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Este domingo 23 de octubre, no cuenten conmigo, no voy a ir a votar

Fuentes: Rebelión

Creo que, no ir a votar a las municipales de este domingo 23 de octubre, no significa que los ciudadanos no estemos preocupados por lo que nos pasa en casa. Lo que sucede es que no queremos ser nuevamente parte y cómplices del mismo show a que nos tienen acostumbrado los dueños del poder cada […]

Creo que, no ir a votar a las municipales de este domingo 23 de octubre, no significa que los ciudadanos no estemos preocupados por lo que nos pasa en casa. Lo que sucede es que no queremos ser nuevamente parte y cómplices del mismo show a que nos tienen acostumbrado los dueños del poder cada cuatro años.

Los que no vamos a ir a votar este 23 de octubre, vamos a contradecir al ex presidente Patricio Aylwin, personajes que actúo decisivamente para que Chile viviera ese enorme drama y pesadilla de 1973, y al que muy pronto veremos inmortalizado en una egregia estatua, cuando en una entrevista señaló: » Hay motivos para estar desilusionados de este país en general. Nosotros creíamos que los chilenos eran valientes; la verdad es que los hechos han demostrado que algunos chilenos eran valientes, pero que la enorme mayoría es bastante cobarde». ( Mónica González. Actualidad y Entrevista. Ciper Chile 19.04.2016).

Vamos a contradecir a los que, creen que besando bebes, abrazando a los trabajadores con olor a pueblo en las ferias libres, regalando chapitas y sueños conseguirían una vez más engañarnos. Los que sí están más preocupados por si vamos a ir a votar o no, son otros, los mismos de siempre, los que a través del voto de esta democracia y sistema tan peculiar, desean legitimarse para contar con la excusa perfecta de que fueron elegidas por las mayorías.

Si no vamos a ir a votar, ¿por algo será? Ellos tienen la respuesta, los que nos ven sólo como el medio para enriquecerse, los que justifican la desigualdad como algo positiva para la sociedad y la economía.

Según el Instituto Internacional para la Democracia IDEA, Chile ocupa la mayor abstención electoral en todo el mundo. En la primera elección (1990) votó un 90%, en la última elección (2013) solo un 42%.

Ir a votar este 23 de octubre es hacernos también responsables del gobierno que tenemos, de las inmoralidades, de los que han hecho del ejercicio de la política, del manoseado servicio público su negocio privado y bien lucrativo. Si fuese distinto, quizás no tendríamos familias enteras y emparentadas entre sí, de todos los sectores intentado llega hasta donde «tanto se sufre».

Entonces, como dicen los jóvenes hoy: con mi voto ellos quieren pasar » piolita» . Y de pasada, ellos, imponen los eufemismos de siempre, para endosarnos a nosotros de todos sus asuntillos espurios. A modos de ejemplo. Los actos de corrupción y deshonestidad, y/o los últimos hechos ocurridos en el Sename, con niños en «riego de calle o infractores», todos son delitos y crímenes institucionales que curiosamente a todos nos deberían avergonzar ( Bachelet, I. Allende entre otros adalides de la honradez). Los delitos lo privatizan, sus meas culpas la socializan, curiosa forme de buscar y hacer justicia en este país, y también fuera de él.

Aunque muchos creamos lo contrario, votar tiene su valor dependiendo del tamaño de la billetera. En esta democracia sui géneris, el sufragio de los ciudadanos comunes y corriente no tiene el mismo valor que el de los grandes poderes locales, nacionales, supranacionales ligados al interés económico, político y social. Permítanme, sólo cinco hechos que demuestran que el voto del pueblo vale para ellos un carajo, pero que es necesario, mantener para la imagen.

 

En Brasil, 54, 5 millones de electores, el 51,4% del electorado brasileño eligió a Dilma Rouseff, como su presidenta para el período 2014-2019. La mayoría; pobres, marginados, campesino e indígenas despojados de sus tierras. Para los golpistas de dentro y de fuera, su voto no valía más que los votos de un puñado de patricios.

Será necesario recordar cuando el Plan Cóndor (década de los 70), hoy reeditado, planeaba y lanzaba sus veneno antidemocrático y golpista, sembrando de muertos y desaparecidos en naciones enteras de Latinoamérica, cuyos pueblos se habían atrevido, dentro de su democracia a desafiar el omnímodo poder con que cuentan las clases pudiente.

El 19 de marzo de 1892, el honorable parlamentario , ministro e hijo del fundador del Banco Matte y bisabuelo de Eliodoro Matte (unos de los dueños de Chile) publicaba en el diario El Pueblo lo siguiente: «Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo. Los demás son masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio»

 

Jorge Alessandri ex presidente de la República Presidente del Consejo de Estado (1976) cuya misión era revisar el proyecto de reforma constitucional elaborado por la comisión presidida por Enrique Ortúzar, se refirió al sufragio universal señalando: que a su juicio, se trataba de una institución «nefasta» que era preciso mantener para evitar males mayores en termino de imagen». Que en la Grecia antigua el sufragio universal era un sacrilegio, que la cosa pública estaba reservado sólo a los hombres virtuosos…que había que eliminar esa influencia nociva…que las cosas de importancia las resuelvan «unos pocos». (Acatas del C. de Estado (1976-1990) TOMO I p. XXXI Sesión 56ª)

El senador Zaldívar entendió muy bien ese mensaje que tradujo en su polémica idea de la «cocina política». Por su lengua los conoceréis. Lagos utilizando la formula de Pinochet: que «los señores políticos se entiendan rápido y definan el proceso que hay que seguir».

Si esto es una democracia, entonces, el votar es una farsa.

 

Habrá cambiado muchos hoy esa opinión y modo de pensar de nuestras autoridades gobernante y de las elites patricias, que desde dentro y de afuera vigilan que los administradores del sistema no se extralimiten en sus funciones perjudicando sus negocios, no las personas, «mano de obra», que con su trabajo hacen posible esa grosera acumulación de la riqueza.

No ir a votar este 23 de octubre, es un acto legítimo de repudio a la clase política, a su modo de pensar y hacer política. Hoy no estamos disponibles para su juego sucio, ni aunque desde el púlpito cómplice nos llamen. ¿En qué quedamos?: tenemos soberanía o somos interdictos, niños que nos merecemos a esto verdaderos mesías de la justicia, mucho de ellos, sujetos corruptos, verdaderos delincuentes de la política. También en su tiempo nos merecimos a dictadores y sátrapas. Cuántos de los que hoy nos gobiernan estuvieron de acuerdo con el golpe de Estado de 1973.

No ir a votar, significa enseñarles a nuestros hijos que los paradigmas no son intocables. Enseñarles a decir de alguna buena vez la palabra ¡No!

«Elegir a los intendentes y gobernadores servirá para la elitización del poder y no para el empoderamiento colectivo de la sociedad civil.

Si se entiende que democratizar a la democracia, sólo a través del sufragio, entonces somos cómplices de este sistema, estamos avalando a quienes nos niegan el derecho a participar. A tomar resoluciones y a decidir.

Si es hora de de encontrarnos en una Asamblea Constituyente, también es hora de exigir Asambleas Provinciales, donde toda la comunidad, proporcionalmente representada, elegida democráticamente sean en definitiva los que controlen a los poderes locales y velen por todos los derechos e interese de toda la comunidad. Y no, pasando a llevar la soberanía plena del pueblo como hasta hoy sucede. Eso es participación».

 

Votar, es legitimar esta democracia fraudulenta, al Estado y su sistema.

 

«Para el marxismo clásico, y con mayor énfasis en el «neomarxismo» de Antonio Gramsci, se establece que el Estado nace como un mecanismo coercitivo, que posee el monopolio del uso legítimo de la fuerza (Weber), «con aparatos necesarios (leyes, burocracia, fuerzas armadas y policía) que hacen posible el sometimiento de la población» (Garcés 2002: 2). (Revista Poli. U, Bolivariana. Vol. II N° 32, 2012, p/105-338)

 

Votar este 23 de octubre, es avalar y dar carta blanca a los atropellos, mentiras, a la corrupción, a las coimas, al cohecho en todas sus expresiones, al familiarismo (nepotismo).

Este domingo 23 de octubre, una vez más no cuenten conmigo, no voy a ir a votar, voy a estar construyendo la unidad del pueblo despierto y consciente, voy a estar edificando la movilización social, la calle, la protesta, voy a estar afinando mi puntería para cuando deba ejercer mi derecho inalienable a votar, lo haga, pero no es este sistema.