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Entrevista con Luis Mesina, Secretario General de la Confederación de Sindicatos Bancarios

«Estamos frente a la bancarrota del sindicalismo tradicional en Chile»

Fuentes: Rebelión

Luego de un mes de huelga, las trabajadoras y trabajadores de la fuerza de venta del coloso holding Santander (primero en utilidades en Chile y uno de los cinco titanes financieros del planeta), lograron resultados considerados por ellos mismos, como satisfactorios. Sin la colaboración de la organización matriz de los asalariados bancarios de Chile, la […]

Luego de un mes de huelga, las trabajadoras y trabajadores de la fuerza de venta del coloso holding Santander (primero en utilidades en Chile y uno de los cinco titanes financieros del planeta), lograron resultados considerados por ellos mismos, como satisfactorios. Sin la colaboración de la organización matriz de los asalariados bancarios de Chile, la Confederación Bancaria , las dificultades para concluir buenamente el conflicto se hubieran multiplicado.

El Secretario General de la Confederación de Sindicatos Bancarios -única multisindical del sector-, Luis Mesina (ex vice Presidente de la Central Unitaria de Trabajadores en 2001; miembro de la resistencia antipinochetista en los 80; y joven militante revolucionario durante la Unidad Popular ) ofrece una mirada del sindicalismo chileno actual, justo cuando se acercan las elecciones de la CUT , y se agolpan los precandidatos presidenciales para el 2009.

En su oficina -más parecida a biblioteca inclasificable- cuelga una fotografía de un veinteañero Luis Mesina junto a Clotario Blest, considerado el artífice principal y más genuino sindicalista de la unidad de los trabajadores chilenos, y fundador de la, otrora, Central Única de Trabajadores.

¿Qué te produce la figura de Clotario Blest?

Luis Mesina: «La imagen que más fuerza me provoca es la coherencia que siempre sostuvo entre el discurso y la práctica. El hecho de poder constatar que hay sujetos en la historia del país que se han entregado a la lucha por los intereses de los más postergados, es decir, los trabajadores, con una práctica congruente, y una fuerte dosis de autoridad moral. El hecho de colocarse ante la existencia de aspectos que trascienden a la simple coyuntura. Eso me llamó profundamente la atención. Y hablo de trascendente no en un sentido idealista de la sociedad y la historia, sino con aquella mirada que considera a los hombres y mujeres en los campos del conocimiento, las ciencias, el arte, la política. Esto para mí es relevante, toda vez que hoy estamos carentes de personalidades que le den a su vida un valor superior respecto de las cosas estrictamente materiales.»

¿Cómo conociste a Clotario?

L.M.: «Yo era muy joven cuando conocí a Clotario. Como estudiante y como muchacho. Clotario siempre estuvo dispuesto a apoyar aquellas expresiones estudiantiles y a los jóvenes trabajadores que estaban no vinculados a las formas tradicionales de hacer política o a los partidos tradicionales. Siempre Clotario gozó de un reconocimiento efectivo de aquellos comprometidos con las transformaciones sociales auténticas y con la lucha. Extrañamente también tuvo una animadversión hacia aquellos sectores ligados a los partidos, en especial a los partidos estalinistas. En este marco se generó mi conocimiento a la figura de Clotario, como un joven conocido más para él. Uno mira a los grandes personajes de la historia, y procura emular algunas conductas. Clotario es una de esas personalidades importantes que dan luz sobre aspectos oscuros que la sociedad chilena transita hoy, y que se observan cuando se escucha a ciertos dirigentes políticos que todo lo hacen en función de la negociación, del objetivo político coyuntural, olvidando siempre a los más postergados, es decir, a los seres humanos».

La actuación de Clotario Blest es indispensable en la memoria y proyecciones de los trabajadores chilenos, así como Clotario no se explica sin la existencia señera de Luis Emilio Recabarren…

L.M.: «Hay una enorme inspiración que proviene de Luis Emilio Recabarren. Para mí es la figura más importante del pensamiento político social de los trabajadores chilenos. Aún no existe otra persona que pueda superarlo en consecuencia, ética, e incluso, en el campo de la educación de los asalariados. Recabarren fue el gran profesor de los trabajadores y sindicalistas chilenos, y exploró muchísimas disciplinas. En los amaneceres del siglo XX creó un periódico, desarrolló el teatro, la formación permanente. Desgraciadamente, la historia se ha encargado de ocultar su nombre -peligroso para los poderosos- porque tras él hay toda una vivencia, una propuesta, una doctrina que debería ser asumida por los trabajadores, pero que, lamentablemente, es repetida sólo formalmente. Recabarren y Clotario son las dos figuras emblemáticas del movimiento obrero chileno.»

Algunos dicen que el sindicalismo es un puro contenedor de la lucha de clases. Sin embargo, Recabarren y Clotario tuvieron prácticas asociadas a proyectos revolucionarios, ¿Qué relación piensas que existe entre sindicalismo y proyectos sociales emancipadores?

L.M.: «Actualmente existe muy poca vinculación entre las aspiraciones de los trabajadores por mejorar sus condiciones materiales respecto del escenario en el que lo hacen. Los sindicalistas que, efectivamente, buscan darle consistencia y coherencia a la lucha de los trabajadores, deben tener muy claro que ello, en último término, sólo será posible por medio de la lucha revolucionaria de los trabajadores. No es dable creer que en el marco de la actual institucionalidad se mejorarán las condiciones de los trabajadores. Pensarlo así, es no comprender cómo se ha estructurado el capitalismo en Chile; cómo los «propietarios» de la nación han configurado un modelo que cada vez más destruye y desplaza fuerzas productivas, y desarma, tanto ideológicamente, como políticamente a los trabajadores. Y lo anterior ocurre de la mano de los partidos de la Concertación , y particularmente del Partido Socialista que, yo estimo, es el principal responsable de la descomposición de las organizaciones sociales, allanando el campo para que la institucionalidad del país siente bases de dominación mucho más profundas. Es la intención de perpetuar el actual orden de cosas únicamente bajo la idea de la propiedad privada, y mantener eternamente postergadas las aspiraciones de las grandes mayorías. Y esto sólo es posible revertirlo mediante un gran planteamiento nuevo, innovador, es decir, revolucionario. La innovación es revolucionar; realizar cambios profundos. Hoy estas concepciones tan importantes han sido desechadas porque de esta manera se impide a los jóvenes a pensar en lo que hay que hacer. Si yo reduzco mi lenguaje a puros conceptos banales, también oculto las ideas que dieron nacimiento a estos conceptos, y, por lo tanto, voy eliminando la historia. Sólo soy capaz de generar un discurso vacío hacia los trabajadores, un discurso que imposibilita reales sendas liberadoras. En síntesis, siempre debe quedar claro que el capitalismo no ofrece ninguna salida a los trabajadores. Y esto no es ser anticuado; es ser supermoderno. Los anacrónicos, los trogloditas son los que dirigen hoy el Partido Socialista; los estalinistas que piensan que hay que bailar al son de la música que ponen los poderosos del imperio y el capital. Ellos quieren hacer retroceder las ruedas de la historia.»

¿Qué tipo de trabajador produce el actual orden capitalista en Chile?

L.M.: «Tenemos a una enorme cantidad de chilenos que no son personas humanas. ¿Se puede ser ciudadano en un Estado dominado fuertemente por el consumo, por un sistema capitalista ultra? Aquí sólo se puede ser ciudadano si se es sujeto de crédito, es decir un sujeto capaz de adquirir bienes y servicios a través de un salario estable -en tiempos donde reina la flexibilidad laboral- y superior a los $ 300 mil pesos mensuales (600 dólares) , que corresponde, prácticamente, a un 30 % de los trabajadores chilenos. Bajo este sistema, la mayoría está compuesta por sujetos condenados a vivir la marginalidad, a reproducir la pobreza en sus hijos, a través de la educación, la salud, la previsión social, etc. Y un individuo así es infeliz. Entonces, si la vida es tan precaria y sólo puede ofrecer infelicidad, los trabajadores deben dotarse de dirigentes que comprendan este fenómeno, que lo socialicen, que lo discutan, que sean capaces, tanto de explicar esta infamia, como de proponer y practicar la transformación profunda de la sociedad. Y ello se logra por medio de una revolución social que coloque en el centro a la persona humana, al sujeto que hace posible la riqueza. Esta discusión fue planteada hace 150 años y continúa plenamente vigente.»

Más allá de la crisis económica actual, ¿Cómo advierte las maneras en que se implementa el capitalismo hoy?

L.M.: «Lo que estamos observando es una destrucción de las fuerzas productivas; una concentración cada vez más grosera del capital y el poder, y eso, naturalmente, está lejos de la democracia. Lo anterior no ofrece soluciones a los grandes problemas de la humanidad. Incluso, la situación es contradictoria a lo que dicen los propios teóricos de la sociedad capitalista, a los grandes liberales que combaten el oligopolio, el monopolio, y promueven la competencia. Sin embargo, en Chile vemos una condensación económica cada vez mayor. Y la única forma de revertir el actual estado de cosas es radicalmente, de manera revolucionaria, innovadora.»

El capitalismo post golpe de Estado de 1973 parece más brutal que el del ciclo previo…

L.M.: «Eso habla de que estamos viviendo una etapa trágica. El sistema capitalista ni siquiera ha podido garantizar a las sociedades actuales un mínimo decoro, las básicas necesidades fundamentales que, en otros períodos, se habían logrado de alguna manera, producto de las conquistas de los trabajadores. El hecho de que luego de la última post guerra mundial, el sistema garantizara un elemental régimen de seguridad social en algunas áreas, hoy está en tela de juicio. El capitalismo para su mantenimiento, requiere arrancar todas las conquistas logradas por los trabajadores, dejando a fuertes contingentes de asalariados convertidos en mano de obra barata. En esta estrategia se encuentra el embate del capital contra los convenios contenidos en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), considerando que, para algunos, durante los 50 del siglo pasado, la OIT era una mera expresión de una concepción tripartita conservadora. Ahora la OIT para el capital, es una institución contenedora de ciertos derechos y, por tanto, busca aniquilarla; plantea que no se justifica ya porque el capitalismo ha concluido que la relación trabajo/capital tiene que resolverse bipartitamente. Es decir, el Estado y los organismos internacionales deben renunciar a cautelar principios y derechos fundamentales. Esto explica, entre otras variables, el bajo porcentaje de la negociación colectiva en Chile (menos de un 9 %). Porque la negociación colectiva, como señalaba la socialdemocracia y muchos sindicalistas que repetían que el mejor reasignador de recursos era la negociación colectiva, actualmente están ocultando este planteamiento. Porque si la negociación colectiva era la mejor forma de reasignar recursos, pero hoy prácticamente no existe, ¿Quién reasigna los recursos? Sólo el mercado. Entonces, ahora la tropa de antiguos pseudo socialistas quedaron desarmados.»

¿Cuál es la situación de las leyes laborales?

L.M.: «El derecho laboral surgió hace casi 150 años a través de grandes juristas franceses, italianos, europeos, que entendieron que la asimetría entre el capital y el trabajo demandaba la formulación jurídica de una concepción que equiparara al trabajador frente al empleador para negociar. Esta cuestión la comprendieron en su momento hasta las miradas más reaccionarias de la historia. Y por ello, producto de la revolución bolchevique y el terror al comunismo, la socialdemocracia europea, los partidos capitalistas norteamericanos, entendieron bien el contexto, y generaron regímenes que cautelaron los derechos mínimos de la gente. Así, garantizaron trabajo estable, seguros de desempleo decentes, salud gratuita y pensión.. Pero todo ello ahora mismo se está acabando.»

LA HUELGA DE L@S TRABAJADOR@S DEL SANTANDER BANEFE

¿Cuál es tu evaluación de la huelga de las trabajadoras y trabajadores de Santander Banefe?

L.M.: «La huelga de 30 días de las trabajadoras y trabajadores del Santander Banefe fue altamente educativa para quienes participamos en el proceso. La enseñanza más grande está ligada a que los trabajadores hicieron su propia experiencia y pudieron sacar conclusiones importantes. Una de ellas, es que la unidad sigue siendo una de las herramientas fundamentales para los intereses de los asalariados. Esta consigna, tan lugar común, fue refrendada por los hechos. No es suficiente, claro está. Se requiere también de representantes sindicales honestos dispuestos a dirigir, sobre la base y el ejercicio de la más amplia democracia y potente comunicación, los conflictos. Nosotros tuvimos 14 asambleas en un mes de huelga. Ello genera un buen debate, convicción, elevación de la moral, y limita la incertidumbre que es un arma que suelen usar los empresarios.»

Los aprendizajes fueron bastantes…

L.M.: «El conflicto también reveló elementos que no siempre están presentes en la lucha sindical tradicional. Si bien el holding Santander logró mediante sus poderosos recursos que la huelga y sus razones sufrieran un cerco comunicacional más que importante, afortunadamente, nosotros explotamos la veta de la comunicación internacional. Ello significó que muchas organizaciones sindicales internacionales solidarizaran con nuestra lucha. Y el sistema financiero hoy, es vulnerable a este fenómeno. El negocio de los bancos es la especulación, entonces, los grandes inversionistas, al ver un conflicto que comienza a cobrar notoriedad pública internacional, presionan sobre la institución financiera en problemas.»

Hace tiempo que no se asistía a una huelga de trabajadores bancarios tan extensa…

L.M.: «El conflicto hay que proporcionarlo. Pero, sin duda, fue importante para los trabajadores bancarios chilenos. Considerando que el grupo Santander es el más grande de Iberoamérica. Para nosotros, el hecho nos plantea grandes desafíos y conclusiones. Nos dice que con unidad, convicción, voluntad y comunicación permanente, es posible comenzar a derribar ciertos mitos basados en el poderío de las grandes corporaciones financieras, supuestamente impenetrables. Por otra parte, el conflicto también descubrió la certeza de que los trabajadores estamos solos. Somos la mayoría, pero estamos solos de organizaciones sindicales reales. Una muestra fue la prácticamente nula solidaridad de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), a pesar de todos los esfuerzos que se hicieron por tratar de comunicarse con la dirección máxima de la CUT para que prestara algún tipo de apoyo. ¿Por qué? Porque las personas que están en la dirección de la CUT son ignorantes respecto de las nuevas luchas de este país y de las nuevas formas de la organización capitalista del trabajo. Y, por otra parte, tampoco son capaces de dar cuenta de la realidad, de temas tan relevantes como la educación en Chile, por ejemplo. Lamentablemente, la CUT hoy representa a sectores minoritarios.»

La huelga del Santander estuvo marcada por la violencia patronal…

L.M.: «La mayor conmoción que provocó la huelga de Santander Banefe, y que activó sin buscarla por esos medios, la solidaridad internacional, fueron los grados de violencia que cobró el conflicto. El primer día fuimos detenidos casi 90 compañeros; fue ultrajada una compañera; el segundo día un dirigente nacional fue brutalmente golpeado en el hall del banco; durante toda la huelga fuimos seguidos por vigilantes de civil -como en los peores tiempos de la dictadura militar-. Ello y más fue denunciado al gobierno, a los parlamentarios, a los partidos políticos. Sin embargo, ¿De qué nos sirvió, cuando hay una complicidad en el hacer y en el silencio de los poderes establecidos y el capital financiero? Contradictoriamente con lo que podría pensarse, la indiferencia de los representantes del modelo, dotaron de una mayor fuerza moral a las trabajadoras y trabajadores en huelga. La violencia del capital no nos extraña tanto, sino más bien la pobrísima solidaridad sindical -salvando excepciones- que recibimos dentro del país.»

¿En qué pie quedó la organización de los trabajadores bancarios chilenos?

L.M.: «Los trabajadores bancarios quedamos en una posición un poco mejor que antes. Y además el conflicto nos permitió conocer nuestras potencias y limitaciones. Y una de las fortalezas de la Confederación es la autonomía y la independencia de clase con las que nos conducimos. Poco a poco, la Confederación se arma de organizaciones reales, de dirigentes que se forman en la lucha y mediante el ejercicio de la democracia y la acción directa.»

LAS ELECCIONES DE LA CENTRAL UNITARIA DE TRABAJADORES, CUT

El 28 de agosto se realizan las elecciones de la CUT , ¿Qué importancia le das a este episodio?

L.M.: «La elección de la CUT es irrelevante, no tiene ninguna trascendencia para los trabajadores chilenos. A pesar de que existan un par de dirigentes sindicales interesantes que desde hace poco están tratando, desde la CUT , de instalar un discurso y una práctica diferente. Pero, en general, lo que hay en la CUT es la reproducción de un ejercicio superado por la historia. Las elecciones están organizadas sobre listas que responden a partidos políticos que, en Chile, representan una cuota marginal de chilenos. Hoy es innegable para cualquiera, que la gente, y sobre todo la juventud, no siente ninguna identidad con los partidos tradicionales. Yo pienso que estamos frente a la bancarrota del sindicalismo tradicional en Chile. Y, por eso lo que ocurra en las elecciones de la actual CUT no tiene importancia para los intereses genuinos de los trabajadores del país. Lo más probable es que las cosas queden tal cual están. En las listas hay personas que ni siquiera son dirigentes sindicales.»

¿Cómo caracterizas a la actual CUT?

L.M.: «Las necesidades y realidades de los trabajadores transcurren por cauces distintos a las maneras que se expresa y organiza la CUT. Todavía la CUT vive, en gran medida, enfrascada en un modelo de desarrollo existente hasta 1973, pero restándole la autoridad moral de los dirigentes de esa época. Hoy la CUT cayó en un pragmatismo exacerbado; en el superestructuralismo; y es antidemocrática hasta en la elección de sus representantes.»

A tu parecer, ¿Para que sirve la actual CUT?

L.M.: » La CUT sirve para blanquear las políticas del gobierno. En términos generales, funciona como apéndice del gobierno, y, por lo tanto, puede servir para validar la miseria de ingreso mínimo impuesto a los trabajadores. Para ello, por lo menos, siempre tiene prensa.»

¿Qué aspectos crees que han cambiado en la organización del capital y que repercuten en la organización sindical?

L.M.: «Las relaciones de producción han variado tanto en Chile, que la organización de los trabajadores se torna sumamente compleja. Toda vez, por ejemplo, que el sector de servicios (terciario) ha cobrado un vigor notable; pero laboran en condiciones extraordinariamente precarias y no cuentan con tradición de organización. Hay muchos trabajadores que viven de la parte variable de su salario, que son comisionistas; trabajadores que se emplean luego de las 6 de la tarde y sus ritmos de funcionamiento son distintos, etc. Todo ello demanda organizaciones diferentes que las tradicionales. Hoy hay que concentrarse en los trabajadores de los sectores más dominantes de la economía; servicios, comercio, telecomunicaciones, transporte.»

Algunos dicen que la CUT es muy legalista…

L.M.: «El sindicalismo no puede estar sujeto a los lineamientos jurídicos actuales ordenados por la patronal. El sindicalismo, desde sus albores, ha estado al margen o en los límites de la legalidad, y, por tanto, ha obligado a que se haga la ley en función de sus demandas y luchas, y no al revés. Las leyes sociales nacieron en el mundo como fruto de las luchas y crecimiento del movimiento sindical organizado. Las leyes sociales de 1924 (ley de la silla, protección a la maternidad, etc..,) fueron consecuencia de las grandes luchas que dio Luis Emilio Recabarren a comienzos del siglo pasado y que obligaron al Presidente Alessandri a promulgarlas para contener el avance del mundo obrero. Y por eso en 1931 nace el primer Código del Trabajo. No como expresión de la voluntad de la burguesía de la época, sino como resultado de la lucha de los trabajadores. Y hoy abrigamos grandes esperanzas, toda vez, que el promedio de edad de los trabajadores chilenos es mucho menor que el de las actuales dirigencias sindicales.»

CONCERTACIÓN O ALIANZA POR CHILE

¿Qué impacto tendría en el mundo de los trabajadores que ganara la derecha histórica a través de su candidato empresarial, Sebastián Piñera?

L.M.: «En el contexto actual, que gane la Alianza por Chile o la Concertación , para los trabajadores no significa ningún cambio significativo. Seguiría predominando el modelo económico actual; las instituciones jurídicas no sufrirían grandes transformaciones. En consecuencia, para los intereses de los trabajadores, resulta indiferente votar por Piñera o Lagos. Hay que recordar que el legado presidencial de Ricardo Lagos Escobar se resume en el aumento de las inequidades sociales, la concentración de la riqueza, la violencia simbólica del capital sobre el trabajo se agudizó, y lo que quedaba de servicios públicos fue privatizado. ¿Qué podemos esperar los trabajadores de un nuevo gobierno de la Concertación o uno de la Alianza por Chile? Aquí, en el corto plazo, hay que construir una alternativa política, tal cual los empresarios, que representen sus intereses. Incluso en el Parlamento.»