La llegada a La Moneda del multimillonario empresario Sebastián Piñera junto a su coalición, representante de la derecha más recalcitrante y golpista de América Latina, no deja de preocuparnos. El travestismo político demostrado por el antes candidato y ahora Presidente electo, quien durante la campaña demostró su versatilidad ideológica; por un lado, haciendo alarde de […]
La llegada a La Moneda del multimillonario empresario Sebastián Piñera junto a su coalición, representante de la derecha más recalcitrante y golpista de América Latina, no deja de preocuparnos. El travestismo político demostrado por el antes candidato y ahora Presidente electo, quien durante la campaña demostró su versatilidad ideológica; por un lado, haciendo alarde de haber votado por la opción NO a Pinochet y por otro, reuniéndose con militares en retiro para asegurarles que en su Gobierno los procesos por violaciones a los derechos humanos que les afectan llegarían a término. Entregando una clara señal de impunidad que nos refleja la voluntad política que lo guiará en los próximos 4 años.
Reconocemos que el período se nos viene duro, pero nada ha sido fácil para los familiares de las víctimas. En los 20 años de gobiernos democráticos, posteriores a la dictadura, no han faltado los intentos por silenciar el drama de las violaciones a los derechos humanos, la ratificación de Convenciones, Tratados Internacionales y legislación a favor de la preservación de estos derechos se han visto obstaculizados en el Parlamento, precisamente por la acción de la coalición que hoy se ve legitimada.
No solo en el ámbito que nos afecta, los que ahora serán gobierno han demostrado su desprecio por profundizar la democracia, se han negado a las reformas laborales, a la eliminación del sistema binominal que los favorece, siendo además fieles defensores de la Constitución del 80 cuyo origen «gremialista» esta en sus filas.
Nada de lo anterior, incluyendo la escasa mención que hace en su Programa de Gobierno al Fortalecimiento de los Derechos Humanos en donde destaca la «reconciliación», hará que la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos deponga sus objetivos de Verdad, Justicia y Memoria. Nuestra trayectoria así lo señala, hoy más que nunca lo demostraremos estando alertas y en acción ante cualquier intento de Punto Final.
En consecuencia, esperamos que el empresario Presidente electo sea inflexible con sus palabras al afirmar: «Quienes hayan cometido atropellos a los derechos humanos tienen que asumir sus responsabilidades», haciendo caso omiso de los Novoas, Garin, Arancibias y Villarroel que ya levantan sus voces para celebrar la llegada de la impunidad.
AGRUPACIÓN DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS
Santiago, 19 de enero de 2010