Chile continúa sin reconocer que agentes de inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) habrían pagado a un oficial peruano espía dinero del Estado a cambio de información clasificada del Perú. Nuestro país encabeza el armamentismo en la región. Ha adquirido modernos armamentos que bien querrían ocupar algunos en una «guerra relámpago» contra nuestros […]
Chile continúa sin reconocer que agentes de inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) habrían pagado a un oficial peruano espía dinero del Estado a cambio de información clasificada del Perú.
Nuestro país encabeza el armamentismo en la región. Ha adquirido modernos armamentos que bien querrían ocupar algunos en una «guerra relámpago» contra nuestros vecinos.
Chile compra armas en Estados Unidos y en Europa, y se asesora en materias de inteligencia en Estados Unidos e Israel, los grandes campeones del terrorismo global. Desde 2003 a 2007 Chile gastó 2.283 millones de dólares en armas, según cifras oficiales. Somos el país de mayores gastos bélicos per cápita en el continente. Son armas y municiones que actualmente se usan para ocupar, controlar y reprimir al pueblo mapuche.
Pero eso no es todo pues Chile es el primer inversionista latinoamericano en Perú con 7.000 millones de dólares. Perú ha invertido en Chile, en cambio, 600 millones de dólares.
Estados Unidos y Chile poseen una alianza privilegiada. En más de una ocasión los mandos militares chilenos han hecho claras amenazas a nuestro vecinos, afirmando que el ejército chileno está «preparado para defender las inversiones chilenas en el exterior». En el Perú esas inversiones son cuantiosas. Sin duda, quienes digitan a las autoridades chilenas y a nuestras Fuerzas Armadas siguen siendo los grandes hombres de negocios y las corporaciones.
El genocida y ladrón Alberto Fujimori impuso en el Perú una Constitución a su medida. Lo mismo hizo acá antes el genocida y ladrón Augusto Pinochet. Fujimori entregó Perú a las transnacionales. Alejandro Toledo y Alan García han mantenido y profundizado esta política, al igual que en Chile lo han hecho todos los gobiernos civiles de la Concertación. Son los pueblos que habitan Perú y los que habitan Chile quienes han sufrido y siguen sufriendo las mismas miserias producto de un sistema capitalista y expoliador impuesto a sangre y fuego. Sectores políticos y sociales del Perú creen firmemente que, tras el escándalo del espionaje, debieran las autoridades denunciar a Chile ante la Corte Interamericana de Justicia de La Haya, en la que ya se ventila el llamado «diferendo marítimo», y dejar sin efecto el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile que aprobó Perú. Y es que el TLC con Chile le significa a Perú perder «soberanía». Chile continúa sin reconocer la justeza, incluso geométrica, del reclamo peruano en relación a establecer límites marítimos. Lo mismo ocurre con la legítima reivindicación de Bolivia de recuperar una salida al mar.
Antes del TLC, Perú podía «expropiar» empresas por dos causales: interés público y seguridad nacional. Sin embargo, el capítulo de expropiación en el TLC con Chile elimina la causal de «seguridad nacional». Es, sin duda, una concesión de la oligarquía peruana a la oligarquía chilena. A ambas no les interesan los destinos de los pueblos que habitan «sus» países, sólo les interesa sus jugosas ganancias y continuar depredando sin límites los recursos naturales.
La inversión de Chile en el Perú aumenta en numerosas áreas consideradas «estratégicas» por muchos peruanos. Lo mismo ocurre en Chile, pero los inversionistas no son peruanos sino que vienen de EE.UU., España, etc., etc. La inversión «chilena» en Perú va en 7.000 millones de dólares. Chile se convertirá en el primer inversor extranjero en Perú. Existe un marcado y evidente desequilibrio con la inversión peruana permitida por Chile. Para sectores nacionalistas y progresistas del Perú la inversión chilena es la antesala de una «penetración cultural» que ya se ha iniciado, donde las corporaciones chilenas, de innegable vocación antidemocrática, ultraderechista y conservadora, influyen y seguirán influyendo en los medios de comunicación, gremios empresariales, ONGs, etc., etc., que se encargan de ocultar que el accionar de las empresas y consorcios chilenos impacta los intereses nacionales de los pueblos del Perú y, en muchos casos, depreda la economía y el medioambiente de nuestro vecino.
Para muchos peruanos tan traidor es el espía de la FAP, que habría vendido secretos militares a Chile, como las autoridades que «venden» recursos estratégicos y encadenan la economía a un TLC que facilitará el expansionismo chileno. Nuestras autoridades y militares han dicho, en más de una ocasión, que las Fuerzas Armadas defenderán lo que ellos llaman «los intereses chilenos» más allá de las fronteras, al estilo de lo que hoy hace EE.UU. en todo el mundo.
Sectores políticos y sociales peruanos exigen a sus autoridades dejar sin efecto el TLC y dar marcha atrás en la privatización del puerto de Paita, donde un consorcio con capitales chilenos ejercerá el control. Hasta ahora, las autoridades peruanas y chilenas han sabido seguir con el sainete, alimentando a los medios, exacerbando los nacionalismos trogloditas y generando condiciones para aumentar aún más el armamentismo a ambos lados de la línea de la Concordia.
«El Perú, cuya riqueza natural e infraestructura económica Alan García está tratando de rematar, siguiendo el ejemplo de sus predecesores, especialmente de la dupla Fujimori -Montesinos, representa una oportunidad única para aliviar los problemas económicos chilenos, cuyo gobierno facilita cómodo crédito financiero a los que quieren hacer negocios en Perú. La chilenización del Perú empezó aceleradamente con la famosa frase de Pinochet a los hombres de dinero: ‘compren en el Perú, está barato’. Ahora son dueños de cadenas de supermercados, hoteles, del aeródromo Collique, terrenos de cultivo, construcciones de casas, minas, puertos y se apoderaron del transporte aéreo, marítimo y terrestre peruanos sin disparar un tiro, solo ofreciendo un puñado de dólares al corrupto gobierno con la venia de los militares. La supuesta traición del suboficial Ariza es nada, comparado con la traición generalizada de todas las instituciones peruanas, en especial de sus Fuerzas Armadas. El espíritu de Vladimiro Montesinos sigue ‘vivito y coleando’ en el alma nacional. De otra forma no se explica cómo el pueblo permite al gobierno la destrucción de la soberanía nacional», dice la periodista Vicky Peláez.
George W. Bush y Alejandro Toledo, en marzo de 2002, se declararon «aliados en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico». Se sabe que fue el precio que pagó Perú para que Estados Unidos ratificara la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (ATPA). Perú se convirtió en una zona abierta a la presencia militar estadounidense. Destacamentos norteamericanos han actuado a sus anchas en Perú. La US Air Force ha realizado maniobras conjuntas con la FAP. Lo mismo ha hecho la US Navy con las fuerzas de la Marina de Guerra del Perú. Estados Unidos piensa construir bases militares en el norte en Perú, luego de la negativa de Ecuador a mantener la base de Manta, y que se sumarían a las ya impuestas a Colombia.
En mayo de 2008 la prensa destacaba que la IV Flota de Estados Unidos operaría en Perú en 2009 bajo la anuencia de Alan García, atracando 14 buques norteamericanos en los puertos de Salaverry y Callao. Y Chile no lo hace nada de mal, tampoco, en sus tratos con el Imperio. Estados Unidos tiene a lacayos y marionetas no sólo en Perú o en Colombia, también están acá, gobernando, y desde hace mucho. Ocurre que algunos prefieren no darse cuenta o siguen la comparsa.
Chile, Colombia y Perú, son puntas de lanza de Estados Unidos en la región, para amenazar a los pueblos latinoamericanos que buscan nuevos rumbos, como Bolivia, Venezuela y Ecuador… Y el Imperio no ha olvidado a Cuba.
Nuevos datos han surgido en el caso del espía que Chile habría pagado a «buen precio». Salen los nombres de Adrián Bravo Carrasco y Jaime López Ruiz, quienes eventualmente serían oficial y suboficial de la Fuerza Aérea (FACH), respectivamente. Se trataría de quienes aparecían como contactos con los nombres falsos de «Víctor Vergara Rojas» y «Daniel Márquez Torrealba». El periódico peruano La República informó que se existiría un tercer militar chileno involucrado, un suboficial de la Armada que respondería al nombre de José Benelli Arriaza.
El espía Víctor Ariza Mendoza se encuentra desde hace más de un mes en prisión. Hasta ahora, se ha negado a precisar la identidad real de sus eventuales «contactos». Cuando Perú reveló los nombres de Daniel Márquez Torrealba y Víctor Vergara Rojas como «enlaces», el gobierno de Chile sostuvo que en las Fuerzas Armadas no había nadie con esos nombres. Víctor Ariza confesó que desde 2004 recibía 3.000 dólares mensuales de parte de Chile a cambio de hacer llegar información militar reservada. La FACH no se ha referido al tema, y lo último que se dijo oficialmente es que se abstendrán de hacer algún comentario ya que «el asunto está a cargo de los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa».
Aunque Chile ha negado la denuncia peruana sobre espionaje accedió a investigar un informe entregado por Lima.
En algunas de las confesiones de Ariza afirma que «la forma como conozco a estas personas fue de la siguiente manera: en marzo del 2002, mi comando me designó como auxiliar de la Agregaduría Aérea en Chile (…), y debido a la función que realizaba teníamos reuniones sociales con diferentes auxiliares militares de distintos países y también con miembros de las fuerzas armadas chilenas. (…) Es así que en setiembre del 2002, aproximadamente, durante una reunión social que se llevaba a cabo en un lugar campestre ubicado en las afueras de Santiago (…), organizada por la Asociación de Auxiliares Castrenses y Policiales Extranjeros en Chile (Cafape), es donde entablo conversación con un señor de nacionalidad chilena que se identificó como Daniel Márquez Contreras (…), a quien posteriormente volví a ver en dos reuniones sociales más. Por las conversaciones que sostuve con esta persona y por los temas tratados asumí que era miembro de la Fuerza Aérea de Chile».
En los años 90 Víctor Ariza se desempeñó en el Departamento de Planes y Operaciones de la Dirección de Inteligencia de la FAP (Difap). A fines del 2001, el entonces coronel FAP José Samamé, ahora mayor general y número dos de la institución aérea, lo solicitó como auxiliar en la agregaduría militar en la embajada peruana en Santiago.
«Sí, he intercambiado información clasificada como secreta, reservada y confidencial. En principio con el señor Daniel Márquez Torrealba, miembro de la Fuerza Aérea de Chile y que, tengo entendido, no es su verdadera identidad. Y posteriormente con Víctor Vergara Rojas, quien también presumo es miembro de la FACH, ya que era su relevo y también tengo entendido que no es su verdadera identidad», confesó Ariza.
Pero aún faltan las confesiones chilenas.