Un gran paso ha dado la sociedad colombiana, pese al triunfo del NO en el referendo y la estratégica campaña de desprestigio por parte de la sectores políticos que se encuentra en las zonas céntricas del país, en el fondo los sectores más desfavorecidos quieren ver una Colombia distinta, ojala sea el momento que hemos […]
Un gran paso ha dado la sociedad colombiana, pese al triunfo del NO en el referendo y la estratégica campaña de desprestigio por parte de la sectores políticos que se encuentra en las zonas céntricas del país, en el fondo los sectores más desfavorecidos quieren ver una Colombia distinta, ojala sea el momento que hemos estado esperando por más de medio siglo aquellos que nacimos en medio de las balas, la corrupción y la sangrienta lucha política por el poder.
Vivimos un momento histórico que puede ser la pieza fundamental para pensar otro tipo de «desarrollo» uno encaminando al reconocimiento del otro y la participación de los diversos actores que conforman la realidad colombiana, es justo decirle adiós a la guerra y soñar con una sociedad más humana al servicio de los más necesitados. Es el reto que merece construir la paz desde los territorios, no se trata del silencio de los fusiles sino la reconciliación entre las diferencias.
En efecto, la sociedad colombiana clama la paz cuando cotidianamente vemos en los diarios los actos impunes de corrupción, los conflictos políticos de las élites y los proyectos inconclusos que ha dejado históricamente los mismo de siempre, pareciera que el ciudadano del común se volviera miope frente a estos síntomas que implican pensar un tipo de paz distinta a la que nos intenta imponer. Véase: http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/opinion/columnistas/galeano-arbelaez-hector-manuel/311997-las-alcantarillas-y-la-paz
El camino pareciera profundo pero la necesidad de caminarlo es la muestra más rotunda de que no debemos ya esperar por la paz. Este Proyecto exige el compromiso de los diversos sectores que conforman el territorio colombiano, no es posible en este momento dar pasos para atrás – lo han demostrado los miembros más humildes de las Farc aquellos campesinos, niños, jóvenes, mujeres y familias que viven al interior de este grupo guerrillero.
Ya iniciaron su larga marcha aun sabiendo de la falta de compromiso real por parte del gobierno, al demostrar la carencia que existen sobre la adecuación de algunas Zonas Veredales y el mejoramiento de su condición como ciudadano, aunque suene lamentable todavía persiste un imaginario de repudio y segregación social por parte de algunos sectores.
Un caso concreto fue aquel maestro en el Tolima que se quejó con sus estudiantes porque salieron a ver la marcha de la guerrilla y aplaudir, el problema no es la guerrilla como actor, el asunto radica en superar la pobreza, la violencia y el dolor grandes secuelas que dejó el conflicto armado en cada uno de nosotros. Véase: http://www.elespectador.com/noticias/politica/farc-viene-el-desarme-y-la-reintegracion-articulo-680682
Por supuesto, que el proyecto de construir una paz distinta, territorial y crítica significa llegar a los lugares más azotados por la violencia. Es la prueba piloto por construir un proceso de comunicación, debate y solidaridad en lugares como Buenaventura, Planadas, Chaparral, Istmina, Tumaco, San Vicente del Caguan entre otros. Se constituye como un proceso de larga duración donde se pueda frenar el centralismo con sus grandes actos de corrupción y politiquería, y decirle a las regiones y los municipios que pensar la paz es la muestra de la voluntad de cada ciudadano al interior de sí mismo.
En conclusión, estamos en un momento vital para dar un giro radical a la época de la violencia, son las circunstancias necesarias para activar políticamente a los sectores más excluidos, realizar una crítica a los grupos políticos tradicionales tanto de izquierda como de derecha. Es un espacio oportuno para mirarnos como familia, ciudadanos y actores políticos e intentar construir un proyecto alterno, crítico y auto-crítico de los imaginarios tradicionales que han configurado e impuesto las élites en el país.
Post-scriptum: La universidad del Tolima vuelve y juega con la lógica clientelar, los seudo- despidos voluntarios son una fachada de inestabilidad política, no se les olvide la cúpula de abogados que rondan en los pasillos, el silencio mezquino y estúpido de ASPU, y si pareciera poco la indiferencia del movimiento estudiantil, con razón dicha organización expiró desde cuando se burocratizó y pasaron a ser funcionarios del Alma Mater.
José Javier Capera Figueroa es Politólogo de la Universidad del Tolima (Colombia), Analista político y columnista del Periódico el Nuevo Día (Colombia) y del portal de ciencias sociales rebelión.org (España).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.