«Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos» (Eduardo Galeano) El gobierno de Michelle Bachelet está en pleno «segundo tiempo» y para algunos, ya es el momento de comenzar a pensar en las apuestas electorales del 2009. Más aún, este año, las elecciones municipales coparán ciertamente importantes espacios […]
«Al fin y al cabo, somos lo que hacemos
para cambiar lo que somos»
(Eduardo Galeano)
El gobierno de Michelle Bachelet está en pleno «segundo tiempo» y para algunos, ya es el momento de comenzar a pensar en las apuestas electorales del 2009. Más aún, este año, las elecciones municipales coparán ciertamente importantes espacios en la agenda política y mediática durante una gran parte del año.
En el caso de la Izquierda -arbitrariamente denominada «extraparlamentaria»- éste es también un año de definiciones y desafíos. Y es que con el apoyo electoral al candidato presidencial de la Concertación, se oficializó un verdadero giro político de la izquierda comunista que, de paso, dejó en abierto cuestionamiento los esfuerzos que hasta entonces se habían realizado para constituir un plataforma común de todas las fuerzas de izquierda opuestas al modelo político y económico imperante en Chile.
A dos años y meses desde la elección que llevó a Bachelet a La Moneda, resultaría interesante realizar un balance de lo obrado hasta aquí por la Izquierda. A través del análisis se podría llegar a responder la siguiente pregunta: ¿es hoy la izquierda chilena un referente para el pueblo de Chile?, o bien ¿estamos al menos en condiciones de aproximarnos a ello?.
Juntos Podemos: un modelo para armar
En la contienda presidencial del año 2005, la izquierda chilena participó por primera vez reunida bajo la fórmula del conglomerado «Juntos Podemos». Con un mensaje lleno de esperanzas y optimismo, el diario El Siglo expresaba en su editoral del mes de mayo: «Se consolida lo autenticamente nuevo».
Más adelante, El Siglo afirmaba que «A la feria electoral de los sectores en el poder y sus candidaturas – Lavín, Alvear y Bachelet -, se opone desde la convergencia antineoliberal un debate serio, profundo y con verdadero sentido nacional. Se pide la opinión del pueblo y se le entrega la responsabilidad- que más bien es un derecho- de definir las líneas principales de una propuesta de Gobierno. Y no concurren los precandidatos con promesas ni actitudes caudillescas, sino con el firme y probado propósito de asumir el programa, difundido, desarrollado y defendido en una campaña de claro signo unitario.«
¿Por qué se creaba el Juntos Podemos? También en El Siglo se argumentó entonces que:
«Necesitaba Chile de este aporte a la política nacional. Necesitaba de la creación de una fuerza que, recogiendo lo mejor de las tradiciones de los sectores democráticos y progresistas y de sus aportes históricos, se proponga una tarea que va mucho más allá de las elecciones presidencial y parlamentaria de diciembre del 2005, sin desconocer la importancia que ellas tienen en el calendario político.El énfasis puesto por cada uno de los precandidatos presidenciales de esta nueva fuerza, así como por las organizaciones sociales y políticas y las diversas y valiosas personalidades que se han integrado a ella, en las definiciones programáticas, hablan por sí solo de sus perpectivas y de su continuidad».
La validez y oportunidad de una alternativa política de izquierda que pudiera asumir una nueva visión de país para confrontar al modelo neoliberal que promueve la Concertación y la derecha, se vio reflejada nuevamente a pocos días de la votación presidencial. Es así como la portada de El Siglo (9-12-2005) afirmaba elocuente: «La Hora de la Alternativa» y agregaba en su editorial:
«En suma, todo resultado que refleje acumulación de fuerza y a la vez interpele la legitimidad del sistema binominal, implicaría un resonante triunfo popular. Pero todavía hay un factor que no se puede medir en votos.
Es el avance de la unidad, la consolidación del pacto Junto Podemos y su voluntad de construir un proyecto alternativo, con perpectivas de disputarle el poder al actual sistema, con la finalidad de democratizar al país.».
El camino que siguió el Juntos Podemos durante y después de las elecciones es ya conocido. La definición del apoyo en segunda vuelta a la candidatura concertacionista significó, de hecho, el quiebre de la unidad de la izquierda y del sueño del camino conjunto expresado en la génesis del Juntos Podemos. Esto ha marcado hasta hoy las estrategias y conducta política de los diferentes partidos y movimientos de la izquierda «extraparlamentaria».
¿Pasos o tropiezos?
Por eso, y en la hora del análisis y el balance, ¿es hoy la izquierda chilena un referente político con futuro? ¿El paso táctico dado en la coyuntura electoral (apoyar a Bachelet en segunda vuelta), y que hoy se ha mantenido como directriz estratégica por un sector de partidos del Juntos Podemos, ha logrado posicionarnos como alternativa, sino mejor, al menos viable?
¿La decisión de llamar a votar nulo que asumió otro sector de partidos del Juntos Podemos, ayudó a lograr ese perfilamiento como alternativa?
Si observamos hacia los demás países latinoamericanos, resulta fácil constatar que estamos a años luz de los procesos liberadores que en varios de ellos se llevan a cabo.
No es suficiente que la Izquierda chilena se autodefina como alternativa, sino que es necesario que el pueblo la reconozca como tal. Nuestro problema quizás no sólo sea romper el sistema binominal, sino lograr el apoyo y reconocimiento del pueblo que lleve a las amplias masas de chilenos a darnos los votos suficientes. Al fin y al cabo, experiencias aisladas como la candidatura de «Rosa de Arica» y, en la última elección senatorial, un candidato por Punta Arenas, lograron romper el binominal, con algo muy simple, con votos.
¿Cuál es la condición para ser alternativa política para Chile? Todo parte por diferenciarse, en la forma y en el fondo con nuestras propuestas y discurso político, tanto de la Alianza por Chile como de la Concertación. De lo contrario, jamás lograremos instalarnos en en la opinón pública como opción válida de Gobierno.
Lo demás es hacer el juego a la Concertación «de derecha» que hoy gobierna y a la derecha propiamente tal. No puede la izquierda hace el trabajo de » limpiar» y poner los equipos de emergencia en la pista para que aterrice en buenas condiciones el maltrecho avión de la Concertación en las próximas elecciones municipales, parlamentarias y Presidenciales.
¿Hemos analizado los cambios que ha tenido la sociedad chilena en los últimos 30 años? Nuevas formas de comunicación, el acceso a Internet, la Web 2.0, blogs y comunidades, la telefonía móvil, bienes de consumo, que han significado importantes cambios sociológicos y culturales, sobretodo en la juventud, tal como lo describe Howard Rheingold, autor del libro «Las Multitudes Inteligentes», ¿nos hemos hecho cargo de esto?
¿ Qué tenemos para ofrecer como Izquierda alternativa al sistema neoliberal al pueblo de Chile?, al parecer muchas consignas y apoyo a acciones reinvindicativas de los trabajadores, pero no tenemos un programa que ofrecer, un proyecto de futuro tan sólido que logre diferenciarse de lo que ofrecen la Alianza y la Concertación y que la gente perciba que será una solución más eficiente para sus problemas de lo que han hecho hasta ahora los gobiernos de la Concertación.
Somos lo que hacemos …
Este año habrán elecciones Municipales y el 2009 serán las Parlamentarias y Presidenciales. Salvo acontecimientos impensados o poco probables, nuevamente la disyuntiva será Concertación o Derecha. ¿Qué hará la izquierda revolucionaria en esta disyuntiva? Algunas señales dadas en el último tiempo indican que, muy probablemente, «en el interés de Chile» la izquierda nuevamente podría apoyar a la Concertación.
En entrevista del diario El Mercurio (10 de junio, 2007), se le preguntó al presidente del PC, Guillermo Teillier, ¿Por qué el PC, con lo crítico que ha sido de los Gobiernos de la Concertación ha sido incapaz de generar movilizaciones ciudadanas de importancia? Teillier respondió: «Es que no son los partidos políticos los que encabezan las movilizaciones ni producen los cambios. Pero si hemos representado bien a los trabajadores y estudiantes en la lucha por la educación.»
Más adelante, ante la pregunta ¿Pero es dificil que vuelvan a tener otra razón tan evidente como el Transantiago para salir a la calle y sintonizar con la frustración y enojo de la gente?, Teillier contestó: «¿Y por qué debieramos hacerlo los comunistas? Por qué no se moviliza la derecha que dice ser tan opositora».
La pregunta es entonces ¿cuál es el papel de los Partidos Revolucionarios que se dicen vanguardia? O dicho de otra manera, si el Partido Comunista y sus aliados no son los que deben encabezar las movilizaciones ni producen los cambios ¿quién entonces?.
Una respuesta posible sería: el pueblo, las masas, las organizaciones sociales. Pero quienes deben dar orientación política y orgánica son los partidos revolucionarios. En la Revolución Rusa, ¿quién encabezaba y dirigia la acción revolucionaria de las masas?, ¿la consigna «todo el poder a los soviet» de donde surgió? No cabe duda, la Revolución Rusa triunfó porque al frente, encabezando, dirigiendo y organizando, estaba el Partido Bolchevique con Lenin a la cabeza.
«¿Y por qué debieramos hacerlo los comunistas?», lanzaba Teillier. Ante ello, sería justo contrapreguntar: ¿Y por qué no debieran ser los comunistas? ¿Por qué tendría que ser la derecha?
Votos de izquierda: ¿Cuenta de ahorro de la Concertación?
El 25 de junio del 2007, la editorial del diario El Siglo titulada «Acerca del Debate Político» -firmada por las iniciales F.H- cuestionaba un artículo aparecido en El Mercurio señalando:
«El editorialista de marras se cuidó muy bien de mencionar que en segunda vuelta de la elección que cita (elección presidencial de 1999), fue la votación de la izquierda la que mandó a Joaquín Lavín, el candidato mercurial, al basurero de la historia, y que en la próxima elección, ese mismo electorado tiene un decisivo poder arbitral, que nuevamente impedirá la elección de cualquiera sea el candidato de la derecha».
Si consideramos que históricamente el editorial del Diario El Siglo, entrega la línea política del Partido Comunista de Chile, es legítimo preguntarse ¿se repetirá la historia y nuevamente la Izquierda apoyará al candidato de la Concertación?
Ciertamente para la Izquierda revolucionaria son muchos los peligros que encierra continuar en este derrotero de legitimar con votos en el día de las elecciones a los promotores del modelo que se combate el resto del año.
Y es que buena parte del capital de cualquier organización o movimiento político con aspiraciones serias se basa en la coherencia que muestran sus decisiones y accionar político con el discurso que despliega frente al pueblo. ¿Se estará de nuevo simultáneamente a favor (apoyo electoral) y en contra (discurso público) de la Concertación? ¿Cómo se podría explicar a los chilenos que nos interesa cambiar el modelo económico y social que nosotros mismos apoyamos con nuestros votos?
Naturalmente ni las consignas ni las negociaciones políticas serán suficientes para convencer a los ciudadanos que ejercen su derecho a voto que están frente a una propuesta seria y responsable de la Izquierda con aspiración de ser realmente alternativa de gobierno en el futuro.
Porque es precisamente la gente común -el empleado, obrero, mujeres, universitario o profesor- quien determinará al final si confía y respalda la estrategia de «pasos tácticos funcionales que la Izquierda revolucionaria viene dando a favor de la Concertación, para lograr beneficios hipotéticos (como la modificación del sistema electoral binominal) a cambio de asegurar las opciones presidenciales concertacionistas, y con ello, la mantención del modelo económico y social que tanto daño hace a Chile.
Si no se trabaja seriamente en propuestas políticas de desarrollo nacional, que surjan de las propias demandas y aspiraciones del pueblo, entonces igual no habrán votos suficientes para llevar a la Izquierda a tener representación política en el Parlamento. Aunque el oficialismo modifique una y otra vez el sistema electoral a favor de sus «amigos».
Hasta ahora, todo parece indicar que existe conformidad en administrar la pobreza del 5% de votación de izquierda, y en enfrascarse en negociaciones del tipo «cuánto me das por lo que te doy», que se aproximan más al cálculo político que a las necesidades reales del pueblo.
Todo esto, lamentablemente termina además con las fuerzas de izquierda divididas. Es tiempo perdido, objetivos comunes que se han trastocado, y un discurso político que queda en entredicho. Ciertamente, es un grave daño para la izquierda.
Y es que sería impresentable llegar al punto de tener un «Juntos Podemos Más» con el PC, IC y otros grupos políticos, negociando con la Concertación, mientras que por otro lado esté el «Juntos Podemos» del Partido Humanista, PC-AP, MPMR, quienes han mantenido una postura invariable desde el llamado a votar nulo en la segunda vuelta electoral pasada.
En el panorama latinoamericano, en las últimas decadas, ante el agotamiento de los gobiernos y los partidos políticos tradicionales, surgieron nuevos referentes políticos (de distintos signos ideológicos), como Cambio Noventa en Perú, Frente Amplio en Uruguay, el PT en Brasil, la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, en Ecuador el Movimiento que llevó a Rafael Correa al Gobierno, e incluso en Paraguay un movimiento de un ex obispo católico que tiene grandes posibilidades de ser elegido próximamente Presidente.
Así como están las cosas hoy en la izquierda chilena, quizás se cumpla lo que decía el compañero Salvador Allende: «otros hombres superarán este momento gris y amargo». Quizás ese movimiento liberador que ni siquiera visualizamos hoy en día, tenga otra vanguardia política y otros líderes. A lo mejor ese líder será un «pingüino» secundario, un obrero magallánico o un joven universitario hoy haciendo su memoria de título.