Ha sido acusada de terrorista, de pertenecer al MIR y participar en un asalto. Sin defensa ante la opinión pública, ha sido vinculada también a un asesinato. La documentalista detenida mientras grababa su película «Newen Mapuche» alega su inocencia.
La documentalista Elena Varela fue detenida el pasado 7 de mayo mientras realizaba su película «Newen Mapuche». Se le acusa de ser la autora intelectual de un asalto supuestamente perpetrado por ex miristas en la VI Región. Desde su detención, la documentalista no ha tenido la oportunidad de comunicar su versión de los hechos, ni menos aún ha podido denunciar las torturas que dice haber sufrido. Sólo la ha visitado su madre, sus hermanos, su padre, que además es diácono, y su hija de 16 años, que está destrozada por el encierro de Elena. Su abogado presentó un recurso de amparo que fue rechazado por la Corte de Rancagua. El pasado viernes acompañamos a Patricio Quevedo, de Amnistía Internacional Chile, y Paulina Acevedo, del Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas, hasta la cárcel de Rancagua y así logramos entrevistar a Elena Varela. Esto es lo que nos dijo.
Tu abogado asegura que has sido víctima de torturas. ¿Puedes explicar tu versión de los hechos?
A mí me detienen en el sur, entran a mi casa más de 20 policías armados y sólo uno llevaba placa de Investigaciones. Los demás estaban todos vestidos de civil. Me subieron a un auto de vidrios polarizados y me llevaron encañonada todo el rato. No me dejaron hablar con un abogado en 24 horas, no me dijeron de qué se me acusaba. Me detuvieron a las nueve de la mañana del día 7 de mayo y me tuvieron sin comer ni tomar agua durante todo el día. Además, me obligaron a estar de pie toda la tarde, como seis horas, mirando contra la pared. Después de todo eso, me interrogaron. A las dos de la mañana un oficial golpeaba la mesa tratando de obligarme a decir lo que él quería escuchar.
¿Eso fue lo peor?
No, lo peor fue que los policías me hacían pensar que a mi hija podía pasarle algo malo si su madre no estaba con ella. Eso me afectó mucho. Yo trato de seguir optimista, no puedo imaginar que todo pueda ser tan malo, que esta sociedad pueda ser tan perversa. Pero lo que más me afecta es mi hija que viene todos los domingos. La América sólo tiene 16 años y está muy dañada. Ella es la que más me preocupa. Tiene miedo de estar en la casa, miedo de salir a la calle, miedo de que me pase algo a mí. Está aterrorizada, se está enfermando, la veo muy mal.
¿Alguien más te apoya, te visita?
Yo sé que afuera hay mucha gente que me está apoyando, gente que está pidiendo mi libertad. Aquí he tenido el apoyo de toda mi familia. Me visitan mis padres y mis hermanos, vienen todas las semanas. Eso ayuda mucho. Mi familia es muy cristiana, muy unida y mi padre es diácono. Nos apoyamos los unos en los otros y confiamos en Dios y en que todo tiene que tener algún sentido.
«SOY UNA PRESA POLÍTICA»
¿En qué circunstancias te detuvieron?
Me detuvieron cuando estaba grabando mi película «Newen Mapuche», sobre el conflicto entre los mapuches y las forestales. Pero no supe hasta que llegué a Rancagua que me estaban acusando de un asalto.
¿Y tú aseguras que eres inocente?
Sí, soy inocente.
¿Por qué estás presa, entonces?
Por realizar «Newen Mapuche», una película que tiene financiamiento del Fondo de Fomento Audiovisual, pero que es bastante conflictiva para el Estado, para el sistema. Yo creo que estoy en la cárcel por hacer mi película.
¿Se trata de un montaje?
Sí, las policías, los sistemas de inteligencia, tienen la visión de que el pueblo mapuche es revolucionario, es terrorista y que está vinculado a grupos de izquierda subversivos, y basta que uno entreviste a algún activista prófugo de la Ley Antiterrorista para que altiro te acusen de lo mismo, de ser terrorista.
¿Confirmas que la principal motivación de tu procesamiento sería incautar tu documental con fines de inteligencia?
Sí, estoy presa por mi trabajo profesional como cineasta, por la información que manejo, por interactuar con activistas mapuches que luchan por lo que creen, por entrevistar a personas de comunidades mapuches que han sido muy reprimidas y que no se atreven a decir nada, porque sé muchas cosas tan crueles que me llegan a enfermar. El pueblo mapuche ha sido humillado, ha sido perseguido. ¡He visto tanta gente aplastada emocionalmente, siquiátricamente, tanta gente que no se atreve a hablar! Por eso estoy presa.
¿Qué es lo que más te duele?
¡Los niños, los niños enfermos de Temucuicui! Se ve en sus dibujos. En sus dibujos ellos pintan militares dentro de sus casas, explosiones de bombas lacrimógenas. ¡Eso es lo que no quieren que se sepa! Y quieren saber, además, dónde están los mapuches que están luchando, para exterminarlos, como quieren hacer conmigo. Yo quise hacer una película y me encarcelaron. Esta es una manera de exterminarme, de silenciarme.
¿Te sientes una presa política?
Sí, me siento presa política. Pero no porque tenga militancia política. Yo me considero militante de la vida, de la humanidad, del planeta. No soy de ningún partido. Soy sensible a los problemas sociales. Soy sensible cuando a alguien lo persiguen, soy cristiana también. Entonces no puedo ocultar lo que está sucediendo, el dolor de la gente mapuche.
«LO QUE YO QUERÍA CONTAR»
¿Cómo nace tu preocupación por el pueblo mapuche?
Sinceramente, cuando yo me fui a investigar, a grabar a la IX Región, tenía una visión academicista de los mapuches. Lo que yo quería era investigar la música mapuche, saber cómo construían sus instrumentos, porque yo además de cineasta soy profesora de música. Pero el primer día que entré a una comunidad empecé a darme cuenta de la represión que sufren, y pensé: «¡No saco nada con estudiar la música mapuche, si ellos no pueden vivir!».
¿Qué viste que te cambió tanto?
Vi que están empobrecidos, que sus tierras están secas, que detrás de las forestales hay todo un aparataje político, político-militar, y vi que la industria forestal se gasta toda la plata que sea necesaria para acallar a cualquier persona que se rebele contra el sistema. Los allanamientos a las comunidades mapuches son constantes y terribles. Yo creo que algunos todavía buscan entre los mapuches a ese terrorista que imaginó Pinochet, un terrorista que nunca van a encontrar en la zona mapuche, porque no existe.
¿Hubo algún momento clave en el proceso de acercamiento al mundo mapuche?
Un día en que allanaron estuve detenida con los mapuches, sólo unas horas. Y de repente dicen: «¡Ya, usted no es mapuche, entonces puede irse!». En ese momento yo vi discriminación y racismo. Después vi el sufrimiento de los niños, conocí a los presos políticos mapuches, en fin. Uno no puede quedarse inmóvil cuando ve tanto dolor.
¿Eso querías contar en tu película?
Quería dejar impregnada esa realidad, la que vive el pueblo mapuche. Yo no pensé en retratar a un Estado o Gobierno. Yo quería mostrar un mundo cruel, ¿me entiendes? Un mundo que nosotros mismos estamos fomentando, que estamos amparando como sociedad, gracias a que existen leyes hechas para reprimir, para encarcelar.
¿De dónde viene la represión?
De este mundo cruel, de este sistema injusto que busca proteger sus intereses políticos y económicos, de este sistema maquillado que por un lado habla de justicia y por el otro nos trata con injusticia.
Tú le pediste a la ministra de Cultura que viniera a visitarte. ¿Por qué?
Le pedí que viniera para contarle bien lo que había pasado, porque aquí también hay un problema que afecta al arte, a mi película, a mi libertad para expresarme.
¿Y sabes si piensa venir?
No, no me ha dicho nada, sólo me escribió una carta donde me decía que iban a hacer una copia de mi documental, para que no se perdiera. No puedo decirte más porque casi no sé nada de lo que pasa afuera.
¿Te arrepientes de lo que hiciste o te lo cuestionas?
No, al contrario. Tengo un dolor muy grande por no poder mostrar lo que tenía para mostrar. Pero tengo que ser fuerte, porque el dolor de los mapuches lo estoy sufriendo ahora yo, en carne propia.