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Esta es la cuestión: ser o estar

Fuentes: Rebelión

Hace algún tiempo al leer un artículo de un escritor español, snob y filo-anglosajón, de los de al uso  (de cuyo nombre no quiero acordarme), pude comprobar que éste despotricaba cansinamente del idioma castellano. Lo hacía únicamente porque le parecía que en el castellano se repetía demasiado la conjunción copulativa: “que». Es posible que sea cierto, ¿y qué? Lo que pasa es que él, por encima de todo, prefería lo que se lleva, el idioma del imperio, el inglés.

En mi modesto parecer, el inglés es un idioma más pobre que el castellano, lo podemos ver en algunos aspectos.

En mi opinión, pienso que es más rico en expresión el castellano, por que lo que le da dinamismo, verdadero corazón y vida a una frase, a una oración, es el verbo y sobre todo sus posibilidades de conjugación. Por el contrario éste es el gran fallo del inglés cuyos verbos se encuentran como atrofiados disminuidos rigidizados y sin conjugación. Esto, sin duda, es una pobreza para un idioma, pues resulta frío, escuálido, esquemático y cortante.

Otro defecto del idioma anglosajón, es que es completamente disléxico, se pronuncia al revés de como se escribe. El ejemplo más inmediato es la palabra manzana, en inglés “apple» que se pronuncia “apel». Parece como que si entre las brumas del norte británico, deberían de existir muchos desesperados disléxicos, que construyeron el idioma.

El tercer problema de la lengua inglesa, es el de todas las principales lenguas que tienen la ventaja de su gran universalidad (inglés, chino, español, árabe, etc.); pero tienen el gran defecto de que se extendieron por amplios territorios a base de sangre y fuego, por sistemas imperialistas atroces.

Por supuesto, que el castellano se extendiera por gran parte del orbe tiene bastante que ver con la extensión del colonialismo invasor y expoliador. La palabra colonialismo ha sido usada siempre para dulcificar el verdadero acto imperialista de invasión, usurpación, explotación y esclavismo. Pues bien, este colonialismo-imperialista, para extenderse siempre necesitó de la implantación del miedo y la tortura para imponerse y para establecer la forma uniformada de expresarse en todo el imperio. Por eso las torturas más famosas, por atroces, se dieron en los países en los que se generaron las lenguas hoy más universales. Las torturas chinas, la esclavitud y exterminio propagadas por los anglosajones en su enorme expansión, la “Guerra Santa” musulmana (que de santa tenía poco) o las terroríficas torturas practicadas por la Santísima Inquisición española, qué de Santísima tampoco podía presumir, aunque si que presumiera.

Por otra parte, el inglés con frecuencia utiliza más de una letra para un solo sonido.

Pese a estos grandes defectos imperialistas, la lengua castellana tiene en sus entrañas una gran riqueza expresiva, principalmente por la gran versatilidad y dinamismo de sus verbos ya que muy mayoritariamente cada sonido se expresa con una o a lo sumo dos letras específicas, y sin ese embrollo de mezclas de varias consonantes que resultan de compleja interpretación. O sin esas letras mudas finales, o sin otros defectos que aún podríamos citar.

Los únicos sonidos para los que el castellano utiliza más de dos letras son esas “us” mudas para los sonidos suaves  de la letra “g” y también para todos los casos de la letra “q”. Luego sólo existe una inadaptación fonética en la que letra es muda, se trata de la letra “h”; y que en la mayoría de los casos es derivada de la antigua “f”, un ejemplo ilustrativo de ello puede ser la palabra “hierro” que en castellano antiguo era fierro.

Pero otro de los aspectos interesantes del castellano es que en ningún caso se dan sílabas disléxicas.

Y por último creo que tal vez la característica mas sorpréndete y destacable del castellano sea que es capaz de desdoblar el verbo “ser”, adaptándolo al devenir temporal. Es decir, la existencia de: dos verbos relacionados entre sí, “ser” y “estar», que tanto martiriza a los aprendices del castellano. Esto que ellos ven como una  dificultad incordiante, difícilmente superable y absurda. Pero de absurda no tiene nada, se trata  de una especial riqueza verbal del idioma castellano.

Y a esto es a lo que iba, como parte central de éste texto, que la cuestión es “ser” o “estar”.

Shakespeare (con ese retorcido nombre en cuanto al uso de letras, cuya interpretación sonora en elegante y sencillo castellano se reduciría a una expresión escrita como esta: “Sespia”) como no conocía el verbo estar, por no existir en el idioma inglés, dijo su profunda y famosa frase: “Ésta es la cuestión: ser o no ser”. Y puede que si hubiera sido más conocedor de la lengua de Cervantes hubiera dicho: “Está es la cuestión: ser o estar”.

Efectivamente, se trata de la cuestión principal sobre el futuro de la vida en la tierra, la de ser o no ser. O dicho de otra forma, seguir siendo o seguir existiendo, algo que está condicionado a que pongamos el ser por encima del estar.

Pero es que lo que promueve el neoliberalismo global, el capitalismo y el crecimiento de la acumulación de PIB, es un “estar” (no un “ser”), es decir, una visión cortoplacista en el tiempo.  Para el crecimiento económico (que siempre es crecimiento oligárquico) lo importante es que yo (oligarca privilegiado) esté bien ahora, me encuentre bien ahora y el que venga después si se encuentra un mundo inhabitable que arree. Esto es, lo único importante es que yo: ese yonki adicto al consumismo en mi búsqueda exclusiva de “estar” bien ahora no me preocupe de lo que tiene que “ser” una existencia más profunda y definida en cuanto al “ser” indefinido en el tiempo. Esto puede significar “estar” placenteramente ahora, momentáneamente, pero por ello renunciar inconscientemente a “ser” feliz. Es lo que le sucede al drogata, que para “estar “bien unos instantes renuncia a  “ser” feliz e incluso a “ser”, pues con ello frecuentemente se queda sin vida, deja de “ser”. Por “estar” deja de “ser”.

El objetivo único del crecimiento económico oligárquico, es “estar” (con visión cortoplacista) creciendo en acumulación, confundiendo esto con “ser” feliz.

Y no sólo confundir “estar” con “ser”, como suelen hacer de común los anglosajones, quienes hoy día son los que rigen de forma absolutista gracias a poseer del poder mediático el mundo. Y lo hacen gracias a tener el monopolio de los medios de comunicación y más de 1.000 bases militares con armas de destrucción masiva.

Esto resulta un impedimento para que el ser humano llegue a “ser” feliz. Y no sólo es esto, sino que además implica la gran cuestión de la desaparición de la vida (el “ser” o no “ser”) en el planeta, a causa de que el cortoplacismo del “estar” está provocando un calentamiento global, que terminará con el colapso de la vida en la biosfera si estas temperaturas sobrepasan los límites que pueden soportar los seres vivientes.

Efectivamente, si sólo nos planteamos “estar” bien ahora, en este momento, y no “ser” indefinidamente, resulta que quedaremos en la clásica obsesión (preponderante en el mundo anglosajón) de la acumulación cortoplacista, sin conseguir ver que esta acumulación (siempre oligárquica) no puede “ser” y si solo “estar”. Porque no se puede consumir de forma ilimitada a partir de unos recursos planetarios que son limitados. Y ya queda dicho, el “no ser”, el “estar”: es la muerte sin paliativos.  Por ello el aforismo de Shakespeare podía quedar traducido así: “Ésta es la cuestión: ser o estar”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.