Recomiendo:
0

Entrevista al cantante Raimundo Amador

«España se ha vuelto un poco pija. Le hace falta el punto vacilón»

Fuentes: Público

Músico. Dicen de él que es un monstruo. Y con razón, porque nació mitad hombre, mitad guitarra. Así no podía tener dudas sobre su vocación

Lo de lograr que el entrevistado rescate del recuerdo una primera vocación frustrada resulta a veces una tarea difícil. Otras veces es directamente imposible. «¿Que si yo quise ser algo que no fuera músico?». Raimundo Amador abandona por un instante su gesto de pillería callejera para arrugar la frente con la misma extrañeza que si le hubieran preguntado por la capital de Kirguizistán. Así que el periodista va a lo fácil, a ver si rasca algo: «Sí, futbolista, por ejemplo, o algo así». «No, no, no. Yo siempre lo he tenido muy claro». Y el periodista, a la desesperada: «¿Quizás alguna afición secreta que…?».

Nada. «No sé jugar a las cartas», responde ante tanta insistencia. «Ni al dominó, ni me gustan las maquinitas. Mi único juego, y mi vida, y mi diversión, y mi profesión, es la música» . Captado. El instinto musical de Raimundo Amador (Sevilla, 1959) no es aquel del niño que va a mamá con el «quiero ser artista», sino el de quien nace con cabeza, tronco, extremidades y guitarra.

Las pinceladas biográficas que circulan de la infancia de Raimundo, el mayor de siete hermanos, tienen un ramalazo dickensiano: el gitanillo de las Tres Mil Viviendas que andurrea por el centro con una guitarra más grande que él, entreteniendo a los viandantes de aquella Sevilla que había alumbrado ya un reverso canalla que se divertía en la Alameda de las prostitutas y los bohemios. Pero a él le harta ese barniz miserabilista. «Nunca he tocado por un bocadillo, como he leído por ahí. Por unas monedas sí, pero en mi casa siempre ha habido una olla para comer», recalca.

Oídos resfriados

Su padre, que fue guitarrista en la base de Rota, le metió el gusanillo. Y él lo convirtió en su vida. «Pasaba las horas con la guitarra. Y lo sacaba todo. Oía algo en la tele y me decían: ¿A que no lo sacas?’. Y yo lo sacaba». El joven Raimundo despuntó años después en el mítico local Los Gitanillos, al que habían dado nombre él y su banda callejera. «Ahí iban a vernos Las Grecas, Los Chichos. Luego Paco de Lucía, Camarón…». Palabras mayores. Aquella Sevilla setentera era «una ciudad vacilona, con mucho blues, mucho rock…». ¿Y ahora? «Hay mucho pijorreo. Habrá de todo, porque hasta en la Alemania de Hitler habría gente vacilona , pero es muy pija… Y España igual, se ha vuelto un poco pija, le hace falta el punto vacilón, porque tiene los oídos resfriados».

Él no pilló ese catarro. Tampoco, aunque llevaba el flamenco en las venas, cogió el virus del purismo. Dylan, Hendrix y Zappa lo habían vacunado de por vida. Y así, tan hippie como gitano, entró Raimundo en el terreno de la leyenda. No es un topicazo. Sólo con dos hitos de su carrera se demuestra. 1: Junto a Kiko Veneno vaya ojo de los dos para buscarse compinche graba en 1977 Veneno. 2: Dos años después colabora en La leyenda del tiempo de Camarón de la Isla. Dos discos raros, incomprendidos entonces, hoy en la zona noble de las listas delicatessen de lo mejor de lo mejor editado en España.

«Los mismos que entonces devolvieron La leyenda del tiempo, dicen hoy que es lo mejor», cuenta. El tiempo ha dado la razón a aquel Raimundo, pero también al del flamenco blues de Pata Negra, con su hermano Rafael, y al más eléctrico, y luego al Raimundo en solitario, que de vez en vez echaba el rato en el escenario con BB King.

Nuevo disco

Indemne de los años confesos de exceso de nocturnidad «he estado más de la cuenta en los bares , pero ya no», el pintas de la foto es todo un padre de seis hijos y abuelo de tres nietos , más dos en camino, que vive apaciblemente en el campo a las afueras de Sevilla. Sacará disco en septiembre, el primero en cinco años, durante los cuales ha perdido a su padre y a su hermano Luis, de los que habla con una emoción que sobrecoge. Rápidamente pide cambiar de tema: «Es que me rayo».

Pasemos al disco, pues. «Si vende, bien. Pero vamos, que yo vivo de mis bolillos. Lo de los discos está difícil. ¡Si yo hasta he firmado discos piratas, que ya le tuve que decir al tío que vaya morro tenía!».

Y el disco, ¿qué título lleva? Sonríe: «Mitad hombre, mitad guitarra». ¡Cómo iba a tener otra vocación!

Fuente: http://www.publico.es/culturas/333387/espana/vuelto/pija/falta/punto/vacilon