El departamento del Fondo Editorial de Casa de las Américas tendrá en la Feria del Libro de este año, un espacio significativo para sus perspectivas editoriales con la publicación de 15 títulos de autores argentinos
Roberto Zurbano sostiene que la poesía negra y cubana de Guillén hechizó su espíritu melómano de crítico acuciador y ensayista sagaz, y que el momento cumbre de su existencia se trascribe en un poema de César Vallejo. Aunque ese instante, como decía Hemingway, lo espera en realidad trabajando en la acogedora oficina «donde se implantan sagrados corazones», de la Casa de las Américas.
Vicepresidente de la Asociación de Escritores de la UNEAC durante siete años, y galardonado con los premios Abril, Letras y Solfa y Periodismo Cultural, Zurbano valoró en esta entrevista el trabajo acometido por Casa de las Américas en el entramado editorial cubano, las actividades desarrolladas por la institución para preservar su patrimonio bibliográfico, el estado actual de la literatura hispanoamericana, y los proyectos editoriales inmediatos y futuros del departamento del Fondo Editorial, que dirige desde hace dos años.
– ¿Qué intelectuales, escritores y artistas continúan siendo parte del patrimonio editorial de Casa de las Américas?
Tenemos un catálogo de casi 1000 libros, donde hay unos 600 autores. Con los escritores vivos seguimos trabajando, y creo que debemos continuar incrementando nuestro inventario. En el mismo tenemos significativos exponentes como Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo, Pablo Neruda, Alejo Carpentier y José Lezama Lima, así como otras figuras importantísimas de América Latina.
Hoy nos remontamos en lo que nos falta por avanzar en literatura brasileña, infantil, caribeña y femenina. Queremos además incorporar más cubanos al catálogo de Casa de las Américas, ya que no hay muchos en el mismo, sino son de la colección Premio. Por ejemplo, en la compilación de Literatura Latinoamericana, donde hay 150 títulos, encontramos solamente dos, Alejo Carpentier y José Lezama Lima.
Considero que los artistas nacionales deben estar en ese registro, aunque nos cuesta trabajo, porque no siempre tenemos todas las posibilidades de impresión. Creo que esas son las problemáticas más graves que presentamos.
Casa de las Américas siempre ha trabajado con grandes autores, invitándolos a Cuba, donde imparten conferencias y asisten a la Semana de Autor, como es el caso de Diamela Eltit, Ernesto Cardenal, Rubem Fonseca y Pedro Lemebel, quien estuvo este año en Cuba, y todo esto se publica no solamente en libros, sino en publicaciones periódicas, la revista Casa, el Boletín de Música, y existen otras muchas posibilidades en el mundo digital, por ejemplo, la revista Conjunto de teatro latinoamericano.
– ¿Cómo ve el panorama de las letras hispanoamericanas en la actualidad?
El panorama de las letras hispanoamericanas actualmente es muy diverso, en tanto se está produciendo la coincidencia de varias generaciones de autores en el mismo espacio literario. Creo que es una suerte que se atraviese el siglo XXI con más de dos generaciones, una de personas de criterio establecido, incorporado al mercado, con una legitimación y reconocimiento, incluso internacional, y por otro lado, una generación de autores inactivos, con una suficiente madurez, y en el momento del lanzamiento internacional de sus figuras.
Claro está, el estado de la literatura en Hispanoamérica, no depende solamente de los autores, depende también de las editoriales, del mercado internacional, y de que en este se proyecte la expresión de sus países respectivos hacia otras dimensiones. Pero además, no se puede pensar solamente en términos generacionales o nacionales, hay que examinar las tendencias que se están dando en América Latina. Podemos decir que una de las más fuertes en los últimos lustros, es la producción literaria de las mujeres en la región. Otra importante, es la de género y el discurso homosexual. Considero que esa búsqueda dentro de las marginalidades es esencial.
Un camino que se está abriendo en la región es el de los discursos minoritarios, o sea, el de ciertas religiones, los negros, indígenas, y pequeñas culturas. Sucede algo sumamente interesante, hay una vindicación simultánea de todas estas minorías, las cuales están haciendo discursos literarios y culturales, y se están interesando en la obra de figuras muy particulares.
El Caribe está haciendo una literatura diaspórica, muy diversa. El Caribe es una y a la vez muchas culturas literarias, y de todo tipo, y se identifica o proyecta desde las antiguas metrópolis de estas colonias. Hablo de Londres, París, Bélgica, cualquiera de las ciudades canadienses, de los Estados Unidos e incluso España.
Otro fenómeno es la literatura política que está teniendo lugar en los últimos años, la que expresa los movimientos sociales, como es el de los Sin Tierra en Brasil, los Foros Sociales y aquellos que se desarrollan en los países y que se relacionan con las elecciones democráticas y los procesos emancipatorios en algunos gobiernos de América Latina, y que son escritos de diferente sentido y dirección, que crean un cuerpo más orgánico en la región.
– ¿Cuáles son los proyectos editoriales inmediatos de la Casa de las Américas?
Dentro de estos proyectos editoriales, fortalecer todas las colecciones. Tenemos en nuestra institución más de diez importantes de la literatura latinoamericana para clásicos, para niños, y la serie Pasamanos, más reciente, que hace libros más pequeños, anuncios de obras mayores que serán publicadas en el futuro por nuestro Fondo Editorial. También La Honda continuará enriqueciéndose, con la producción más contemporánea de escritores caribeños y latinoamericanos.
Por otra parte, creo que es fundamental mantener un repertorio de estudio sobre autores y sus obras más importantes, llamada Valoración Múltiple. Este año trabajaremos en la de Teorías Fantásticas de Latinoamérica, la de Augusto Roa Bastos y en la de Martí, con unas 1500 páginas, que se ha manejado en dos tomos, Martí literario y Martí político. Estamos tratando de mantener un equilibrio entre los géneros: poesía, ensayo, narrativa, y dentro de esta el testimonio, el cuento y la novela, que ocupan lugares muy específicos.
Nos parece significativo, que la colección del Premio vaya obteniendo una calidad, un rigor, y se distinga por su belleza y sus diseños.
Además, vamos a publicar a escritores tan notables como el caribeño George Lamming, quien vendrá a Cuba el próximo mes de julio, para presentar su libro de ensayos Los placeres del exilio, como parte del evento El Caribe visto por George Lamming.
Me parece muy importante que el Fondo Editorial tribute cada una de las acciones que hacen las diferentes direcciones de Casa de las Américas, por ejemplo, el Centro de Investigaciones Literarias que prepara el premio Casa de las Américas, el Departamento de Artes Plásticas, donde estamos trabajando en un lindo catálogo sobre Roberto Matta, destacado artista chileno tan amigo de Casa de las Américas y de Cuba.
Vamos a recordar el centenario del destacado escritor haitiano Jacques Roumain, con su novela Gobernadores del Rocío, y publicaremos también los premios Novicios, galardones especiales otorgados cada año a los más importantes libros del género ensayo en el ámbito hispanoamericano.
Igualmente serán editados varios ejemplares infantiles de la colección Colibrí, antologías poéticas y de teatro, un género no muy conocido, ni promovido por la mayoría de las editoriales de Cuba y el mundo. También será publicado el Premio de Musicología 2006, otorgado al mexicano Alejandro Madrid, que se titula «Los sonidos de la nación. Música, cultura e ideas en el México posrevolucionario».
Es un plan ambicioso, de unos 40 títulos para el próximo año, y que abarca las regiones del Caribe, Centroamérica y América Latina, poniendo énfasis en la literatura argentina, porque la Feria del Libro del próximo año se dedica a este país, y allí presentaremos más de 15 títulos de autores argentinos, como Atilio Borón, Ana María Ramos, Mempo Gardinelli, David Viñas, Horacio Salas, un libro de cuentos de Vicente Batista, antologías de teatro argentino, y de poesía preparada por Daniel Mujica.
En fin, pienso que la Feria del Libro será un momento necesario para las perspectivas editoriales del año venidero.
– ¿Qué actividades se realizan para rescatar el fondo literario de Casa?
Las actividades que se realizan son muchas. No creo que sea tanto una labor de rescate, como de proteger el patrimonio. Lo primero es preservar lo que tenemos, y luego buscar algunos títulos que se han publicado durante casi 50 años, de los que contamos con solo uno o dos ejemplares en la reserva de la biblioteca de Casa de las Américas.
También hemos estado haciendo un canje de libros, a partir de una excelente edición mexicana de Pedro Páramo de la fundación Juan Rulfo, que cambiamos por cualquiera de los libros que Casa de las Américas publicó antes de 1980. Hacemos esto no solamente para recuperarlos en la biblioteca de la institución, como parte de su reserva, sino para las bibliotecas provinciales más importantes del país. Es allí donde debe estar este patrimonio, para expandir el conocimiento sobre la literatura y el pensamiento latinoamericano en nuestra biblioteca y un poco más allá, en las provinciales e incluso en las municipales de toda Cuba.
– Mirando a la distancia’ ¿hacia dónde cree que debe estar encaminado el trabajo del departamento del Fondo Editorial de Casa de las Américas?
Creo que debe estar encaminado a eso que te decía anteriormente: a llenar los vacíos que aún presenta nuestro catálogo editorial, que es una labor infinita, porque el canon de la literatura cubana se va abriendo y cerrando, y depende de un flujo y reflujo que solo las dinámicas culturales imponen.
Hay otra perspectiva en la que debemos comenzar a trabajar también, y es cómo se debe incorporar el libro digital a este universo.
– ¿Cuál ha sido el reto fundamental que como director del Fondo Editorial ha enfrentado?
El reto que confronta cualquier editorial en Cuba: cómo encontrar el financiamiento de los libros. Aquí, en Casa de las Américas tenemos otro problema, y es en relación con los derechos de autor, pues el mercado industrial en América Latina está dominado por las transnacionales del libro, prácticamente. Todos los autores tienen su editorial, y cuando a veces el propio autor quiere ceder sus derechos, esta ni la agencia literaria los cede.
El reto es tratar de divulgar y promover estos libros para que tengan el mayor alcance posible, que se conozcan en toda Cuba. Que tengan un espacio, un lugar, un reconocimiento, también allí donde hacen más falta, donde está la gente de América Latina que ha acabado de aprender a leer, la gente que asiste a los espacios académicos, los propios escritores y autores latinoamericanos que les gusta verse publicados y promovidos. O sea, el principal reto de cualquier editor o editorial del mundo, es cómo hacer circular, distribuir y comercializar sus libros.
– A pesar del tiempo transcurrido, Casa de las Américas constituye un sitio de interés, y un icono cultural para los escritores del área. ¿Qué contribuye a ello?
Casa de las Américas siempre ha sido, desde su fundación, un espacio para la integración de las literaturas y las culturas latinoamericanas. Constituye un margen de encuentro, de reconocimiento de una nación, de ideas similares que están ocurriendo, procesos culturales que estamos descubriendo y compartiendo juntos, y que, sin embargo’ faltaba ese nivel de referencia, y de saber que somos compañeros de ideas en el sentido del hallazgo, y la construcción de una nueva cultura y literatura, que va hacia la fusión latinoamericana.
Creo que en este momento, Casa de las Américas, a través de todas sus expresiones culturales, eventos literarios y otros que realiza también en los ámbitos de música, artes plásticas, teatro, de investigaciones literarias sobre los estudios del Caribe, son proyectos que tienen siempre ese sentido del conocimiento, de establecer contactos y relaciones entre los países, autores, artistas, y entre los pensadores de Latinoamérica, residan o no en la región.
Esta es la mayor contribución que ha hecho Casa de las Américas: vindicar una cultura de la emancipación y del reconocimiento de nuestra realidad y nuestro futuro, incluyendo la historia de nuestros pueblos.