He dicho en otras ocasiones que pertenezco a la galaxia Gutemberg, me formé leyendo en papel libros y revistas, y La Jiribilla inicialmente fue solo una revista digital, aunque hoy es también una revista de papel. A pesar de ello conocí sobre el proyecto muy tempranamente por mis vínculos con las personas que la hacen […]
He dicho en otras ocasiones que pertenezco a la galaxia Gutemberg, me formé leyendo en papel libros y revistas, y La Jiribilla inicialmente fue solo una revista digital, aunque hoy es también una revista de papel. A pesar de ello conocí sobre el proyecto muy tempranamente por mis vínculos con las personas que la hacen y la han inspirado durante estos años, y comencé a convertirme en un consumidor de la publicación.
La Jiribilla desempeña exactamente el papel para el que fue creada y que le da sentido: es una publicación que se propone defender las mejores causas de nuestro tiempo, las causas de la izquierda en general, de la Revolución Cubana en particular, y lo hace con gallardía, con brío, llegado el caso, con humor. Realmente creo que es ya imprescindible en nuestra vida cultural, y al decir nuestra, no pienso solo en Cuba, pienso en quienes en todas partes del mundo comparten esencialmente nuestras ideas, tan valerosamente defendidas por La Jiribilla.
La Jiribilla me lanzó al conocimiento del mundo digital. Cuando participé en el foro Caliban ante la globalización, fue realmente importante. Era muy emocionante comunicarnos con compañeros y compañeras a lo largo de todo el planeta y hacerlo de inmediato. Eso no hubiera sido posible sin las nuevas tecnologías, lo cual demuestra que pueden estar al servicio de las mejores causas, si bien en ciertos casos están al servicio de algunas muy malas. El foro me hizo ver, claramente, la gran posibilidad que se abre ante nosotros gracias a esas nuevas tecnologías.
Le debo a La Jiribilla, entre tantas cosas, haberme sacudido y haberme enseñado a interrogar también la vía digital como una vía de cultura. La revista tiene mucho impacto, no solo en Cuba, también fuera. Deben saberlo por los mensajes que de seguro reciben. Es una revista muy vital, al mismo tiempo juvenil y llena de fuerza, es seria y de humor, está constantemente al día. Nos mantiene informados de lo que está ocurriendo en Cuba y fuera, pero que de alguna manera nos atañe.
Uno puede encontrar similitudes y diferencias entre La Jiribilla y otras publicaciones digitales, sin embargo, a mí no se me ocurre compararla con ninguna de ellas, creo que tiene su rostro propio, con el cual se inició pero que ha ido desarrollando. Esa es una de sus grandes virtudes, que no puede ser sustituida por ninguna otra entidad ni dentro ni fuera del país.
Muchas veces nos hacemos la pregunta sobre qué pensaría Lezama de esto o de aquello y con frecuencia nos sorprendemos, porque Lezama por ejemplo habló sobre la televisión, sobre el papel de la televisión en la cultura, lo mismo hablaba de una antigua dinastía china que de un restaurante muy barato cercano a su casa. Creo que le hubiera, por lo menos, interesado esta encarnación de su Ángel de La Jiribilla, en esta otra Jiribilla angelical.
Fragmentos de entrevista para una investigación sobre La Jiribilla en fase de realización.
http://www.lajiribilla.cu/2010/n470_05/470_07.html