Las decisiones fundamentales del funcionamiento de una economía capitalista recaen sobre las empresas que compiten entre sí para acrecentar sus ganancias, siendo la principal -que define tanto el curso como las contradicciones de la expansión de la acumulación capitalista- el monto y el ritmo de las inversiones que llevan a cabo. En este sentido, la […]
Las decisiones fundamentales del funcionamiento de una economía capitalista recaen sobre las empresas que compiten entre sí para acrecentar sus ganancias, siendo la principal -que define tanto el curso como las contradicciones de la expansión de la acumulación capitalista- el monto y el ritmo de las inversiones que llevan a cabo. En este sentido, la inversión define el marco general en que se desenvuelve el resto de la actividad económica.
Esta visión contrasta con aquella que sitúa la causa de los movimientos de la economía en las decisiones de consumo de los hogares. Así como también con aquellas posiciones que piensan que el gasto del gobierno puede torcer el curso de la acumulación capitalista. Basados en esto último, ciertos sectores de la Izquierda buscan la conquista de espacios dentro del aparato estatal para promover políticas afines a los intereses de los trabajadores y sectores populares, en vez de impulsar su acción colectiva y autónoma.
Veamos ahora cómo a la luz de esta aproximación se ha desenvuelto la economía chilena en el último tiempo y cuáles son los elementos de la actual coyuntura.
BALANCE DE 2014
El Banco Central acaba de publicar las cifras de crecimiento de la economía chilena en 2014. Como ya se esperaba, ésta mostró un pobre avance, de apenas 1,9%, confirmando el fin del ciclo expansivo originado en el auge internacional de los precios de las materias primas.
Entre las distintas actividades económicas, la industria manufacturera fue la más afectada, con un retroceso de 0,3%. En tanto los rubros silvo-agropecuario (0,4%), minería (1,3%), construcción (1,5%) y comercio (0,5%) mostraron desempeños por debajo del promedio de la economía en su conjunto. Otras actividades como la pesca, electricidad, gas y agua, transporte, comunicaciones y servicios financieros lograron desempeños por sobre el promedio. Sin embargo, se trata de sectores con escaso peso en el total de la economía (como la pesca) y/o que vienen desacelerándose en relación a hace dos años.
Por el lado del gasto, la demanda interna, otrora motor del crecimiento económico, se convirtió de un elemento ralentizador a uno abiertamente contractivo. En efecto, si en 2013 creció 3,7% (versus el 4,2% del total de la economía ese año), en 2014 se contrajo en un 0,6%. La demanda externa, en cambio, se expandió ayudada no tanto por el incremento de las exportaciones -que prácticamente permanecieron estancadas con una variación positiva de apenas 0,7%- como por la significativa contracción de las importaciones en un 7%.
Dentro de los componentes de la demanda interna, el consumo de los hogares mostró una expansión algo mayor que el de la economía. Sin embargo, el gasto en bienes durables se contrajo en un 1,9%, siendo que en los dos años anteriores venía expandiéndose a tasas superiores al 12%. La reducción de las compras de este tipo de bienes estaría determinada en parte por una percepción negativa de los hogares sobre el futuro de la economía, ya que ni el desempleo ha aumentado significativamente ni los salarios se han contraído, así como tampoco las condiciones crediticias se han vuelto particularmente restrictivas en el último tiempo.
Sin embargo es el otro componente de la demanda interna, la inversión, el que ha marcado la pauta de la actual desaceleración económica. En 2014 cayó en 6,1% respecto a 2013, marcando su primer retroceso desde 2009. Si dentro de ésta se analiza solo el componente que dice relación con la compra de nueva maquinaria y equipos (excluyendo por tanto la construcción y obras), la situación es aún más preocupante. Las cifras muestran que este rubro ya había caído en 2013 en 3,5%. En 2014 sucedió que esta caída se acentuó, alcanzando un 18,8%, similar a la registrada en 2009 bajo los efectos de la crisis subprime (20,9%).
INVERSION Y GANANCIAS
El comportamiento de la inversión se asienta sobre algo más que expectativas. Las ganancias y las perspectivas de seguir incrementándolas son un termómetro objetivo sobre el cual las empresas desarrollan su actividad inversora. En este sentido, la caída de la inversión que exhibe la economía chilena no es extraña a la luz de las cifras.
Según información de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) el monto total de las utilidades de las empresas se incrementó en 11,19%, alcanzando la cifra de 14,3 billones de pesos. Un aumento idéntico (11,1%) experimentaron las ganancias de las empresas que componen el IPSA, principal índice de la Bolsa de Santiago.
Sin embargo, esta cifra encierra grandes disparidades. El sector bancario lideró por lejos este aumento. Debido a la alta inflación registrada en 2014, los bancos aumentaron sus ganancias en 28,5%, dejando de manifiesto que éstas no provienen más que de meras transferencias y no de la generación de nuevo valor.
Al excluir a los bancos y a las AFPs -otro sector que incrementó significativamente sus utilidades- el crecimiento total de las ganancias alcanzó un 7,9%, y el de las empresas del IPSA un 7%. Estas cifras se sitúan levemente por encima del 4,4% que registró la inflación en 2014.
Al analizar la información por sectores (ver Cuadro 1) se observa que la mayoría mostraron retrocesos en sus utilidades e incluso pérdidas, como el caso del sector industrial. Salvo excepciones, de los sectores mencionados anteriormente y el de holdings , la minería es uno de los pocos que vieron incrementar sus ganancias, esto a pesar que Codelco las redujo sustancialmente (-18,9%).
LA TRAYECTORIA DE LA ECONOMIA CHILENA
El indicador mensual de actividad económica (Imacec) ya empezaba a mostrar las primeras señales de desaceleración en mayo de 2013, en plena administración de Piñera. En tanto, el PIB, durante el segundo trimestre de ese mismo año, anotaba una fuerte desaceleración en su crecimiento respecto a igual periodo del año anterior, pasando de 5,4 a 4% de crecimiento.
Ese mismo trimestre fue el último en que la inversión total registró un aumento respecto del año anterior, alcanzando una expansión de 19%. El resto de los trimestres consignó consecutivamente retrocesos. Recién durante el cuarto trimestre de 2014 se revirtió esta tendencia, alcanzando una débil expansión anual de 0,5%.
Sin embargo la inversión en maquinaria y equipos no ha revertido aún esta tendencia. Desde el segundo trimestre de 2013 comenzó una caída que por momentos ha bordeado el 30%. A fines de 2014 la velocidad de esta caída se contuvo en parte, alcanzando un retroceso de 3,1% respecto de 2013.
En la medida en que la ocupación ha seguido creciendo en paralelo a la contracción de las compras de nuevas maquinarias, la consecuencia inmediata es un retroceso en la tecnificación del aparato productivo. Esto tiene repercusiones directas sobre la trayectoria de la productividad y el potencial de crecimiento futuro de la economía.
La situación de la inversión tendrá efectos en los próximos años. A propósito, a fines de 2014 un estudio de la Corporación de Bienes de Capital (CBC) con información actualizada al tercer trimestre de dicho año, estimaba que las proyecciones de inversión privada para el quinquenio 2014-2018 habían disminuido en 16,2% respecto al informe del trimestre anterior, pasando de un monto total de 81.759 millones de dólares a 68.541 millones de dólares. Esta caída en las estimaciones de inversión para los siguientes cinco años es una de las más altas registradas, igualándose a las caídas que se observaron producto de los efectos de la crisis subprime en 2009 o a la exclusión, en 2011, de los montos asociados con el proyecto HidroAysén.
La CBC advertía también que dicha estimación podría seguir ajustándose a la baja, ya que más de la mitad de los proyectos catastrados correspondía a iniciativas que aún no se ejecutan, y precisamente por estar en trámites previos y/o en búsqueda de financiamiento, son más susceptibles de tener cambios.
EMPLEO Y SALARIOS
Si bien el desempleo no ha mostrado un aumento significativo, ha habido repercusiones en este ámbito. Según las cifras del INE, la tasa de desocupación en 2013 se movió en un rango de entre 5,7 y 6,4%, en tanto que en 2014 osciló entre un 6 y 6,7%
Ahora bien, en el ámbito de la ocupación, un indicador de la «salud» del curso de la acumulación es la capacidad del sector privado de la economía de absorber en forma asalariada cantidades cada vez mayores de fuerza de trabajo. En Chile el segmento de trabajadores asalariados del sector privado alcanza, según las últimas cifras disponibles del INE, alrededor de 4,8 millones de personas, que sobre un conjunto de 8 millones de ocupados representa cerca del 60% del total de la fuerza de trabajo ocupada. De allí la importancia no solo cualitativa sino también cuantitativa del mismo.
Durante 2012 y casi todo 2013 este segmento constituyó un elemento dinamizador del empleo, creciendo a tasas anuales superiores al conjunto de la ocupación. Sin embargo, en diciembre de 2013 esta tendencia se revirtió (ver Cuadro 2), cayendo desde allí sus tasas de expansión anual hasta registrar un periodo de contracciones consecutivas entre mayo y octubre de 2014.
En la medida en que el componente no asalariado contribuyó a que los niveles de ocupación no cayeran, esta tendencia significó un deterioro en la calidad del empleo, sumado, además, a que el mismo empleo asalariado mostró signos de precarización. Sobre esto último el Banco Central constató que «la creación de empleo asalariado desde mediados de 2014 se ha caracterizado por una participación relevante de jornadas de tiempo parcial, la carencia de contratos y, en algunos casos, sin cotización previsional». Siendo esto uno de los factores «que ayuda a explicar el acotado crecimiento del consumo privado en los últimos meses»(1). Finalmente, se evidenció también la incapacidad del sector privado para imprimirle dinamismo al empleo asalariado. No por nada el conjunto de asalariados del sector público se ha expandido a tasas superiores.
Por otra parte, los salarios han mostrado las señales del estado de la economía y la trayectoria del empleo. Si bien -al igual que la ocupación- no han mostrado caídas en sus niveles, sí evidencian una desaceleración significativa de su crecimiento.
Durante el auge de la economía chilena entre 2010 y principios de 2013 los salarios reales -o sea, descontada la inflación- experimentaron un importante y sostenido ascenso, especialmente en 2012. En el punto más alto de esta bonanza los salarios crecieron a tasas anuales del 5,1% (abril 2013), después del cual comenzaron a disminuir su ritmo de expansión, registrando mínimos de expansión en torno a 0,7% (octubre 2014). Si bien la última cifra publicada por el INE habla de un crecimiento anual de las remuneraciones reales de 2,5% (enero 2015), ésta aún queda lejos de los valores alcanzados hace solo un par de años.
CONSIDERACIONES FINALES
La coyuntura que enfrenta la economía chilena corresponde a la típica fase de estancamiento relativo del ciclo capitalista, caracterizada por la caída de la actividad inversora debido al deterioro de la rentabilidad en sectores claves. Naturalmente este ciclo se conjuga con las particularidades del capitalismo chileno, ya sea al nivel de la estructura productiva e inserción internacional de la economía, como de la correlación de fuerzas entre los distintos actores sociales.
Se trata de un escenario en que las empresas ya no podían seguir acrecentando sus ganancias en las condiciones que venían haciéndolo, dejando al descubierto sectores en que la ampliación de la producción había llevado a una sobreacumulación en relación a las ganancias que se podían realizar (es el caso de la construcción, por ejemplo).
No se está en presencia de una crisis estructural que plantee problemas insuperables para la burguesía, y que no puedan ser resueltos por el curso mismo de la acumulación. Ya se han activado los mecanismos «correctores» (precarización del empleo, estancamiento de los salarios, etc.) que permitirán recomponer las ganancias de las empresas y reemprender paulatinamente la senda de crecimiento de la economía. No por nada el gobierno cerró las puertas a incorporar la negociación colectiva por ramas en el proyecto de reforma laboral. De hecho, comienzan a observarse los «brotes verdes», a los que el ministro de Hacienda hacía referencia al conocer las últimas cifras del Imacec.
Para una salida de otro tipo, se requiere un cuestionamiento práctico al poder que ostenta la burguesía
(1) Informe de Política Monetaria , Banco Central de Chile, marzo 2015, p. 25.
Publicado en «Punto Final», edición Nº 826, 17 de abril, 2015