1.- El país se encuentra cruzado por denuncias sobre corrupción, parte de las cuales podrían considerarse como formas de intervención electoral y clientelismo. Existe una base que sustenta este proceder, que proviene de la forma impune como durante años se hizo uso del erario público, entre ellos los fondos reservados, sin ningún tipo de control. […]
1.- El país se encuentra cruzado por denuncias sobre corrupción, parte de las cuales podrían considerarse como formas de intervención electoral y clientelismo. Existe una base que sustenta este proceder, que proviene de la forma impune como durante años se hizo uso del erario público, entre ellos los fondos reservados, sin ningún tipo de control. Una suculenta fortuna adquirida de manera fraudulenta en el período pasado, se encuentra cuestionada en los tribunales de justicia. Al parecer, por los hechos conocidos, los chilenos seguimos sujetos, en mayor o menor medida, a este tipo de administración de los fondos del Estado.
2.- Nada sacamos con comparar si la corrupción fue más extendida durante la dictadura, de la cual participó la derecha o en el actual período llamado de «transición a la democracia» bajo gobiernos de la concertación. Lo de fondo es cómo el país conoce la verdad y se pone término a una situación vergonzante para Chile, para los partidos políticos, para la sociedad entera.
3.- Si ayer la corrupción tenía por objeto el enriquecimiento personal, hoy aparece como una fórmula para intervenir en los resultados electorales. Se produce una doble perversión, la que impide que partidos y pactos de importante significación política y electoral obtengan representación parlamentaria. Está, por una parte, la exclusión que produce el actual sistema electoral binominal y por otra la intervención electoral con recursos del estado y también de las empresas privadas.
4.- Ha influido en este proceder la permanencia del sistema electoral excluyente, que de alguna manera significa un blindaje para los parlamentarios electos por este sistema, pues asegura la reelección de los mismos, con escasas excepciones. La reproducción indefinida, sin cambios, de este sistema, además de constituir una injusticia, seguirá siendo factor de corrupción.
5.- En la última campaña presidencial, todos los candidatos se comprometieron a cambiar el sistema electoral. La Presidenta de la República asumió el compromiso de hacerlo durante su período. Se ha ido produciendo un intercambio entre los partidos de la concertación, Renovación Nacional, el gobierno y nuestro partido para tratar de alcanzar una fórmula que termine con la exclusión y otras restricciones del actual sistema.
6.- En un documento fechado el 10 de agosto de 2006 Sebastián Piñera reiteró el propósito de producir una reforma que permita incluir a fuerzas políticas significativas en la representación parlamentaria. La Presidenta de la República ha reiterado en varias ocasiones el mismo propósito. Lo mismo han hecho los partidos de la concertación y R.N. (Renovación Nacional, partido de la derecha menos ultra), de manera pública y privada.
7.- Nuestra propuesta de reforma de sistema electoral para alcanzar un sistema proporcional, no excluyente, plurinominal y con redistritaje representativo, ha sido rechazada por R.N. y desestimada por la Concertación.
8.- La Concertación ha propuesto una reforma que consiste en mantener la elección de 120 diputados por el sistema binominal, pero agregando un «pozo» de 30 parlamentarios, del cual se otorgarían 5 diputados a las listas que superen el umbral del 5% y hubieran elegido menos de ese número de parlamentarios, mientras los restantes se distribuyen proporcionalmente entre todas las listas que sobrepasen ese 5%.
9.- Renovación Nacional ha propuesto una reforma que consiste también en mantener la elección de 120 diputados por el sistema binominal, agregar un «pozo» de 13 diputados, de los cuales se entregarían 3 al partido, más los independientes que pacten con él, que sobrepase el 6% y los otros 10 se distribuirán proporcionalmente entre todos los partidos. En esta propuesta se considera elevar el «pozo» en 3 parlamentarios adicionales por cada partido que, alcanzando el umbral de votos, no obtuviera representación por el sistema binominal.
10.- Ambas propuestas sometidas a modificaciones que abran paso a una fórmula digna, podrían ser, si existiera una real voluntad, una base para el acuerdo político, sin que ello signifique una renuncia de nuestra parte a seguir luchando por una reforma más de fondo. Nuestras propuestas en la situación actual son mantener el umbral de un 5% (que está establecido en la ley para otorgar carácter legal a un partido político), que éste sea para las listas y no para los partidos, para hacer un sistema más inclusivo y, elevar el número de diputados a elegir por las fuerzas que sobrepasen el 5%. Por lo tanto, nos parece que el «pozo» debe ser al menos 20.
11.- Tal reforma debe ir acompañada de otros cambios sobre los que ya hay acuerdo de todos los partidos mencionados.
12.- Hoy, las conversaciones están congeladas, precisamente por las denuncias de corrupción. Planteamos que ambas situaciones están estrechamente vinculadas. El gobierno y la Concertación nos han expresado su disposición a llegar a acuerdo sobre ambos temas, es decir, reforma del sistema electoral y acuerdo para una profunda ley anti corrupción y de no intervención electoral. Esta última es la exigencia que ha hecho R.N. para modificar el sistema electoral.
13.- La opinión pública está suficientemente motivada para producir estos cambios, que en ningún caso deben interferir en la acción de la justicia sobre los casos de corrupción denunciados. Es la hora de dar un paso en la democratización y en la transparencia. Ni el dinero público ni el dinero privado deben distorsionar la conformación de los poderes del estado. El país necesita y en especial las nuevas generaciones, una señal clara de parte del gobierno y de los partidos de la concertación y de la derecha, que son los que tienen la posibilidad de legislar.
14.- Las consecuencias de una nueva omisión sobre estos temas puede ser grave. Una disputa de poderes, ciega e irreductible, sólo puede llevar a mantener las cosas como están y a una mayor polarización. Las más importantes organizaciones sociales, sindicales y religiosas, colegios profesionales, pequeños y medianos empresarios, entes culturales, de derechos humanos y de pueblos originarios, universidades, se han pronunciado por estos cambios y están pendientes de su materialización. Nuestro Partido no hace más que sumarse a la exigencia de un derecho que se encuentra conculcado en Chile.
Comité Central del Partido Comunista de Chile