La celebración del XX Congreso del Partido Comunista Colombiano durante los días del 14 al 16 de noviembre de 2008 se ha llevado a cabo en un contexto prometedor que abre nuevas posibilidades y genera nuevas esperanzas para avanzar en el proyecto histórico de los comunistas de la segunda y verdadera emancipación: 1.- El sistema […]
La celebración del XX Congreso del Partido Comunista Colombiano durante los días del 14 al 16 de noviembre de 2008 se ha llevado a cabo en un contexto prometedor que abre nuevas posibilidades y genera nuevas esperanzas para avanzar en el proyecto histórico de los comunistas de la segunda y verdadera emancipación:
1.- El sistema capitalista mundial asiste a una de sus más profundas y agudas crisis, no desplegada aún en forma plena, en la que los aspectos económicos y financieros, se entrelazan con aquellos energéticos, alimentarios, sociales y ambientales, al tiempo que son también evidentes los signos de deterioro político y cultural. La crisis muestra de manera descarnada los límites históricos del sistema y genera nuevas condiciones para la lucha mundial y la acción colectiva organizada contra el capitalismo, así como para la producción de nuevas subjetividades a favor de los ideales de la emancipación humana y el socialismo. La crisis conduce a una nítida revalorización y vigencia del marxismo, como teoría y fundamento de la acción política de los trabajadores y las clases contrahegemónicas.
2.- La crisis pone en cuestión la hegemonía imperialista estadounidense de Bush, sus pretensiones de control económico y territorial del mundo, y sobre todo su política de intervencionismo militar de guerra preventiva con el pretexto de la «lucha mundial contra el terrorismo». En ese sentido, la presidencia de Barak Obama, más allá de los cambios de acento y de forma en la estrategia imperialista, representa el intento de encontrar una salida capitalista de la crisis y de recomponer las fuerzas del capitalismo mundial.
3.- La crisis capitalista mundial se constituye en un factor que acelera el creciente resquebrajamiento del régimen de la «seguridad democrática» de Álvaro Uribe. En efecto, junto con los evidentes signos de descomposición avanzada de las configuraciones criminales y mafiosas del régimen político, de los signos de debilitamiento de la unidad en el bloque de poder, la crisis pone en cuestión el «modelo económico» de la ultraderecha, para mostrar que las aparentes bondades del reciente proceso de neoliberalización en Colombia respondían en realidad a la coyuntura favorable del ciclo económico. La nueva situación que ha generado la crisis pretende minimizarse y mostrarse simplemente como «una desaceleración del crecimiento económico».
4.- La crisis coincide sobre todo con un movimiento social y popular en ascenso, que sintetiza y estimula, a través de diversas formas, los acumulados, no solo de resistencia, sino de aspiraciones políticas, sociales, económicas y culturales del pueblo trabajador a favor del cambio y la transformación de la sociedad. Destacamos el renovado espíritu de lucha del pueblo colombiano en esas movilizaciones; resaltamos la actitud valerosa y heroica de la huelga de los corteros de caña, de la estatales, de las acciones del movimiento sindical y de otras múltiples e innumerables movilizaciones sociales y populares. Todas ellas son una muestra más del resquebrajamiento del régimen de la «seguridad democrática» y una demostración de que el terrorismo de Estado y, en general, los componentes del proyecto político económico de la ultraderecha, que se pretende prolongar con una segunda reelección de Uribe, o con un continuismo del uribismo sin Uribe, pueden ser derrotados si se logra consolidar una amplia movilización social y popular organizada.
5.- El resquebrajamiento del proyecto uribista no representa el final de las pretensiones de las clases dominantes de establecer un régimen de excepcionalidad permanente, ni la conclusión del proyecto de acumulación capitalista basado en el despojo, el desplazamiento forzado de millones de colombianos y colombianas, las violaciones de los derechos humanos, principalmente a través de grandes proyectos minero-energéticos, de agrocombustibles y de infraestructura, y de grandes beneficios monopolistas a las empresas multinacionales, al gran empresariado capitalista, así como a la gran propiedad latifundista y terrateniente. Pone sí en evidencia, la contradicción fundamental de la sociedad colombiana en la actualidad, entre un régimen autoritario, criminal y militarista, exponente de los intereses financiero-terratenientes y proimperialistas, por una parte, y los intereses y aspiraciones democráticas y emancipatorias del conjunto de la sociedad, en especial del pueblo trabajador, por la otra; y señala, al mismo tiempo, hacia donde debe encauzarse la acción política organizada.
6.- La tendencia histórica de la acumulación capitalista en Colombia, así como las configuraciones actuales del régimen político imponen lecturas más complejas del conflicto social y armado y de su misma dinámica, que trasciendan los enfoques meramente militares, los cuales llevan a aseveraciones equivocadas en el sentido de que nos encontraríamos en el fin del conflicto e incluso en el posconflicto. A las causas históricas del conflicto armado, se le agregan actualmente otras que resultan precisamente de las dinámicas territoriales de la acumulación capitalista. En ese sentido, la necesidad del intercambio humanitario y de una salida política negociada al conflicto social y armado representan una urgencia histórica y una tarea inaplazable. De ahí que los comunistas apoyamos toda iniciativa en esa dirección y llamamos a la amplia movilización social y popular por la paz democrática con justicia social y económica.
7.- La constitución de un amplio movimiento político a favor de la paz democrática que derrote los proyectos de militarización de la sociedad y de una «solución militar» al conflicto, que pretenden erigir a la población en el estandarte de la contrainsurgencia y buscan disciplinar y organizar la sociedad entre «amigos y enemigos del terrorismo», o incluso de promover en sectores democráticos tesis contrainsurgentes, se constituye en una tarea central. Los problemas de la sociedad colombiana no se explican por la persistencia del conflicto social y armado. Éste se debe más bien a ellos. Se debe entender que no hay habrá paz en Colombia, si no hay cambios políticos, económicos y sociales.
8.- El resquebrajamiento paulatino del proyecto de la ultraderecha en un contexto de crisis mundial del capitalismo, de nuevas dinámicas territoriales de la guerra y de un movimiento social y popular en ascenso, abre posibilidades para considerar la opción de un nuevo poder y de un gobierno democrático en Colombia. El Partido Comunista hace un llamado al pueblo colombiano, a las fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda, a los movimientos sociales y populares, indígenas y afrodescendientes, a trabajar en forma mancomunada en esa dirección. Ha llegado la hora de sintonizar más decididamente las luchas colombianas con los procesos de cambio y transformación y de nueva integración latinoamericana que se adelantan por parte de algunos gobiernos progresistas y de izquierda en América Latina. Es la hora de avanzar hacia la democracia económica y social, para sentar las bases de una nueva sociedad.
9.- En ese sentido, el Polo Democrático Alternativo adquiere el mayor significado. Los comunistas manifiestan su compromiso de continuar construyendo el Polo, de hacerlo una fuerza coherente y consecuente de la izquierda colombiana, con voluntad de poder, a tono con las demandas y aspiraciones sociales y populares; que aglutine las más amplias expresiones organizadas del pueblo colombiano, y sea expresivo del más grande esfuerzo de unidad de las fuerzas populares, democráticas y progresistas del país. Vamos al segundo congreso del Polo con la aspiración que este se constituya en la fuerza política para la transformación democrática del país. La precandidatura de Carlos Gaviria Díaz es un paso importante en desarrollo de ese propósito.
10.- El Congreso del Partido Comunista presenta un saludo y expresa su admiración a luchadores sociales y populares, a los obreros y campesinos, los indígenas, los afrodescendientes, los jóvenes y las mujeres, a los defensores de los derechos humanos, a los presos políticos, a la militancia comunista y, en general, al pueblo colombiano, y los invita a no cesar en su empeño por construir una nueva sociedad.
Bogotá, 16 de noviembre de 2008.