-Un guía para la acción

-Programa y línea

IV. El Programa de Transición

A.- Adecuar el programa al momento actual

-Características del momento actual

B.- El programa para el presente período:

-Derribar la dictadura.

1. Las reivindicaciones más urgentes:

a) La dirección revolucionaria, tarea estratégica;

b) Comités de defensa, tarea táctica;

c) Contra la cesantía

d) Contra la carestía de la vida

2. Tareas tácticas:

a) El armamento del pueblo

b) Ganar acceso a los medios de comunicación de masas

c) Guerrilla urbana

d) La lucha sindical

e) Unidad por la base

3. Tareas post-dictadura:

a) Asamblea constituyente;

b) Los derechos fundamentales a que aspiran los trabajadores.

4. Consignas centrales: los grandes fines de la clase

Nota 1: Sobre historia del Programa de Transición

 


I. Introducción.- Este es un proyecto de informe que trata de ordenar alguna de la problemática que se discute en relación al programa que debiera levantar una dirección política revolucionaria del proletariado chileno. En su primera parte trata de contestar algunas objeciones que recibimos referente a la necesidad, considerada cuestionable, de levantar ahora un proyecto de programa; sobre qué tipo de programa se estaría hablando, si del CUIRCH, de la clase obrera, o de algún grupo del CUIRCH; qué relación tendría el programa con la línea política de un partido obrero; qué temas abarcaría, si propondría algunas acciones o no.

 

Al referirnos a tales aspectos, hemos caído necesariamente en algunas explicaciones muy básicas, que ojalá aclaren los problemas.

 

 

II.- Los objetivos del CUIRCH.- El CUIRCH tiene un programa general, si así se consideran los objetivos que lo guían, aunque todavía no tenga un programa formulado por escrito. De la misma manera, cualquiera otra coalición podría decir que está orientada por cierto programa, por cuanto el programa no es otra cosa que los objetivos que una organización se plantea para sí misma o para la clase que representa.

 

Los objetivos inmediatos del CUIRCH son promover la unidad de acción de las organizaciones revolucionarias del interior y unir organizaciones y militantes del exterior para impulsar tal tarea. Otro objetivo más ambicioso, que podríamos llamar mediato, es conseguir que estas organizaciones se unifiquen. Las razones que nos mueven tras estos objetivos, pueden ser diferentes, pero coinciden en la necesidad histórica que tiene la clase obrera chilena de darse una dirección política de nuevo tipo, que verdaderamente esté dispuesta y se prepare para dirigir la revolución. Hasta aquí la clase ha sido dirigida por formaciones reformistas socialdemócratas, como lo han sido los partidos socialistas chilenos, o por el burocratismo staliniano. Ninguno de estos partidos se ha planteado seriamente la toma del poder por la vía revolucionaria, sino por la vía electoral.

 

Pensamos en el CUIRCH -y con nosotros comparten esta opinión numerosos camaradas que aun no actúan en esta organización- que la unidad de acción primero y luego una posible unificación de las pequeñas organizaciones revolucionarias, equiparía a la clase obrera con una nueva alternativa direccional capaz de llevar a buen término los objetivos históricos de la clase. Una organización más grande que las actuales, que tenga militantes en más lugares del país, que esté unida por un programa y una disciplina común, indudablemente se perfilaría como un serio candidato para llenar el vacío direccional que hoy aflige al proletariado chileno.

 

El programa que estamos esbozando serviría los propósitos de esa nueva organización.

 

 

III. Las bases históricas del programa:

Un guía para la acción.- Tradicionalmente, los partidos reformistas han separado su programa en dos: el programa mínimo, o de reivindicaciones inmediatas, y el programa máximo. La socialdemocracia inscribía la conquista del socialismo en su programa máximo, para el cual no señalada plazos, sino que lo situaba en un futuro indefinido. Entre programa mínimo y máximo no había conexión. En la práctica, los partidos reformistas tienen solamente un programa mínimo, que consiste de reformas a conseguir dentro del marco de la sociedad capitalista, sin proponerse seriamente romper y reemplazar la sociedad que origina los problemas fundamentales que afligen a los trabajadores.

 

Un partido político responsable clarifica los objetivos, los plazos y los métodos que se propone usar. También estudia detenidamente la situación económica, social y política en que se desenvuelve la lucha de clases. Este estudio permite a la organización expresar con relativa exactitud el diagnóstico de la condición que sufre la clase obrera y, de esta manera, interpretar correctamente sus intereses y necesidades. Este estudio es periódicamente actualizado a través de informes políticos. Él constituye el cimiento en que se levantan las consignas del programa.

 

Para que el análisis de la situación quede completo, el partido debe empinarse a observar el porvenir, es decir, pronosticar los cambios que podrían ocurrir con o sin participación del partido. De la habilidad con que interprete las tendencias del presente y las proyecte en posibilidades del futuro, dependerá en gran medida la recepción o rechazo que encuentren sus consignas en la masa popular. Esta reacción indicará si el análisis y su consiguiente pronóstico han sido o no correctos. Enfatizando la importancia de estas relaciones, un famoso revolucionario acostumbraba decir que la capacidad de dirigir se mide por la capacidad de prever.

 

Programa y línea.-

 

Tradicionalmente también, los partidos reformistas han divorciado el programa y la línea del partido, como si fueran dos entidades distintas. El programa lo editan en un folleto y la línea política la publican en un informe separado. «Así camaradas», dicen los dirigentes con satisfacción, «no se puede confundir la línea con el programa».

 

En cuanto a línea, dirigentes y bases se sienten en plena libertad para discutirla y divulgarla con el mayor entusiasmo. Del programa rara vez se habla, hasta que se los recuerda la convocatoria a un congreso.

 

Por muchos años, hasta el colapso de 1973, el Partido Comunista (PC) había sostenido la línea de liberación nacional. Mediante ella intentaba unir a las organizaciones de la clase obrera con las de la burguesía para que -supuestamente- unidas enfrentaran al enemigo común que sería el imperialismo. Los marxistas revolucionarios hemos calificado tal línea como política de colaboración de clases. Hemos señalado reiteradamente que parte de una suposición doblemente falsas: la de intereses comunes entre el proletariado y la burguesía y la de intereses contrapuestos entre la burguesía criolla y el imperialismo. Hemos defendido la concepción marxista de que no hay intereses comunes entre explotados y explotadores. Lo único que verdaderamente los une es el abrazo mortal de la lucha de clases. En cuanto a la oposición entre burguesía nativa y burguesía imperialista, hemos defendido la concepción de Lenín, de que en la época del imperialismo las burguesías de los países atrasados se transforman en socios menores de las corporaciones imperialistas. Con ellas forja redes de intereses comunes con las que explotan al proletariado en beneficio mutuo.

 

El Partido Socialista (PS), por su parte, sustentaba la línea de «frente de trabajadores» hasta el fracaso del experimento de la Unidad Popular. Su concepción básica era forjar alianzas de clase, esto es, entre los partidos obreros, para oponerlos a las alianzas de la burguesía, sea ésta nativa o extranjera. A pesar de que su concepción de las alianzas descansaba sobre supuestos teóricos correctos, la conducta práctica del PS siguió adherida a las viejas concepciones reformistas de su pasado socialdemócrata. Una vez obtenida la formación de la Unidad Popular sobre la base de la alianza PS-PC, no hizo esfuerzos decisivos para enfilar con ella a la toma total del poder. Erróneamente estimó que, habiendo ganado el gobierno en las elecciones de 1970, estaba en camino a ganar todo el poder por medios simplemente legales. En esta apreciación contó con el apoyo sincero e incondicional del PC. Ambos partidos, con la bendición del presidente Allende, se dedicaron a defender la Unidad Popular por encima de todas las cosas, transformando así el medio en objetivo. Ambos dejaron la revolución socialista para un futuro indeterminado. La relegaron hacia las someras del «programa máximo».

 

En los remolinos que dejó tras sí la debacle de 1973, todavía se sigue discutiendo la naturaleza de las líneas políticas. Unos las defienden con pasión en su calidad de líneas estratégicas. Otros las denuncian ruidosamente, a la de liberación nacional como colaboracionista y a la de frente de trabajadores como inconsecuente. Otros las consideran como líneas tácticas que culminaron en la alianza PS-PC, a las que ambos partidos las hicieron desembocar en un callejón sin salida.

 

Tratando de clarificar las diferencias entre estrategia y táctica, adelantemos que, desde el punto de vista militar, se entiende por estrategia el planeamiento de la guerra; y por táctica, el de una batalla. Desde el punto de vista político, la línea estratégica comprende el planeamiento y la conducción de las acciones que el partido se propone desarrollar dentro de un período histórico determinado, para alcanzar un objetivo de fondo. La táctica es el planeamiento y conducción de las acciones parciales que comprende la estrategia, en otras palabras, las acciones tácticas se planean para alcanzar objetivos precisos y parciales en un período corto. La estrategia coordina las acciones tácticas, las cuales culminarán en la toma del objetivo de fondo u objetivo estratégico.

 

Para nosotros, marxistas revolucionarios, el objetivo estratégico de nuestra guerra de clase es la toma del poder por la clase obrera, o sea, hacer la revolución. Tal objetivo lo tiene planteado la clase trabajadora en su conjunto desde que la burguesía criolla empezó, en la década de los (años)n veintes, a demostrar su incapacidad para solucionar los grandes problemas nacionales de la cesantía, la vida cara, la falta de viviendas, el analfabetismo, la existencia del latifundio, etc.

 

Una y otra vez, en las grandes confrontaciones de clases, ha quedado en evidencia la necesidad histórica de reemplazar el régimen capitalista burgués por el socialista. Y una y otra vez la clase obrera ha fracasado en sus intentos, pese a que la clase enemiga se pudre en el poder. Tal contradicción -la existencia de las condiciones objetivas más que maduras y la incapacidad de la clase ascendente para hacer su revolución- se produce fundamentalmente por la incapacidad de las direcciones políticas obreras para pasar de las palabras a los hechos.

 

El PS, con su línea de frente de trabajadores, fue la dirección que más se acercó a la solución de esa gran contradicción, pero su fracaso fue el más espectacular de todos. Desde entonces, para muchos militantes socialistas honestos ha quedado en evidencia la verdad que viejos revolucionarios de base sostenían obstinadamente: la solución de la crisis crónica que aflige a. la sociedad pasa primero por la solución de la crisis de dirección que aflige a la clase obrera. Es decir, «la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección proletaria», según lo afirma el Programa de Transición.

 

Por consiguiente, para nosotros, militantes socialistas revolucionarios, que aún no contamos con una dirección capaz de acaudillar al conjunto de la clase para asaltar el poder, el objetivo estratégico que tenemos planteado en el presente período es construir la dirección leninista que exitosamente cumpla tal tarea.

 

La historia de más de cincuenta años, después de la quiebra de la Internacional Comunista, demuestra que las pequeñas organizaciones revolucionarias, trabajando aisladamente, no pueden transformarse en dirección de masas. Por consiguiente, una aproximación táctica posible, es primero buscar la unidad de acción entre tales organizaciones y luego buscar las posibilidades de que de este tipo de trabajo común surja una dirección revolucionaria unitaria. La germinación de grandes cantidades de grupos revolucionarios bajo las condiciones actuales de dictadura militar, hacen más factible que antes el cumplimiento de estas tareas tácticas. En esta perspectiva es que el CUIRCH se ha comprometido a trabajar. El realismo de su posición lo avalan las numerosas adhesiones que ha recibido, tanto del interior de Chile como del exterior.

 

IV.- El programa de transición

 

Puesto que el programa describe los objetivos que se propone el partido y las maneras de alcanzarlos, y puesto que la estrategia y la táctica tratan precisamente de las maneras de alcanzar los objetivos, no hay manera de separar el programa de la línea. En los hechos el programa incluye a la línea y deviene así en el verdadero «guía para la acción». El programa es, pues, el documento central del partido porque incluye objetivos, estrategia y línea táctica.

 

Para que un programa cumpla efectivamente su función de guía, debe contener no solamente objetivos mínimos, inmediatos y mediatos, sino que también debe señalar el cómo ligar los unos con los otros, es decir, debe incluir la táctica y las formas de pasar de una reivindicación mínima a una más elevada, el cómo movilizar a la clase para que, afirmándose en lo que conquista, se plantee metas cada vez más elevadas, de modo que nunca pierdan de vista su gran finalidad, que es la toma del poder total. Estableciendo tales ligazones, el programa siempre va haciendo avanzar a las masas hacía su propósito histórico. Un programa de tal tipo es lo que se llama «programa de transición», porque moviliza a las masas para que «transiten», pasen, desde la sociedad capitalista a la socialista (1).

 

La importancia fundamental del programa de transición está en que señala reivindicaciones del momento presente, elabora consignas y a la vez sugiere maneras de movilizar a los obreros para que ellos mismos encuentren la solución a sus problemas. De esta manera ellos aprenden que tal solución depende de su continuo accionar como grupo social independiente, de su lucha intransigente en contra de sus enemigos de clase, jamás en colaboración con ellos. Sus experiencias ayudarán a la clase a desprenderse de las ilusiones legalistas con que el reformismo la ha atado a las instituciones del estado burgués. Se irá clarificando en su conciencia que su situación como clase cambiará cuando establezca el control obrero sobre los medios de producción, de cambio y de distribución, medios que hasta aquí están en manos de sus enemigos, El desplazamiento de estos últimos puede iniciarse en lugares aislados, pero pueden estos lugares servir de contagioso ejemplo para otros sitios, de modo que cada vez se haga más llamativa la consigna de que los lugares de trabajo pertenecen a los trabajadores.

 

A.- Adecuar el programa al momento actual.- Destacar las demandas más sentidas del conjunto de la clase en un momento determinado requiere, estudiar primero las condiciones en que se está desarrollando la lucha de clases en el país. De este necesario estudio dependerá obtener una correcta apreciación de la situación política global, Esta es la tarea insustituible que cumplen los informes políticos periódicos. estos informes deben ser discutidos exhaustivamente por los militantes de base a fin de comprender la situación política en su totalidad y luego adecuar sus acciones y consignas al lugar particular en que ellos actúan.

 

 

Características del momento actual.- No es el propósito de este informe caracterizar el período presente de la lucha de clases: sin embargo, necesitamos destacar aquí los principales aspectos que tiene la situación presente, a fin de fundamentar en ellos las reivindicaciones más urgentes que tiene la clase en estos momentos.

 

Acotemos solamente que el actual período sigue estando marcado, en lo esencial,

 

1) por los efectos de la derrota obrera de 1973 y

 

2) por la continuación de la represión armada que ejerce la burguesía.

 

Los largos efectos de la derrota.- La derrota histórica que sufrió la clase obrera y el conjunto de las clases trabajadoras en 1973, significó la pérdida substancial de numerosos derechos y conquistas de carácter sindical, previsional, de asociación política, de representación parlamentaria, de negociaciones colectivas, de reajustes de salarios, de expresión pública, de derechos educacionales, habitacionales, etc. Los cuadros dirigentes de la clase fueron asesinados, en carcelados o exiliados.

 

El saldo de las protestas de 1983.- Las protestas populares que se iniciaron en 1983 pusieron término al reflujo de diez años que sufrió el movimiento popular, pero todavía no han traído de vuelta ninguna de las conquistas perdidas. Sin embargo, sería erróneo asumir que ellas han sido inútiles o que dejaron la situación tal como antes. Por el contrario, el saldo ha sido altamente positivo,

 

1) porque las clases populares demostraron su capacidad para enfrentar repetidamente, al margen de las formaciones burguesas, «progresistas» y reformistas obreras, al aparato represivo militar;

 

2) aunque el gobierno reimpuso por las armas su orden dictatorial, está lejos de haber reganado su estabilidad, ni menos el control absoluto sobre la población de que había gozado hasta antes de las protestas. Ha prohibido de nuevo la existencia de los partidos y bloques opositores y ha ganado una victoria que será de duración muy efímera. La duración de ésta puede prolongarse unos pocos meses a causa del terremoto que acaba de azotar el centro del país. Por el momento ha ganado la adhesión de los sectores burgueses y pequeño-burgueses que se le habían alejado para alinearse en la oposición. Para ello ha utilizado granjerías económicas, con la ayuda de los nuevos créditos que le ha concedido el imperialismo, y ha vuelto ha explotar el fantasma de el «desorden»; que retornaría con el régimen democrático;

 

3) las protestas mostraron, además, que el proletariado industrial y minero ha bajado bastante en su combatividad. Hacía años ya que estaba bajando en su peso social y político. La cesantía masiva en minas y fábricas ha raleado bastante sus filas. Primero los interventores militares lo mantuvieron aplastado; luego los dirigentes amarillos y pequeño-burgueses que toleró la dictadura, lo han restringido a roles de apoyo esporádico a las luchas de masas, cuando no de adhesión puramente verbal o francamente negativo;

 

4) La columna vertebral del movimiento popular de protestas se ha ido estructurando en torno a los pobladores. Éstos constituyen una capa social abigarrada y heterogénea, sin ligazón firme o permanente al proceso de producción. Está formada principalmente por cesantes, trabajadores ocasionales, obreros de muy variados oficios, estudiantes y elementos pequeño-burgueses empobrecidos. Estos han sido los sectores que más combatividad han demostrado y en donde se formaron los más resueltos comités de resistencia. La dictadura sigue encontrando en ellos, día a día y noche a noche, a sus desafiantes más obstinados;

 

5) Las protestas dejaron al desnudo la debilidad fundamental del movimiento obrero, cual es la carencia de dirección política capaz de unificar las acciones de las masas. Aunque se estructuró el Movimiento Democrático Popular (MDP), éste no fue capaz de dar dirección. Las masas salieron a la calle cada vez que lo quisieron, con o sin apoyo del MDP o de la Alianza Democrática (AD). Asistieron a todas a todas las manifestaciones anti-gubernativas, sin importarles quien las convocara;

 

6) Pese a la carencia de una dirección política de masas, las protestas demostraron tener una multitud de direcciones a nivel de base, especialmente en las barriadas populares y poblaciones. Los grupos políticos existen allí, en la base, aunque descoordinados entre ellos. Son, en su gran mayoría, direcciones nuevas que están haciendo sus primeras experiencias -no en los pasillos ministeriales y parlamentarios, como ocurría en el pasado- sino en la lucha armada directa. Se enfrentan, por ahora principalmente en las calles, a la: tropas de la dictadura en una increíble desventaja de poder de fuego. Estas direcciones, aunque fragmentadas y pequeñas, no han logrado ser controladas por el MDP y menos por la AD. Sin embargo, muchos de los militantes de los viejos partidos participan unitariamente en las acciones de protesta generadas en la base popular.

 

7) La gran mayoría de estas nuevas direcciones de base, si no todas, tienen sus orígenes en los viejos grupúsculos marxista-revolucionarios que, acusados de sectarios, permanecieron por décadas criticando constantemente la política de los partidos obreros reformistas. Estos críticos eran a veces benevolentemente llamados «la conciencia socialista». Formaban las tendencias de izquierda de los partidos o permanecían irreductiblemente fuera de ellos. Estos son los viejos que han transmitido gran parte de la teoría de la rebelión social a las nuevas capas de dirigentes.

 

Las direcciones de base que hemos logrado contactar han sido las que más entusiastamente han respondido al llamado del CUIRCH.

 

 

 

B.- El programa de para el presente período derribar la dictadura.-

 

1. Las reivindicaciones más urgentes:

 

a) La dirección revolucionaria, tarea estratégica. Tomando en cuenta el cuadro de la situación actual que hemos resumido mis arriba, se desprende que la demanda de fondo, que como organizaciones políticas obreras tenemos planteada, es superar la crisis de dirección revolucionarla de la clase. No hablamos aquí de la reivindicación de la clase frente a su enemigo que, por supuesto, sigue siendo el derrocamiento de la burguesía, erigida ahora en dictadura militar.

 

Estamos ahora en mejores condiciones que antes para aunar las diferentes, aunque pequeñas direcciones revolucionarias y organizar el partido que necesitamos. En esta tarea tienen cabida todos los socialistas revolucionarios desprendidos del viejo PS, así como las fracciones y tendencias marginadas del PC y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), al igual que las organizaciones independientes que se inscriben en la lucha por el socialismo.

 

La gran tarea del momento es unirlos primero en sus acciones y luego en sus programas y organizaciones, de modo que logren transformarse en una nueva dirección política de la clase. Por consiguiente, las consignas centrales del momento son:

 

¡Unidad de acción por una nueva dirección! ¡Unidad de acción para enfrentar la represión! ¡Unidad de acción para la revolución! ¡Por la unidad de los revolucionarios para formar la nueva dirección obrera!

 

 

b) Comités de defensa. Tarea táctica.- La clase obrera y la gran masa popular de cesantes y trabajadores parciales, de estudiantes, campesinos, de comerciantes minoristas y pequeños empresarios, siguen siendo las víctimas principales de los atropellos de la dictadura, de la represión armada, de la carestía de la vida, de la escasez y de la cesantía que los golpea a diario. Para todos estos sectores, el período sigue siendo de lucha a la defensiva. Pero tal carácter de la lucha puede cambiar en cualquier momento y habrá que organizar a. estos sectores populares desde ahora mismo El primer paso es ampliar entre ellos la idea, lo que es relativamente fácil, de que no hay manera de detener los abusos si en cada calle, barrio, población y sitio de trabajo no se forman comités de defensa. Estos organismos ya se han formado en otras oportunidades para organizar las protestas y han demostrado su enorme efectividad. Ahora hay que darles carácter permanente y coordinarlos en redes cada vez más grandes. En algunos lugares se llamaron comités de acción, en otros de resistencia, de cuadra, de calle, o adoptaron nombres de mártires populares, mientras que en otras partes no tenían ni siquiera una denominación. En todos los casos, no solamente llevaron adelante las acciones de lucha del momento, sino que castigaron a los soplones, proporcionaron orden y seguridad en donde actuaban, dirigieron la movilización, el alumbrado publico, la provisión de agua y el funcionamiento de las ollas comunes. En suma, representaron el germen del poder popular, así como en 1972 y 73 los cordones industriales apuntaron nacía los mismos objetivos de control social obrero.

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En la actualidad, bajo la fuerte represión que existe, estos comités tendrían, en gran medida, un carácter conspirador y clandestino. Podrían funcionar a través de organizaciones inocentes, tales como clubes deportivos, centros de padres, sociedades artesanales, artísticas, etc. En los hechos, todas estas organizaciones de la comunidad tienen el potencial -cuando la represión se intensifica- de transformarse en órganos de la resistencia.

 

En donde existan los comités de defensa, debieran enlazarse orgánicamente con los sindicatos del sector y con otros comités vecinos, a fin de fortalecerse mutuamente y ampliar sus acciones a sectores geográficos cada vez más amplios.

 

Sus preocupaciones fundamentales debieran ser ayudar al armamento de la población, al desarrollo de acciones de guerrilla urbana y campesina, al control -por los pobladores- de los servicios de salud, educación, policiales, distribución de alimentos, transporte colectivo, etc. Es decir, crear, defender y ampliar las acciones propias del poder obrero y popular en cada lugar.

 

 

¡A forjar ahora los comités de defensa de las poblaciones y barrios! ¡A establecer el poder popular sobre cada servicio del sector!

 

 

c) Contra la cesantía.- La expresión más pavorosa de la incapacidad de la sociedad capitalista de satisfacer las necesidades más elementales de la población, la constituyen las masas de desempleados que deambulan -sin destino fijo y sin parar- por ciudades, villorrios y campos. Espectros que caminan, buscan en vano una salida a su trágica condición de miseria crónica. No la encontrarán en el sistema que solo emplea a los que necesita para asegurar su nivel de ganancia, sin importarle que los otros se mueran de hambre. La única esperanza de los trabajadores y cesantes está en luchar contra tal sistema hasta derribarlo. Para ellos el partido propone la organización de los desempleados y su unión estrecha con los comités de defensa de cada población o sitio de trabajo. Tales comités debieran ubicar las fábricas, establecimientos y terrenos agrícolas que han cerrado y proceder a ocuparlos sin pago alguno. De inmediato tendrán que enfrentar una doble tarea: defender la ocupación, ya sea a través de alegatos legales o con las armas en la mano, y poner a trabajar el sitio ocupado. La producción estará controlada por los propios obreros y mantenida aunque no produzca ganancia, pero que a lo menos asegure el sustento de los trabajadores. Si hubiese ganancia, ésta debería reinvertirse para mejorar las condiciones de trabajo y la calidad de la producción. Lo mismo vale para cada servicio público o privado, ya sea escuela, hospital, línea de transporte, etc. que controlen los trabajadores y usuarios del sector.

 

Ningún trabajador, incluyendo los ejecutivos de más alto nivel, deben ganar un salario superior al de un obrero especializado. Todos los cargos de las empresas bajo control obrero deben llenarse por concurso directo, regulado y resuelto por el consejo de obreros. Estos están mejor capacitados que cualquier experto individual para conocer de primera mano la experiencia de los concursantes y también valorar la antigüedad y educación necesarios para llenar los puestos. Aunque éstos se ocupen por períodos fijos, los ocupantes podrán ser revocados en cualquier momento por el mismo consejo que los nombró, si no cumplen sus funciones efectiva y eficientemente.

 

En todos los sitios de trabajo en donde no existan sindicatos, deben formarse comités de defensa de los trabajadores, que impidan el despido de sus compañeros. En efecto, nadie debe ser contratado o despedido sin el conocimiento y decisión de los comités de trabajadores o del sindicato.

 

En donde sea posible hay que forzar a las empresas y servicios fiscales para que contraten más personal y desarrollen nuevos programas que empleen más mano de obra que maquinarias. Las cooperativas públicas y privadas deben desarrollar programas de absorción de cesantes en que los o obreros planeen y ejecuten bajo su propio control, todas las fases de los proyectos.

 

Los mezquinos planes de obras públicas del gobierno, incluido el Programa de Empleo Mínimo (PEM), los de reconstrucción y otros, siempre estarán enfilados a producir más ganancias para los capitalistas a costas de la explotación de los obreros. Habrá que buscar todos los medios posibles para que los planes de obras públicas estén administrados por los obreros, como la mejor garantía de que no servirán para hacer más ricos a los ricos, de que asegurarán el más económico uso de los recursos, de que vigilarán directamente la calidad de las construcciones, evitarán el despilfarro, los robos y la incompetencia de los contratistas privados. Sin embargo, no es en modo alguno posible que en la actualidad los obreros ganen acceso a uno solo de los proyectos gubernativos sin antes echar abajo a la presente dictadura. Así, una vez más, la conquista al más elemental de los derechos humanos -el derecho al trabajo- pasa primero por la eliminación de la dictadura y, en el fondo, por la eliminación del sistema burgués de explotación en su totalidad.

 

 

¡A organizar comités de cesantes! ¡A defender sus ollas comunes! ¡A desarrollar la solidaridad entre obreros activos y cesantes! ¡A defender la estabilidad en el trabajo por medio de sindicatos y comités de obreros! ¡Por el desarrollo de planes de obras públicas bajo administración de los trabajadores!

 

 

d) Contra la carestía de la vida.- Las huelgas que por aumentos de salario se han producido bajo el imperio y en desafío directo de la dictadura, demuestran la voluntad inquebrantable de los trabajadores por defender su derecho a la vida. Los cesantes deben apoyar estas huelgas y en ningún caso actuar como rompehuelgas. Los comités de pobladores y de defensa, así como toda organización de la comunidad, deben darles su más decidido apoyo.

 

Los huelguistas deben tender a ocupar las empresas, de modo que puedan examinar los libros de contabilidad, revelar las escandalosas ganancias de los capitalistas, descubrir sus secretos comerciales y denunciar al público consumidor los precios injustificados que los capitalistas imponen a sus productos.

 

Las ocupaciones de fábrica deben tender a echarlas andar de nuevo, pero bajo control obrero. Ello demostrará a los capitalistas la decisión de los trabajadores de imponer un nuevo orden social, que abarate los productos, disminuya los costos de producción y elimine los especuladores de la distribución y a los capitalistas en su totalidad.

 

En cada sitio de trabajo, sea de producción, distribución, cambio o servicio público, que los trabajadores lo ocupen, deben estar dispuestos a defender la ocupación con las armas en la mano. A la vez necesitarán consolidar la más estrecha cooperación y solidaridad con los comités de pobladores del sector, a fin de frustrar los ataques de los patrones y de sus fuerzas militares.

 

Las peticiones de aumentos de salarios deben por lo menos equiparar las alzas de precios. Los contratos de trabajo deben establecer que los salarios se reajustarán automáticamente con el alza del costo de la vida, como la forma más objetiva de conservar el poder adquisitivo de los salarios y defenderlos de la inflación.

 

Los comités de pobladores y de barrios deben tender a ganar el control de la distribución de todos los productos que se comercien en su sector. Deben, para tal objeto, organizar cooperativas que reciban los productos directamente de las fábricas a. precios razonables, ojalá garantizados por los obreros de esas fábricas, y de las firmas mayoristas de distribución. De este modo las cooperativas locales podrán entregar productos a precios bajos que rompan la espina dorsal de los especuladores del comercio de distribución. Lo mismo se aplica a la venta de servicios, ya sean de carácter médico, educativo, bancario, etc.

 

La oposición activa de la población a las alzas de precios podrá revestir muchas formas, las que dependerán de las circunstancias concretas del momento. El partido propiciará desde la denuncia a través de rayado mural, declaraciones públicas, volantes, a la acción directa por medio de boicot a las ventas de ciertos productos, confiscaciones de otros y distribución gratis de ellos a la población, establecimiento de almacenes populares y de cooperativas de distribución bajo control de los consumidores y de los trabajadores de esos establecimientos.

 

¡Por la oposición activa a las alzas de precios! ¡Por la distribución de productos y servicios a través de establecimientos controla dos por los consumidores y obreros! ¡Por reajustes de salarios iguales a las tasas de inflación!

 

e) La lucha anti-dictatorial: El centro de la preocupación popular actual es cómo derrocar cuanto antes a la dictadura militar. La incipiente dirección revolucionaria que hoy existe principalmente en las poblaciones, crecerá y se templará en esta lucha. Tratará, en cada acción, de educar a las masas para que impongan, como principal meta del período, un gobierno obrero y campesino. Nótese que no hablamos de un gobierno provisional. Postulamos la instalación permanente de tal tipo de gobierno. Solamente él traerá verdadera estabilidad al país, porque expresará la voluntad y los intereses de la inmensa mayoría de la nación; porque, por primera vez, estará desligada de las grandes corporaciones (nacionales) y extranjeras; y porque tendrá las manos libres para redistribuir el ingreso nacional en favor de los trabajadores.

 

Tan pronto como se constituya el gobierno revolucionario dictará leyes especiales para derogar toda la legislación, represiva existente, enjuiciar, mediante tribunales populares, a los criminales de la dictadura militar, castigar y/o re-educar a los colaboradores e informantes que han traicionado a sus hermanos de clase, desconocer el pago de la deuda externa que ha contraído el conjunto del régimen burgués, derogar todos los pactos militares, restituir a las organizaciones populares y a la gente del pueblo los bienes que les ha confiscado la dictadura, realizar una profunda reforma agraria que beneficie principalmente a los obreros agrícolas y campesinos pobres y autorizar la inmediata vuelta al país, sin limitación alguna, de todos los exiliados políticos y de sus familiares.

 

 

2.- Tareas tácticas.

 

a) El armamento del pueblo.- Tarea fundamental. Para formar el gobierno obrero y campesino es requisito indispensable asegurar el armamento del pueblo, ya sea expropiando armas, construyéndolas, o comprándolas.

 

Una incesante propaganda debe desarrollarse hacia la tropa de todas las fuerzas armadas, incluidos carabineros y detectives, para que apoyen la rebelión popular anti-dictadura. Una tarea de largo aliento en este terreno es destruir las grandes mentiras que la burguesía ha sembrado y desarrollado en la mente de la tropa. Les ha enseñado que son las fuerzas de orden, cuando en verdad son los guardianes de los robos, asesinatos y escándalos que a diario la gran burguesía y altos burócratas del gobierno perpetran en contra de la población trabajadora. Les ha enseñado la lealtad y el respeto indiscutidos hacia la oficialidad y los símbolos del estado, en circunstancias que los oficiales son los esbirros que defienden la riqueza y el lujo en que nadan sus familias, socios y amigos de las corporaciones extranjeras. Les ha inculcado la idea de la patria común de todos los chilenos y los manipulan a diario juramentos y ejercicios para que la defiendan incondicionalmente, en circunstancias que tal patria los beneficia sólo a ellos.

 

Los familiares y amigos de los soldados pueden ayudar mucho a reclutar efectivos para la rebelión popular. Primero hay que identificarlos, luego hacer contacto con ellos y educarlos pacientemente para que, a su vez influyan sobre los elementos de las fuerzas armadas.

 

 

b) Ganar acceso a los medios de comunicación de masas.- A medida que se profundice la lucha y se ganen nuevos recursos, se crearán las posibilidades de instalar transmisores clandestinos móviles y de interferir transmisiones de la radio y televisión nacional. A un nivel más alto de preparación surgirán las posibilidades de reemplazar programas completos de los esbirros con programas previamente grabados por los comandos de la rebelión popular.

 

 

c) Guerrilla urbana.- La línea política del partido revolucionario durante la lucha anti-dictatorial incluye como elemento fundamental de sus acciones el desarrollo de la guerrilla urbana. Las acciones de este tipo de guerrilla comprenden el hostigamiento al aparato represivo, con el objeto de dispersarlo, agotarlo, desmoralizarlo, expropiarle armas y equipo. También incluyen las de sabotaje a instalaciones militares, de producción, transporte, distribución, bancarias, de publicidad, etc. Todas dejen estar planeadas y ejecutadas por comandos bien entrenados y bajo la supervisión de las células del partido revolucionario. Todas deben ir acompañadas de propaganda educativa y de llamados a organizar la rebelión popular en niveles más amplios de la población. Todas deben evitar bajas entre los trabajadores y golpear de preferencia instalaciones y a los enemigos más peligrosos del pueblo. En lo posible deben evitarse bajas en la tropa y alcanzar más bien a la oficialidad. La toma de rehenes de entre la oficialidad y altos ejecutivos de corporaciones, incluyendo sus familiares, puede ser un arma de largo alcance para forzar la transmisión de proclamas revolucionarias y de concesiones importantes del gobierno y corporaciones hacia la población trabajadora.

 

 

d) La lucha sindical.- Los sindicatos deben ser llamados y ayudados constantemente a coordinar sus acciones por aumentos salariales con acciones de protestas de los comités (de) vecinos, ya sean de poblaciones o de barrios. De esta manera, la lucha sindical se profundizará a niveles políticos, lo cual contribuirá positivamente a elevar la lucha antidictatorial. Las acciones sindicales deben ser encuadradas en la perspectiva general de la preparación de la huelga nacional insurreccional. El partido debe ser el educador de los dirigentes sindicales de base, de modo que ellos adopten y defiendan tal perspectiva en todas las reuniones en que se discutan y preparen las futuras acciones.

 

La adhesión y coordinación de los sindicatos son elementos decisivos para detener el proceso económico y así propinar el golpe de gracia a la dictadura. Por esta razón cada comité de defensa de población o barrio debe buscar la unidad de acción con los sindicatos de su sector. En el momento actual, en que la represión está a la iniciativa, la principal tarea en el medio sindical es reestructurar las organizaciones de base y de nivel medio, hasta reconstruir la central sindical nacional. Ojalá en todas las instancias predominen, si no los líderes rebeldes, por lo menos las resoluciones de luchar independientemente de las organizaciones burguesas y del gobierno, hasta hacer caer la dictadura. En cada reunión sindical debe ponerse el acento en las acciones independientes, sin arreglo alguno con organizaciones que se conecten directa o indirectamente con los partidos burgueses, responsables principales de la existencia del estado dictatorial.

 

 

e) Unidad por la base.- Las protestas anti-dictatoriales más vigorosas se han iniciado en las poblaciones y han sido ayudadas por las bases revolucionarias y reformistas, SIN PARTICIPACIÓN de las cúpulas de los partidos, Este ha sido el rasgo más positivo que han dejado las movilizaciones de las protestas. Allí en las bases se gestó la unidad más efectiva que en el actual período han conseguido darse los trabajadores. Este hecho demuestra que es posible desarrollar acciones de lucha unitarias sin tener que tratar con las directivas regionales o locales de los partidos. A estas acciones han sido arrastrados -y luego han participado activamente- los pocos militantes y simpatizantes que aun conservan los partidos reformistas. Ello ocurre de manera natural, porque tales elementos están en las poblaciones, bajo la influencia directa de los elementos populares más radicalizados, los cuales no necesitan formar bloques o frentes de tipo alguno para llevar adelante sus protestas.

 

Cuando el partido de la revolución gane la influencia de masas que es crítica para inclinar la balanza en favor de la lucha popular directa, tampoco necesitará enredarse en negociaciones con otros partidos para llevar adelante su programa de lucha. En ningún caso esto significa que el partido siempre se bastará a si mismo para dirigir. Por el contrario, habrá numerosas instancias en que una correcta política de alianzas ayudará al avance popular. Lo decisivo en tal tipo de alianzas es que ellas sirvan de medio para el avance. Si ese objetivo no se consigue, la alianza servirá los intereses del enemigo, no los de nuestra clase. Ayudará a paralizar o a retroceder, pero no a avanzar.

 

Por consiguiente, el trabajo unitario, forjado en los sitios de trabajo y en las poblaciones, es la táctica preferida de los revolucionarios.

 

 

 

3.- Tareas post dictadura.-

 

a) Asamblea constituyente.- Cuando la revolución sea capaz de instalar su propio gobierno, que para todos los hechos prácticos será un gobierno de clase, formado por obreros, campesinos y trabajadores en general, este gobierno -si así lo quieren los trabajadores- podrá convocar una asamblea constituyente. Esta asamblea también tendrá un carácter clasista. Por lo tanto, su formación vendrá de las masas trabajadoras, especialmente de aquellas organizaciones de poder popular surgidas en empresas y poblaciones al calor de la lucha revolucionaria. Estas serán las organizaciones que formarán los pilares sociales del nuevo estado obrero. Serán también las que cargarán el mayor peso en las luchas que inevitablemente sobre-vendrán por la defensa del nuevo estado.

 

Una asamblea constituyente verdaderamente democrática reflejará los intereses fundamentales de la mayoría social organizada en órganos de poder popular. Por consiguiente, a ninguna organización burguesa y contra-revolucionaria, que manifiestamente son la minoría en la población, se le permitirá controlar o manejar tal asamblea. La constitución política que de allí surja garantizará los más amplios derechos de funcionamiento a los partidos y organizaciones de los trabajadores y a los comités de poder popular, en tanto que limitará drásticamente los derechos, los que hasta aquí han abusado sin cortapisa, de las organizaciones burguesas y contra-revolucionarias. Las organizaciones populares podrán participar en todas las elecciones, postular a sus candidatos a cualquier cargo local, regional o nacional, y controlar directamente los procesos de producción, distribución, cambio, los servicios, de seguridad, educación, habitacionales, de salud, etc.

 

La nueva constitución no tolerará el funcionamiento de un partido único obrero, por más clasista que éste se declare. Ni siquiera en circunstancias de extrema emergencia se coartará la libertad de organización y expresión de cualquiera organización política obrera. Las razones para mantener siempre inalterable la democracia popular son de raíz histórica y de necesidad práctica. El naciente estado soviético suspendió transitoriamente el funcionamiento de los partidos a causa de la guerra civil y de la intervención extranjera. También transitoriamente suspendió el derecho a formar tendencias y fracciones dentro del partido bolchevique. Sin embargo, cuando se entronizó el stalinismo, lo transitorio se transformó en permanente. El resultado ha sido no solamente la suspensión, sino la eliminación -en muchos casos la eliminación física- de todas las opiniones disidentes. El partido único se ha burocratizado a tal extremo que nace imposible el proceso del centralismo democrático interno. A la vez se ha erigido en el obstáculo más formidable a cualquier intento de renovación y cambio del gobierno por otros partidos obreros. Así lo demuestran las brutales intervenciones de la burocracia soviética después de la Segunda Guerra Mundial en Yugoeslavia, Alemania y Hungría, y posteriormente en Polonia y Checoeslovaquia.

 

La necesidad práctica es que la existencia de varios partidos obreros ayuda mucho a clarificar los problemas que enfrenta el nuevo estado. El debate y la crítica abiertos abren la posibilidad de perfeccionamiento de las opiniones, del funcionamiento de las organizaciones y del reemplazo de los órganos de gobierno por otros partidos obreros interesados en el mantenimiento del nuevo estado. En otras palabras, el proceso constitucional burgués se invierte, para abrir paso al proceso constitucional obrero, en que por primera vez las mayorías sociales toman el control de la sociedad.

 

 

b) Los derechos fundamentales a que aspiran los trabajadores.- Obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, mapuches, pequeños comerciantes, todos buscan la satisfacción de algunas necesidades básicas. Desean, sobre todo, seguridad de que esas satisfacciones se mantengan. Quieren que se aseguren como un derecho común a todos ellos. Anhelan que, mediante el funcionamiento ordenado de la sociedad, ésta sea capaz de garantizar que todos los trabajadores tengan los mismos derechos, entre los cuales se destacan los siguientes:

 

 

– Educación científica y gratuita para toda la población estudiantil, incluyendo jóvenes y adultos;

 

– Atención de salud preventiva y de medicina curativa a través de un sistema de seguro de salud administrado por los trabajadores, que asegure atención gratuita y completa a todos los trabajadores y sus familiares;

 

– Trabajo y seguridad económica para todos;

 

– Habitación sanitaria, decente y firme, garantizada por una reforma urbana discutida e implementada democráticamente por los trabajadores y pobladores, que beneficie en primer lugar a los sin casa y a los arrendatarios pobres;

 

– Respeto y protección para los mapuches y su cultura, así como para todas las nacionalidades que existan en el territorio chileno;

 

– Instalación de un sistema judicial basado en tribunales populares y con jueces elegidos a nivel local;

 

– Formación de las fuerzas armadas revolucionarias, cuya única función sea defender el estado obrero y el orden social instaurado por las clases laboriosas. Tales fuerzas serán formadas y controladas por los órganos de poder popular. No existirá, por lo tanto, policía profesional armada, sino trabajadores que rotarán en las tareas de vigilancia, entrenados y supervisados por especialistas designados por los órganos de poder .popular.

 

– Eliminación de la represión. El ejército popular existirá mientras haya peligro de agresión por estados enemigos a la revolución, pero a medida que tal peligro desaparezca, en esa misma medida el ejército irá gradualmente desapareciendo. Otro tanto ocurrirá con la policía interna, con la diferencia de que los trabajadores asignados a mantener la seguridad interna darán énfasis a las tareas de educación y rehabilitación de los elementos anti-sociales y contra-revolucionarios.

 

 

¡No más represión en contra de los trabajadores! ¡No más militarismo! ¡Respeto mutuo entre todos los seres humanos! ¡Educación y rehabilitación en lugar de represión!

 

 

 

4. Los grandes fines de la clase.-

 

La revolución nos hará más responsables, más humanos y mas libres, porque nos hará más conscientes. Vale la pena luchar y sacrificarse por ella. Sin embargo, no solucionará de inmediato todos nuestros problemas, pero representa la aurora de la solución definitiva.

 

¡Adelante, que tenemos un mundo a ganar: el socialismo!

 

¡Adelante, hacia la unidad de los revolucionarios!

 

 

¡VENCEREMOS!

 

 

 

NOTA SOBRE HISTORIA DEL PROGRAMA DE TRANSICION

 

NOTA (1): La primera idea de un programa de tal tipo, que una los objetivos inmediatos con los mediatos, aparece en las «Tesis de Abril», que en 1917 escribió Lenin desde Suiza para los bolcheviques que en Rusia estaban participando en la revolución burguesa. Luego apareció en su folleto del mismo año titulado «La Catástrofe que nos Amenaza y Como Combatirla».

 

La Internacional Comunista en su Tercer Congreso Mundial, 1921, formuló más extensamente la idea de un programa de transición. Ver tesis sobre táctica, de Pierre Frank en folleto «Key problems of the Transition from capitalism to Socialism», pág. 6, Merit publishers, New York, 1969.

Específicamente se habla de «demandas transitorias» en los puntos Nº 3, 4 y 5 del «Programa de la Internacional Comunista» adoptado en el cuarto congreso mundial en 1922. Ver «Los Cuatro Primeros Congresos de la Internacional Comunista», tomo II, Ediciones Pluma, Buenos Aires, 1973.

 

En los congresos siguientes de la Internacional, que fueron controlados por el stalinismo, junto con barrer con la oposición de izquierda, desapareció de sus documentos la palabra «transición. Posteriormente, en 1938, León Trotsky retomo, reivindicó y amplio substancialmente el concepto de transicionar las demandas del programa de los comunistas de izquierda. Ver su célebre tesis titulada «La Agonía del Capitalismo y las Tareas de la Cuarta Internacional, Programa de Transición», en folleto del mismo autor titulado «Acerca de la Revolución Socialista». Ediciones Estrategia, Bogotá, 1971, págs. 209 a 270.