Percy Francisco Alvarado Godoy nació en Guatemala, el 18 de julio de 1949. Sus padres: Carlos Conrado de Jesús Alvarado Marín y Marta Alicia Godoy Muñoz le infundieron los ideales revolucionarios por los cuales él ha luchado toda su vida. Cuenta Percy que en los días de Girón, su madre enardecida disparó con un revólver […]
Percy Francisco Alvarado Godoy nació en Guatemala, el 18 de julio de 1949. Sus padres: Carlos Conrado de Jesús Alvarado Marín y Marta Alicia Godoy Muñoz le infundieron los ideales revolucionarios por los cuales él ha luchado toda su vida.
Cuenta Percy que en los días de Girón, su madre enardecida disparó con un revólver calibre 38 contra los aviones que atacaban Ciudad Libertad. Su padre se integró a las Milicias Nacionales Revolucionarias y luego formó parte de la Inteligencia cubana, donde cumplió algunas misiones con el seudónimo de «Mercy». Más adelante su hijo continuaría con esta noble tarea.
«Fraile», nombre de combate de Percy, se infiltró en el ala terrorista de la criminal Fundación Nacional Cubano-Americana, la misma que tenía como plan siniestro el colocar explosivos plásticos en el Cabaret Tropicana y otras instalaciones turísticas para causar muerte y destrucción. Gracias a su trabajo se pudo descubrir y detener algunas de las acciones que los terroristas de la mafia de Miami pretendían ejecutar. Lamentablemente no se llegó a conocer todo lo que tenían planificado, puesto que Posada Carriles y sus cómplices estaban contratando mercenarios en Centroamérica para llevar adelante los atentados que tuvieron lugar en algunos hoteles de Cuba en el año 1997, los mismos que provocaron la muerte del italiano, Favio Di Celmo.
Solidario y consecuente con la lucha de los pueblos que se enfrentan al imperialismo, Percy nos habla sobre el Che, «Mercy», «Barbarroja» y el debate interno que se lleva a cabo en Cuba en los momentos actuales por los que atraviesa la Revolución.
Hace cuarenta años el CHE fue asesinado en forma cobarde por órdenes directas de la CIA. Los asesinos cortaron sus manos y desaparecieron su cuerpo. Pretendían con ello acabar no solo con la existencia física de un hombre, sino además con su imagen guerrillera, sus ideas, sus pensamientos y su acción revolucionaria. Sin embargo, el CHE continúa vivo no solo como un símbolo de la resistencia de los pueblos oprimidos que luchan contra el imperialismo, sino también por las enseñanzas que dejó plasmadas en cada uno de sus escritos y discursos que hoy tienen plena vigencia. ¿Cuáles piensas tú que son las ideas fundamentales que el CHE nos legó?
En primer lugar, el Che nos dejó una sorprendente concepción sobre la importancia de una ética nueva en el hombre como protagonista principal de la construcción de la nueva sociedad, concediéndole a ello una importancia tal como la tiene la creación de la base técnico material del socialismo. No en balde expresó: «Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer el hombre nuevo».
Todo su ideario representa un valioso sistema de ideas encaminadas a lograr la construcción de una sociedad novedosa y más justa, que descanse sobre la base del desarrollo de la eficiencia y la productividad del trabajo, acompañado de la formación de un hombre pleno de nuevos valores y principios éticos. Su concepción sobre el trabajo voluntario representa uno de los pilares de esa simbiosis.
Sin proponérselo, el Che encarnó la quintaesencia de ese hombre nuevo: multifacético, creativo, asombrosamente humano, solidario y, sobre todo, comprometido hasta el tuétano con la transformación de su realidad en una mucho mejor para sus contemporáneos.
Una de sus más importantes concepciones se refiere al papel del Partido como vanguardia de toda la sociedad, ideas que no se refieren exclusivamente a la construcción del socialismo, sino a todo su desempeño social en cualquier momento histórico. Para el Che, el Partido debe ser fuente de inspiración; capaz de impulsar y de guiar; responsable de organizar y agrupar a las masas; dispuesto siempre a educar y a ser ejemplo para todos; capaz de buscar soluciones creativas y dejar a un lado el anquilosamiento y la receta; capaz de mostrar las mejores y más consecuentes alternativas; pero, sobre todo, capaz de aprender de las propias masas y nutrirse de ellas.
Su internacionalismo, su llamado a sentir en carne propia las desdichas que afectan a todos los hombres del mundo como suyas propias, es tal vez su mayor contribución a los hombres de nuestro tiempo. Y lo demostró no solo con la palabra sino mediante cada uno de sus actos. El Che fue entrega total a la causa de los oprimidos y, parafraseando a Martí, con los pobres de la tierra quiso (y lo hizo) echó su suerte.
Por tanto, cuando se acerca el 40 aniversario de su desaparición física, creo que la mejor manera de honrar al Che es no imitarlo simplemente, sino estudiarlo e incorporar a cada uno de nuestros actos cotidianos su propia ética, su modestia, su humanismo a ultranza y, sobre todo, su entrega desinteresada a los demás.
La CIA , las mafias contrarrevolucionarias de Miami, los líbelos al servicio del imperialismo yanqui y un sinnúmero de mercenarios que presumen de escritores como Álvaro y Mario Vargas Llosa, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner, Carlos Castañeda han emprendido una nueva campaña de difamación contra el CHE. ¿Qué propósitos y qué razones consideras tú que están detrás de ésta campaña propagandística de desprestigio?
La guerra ideológica contra nuestros pueblos, capitaneada por el imperialismo y sostenida por traidores y marionetas de turno, no tiene otro propósito que arrebatar y despojar a los mismos de sus más preciadas banderas.
Difamar al Che, estigmatizarlo y despojarlo de su luz propia, presentándolo como soñador o aventurero e, incluso, contraponiéndolo a la Revolución Cubana y a sus líderes, son miserables maniobras cuya ponzoñosa intención no tendrá éxito.
Todos aquellos que lo atacan y denigran, no trascenderán como ha logrado hacerlo su ejemplo por más de cuatro décadas y como lo hará para las generaciones futuras.
Tu padre, Carlos Conrado de Jesús Alvarado Marín, conoció al CHE. ¿Qué enseñanzas y recuerdos tienes en tu memoria que te haya trasmitido tu padre respecto del CHE?
Para mi padre, que conoció al Che cuando el imperialismo yanqui destruía los sueños emancipadores de los guatemaltecos en 1954, mediante una criminal agresión que dio al traste con la Revolución del 44, éste se convirtió siempre en un modelo a seguir. Tal vez por ello no vaciló en apoyarlo en sus planes redentores para América Latina.
Siempre nos aconsejó a imitarlo y lo puso ante nosotros como un modelo de revolucionario.
Aún recuerdo una ocasión en que el Che llegó a la Casa de las Américas, en ocasión de celebrarse un 26 de julio, y nosotros, niños aún, nos dispusimos ir a saludarlo cuando hizo su entrada al inmenso salón, entonces recibimos una fuerte reprimenda de papá. Serio y enojado nos dijo:
– No vayan para allá, que al Che no le gusta la «guataquería».
Para sorpresa nuestra, fue el propio Che quien se acercó a la mesa y nos saludó un rato después.
«Mercy», el seudónimo que utilizó tu padre como combatiente de la seguridad del Estado Cubano, fue encomendado para cumplir una misión en Bolivia en el año 1966, la cual lamentablemente no tuvo un resultado positivo por un descuido que cometió. El Che desconocía de las razones por las cuales «Mercy» había fallado en su tarea, lo cual le llevó a escribir un pasaje en su diario de campaña en Bolivia acusándolo de «malversación o algo más grave». ¿Cómo asumió tu padre esto?
Estoy seguro que ese evento golpeó a mi padre hasta el día de su muerte, ocurrida en noviembre de 1997, treinta años después de la desaparición física del Che.
Un conjunto de circunstancias impidieron al Che conocer la verdad sobre lo ocurrido, lo que le hubiera permitido corroborar que mi padre nunca había traicionado su confianza y se mantenía fiel a él y a la lucha revolucionaria de nuestros pueblos.
Mi padre, aunque sufrió, supo crecerse ante la adversidad y se mantuvo luchando por la revolución latinoamericana, por Cuba y por sus ideas. No hubo, me atrevo a decirlo, hecho sobresaliente en la lucha de nuestros pueblos en que no haya estado presente de manera solidaria y anónima. Fue un hombre que nunca quiso méritos para sí y lo demostró el hecho de que solo después de su muerte conocimos la verdad: fue luchador anónimo de la Seguridad cubana durante más de 37 años, toda una vida.
En un artículo de Ulises Estrada Lescaille publicado en la revista Tricontinental No. 154, Año 37, 2003, titulado «Ya podemos hablar de Mercy», el autor cita las palabras del Comandante Manuel Piñeiro Losada, «Barbarroja», el día de la muerte de tu padre: «Hoy dejamos aquí a Carlos, con la certeza de que algún día los pioneros cubanos podrán conocer mejor la vida de este hombre, que fue modelo a seguir por todos los revolucionarios latinoamericanos. A todos nos queda el compromiso de hablar de él, cuando se pueda hacerlo, y decir quién fue este hombre en realidad.» ¿Háblanos un poco más de la vida de tu padre?
Hombre sencillo, de extracción humilde, fue uno de los últimos defensores de la Revolución Guatemalteca del 44. Con un reducido grupo de policías, jóvenes comunistas y estudiantes, ocupó el último reducto atacado por los invasores de Castillo Armas.
Ya en el exilio argentino, en medio de la pobreza, moldeó su carácter y se convirtió en un revolucionario convencido. Se codeó con líderes y militantes comunistas y se convirtió en dirigente sindical de los trabajadores del calzado.
Al conocer que en Cuba se libraba una guerra emancipadora, trató de incorporarse a la misma con un grupo de compañeros.
Ya en Cuba, luego de arribar en 1959, se convirtió en miliciano y dio lo mejor de sí por ayudar a la Revolución. En 1961 combatió de manera directa a los grupos contrarrevolucionarios y se incorporó a los Órganos de la Seguridad del Estado en 1960.
En el frente heroico de la defensa de Cuba le correspondió el mérito de haber sido el primero, o uno de los primeros, que marchó al exterior a enfrentar a sus enemigos. Sus largos años de entrega a la causa cubana y de Latinoamérica son conocidos hoy, aunque todavía deban permanecer en secreto, por razones obvias, los detalles sobre los acontecimientos en que participó.
Mi padre es, sin lugar a dudas, un hombre consecuente con su tiempo.
Muchas personas valiosas estuvieron ligadas al CHE, entre ellos Manuel Piñeiro. ¿Qué nos podrías decir de este hombre imprescindible, a decir de Bertolt Brecht?
Poco conocí a Manuel Piñeiro y es una lástima que la lucha revolucionaria nos haya colocado en frentes diferentes, lo que me impidió conocerlo mejor.
Solo una vez le vi y fue en ocasión del deceso sorpresivo de mi padre. Yo acababa de llegar de Miami y era observado con recelo por los presentes en la funeraria de Calzada y K, en El Vedado. En esos momentos yo era, simplemente, un traidor a las ideas de todos y, particularmente, a las de mi padre.
Recuerdo que un compañero habló con Piñeiro y al parecer le dio a conocer mi verdadera condición como luchador anónimo de la Seguridad cubana. Entonces Barbarroja se acercó a mí, me dio el pésame y luego, en un rincón alejado de los demás, me abrazó con efusividad.
Hoy puedo decirlo, tuve ante mí a un gran revolucionario y fue un maravilloso encuentro cercano de nuestros corazones y convicciones.
La sociedad cubana está inmersa en un debate profundo sobre su presente y futuro inmediato. Fidel habló el 17 de noviembre de 2005, en un discurso sumamente crítico, que la Revolución podía desaparecer por sus propios errores internos. El 8 de octubre de 1987, al cumplirse 20 años del asesinato del CHE, Fidel hizo un llamado para retomar el estudio de las ideas del Comandante Guerrillero como parte del proceso de rectificación de errores y tendencias negativas. El 26 de julio del presente año, Raúl Castro hizo una exposición muy crítica de la realidad que vive Cuba. A partir de ese momento se ha planteado la necesidad de que el pueblo debata, cuestione, proponga. El CHE fue un duro crítico de la burocracia, de la desidia, de la inconstancia, de la falta de creatividad. En estos momentos ¿cuáles de las ideas del CHE consideras que tienen más importancia para el análisis y debate sobre lo que está sucediendo en la vida cotidiana de las y los cubanos?
El Che siempre analizó y estudió con detenimiento la construcción del socialismo. Valoró acertadamente el papel de la crítica y la autocrítica; combatió denodadamente a la burocracia y a la indiferencia; fustigó la corrupción y al ablandamiento del personal administrativo; atacó a lo mal hecho y advirtió contra la blandenguería y el paternalismo; a la par que confió en la capacidad del Partido, de Fidel y de nuestro propio pueblo para librar cualquier batalla para salvar a la Revolución y al Socialismo.
Hoy, por tanto, el ejemplo del Che y sus propias ideas deben convertirse en fuente de análisis e inspiración para combatir contra todo aquello que frena o pone en peligro a la Revolución.
Si somos capaces, entonces, de actuar con el desinterés, con la modestia y con la intransigencia del Che, saldremos adelante.
América Latina vive una nueva época. En la República Bolivariana de Venezuela la Revolución Socialista comandada por el presidente Hugo Rafael Chávez Frías avanza a pasos de gigante. En Bolivia los oligarcas racistas no han podido derrotar el proyecto nacionalista liderado por Evo Morales. En Ecuador el pueblo le ha dicho basta a la partidocracia y a la derecha corrupta. ¿El CHE ha vuelto al camino con su adarga al brazo?
Indudablemente, la semilla sembrada por el Che en América Latina ha comenzado a dar sus frutos. Su lucha a favor de las masas hambrientas y explotadas de nuestro continente, así como su preocupación porque las mismas sean capaces de encontrar las vías adecuadas en cada momento histórico para su emancipación, están vigentes en los cambios que se experimentan hoy en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, así como en el incremento de las luchas de los movimientos sociales.
El Che se convirtió en bandera movilizadora y su ejemplo es una de las motivaciones principales para los luchadores de hoy. No hay un solo movimiento emancipador, marcha reivindicadora, discurso a favor del cambio social, protesta y búsqueda de un mundo mejor, en que no estén presentes su imagen y su ideario. Inobjetablemente, el Che perdura en las ansias de justicia que él defendió con total consecuencia y convicción.