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Se han cumplido 99 años del nacimiento de Salvador Allende

Entre un socialista como Allende y un «socialista» de hoy día…

Fuentes: Rebelión

Se han cumplido 99 años del nacimiento de Salvador Allende. Su figura de político revolucionario y demócrata consecuente surge de nuevo desde el lugar de oprobio al que la calumnia, «la felonía y la traición» del fascismo y la «clase política » neoliberal le habían destinado. Olvidaron una vez más que los seres excepcionales mueren […]

Se han cumplido 99 años del nacimiento de Salvador Allende. Su figura de político revolucionario y demócrata consecuente surge de nuevo desde el lugar de oprobio al que la calumnia, «la felonía y la traición» del fascismo y la «clase política » neoliberal le habían destinado. Olvidaron una vez más que los seres excepcionales mueren para seguir viviendo.

El pensamiento y la acción política de Salvador Allende comienza, con fuerza, a ser reivindicada no sólo en Chile sino que también lo es en otras partes de América Latina.

Nada de lo que ha sucedido con Salvador Allende después de su muerte ha sido producto de la casualidad. La siniestra arremetida de los usurpadores del gobierno constitucional en 1973 en contra de su legado de luchador social incansable, de hombre público incorruptible y de su intachable conducta de dirigente revolucionario tendría que ser destruido para quitarle el símbolo, la bandera de lucha a las futuras generaciones. Pero, eso no era todo. Se trataba no sólo de matar el símbolo. Se pretendió acabar fisicamente con los que pensaban como él, cortar de raíz toda su herencia. Que la palabra Democracia de verdad y la palabra Revolución desaparecieran del vocabulario político chileno. El mundo quedó sorprendido de tanta crueldad, a pesar que esto sucedía en un continente con una historia llena de terror y muerte, especialmente en una América Latina acostumbrada a ver a sus militares borrachos de soberbia y poder cuando se hacían del control de nuestros países por orden de las oligarquias criollas y sus patrones imperialistas.

En Chile, después del golpe de estado pasó de todo, en demasía: asesinatos, desapariciones de personas, torturas inimaginables por su crueldad, violaciones, robos, sistematización de la mentira. Para encubrir lo que hacían contaban con los medios de comunicación que los grandes empresarios siempre tuvieron. Lo que los militares y sus aliados realizaron fue conscientemente programado, nada fue dejado al azar. Por eso, cualquiera que analice objetivamente lo sucedido en ese tiempo terrible, debiera concluir que individuos de esa índole serán una mancha, por muchos años, en un país que se preciaba de civilizado. Ninguno de ellos, ha mostrado hasta ahora, el más mínimo arrepentimiento.
Si el contexto general fue de esa magnitud, se percibe con claridad la desenfrenada persecución a todo lo que Salvador Allende, en particular, significaba en lo político, ético y moral.

¿Qué pasó con la llegada de los gobiernos civiles?

¿Se reivindicó el legado político de Salvador Allende?

Digamos una vez más, y cuantas veces sean necesarias, que el acceso al gobierno por parte de la Concertación fue producto de una negociación con los mismos que habían sido miembros de la dictadura y el imperio que fue el que impuso las condiciones del «negociado».

La Concertación, una alianza hegemononizada por la Democracia Cristiana, en la que participa el Partido Socialista y otros partidos e individuos que desertaron de lo que fue la Unidad Popular, alianza que gobernó con Salvador Allende, mantuvo por muchos años un «discreto» silencio y siempre trataron de que las conmemoraciones o actos referidos a Salvador Allende fueran realizados en lugares cerrados, donde el hombre y la mujer común de Chile, no tuvieran fácil acceso, pero por sobre todo, intentaron crear una imagen del heroico presidente de un adocenado burgués al que su «idealismo» lo había llevado a crear ilusiones sobre la conquista de un mundo mejor, alejadas de la realidad, intento frustrado y sin destino, por el que todos tuvimos que pagar las consecuencias. Así como la dictadura trató de quitarle al pueblo a Salvador Allende de la manera más perversa que se pueda imaginar, la Concertación intentó por su lado, hacerlo con su acostumbrada capacidad manipuladora.

Septiembre del 2003 es la época en que Chile comienza a reencontrarse con Salvador Allende y los jóvenes a conocerlo. Son los jóvenes los que dicen en la calle -por esos dias- incluso en los medios de comunicación: «nos han mentido por 30 años, pero la verdad se está imponiendo». Habían bastado unos pocos documentales o entrevistas donde aparecía el auténtico Salvador Allende, para que se hicieran las inevitables comparaciones.

Y si de comparaciones se trata, aunque no sean exactamente las mismas del 2003 ¿Qué hizo el socialista Salvador Allende durante su vida y que han hecho y hacen los que se llaman «socialistas» en este tiempo? Por muchos años Salvador Allende fue un serio y fecundo parlamentario de la izquierda chilena, de su trabajo vieron la luz importantes leyes, especialmente aquellas que en particular favorecieron a las mujeres y los niños y en general a las familias de los trabajadores, por los que siempre luchó. Por eso una de sus primeras medidas, ya como presidente, fue establecer la entrega de medio litro de leche diario para todos los niños del país. Para él era la culminación de una constante preocupación por los niños que, según él manifestaba, serían los «únicos privilegiados» de su gobierno. En el corto periodo a cargo del poder ejecutivo desarrolló una intensa y extraordinaria actividad, imposible de expresar en unas pocas líneas. Sólo habría que destacar la nacionalización de las riquezas básicas del país, en especial la impecable nacionalización de la gran minería del cobre, aprobada por unanimidad en el parlamento. Hecho por el que Chile sigue recibiendo grandes cantidades de divisas. Se profundizó la Reforma Agraria, ley promulgada en el gobierno de Eduardo Frei Montalba, con la que se puso término a la lacra del latifundio, no sólo por lo que significaba en cuanto a la super explotación de los campesinos sino por ser un impedimento para el desarrollo más avanzado de la economía. En el gobierno de Salvador Allende se consigue el más bajo nivel de desempleo que se tenga registro. En el ámbito de las relaciones internacionales estas fueron de amistad y respeto con todos los países, poniendo especial dedicación a los países del «tercer mundo» y un activo y privilegiado vínculo con los países de América Latina, su entorno natural. «Soy un hombre de America Latina, que me confundo con los demás habitantes del Continente, en los problemas, en los anhelos y en las inquietudes comunes. Por eso en esta hora, entrego mi saludo de gobernante a los hermanos latinoamericanos esperanzado en que algún día el mandato de nuestros próceres se cumpla y tengamos una sola y gran voz continental». ¿Suenan pasadas de moda estas palabras, dichas el 5 de noviembre de 1970 cuando el asumía el gobierno? Rotundamente no. Se escuchan con fuerza desde las profundidades de los pueblos de América Latina. En ese mismo discurso expresaba a los que visitaban Chile, desde varios lugares del planeta, para entregarles su amistad: «Este Chile en primavera y en fiesta, siente como una de sus aspiraciones más hondas el deseo de que cada hombre del mundo sienta en nosotros a su hermano».

En el gobierno popular se abrieron todas las puertas y se incentivó la participación democrática. La capacidad e inventiva demostrada por el pueblo en sus lugares de trabajo, en las escuelas y universidades, en las poblaciones, no pueden atribuirse sólo a la ebullición que surgía del proceso revolucionario que se vivía en ese momento. La autenticidad del sentimiento y las actividades que se realizaban muestran que existía un germen de democracia participativa. Estaba claro que en el ámbito social se avanzaba rápido hacia un nuevo tipo de convivencia.

En cuanto a lo central del pensamiento político de Salvador Allende como un hombre de izquierda, como un ser genuinamente revolucionario, es necesario poner el énfasis en que su objetivo era el cambio del sistema capitalista. No porque a él se le ocurriera. Como hombre sensible la cruel realidad se lo enseñaba todos los días, a cada hora, a cada instante. «No ha habido ningún gobierno en este Continente que haya sido capaz de superar los grandes deficits de la vivienda, de la salud, de la alimentación, del trabajo y la cultura, cualesquiera que hayan sido los regímenes que hayan tenido, gobiernos democráticos los menos, seudo democráticos algunos, más represivos y dictatoriales los otros». Agregaba: «Ningún gobierno ha sido capaz de romper, sobre la base del viejo camino del capitalismo, los deficits que caracterizan y marcan esta realidad socio-económica de nuestros países.»

Su opción era el socialismo. En la lucha por construirlo no se aferró a ningún modelo, rígido o único. Era un predicador reiterativo en el sentido de que había que aprender de todos los procesos revolucionarios. Seguía de cerca la evolución de los países del «campo socialista.» Tenía profunda admiración por la lucha y los líderes de Cuba y Vietnam. Sin embargo sostenía que el proceso revolucionario chileno «se hace dentro de nuestra realidad, nuestras características, nuestra historia y nuestras tradiciones. Porque no hay recetas internacionales que puedan aplicarse, literalmente en cada pueblo, en cada país o en cada nación, ya que cada uno tiene sus peculiares características. Es la obligación de los dirigentes políticos, discernir lo que enseña la teoría, porque no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria.» Especial admiración tenía por la Revolución Cubana a la que apoyó desde la primera hora, apoyo que siempre mantuvo.
Por su parte ¿Qué han hecho, que hacen o que han dejado de hacer los socialistas de la hora presente? Ya lo señalé: son miembros de la Concertación que ha gobernado Chile por 17 largos años, por lo tanto son co-responsables y en algunos casos responsables directos o principales de lo que ha sucedido en este tiempo. No han tenido discrepancias profundas con sus aliados, han demostrado una disciplina extraordinaria, absolutamente lo contrario de lo que pasó con muchos de ellos en el gobierno de la Unidad Popular. Pero, por ahora, eso es materia de otro cuento… posible de desarrollar en otra opinión. Lo que pretendo explicar es que el lugar donde se encuentran y lo que han realizado los hace sentirse plenamente cómodos, confiados, solidarios con sus aliados… y sobre todo, sin problemas de conciencia.

Chile nacionalizó la Gran Minería del Cobre, también lo dije. Los militares y sus aliados, responsables del golpe de estado de 1973, empezaron a desnacionalizarlo. En 1990, cuando la Cocertación asume por primera vez el gobierno, el 70% del cobre estaba en manos del estado. En la actualidad es apenas un 30%. «El sueldo de Chile», como le llamaba Salvador Allende vuelve a ser explotado por el gran capital extranjero. La educación privatizada por Pinochet siguió teniendo el mismo rumbo que este le fijó. Como no se trata de mencionar cada sector sino lo que identifica a los socialista de estos días, resumiré que la Concertación hizo suyo el sistema económico neoliberal creado por la dictadura y en algunos aspectos lo ha profundizado.

En un caso extraordinario que atañe directamente a un personaje socialista, se le atribuye haber hecho el mejor gobierno de derecha de la historia de Chile. Terminó su gobierno «amado» y aclamado por los empresarios. Dime quien te ama y te dire quien eres. Este mismo personaje fue el que siendo Presidente apoyó el corto golpe de estado en Venezuela, el único de su investidura. Por muchas excusas que dio para todos quedó claro lo que él realmente pensaba. Apoyó el golpe de estado en Haiti y no apoyó la guerra contra Irak sólo por la presión enorme de la sociedad chilena, sin embargo para decirles a los «amigos del gran país del norte» disculpen la molestia, mandaron tropas y un administrador a Haiti, donde los norteamericanos tuvieron un gran fiasco en las elecciones. No lograron restablecer el control total del país a su favor. Pero no deben preocuparse: a otros gobernantes les pasó lo mismo, no apoyaron la invasión a Irak pero en retribución mandaron tropas a Haiti y Afganistán. Así se arreglan las cosas entre amigos en este mundo globalizado. El socialista a que me refería siempre ordenó votar contra Cuba en las Naciones Unidas aún sabiendo que se trataba claramente de una maniobra política por parte de los Estados Unidos. Habría que creer que este señor socialista olvidó, porque no es posible imaginarse que no haya sabido que sus «compañeros» de partido fueron recibidos con cariño y una solidaridad difícil de encontrar por su enorme generosidad, cuando estuvieron exiliados en Cuba. Por ahora, por encargo o decisión personal, se ha convertido en un vocero internacional contra Hugo Chávez, el Presidente de Venezuela, a quien el propio jefe del partido socialista comparó nada menos que con Pinochet. Parece que también olvidó que Chávez ha ganado todas las elecciones, y son varias, limpiamente y sin sistema binominal, porque eso hace una «pequena» diferencia. Volviendo al señor socialista «amado» por los empresarios, no es posible dejar de mencionar su valiosa ayuda para salvar del castigo por sus crímenes a Pinochet. De tratar de hacer la llamada «Ley de Impunidad» para terminar con los juicios a los militares y que tuvo que retirar del Congreso, por un rechazo generalizados de la sociedad chilena. Y, finalmente, la ley de impunidad, que hizo casi de contrabando a través del Informe Valech, que salva de ser juzgados por la justicia a todos los torturadores. En cuanto a las relaciones internacionales de la Concertación, por tanto de los socialista, ha preferido cual arribista sin vergüenza y trepador, de tratar de cumplir el objetivo de estar con los países poderosos, entre los grandes, o sea, como ellos mismos lo dicen «jugar en las ligas mayores» porque en realidad ahí es más fácil «vender al país» que hacerlo a los empobrecidos bolsillos latinoamericanos. Del gobierno actual, cuya principal responsabilidad también es socialista, se puede agregar que su característica esencial ha sido desordenar el naipe de la Concertación. Mostrar un peligroso rostro represivo contra los trabajadores, los estudiantes y en particular contra el pueblo mapuche. Seguir manteniendo el «amor» de los grandes empresarios y por tanto, no cambiar absolutamente nada del sistema neoliberal.

Como corolario, hay que agregar que lo que más identifica a la Concertación son los siguientes hechos: haber mantenido por todos estos años una Constitución antidemocrática, impuesta por la fuerza de las armas, en un claro afán manipulador. Aprovecharse de un sistema electoral antidemocrático y excluyente. Hacerse los desentendidos del verdadero robo al patrimonio nacional que se hizo en dictadura a través de las privatizaciones y por último, carecer de una posición sincera y decente en relación a la búsqueda de la justicia y el castigo a los culpables de los horrendos crímenes cometidos por los militares y sus aliados. Por eso y mucho más prefiero un millón de veces al socialista Salvador Allende, quien con extraordinaria claridad nos alertó sobre el peligro del neoliberalismo, cuando aún no tenía ese nombre, aquel memorable 4 de diciembre de 1972 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde fue largamente ovacionado por los representantes de las naciones del mundo. Dijo Allende: «Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales -políticas, económicas y militares- por organizaciones globales que no dependen de ningún estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están supeditadas a ningún parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. «Los mercaderes no tienen patria. El lugar donde actúan no constituye un vínculo. Sólo les interesa la ganancia». Esta frase no es mía es de Jefferson. Por eso no será difícil distinguir a que Allende recordaremos el 2008 cuando se cumplan los 100 años de su nacimiento: al Allende del pueblo o el Allende de la Concertación.

Miguel Ruiz fue presidente provincial de la UP en la provincia de Bio-Bio (a los 24 anos de edad), durante la campaña presidencial de 1970 y durante parte del gobierno popular.