Tras la historia vibrante y dramática de los cantautores y las agrupaciones más relevantes de la música popular chilena, Inti Illimani (Sol de la montaña ubicada en La Paz, Bolivia) es el conjunto cuyas producciones han dejado huellas indelebles en la memoria popular no sólo de Chile, sino del mundo. Desde su disco iniciático ‘Si […]
Tras la historia vibrante y dramática de los cantautores y las agrupaciones más relevantes de la música popular chilena, Inti Illimani (Sol de la montaña ubicada en La Paz, Bolivia) es el conjunto cuyas producciones han dejado huellas indelebles en la memoria popular no sólo de Chile, sino del mundo. Desde su disco iniciático ‘Si Somos Americanos’ (1969), hasta su última placa, ‘Travesura’ (2010), la presencia de Horacio Salinas como director artístico de Inti Illimani y autor y co-autor de sus más conocidos temas marca a fuego el tono, pulso y madera profunda de sus creaciones. No sólo ha participado en las principales obras del conjunto, sino que tiene a su haber discos como solista y música para películas. Horacio Salinas no detiene jamás su caminata perfeccionista, como nunca abandona la experimentación, el trabajo propio y colectivo; los materiales combinados que han ofrecido frutos culturales de aliento imperecedero.
– ¿En qué empeños artísticos se encuentra Horacio Salinas en la actualidad?
«En primer lugar, inmerso en el intenso trabajo del Inti-illimani histórico que se ha ido acrecentando el último tiempo. Acabamos de publicar nuestro disco ‘Travesura’, dedicado al mundo de la infancia y se ha intensificado la labor con Orquestas en Chile y en el exterior. Luego las giras por nuestro país y recientemente por Canadá y México, donde visitamos cuatro ciudades en el marco del importante y magnífico Festival Cervantino. Otra parte de los empeños artísticos son la creación musical que, de forma intensa y a veces pausada, es siempre el eje y el nervio de mi vida artística.»
– ¿Cuáles han sido sus principales influencias musicales?
«Variadas. Mi interés primero tiene que ver con la música popular de raíz folclórica. Su comprensión, su pasión. Soy de la idea que cuando le hacemos el quite a este patrimonio, en tanto creadores, la música se aleja del alma humana y entra muchas veces en un espacio de especulación técnica. A los 13 años escuché en la casa de mi familia un disco de Violeta llamado ‘Toda Violeta Parra’. Esa manera de componer me atrajo, por su originalidad, al punto de entender el país en que vivía de otra forma y creo que fue el primer impulso que tuve hacia la contemplación de la música como un potente oficio para toda la vida. Luego conocí guitarristas argentinos, después la música latinoamericana.
Paralelamente fui compenetrándome en las escuelas nacionales de los países del este, norte y centro europeo, donde precisamente gravitan en forma muy bella las tradiciones folclóricas, Borodin, Stravinski, Edward Grieg, Brahms, etc. y quienes en Chile y en Latinoamérica han realizado trabajos de inspiración parecida como Celso Garrido Lecca, Luis Advis, Ponce, Revueltas, Leo Brower, Ginastera, Guastavino, Márquez, el mexicano Barrios Mangoré, etc. Pero también soy un curioso auditor del rock, menos del pop y más del jazz, sobre todo de grandes intérpretes instrumentistas. No sé si hay algo de ellos en la música que compongo, pero me deleito escuchando Ray Charles, Stevie Wonder, Winton Marsalis, Chet Baker y también Bola de Nieve, Toto la momposina, y a Leo Masliah, para aplastar con una risotada la mediocridad reinante que a veces nos malhumora.»
– ¿Por qué escogió la música popular y no la docta (propiamente tal)?
«Mi profesora de guitarra de entonces (1966), Liliana Pérez Corey, deseaba que fuera concertista y abandonara eso de «rasguear» la guitarra. Más tarde aprendí que para tocar bien esa música que se «rasguea» hay que ser bien «docto», como dices en la pregunta. Mi profesor tutor en el Coservatorio cuando estudiaba composición, Celso Garrido, decía que la música no era culta, que esa era «oculta». En fin, apellidos más o menos, prefiero aquella donde palpita la historia de la gente, emotiva y fresca. Porque existe también mala música «académica o culta», y no es poca, sobre todo cuando se hace con sentimientos de inferioridad respecto de la tradición europea y lejos de la rica cultura de nuestros pueblos.»
– ¿Por qué los primeros trabajos están tan ligados a la música andina?
«Precisamente, el del altiplano era un mundo lleno de una poesía misteriosa y lejana y que debíamos acercar y aprender a querer. Instrumentos nuevos y raros y cierta melancolía y ritmos cadenciosos y contagiosos. En fin, un mundo por descubrir entonces lleno de magia.»
Arte y política
– ¿Cuál fue la relación de Inti Illimani con el gobierno de la Unidad Popular?
«Cantamos para que Allende ganara, como lo mejor de los artistas chilenos de entonces. Luego cantamos a las 40 medidas del gobierno y sostuvimos ese gobierno hasta el fin. Fue una relación intensa, desprendida y de grandes momentos muy emotivos y masivos.»
– ¿Qué vínculos existen entre política y arte?
«Son vínculos antiguos, pues siempre el arte se ha hecho cargo también de la realidad social, de la política, sobre todo la mala. Violeta es el ejemplo de cómo es posible el arte de alto vuelo que ocupa espacios de la política.»
-¿Cómo impactó el exilio político en su vida y creación?
«El exilio ha dejado una huella para siempre en mi vida. De naturaleza a ratos ambigua. Fue el dolor, de una parte, y de otra el deslumbramiento. Pero por sobre todo el exilio me puso en un territorio sin fronteras desde donde es posible imaginar música también para un país imaginario.»
– ¿Cuál ha sido la relación entre usted y Patricio Manns artísticamente?
«Una especie de sastrería, espero de gran estilo. Hemos creado canciones, muchas, más de 30, pienso. En total sintonía y con recíproca estima. Por lo demás somos dos sureños hijos de madres profesoras, que se conocieron en tiempos de la Escuela Normal de Angol y cuyas historias (y la de nuestros padres) hacen pensar a Manns que somos hermanos. Cuando en verdad lo somos, independientemente de esas historias nunca bien precisadas y, a lo mejor ciertas…»
Obra y futuro
– ¿Cuál es el trabajo o disco de Inti Illimani que considera mejor logrado y por qué?
«Todos los discos son bastante redondos, felizmente. Y son como 40 y tantos. Creo que ‘Palimpsesto’ (1980) es aquel que hicimos en medio de muchos temores existenciales y que finalmente nos impulsó fuertemente hacia el futuro. La utilización de pequeños arreglos orquestales, canción ‘Palimpsesto’, y de banda ‘El Mercado Testaccio’. De hallazgos de nuevos caminos para la creación en momentos de perplejidad, temas instrumentales de formas más holgadas como ‘Danza’, junto a un punto de vista en relación a la música del Caribe, ‘Un hombre en general’ (dedicado al nicaragüense Augusto César Sandino). Creo que ‘Palimpsesto’ es sólo comparable al disco ‘Esencial’ que hicimos hace 3 años y que fue filmado magníficamente por Ricardo Larraín, estampando el modo actual de hacer música del Inti-Illimani.»
-¿Cuál es la recepción de Inti Illimani en el extranjero?
«La de un grupo que ya está en la memoria musical al cabo de un trabajo de 43 años. Precisamente, venimos llegando de una muy bonita gira por Canadá y México donde hemos sentido una muy numerosa y cariñosa recepción en nuestros conciertos. Cada vez más nos piden visitar países. Sin duda, nuestro grupo es parte de lo que se conoce cómo ‘la música chilena de los últimos tiempos’.»
– ¿Qué recital recuerda con más emoción?
«El concierto de La Bandera, a los pocos días de nuestro regreso del exilio. 150 mil personas, dicen que asistieron. La emoción nos jugó un poco en contra pues estábamos resfriados, sobre excitados, en fin, la emoción arrasó con nosotros y no era para menos.»
– ¿Cuáles son las claves musicales de su trabajo como solista y en la producción de música para películas?
«Creo entender mi trabajo muy cercano a la emotividad. Me interesa transmitir emoción y ojalá acompañada de belleza, dos cosas que espero me unan a los auditores, aunque me doy cuenta que es un asunto del mundo muy privado de cada cual y que otras, o muchas veces, es un deseo alucinante del artista. En todo lo que hago pretendo lo mismo, como insistiendo en decir algo que es una variación de lo primero que quise expresar con esa primera composición….»
– ¿Cómo le gustaría que fuera recordado su trabajo y el de Inti Illimani en 50 años más?
«Como aquel de un músico y un grupo que amó las tradiciones populares de su continente, inventó bonitas melodías y canciones y recorrió el mundo defendiendo a su pueblo y no sólo al suyo.»