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Estudiantes secundarios contra las pruebas estandarizadas y la educación de mercado

Fuentes: Rebelión

En ningún caso el desempeño académico puede ser un factor para definir la cantidad de recursos que se le asignan a la educación. Lo único que logra el SIMCE es perpetuar una lógica de competencia desigual entre establecimientos que termina por precarizar y marginar a las y los estudiantes populares.

Hace una semana, el Ministerio de Educación publicó los resultados obtenidos en el sistema nacional de evaluación de resultados de aprendizaje, SIMCE, aplicado el año pasado a los estudiantes de 4° básico y 2° medio, mencionando su preocupación por la baja obtenida en los puntajes en comparación al 2018.

A los burócratas del Mineduc pareciera pillarlos por sorpresa. Ocurre que ellos no quieren ver la realidad que enfrenta la educación, pero que para las y los estudiantes populares no es nada nuevo, tras denunciar una y otra vez el vacío de conocimientos agudizado por la pandemia y las condiciones paupérrimas de enseñanza que existen desde hace muchos años.

El descenso de los puntajes observados en matemáticas y lenguaje evidencian el vacío de conocimientos en la educación escolar. Si bien, desde antes no había una preocupación por el aprendizaje de las y los estudiantes, la pandemia agravó esta situación. Las clases online de ninguna manera fueron una alternativa de estudio eficiente, mucho menos cuando la mayoría de los estudiantes populares no contaban con un celular o computador para poder usar internet. Luego, con el regreso a las clases presenciales, se dio por hecho que los conocimientos estaban adquiridos y que las clases remotas fueron suficientes, haciendo caso omiso a la necesidad de la recuperación de contenidos.

La respuesta del gobierno demuestra una vez más la desconexión con las reales problemáticas de la educación y su falta de voluntad política para solucionarlas. En vez de hacerse cargo de las carencias en infraestructura, alimentación y el resto de las condiciones materiales de enseñanza, insisten con su Plan de Reactivación Educacional que no tiene ni un brillo.

En ningún caso el desempeño académico puede ser un factor para definir la cantidad de recursos que se le asignan a la educación. Lo único que logra el SIMCE es perpetuar una lógica de competencia desigual entre establecimientos que termina por precarizar y marginar a las y los estudiantes populares.

Lo mismo ocurre con la Prueba de Acceso a la Educación Superior, PAES, otra evaluación estandarizada que hace competir a estudiantes con distintas realidades educativas, y que impide el ingreso a muchos estudiantes populares a la universidad, obligándolos a buscar otras opciones en los Centros de Formación Técnica, CFT, e Institutos Profesionales, IP, o simplemente condenándolos a no continuar formándose o a trabajar en los peores empleos, mientras que, por el contrario, les asegura un puesto a los ricos en la universidad pues los CFT o IP no son opción para ellos.

¡A BARRER CON LA EDUCACIÓN DE MERCADO!

Estudiantes por la Causa Popular (ECP)